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La disputa en el centro del ejercicio político

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Oktubre.cl

Tras el abrumador triunfo del Apruebo, es necesario volver a observar lo transcurrido en este agitado e intenso periodo político que abrió la revuelta popular de octubre. Los que ayer firmaban el Acuerdo de Paz y Nueva Constitución hoy nos invitan a extasiarnos con aires triunfalistas. Los que ayer impulsaron leyes para criminalizar la protesta legítima del pueblo hoy siembran irresponsables ilusiones frente al proceso constitucional. Esclarecer y levantar propuestas desde el protagonismo popular debe estar en el centro de nuestras preocupaciones.

  1. Apuntes en torno al Acuerdo de Paz y Nueva Constitución

Tras la huelga general del 12 de noviembre que representó una intensificación en las jornadas de protesta a nivel nacional, el Acuerdo de Paz y Nueva constitución se erigió como una respuesta reaccionaria ante el ejercicio político que desplegaba el pueblo en las calles. En este sentido debemos preguntarnos ¿Qué representó el Acuerdo de Paz y Nueva constitución en el escenario de la lucha de clases?

  • El Acuerdo de Paz y Nueva Constitución constituyó el acuerdo tácito en la protección y continuidad del gobierno de Sebastián Piñera. En este sentido oxigena la agonía política y se manifiesta como una salida en bloque para enfrentar la crisis política y social.
  • Por otra parte, constituye la imposición de una propuesta política que anula y neutraliza momentáneamente a la iniciativa popular encarnada por la protesta sostenida y en alza. La imposición del Acuerdo de Paz y Nueva Constitución significó la anulación de una de las principales reivindicaciones que se posicionó fuertemente en la movilización: la Asamblea Constituyente. Tras el Acuerdo la Asamblea constituyente se transformó en una insípida Convención Constitucional construida en función de los intereses de los partidos del orden.
  • La construcción del Acuerdo en función de los intereses de los partidos del orden queda consumada en I) alto quórum 2/3 conformando la posibilidad de veto a una minoría II) Los Tratados de Libre Comercio no serán abordados en el proceso constitucional III) las dificultades para que el pueblo organizado pueda levantar convencionalistas y entrar a la disputa del proceso. [e1] 
  • La alicaída legitimidad de los partidos políticos del orden es asumida por el Acuerdo y los posiciona como protagonistas, como conductores del proceso constitucional abriéndoles una oportunidad para reestablecer lazos políticos y posicionarse como quienes encarnan anhelos de transformación.
  • Por último, nos interesa manifestar que el Acuerdo de Paz y Nueva Constitución está lejos de cerrar un proceso político, todo lo contrario, la disputa política debe ser asumida con centralidad fortaleciendo las Asambleas Territoriales y órganos de auto-organización del pueblo.

En la agudización de la lucha de clases las apariencias se desnudan y se evidencian los verdaderos intereses que defienden las fuerzas políticas. “Y así como en la vida privada se distingue entre los que un hombre piensa y dice de sí mismo y lo que realmente es y hace, en las luchas históricas hay que distinguir todavía más entre las frases y las figuraciones de los partidos y su organismo efectivo y sus intereses efectivos, entre lo que se imaginan ser y lo que en realidad son”[1]. Mención especial para el Frente Amplio que se erigió como una fuerza que criticó la “vieja política” y el duopolio, desmarcándose de la Concertación, pero tal como lo presenta Marx, sus intereses efectivos en la agudización de la lucha de clases estuvo respondiendo a los intereses del gobierno y posicionándose en la criminalización de la protesta. Es decir, imaginaron ser la encarnación de la transformación social y no fueron más que una fuerza reaccionaria desmovilizadora.

  • Contra el sectarismo

“Yo no voto, me organizo” constituyó una consigna que buscaba abordar la complejidad del proceso plebiscitario, pero lejos de reivindicarla, debemos abrir una crítica hacia posiciones sectarias que no entienden la contradicción y la disputa en el ejercicio político. No construimos organización y apuestas sobre escenarios ideales, sino con circunstancias que nos encontramos directamente.

Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado. La tradición de todas las generaciones muertas oprimidas como una pesadilla en el cerebro de los vivos[2].

La posición sectaria en el análisis del actual período político se centra en la derrota preestablecida, restarse en cuanto se cree que existe un proceso cerrado y acabado. Por otro lado, se formula otro argumento errado históricamente que es asemejar el proceso plebiscitario actual con lo vivido en el plebiscito de 1988. La derrota impregnada en generaciones de la izquierda actúa como fantasma claudicando la disputa política olvidando apuntar una lectura en torno a las particularidades históricas del proceso que enfrentamos. Por otro lado, la construcción sectaria de ciertas organizaciones tiende a no romper los cercos del localismo quedando en la comodidad de la marginalidad y la intrascendencia política.

“Yo no voto, me organizo” es la síntesis de una izquierda que carece de propuestas políticas para enfrentar la complejidad del período histórico anteponiendo mecánicamente y abstractamente votar u organizarse.

