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Chile – La carrera presidencial

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por Franklin Andrade

En la actual carrera presidencial, los candidatos del oficialismo representan una continuidad sin matices del modelo neoliberal que ha regido las últimas décadas. No hay, entre ellos, una figura que proponga una ruptura real con el establishment: todos, en mayor o menor medida, defienden los intereses del gran capital, maquillando sus discursos con frases de cambio vacío y promesas reformistas que no tocan el fondo del problema.

 
A diferencia de ciclos anteriores, donde el voto por el «mal menor» parecía una estrategia razonable para frenar el avance de la derecha más dura, hoy esa lógica se desmorona. La supuesta centroizquierda en el poder ha demostrado ser funcional al mismo sistema de desigualdades, extractivismo y represión que dice combatir. Las candidaturas oficialistas no encarnan una alternativa, sino una administración renovada de lo mismo: continuidad neoliberal con rostro progresista.
 
Movilizarse esta vez en su favor no es un acto de resistencia, sino de resignación. La disyuntiva no es entre izquierda y derecha, sino entre profundizar la crisis del modelo o atreverse a construir algo distinto desde fuera de sus márgenes.
 
Tohá, Jara, Mulet y Winter: Cuatro rutas hacia el mismo modelo
 
En la actual carrera presidencial del oficialismo chileno, los nombres de Carolina Tohá, Jeannette Jara, Jaime Mulet y Gonzalo Winter configuran una oferta política que aparenta diversidad, pero comparte un mismo límite estructural: el respeto al modelo neoliberal. Aunque exhiben matices en sus enfoques y públicos objetivo, todos se mueven dentro del marco de la gobernabilidad, la moderación y la adaptación institucional.
 
Carolina Tohá
 
Con una trayectoria en la Concertación y luego en el Frente Amplio, Tohá representa la defensa del “orden con rostro progresista”. Como ministra del Interior, su perfil quedó marcado por el control del conflicto social, la agenda de seguridad y la contención de la protesta. Habla de reformas y derechos sociales, pero bajo la lógica del realismo político y la gobernabilidad institucional. Su programa busca “avanzar sin romper”, con reformas gestionadas desde arriba, sin tocar los intereses estructurales de las élites económicas. Es la carta de la continuidad ordenada.
 
Jeannette Jara
 
Proveniente del Partido Comunista, Jara se ha posicionado como la “candidata social” del oficialismo. Ha impulsado la reforma previsional y leyes laborales, defendiendo la idea de un Estado más activo. Sin embargo, su accionar ha estado condicionado por pactos con el gran empresariado y la derecha, diluyendo cualquier atisbo de transformación estructural. Jara representa el progresismo negociador, que si bien tiene un lenguaje más enfático en justicia social, acepta los marcos del sistema como techo de lo posible. Su alcance es limitado por su compromiso con la estabilidad institucional.
 
Jaime Mulet
 
Desde la periferia partidaria, con su partido regionalista y discurso verde, Mulet intenta presentarse como la voz “territorial” del oficialismo. Habla de descentralización, cuidado ambiental y mayor justicia territorial. No obstante, su historial político evidencia acomodos con distintos bloques de poder, y su propuesta carece de profundidad en enfrentar el modelo extractivista o la concentración empresarial. Su figura encarna un reformismo retórico, que descentraliza sin redistribuir el poder real.
 
Gonzalo Winter
 
El más joven del grupo, Winter proviene de los movimientos estudiantiles y representa al sector más ideologizado del Frente Amplio. Habla de nueva Constitución, reforma tributaria, fin a las AFP y justicia social. Sin embargo, su práctica parlamentaria muestra una progresiva moderación, negociando en nombre de la gobernabilidad. Su discurso tiene mayores aspiraciones transformadoras, pero su acción está atrapada en la lógica del Congreso y los equilibrios del oficialismo. Su alcance político es mayor en lenguaje que en capacidad real de ruptura.
 
 
 
Comparación crítica
 
Candidato Discurso principal Alcance real Contradicciones centrales
 
Tohá Orden, estabilidad, reformas Gobernabilidad centrada Habla de derechos, pero reprime el descontento social
Jara Justicia social, trabajo Reformismo institucional Defiende cambios, pero cede frente al empresariado
Mulet Descentralización, ecologismo Baja incidencia estructural Regionalismo sin confrontar al modelo extractivo
Winter Transformación social, Constitución Más discurso que acción Crítico del sistema, pero adaptado a él
 
La Amenaza de la Oposición Ultraderechista en Chile: Kast, Kaiser, Matthei y Parisi
 
El escenario presidencial que se dibuja desde la oposición en Chile encarna un retroceso histórico y ético profundo. Los nombres que se levantan —José Antonio Kast, Johannes Kaiser, Evelyn Matthei y Franco Parisi— representan no solo la continuidad del modelo neoliberal, sino la amenaza de una deriva autoritaria, excluyente y peligrosa para los sectores más vulnerables de la sociedad chilena.
 
José Antonio Kast, abiertamente pinochetista, no es solo un conservador tradicional: es el rostro más visible del proyecto autoritario que busca reinstalar el orden por sobre la justicia. Su discurso de odio contra migrantes, pueblos originarios, disidencias sexuales y movimientos sociales normaliza una violencia institucional que recuerda los peores momentos del pasado dictatorial chileno.
 
Johannes Kaiser, en tanto, simboliza la misoginia sin tapujos, el desprecio por los derechos humanos y una visión ultraconservadora que reduce la política a un campo de guerra cultural. Su presencia en el debate público es una ofensa para quienes luchan por la dignidad, la memoria y la igualdad.
 
Evelyn Matthei, aunque con una fachada más moderada, no rompe con la matriz ideológica de la derecha dura. Heredera de una elite política militarizada, camufla su autoritarismo bajo una retórica de gestión eficiente, pero representa el mismo proyecto de exclusión, represión y entrega del país al capital especulativo.
 
Franco Parisi, por su parte, es la expresión del populismo tecnocrático vacío, que disfraza su oportunismo con promesas irrealizables desde Miami. Sin arraigo ni compromiso con los territorios ni las luchas sociales, encarna un simulacro de outsider que en realidad busca despolitizar al pueblo y entregarlo a la lógica del mercado más cruda.
 
En conjunto, estos candidatos no solo amenazan con reprimir los avances sociales y los derechos conquistados, sino que buscan reinstalar un régimen de miedo, discriminación y saqueo de los bienes comunes. Son el rostro amable o brutal del fascismo contemporáneo, y su ascenso sería una tragedia para las mayorías populares, los pueblos originarios, las disidencias y las y los trabajadores de Chile.
 
La historia nos ha enseñado que el silencio, la apatía o la neutralidad ante estas amenazas solo favorece a los opresores. Por eso, más que nunca, se hace urgente levantar una alternativa popular, independiente y antineoliberal que defienda con firmeza la dignidad y la justicia social.
 
 
 
 
 
 
 
 

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