Un proceso abierto y el lugar de la disputa

El Acuerdo de Paz y nueva Constitución no cierra un proceso político como tampoco es el término del proceso constitucional va a absorber las innumerables contradicciones económico – políticas que hoy se enfrentan globalmente, es decir, estamos inmersos en un período histórico caracterizado por la crisis integral del capital que está lejos de resolverse. Entendiendo este punto debemos asumir cuales son las posibilidades que se expresan en el actual proceso para el campo popular organizado.

  • La entrada en el proceso constitucional nos genera la posibilidad de retomar la discusión que se inició con innumerables cabildos y asambleas abordando propuestas que dan cuenta de la necesidad de definir e impulsar el “programa del pueblo”. Dicho programa debe superar el carácter reivindicativo y peticionista volcándose a una apuesta que pone en el centro el problema del poder marcando la ruptura con el agotamiento de la democracia liberal. Evidenciar que dicho programa deberá ser impulsado y defendido en la protesta, volver a retomar la iniciativa desde las calles en conjunto con la maduración de experiencias de poder.
  • En este sentido, el proceso nos obliga a reestablecer alianzas y vínculos en todas las escalas: comunales – regionales – nacionales. Los espacios de autoorganización del pueblo (Asambleas Territoriales) deben asumir el protagonismo en este proceso denunciando los estrechos marcos y obstáculos del proceso constitucional, lo que no implica restarse o asumir posiciones sectarias.
  • La centralidad en la lucha por la libertad de lxs presxs políticxs de la revuelta debe ser asumida transversalmente por los espacios autoorganizados del pueblo, develando el carácter de clase del sistema judicial, como también constituir redes de apoyo hacia las familias de lxs compañerxs que se encuentran en prisión.
  • El proceso constitucional develará una serie de contradicciones, desde la expresión de los obstáculos ya diseñados hasta la lista de posibles convencionalistas. En torno a lo último, el renacer y aparición de Mariana Aylwin como posible convencionalista ha generado revuelo. El pueblo organizado deberá asumir el proceso constitucional no como espectador ni tampoco poniendo las ilusiones pasivamente en éste, las esperanzas que debemos construir radican en nuestras capacidades organizativas de volver a retomar la protesta masivamente y de forma desbordante, pero con una claridad programática y orgánica.
  • Un aspecto central para el debate se relaciona en precisar y explicitar la necesidad de la construcción de Partido Revolucionario. El pueblo unido avanza construyendo partido y formas orgánicas dinámicas que permitan el despliegue de su proyecto político. No podemos ser condescendientes con expresiones inorgánicas que son superadas constantemente por la agudización de las contradicciones que enfrentamos.
  • Los oráculos de la derrota que creen que este proceso configurará un nuevo pacto de dominación que sepultará la rebelión y las iniciativas populares desconocen la profundidad de la crisis que se gesta a nivel global y la inviabilidad histórica de constituir un capitalismo humanizado.

Estamos frente un proceso de crisis históricamente abierto, en donde el ejercicio de la disputa de recobrar la vitalidad de una política revolucionaria que incida y proponga está en el centro. Sacudirse de la derrota político-histórica perpetrada en primera instancia durante la dictadura  cívico-militar y luego profundizada por la Concertación nos invita a volver a asumir el salto del torniquete una y otra vez.

Autor: Diego Gutiérrez


[1] Marx. Karl. Antología Karl Marx. Siglo XXI, Buenos Aires. 2015.

[2] Ibid. p. 178.


 [e1]Sería más preciso hablar del sistema de listas que impone desventajas para las candidaturas independientes. Sumado a la actual incertidumbre respecto a si habrá o no listas independientes.

1 COMENTARIO

  1. Escriben:

    “Y así como en la vida privada se distingue entre los que un hombre piensa y dice de sí mismo y lo que realmente es y hace, en las luchas históricas hay que distinguir todavía más entre las frases y las figuraciones de los partidos y su organismo efectivo y sus intereses efectivos, entre lo que se imaginan ser y lo que en realidad son”[1]. Mención especial para el Frente Amplio que se erigió como una fuerza que criticó la “vieja política” y el duopolio, desmarcándose de la Concertación, pero tal como lo presenta Marx, sus intereses efectivos en la agudización de la lucha de clases estuvo respondiendo a los intereses del gobierno y posicionándose en la criminalización de la protesta. Es decir, imaginaron ser la encarnación de la transformación social y no fueron más que una fuerza reaccionaria desmovilizadora»

    En esto se equivacan en la caracterización, ya que desde un comienzo el Frente Amplio fue y se planteo como recambio de la Concertación. No solo hay que recordar que Jackson ya tenía reuniones a puertas cerradas con Bachelet en 2011, sino que Boric era DC en un comienzo en la universidad, que existe una profunda cercanía entre Fernando Atria y Carlos Ruiz Encina, etc. Les dejo el vínculo a una nota de de Zarricueta de agosto de 2017 donde se explica algo de esto:

    http://www.puntofinal.cl/881/frente881.php

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