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LA DERROTA DE LA SOLIDARIDAD. LA IZQUIERDA CRISTIANA Y LOS RESULTADOS DEL 4 DE SEPTIEMBRE

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LA DERROTA DE LA SOLIDARIDAD


LA IZQUIERDA CRISTIANA Y LOS RESULTADOS DEL 4 DE SEPTIEMBRE


Valparaíso, 10 de septiembre de 2022.

Esperamos días para expresar nuestra reflexión ya que queríamos darnos el espacio y
tiempo para intentar ser lo más certeros en el análisis. Queremos empezar diciendo que
estamos muy tristes, cansados y un poco desesperanzados, esas son las primeras
emociones que en este instante nos embargan.

Aún cuando parezca una obviedad: en el proceso electoral más importante de
nuestra historia republicana hemos sufrido una gran derrota. ¿Qué pasó, cuáles fueron
las razones para un resultado tan categórico? No podemos eludir intentar una
respuesta.Primero, no hemos sabido evaluar la fuerza de las ideas, el espíritu, la cultura capitalista
y como esta ha permeado a toda nuestra sociedad. En Chile al menos, el capitalismo,
con todas sus crisis, no parece estar ni muerto y menos enterrado.

Segundo, no supimos evaluar lo que expresó la revuelta social de octubre de 2019,
masiva, hermosa, llena de esperanza, con millones de personas movilizadas, sin
embargo fuimos nosotros, los mismos, esos cinco millones de chilenos y chilenas que
salimos a votar apruebo, que estuvimos en las calles y que creímos representar a la
mayoría, pero que nunca fuimos mayoría (ya había un anuncio, que nuevamente no
vimos, en las elecciones parlamentarias de 2021 donde la derecha estuvo lejos de ser
derrotada y obtuvo un 50% del congreso).

Se produjo un fenómeno en el mundo político y social, que confundió un descontento
generalizado, con el anhelo de construir un nuevo paradigma. Son dos cosas muy
distintas.

Tercero, los errores comunicacionales: una muy mala utilización de la franja electoral,
que nos mostró desunidos con un mensaje que terminó de confundir; entregamos las
redes sociales, las que se inundaron de mensajes del rechazo. Había que tocar el
corazón de las personas, la emoción, lo mejor de ellas y comunicacionalmente no se
hizo. La derecha toca con su mensaje lo peor de las personas y de la sociedad y
atribuye la responsabilidad a la izquierda, y lo hace de forma efectiva, promueve así el
racismo, el individualismo, el egoísmo y lo disfraza de felicidad.

Hay que prefigurar para las personas un mundo distinto, cosas visibles. Fallamos cuando
solo con nuestras ideas queremos convencer mientras el mundo popular ve en su
población: abandono, delito, pobreza; la derecha prefigura mundos caóticos y a las
personas le hace sentido porque lo ve todos los días.

Cuarto, la postura del gobierno estuvo lejos de ser la mejor, puso en un pie de igualdad
el apruebo con el rechazo, y peor aún, anticipó una reforma a la constitución si ganaba
el apruebo. Podía entenderse como asumir el discurso de la derecha: “estamos frente
a un muy mal proyecto constitucional”, era casi una invitación a votar rechazo. Nunca
propuso alternativas potentes que de algún modo anticiparan lo que el proyecto
proponía, estuvo siempre a la defensiva y quien ponía la pauta fue siempre la derecha.
El corolario lo puso el presidente cuando dice, después de los resultados, que en un
nuevo proceso constituyente “la violencia e intolerancia debe quedar a un lado”
dándole razón a la narrativa del rechazo que decía que la nueva constitución era mala
y se escribió con odio.

Quinto, los resultados en los sectores populares nos demuestra que no estamos
escuchando, no entendemos a quienes nosotros creemos y decimos representar, Esto
es un baño de realidad. La constitución, en definitiva, no los representó.
Hubo un claro rechazo al contenido de la constitución, nos formamos la falsa idea de
que los chilenos y chilenas querían, en materia de los pueblos indígenas, la
plurinacionalidad y el reconocimiento de estos, sin embargo, nada de ello era así, solo
una mirada romántica de los derechos de estos pueblos pero nada que provocara las
transformaciones que efectivamente les devolvían los derechos por los que por siglos
han luchado.

Tampoco parecen querer derechos sociales, les hacen más sentido los derechos
individuales. Rechazaron consagrar como derecho la educación (la constitución del
80 solo reconoce el derecho a elegir donde educarse y concibe a la educación como
un bien de consumo); la salud a través de un Sistema Nacional de Salud, que recibirá
todas las cotizaciones obligatorias en salud, pudiendo estar integrado por prestadores
públicos y privados; el trabajo como un derecho (la actual constitución consagra el
derecho de elegir donde trabajar); en previsión se proponía un Sistema de Seguridad
Social público, financiado con rentas nacionales y cotizaciones obligatorias, parece
que el mensaje “con mi plata no” fue más potente; el derecho a la ciudad, a una
vivienda digna; el reconocimiento al trabajo doméstico o la creación de un Sistema
Integral de Cuidados universal y solidario; el agua como bien inapropiable y el derecho
humano al agua que se prioriza sobre sus demás usos y creaba una Agencia Nacional
de Aguas para su uso sostenible (el resultado en Petorca nos vuelve dolorosamente a
la realidad); los grandes avances en materia de descentralización; lo ecológico y la
naturaleza como sujeto de derechos; la perspectiva de género que atravesaba todo
el nuevo texto constitucional.

Sexto, todo lo anterior expresa nuestra derrota cultural ya que, sin duda, la mayoría de
las personas que votaron no querían un cambio de paradigma en el modelo político y
económico que nos llevara a la construcción del respeto por la dignidad, la naturaleza
y los derechos humanos de pueblos y comunidades.

Finalmente, respecto del prometido cambio constitucional de los triunfadores, tenemos
muy poca fe de que este se materialice, y ya hay indicadores de ello: por una parte no
están los votos suficientes en el congreso para que ello suceda, y de suceder, muy
probablemente será un cambio cosmético, el tantas veces conocido
“gatopardismo”que necesariamente expresará el consenso del pensamiento y la visión
de sociedad del neoliberalismo.

No hay que perder de vista que, lo único jurídicamente cierto, es que si el 4 de
septiembre de 2022 sufría una derrota la opción apruebo, se aplica lo señalado en el
artículo 142 inciso final de la Constitución del 80:
“Si la cuestión planteada a la ciudadanía en el plebiscito ratificatorio fuere rechazada,
continuará vigente la presente Constitución.”

Pese a todo lo anterior, vislumbramos esperanzas y ratificamos tareas:
Una constatación esperanzadora es que somos una fuerza política potente: cinco
millones de votos -la que viene expresándose en el plebiscito de entrada, en la elección
del Presidente Boric y ahora en el plebiscito de salida-. Esto es consistente con un
proyecto y un ideario más o menos común, que hoy tiene una expresión concreta en
el derrotado proyecto de nueva constitución.

No debemos renunciar a la búsqueda y construcción de la unidad política y social del
pueblo y de las izquierdas, no podemos, ni debemos empezar a dividirnos con
acusaciones de traición y amarillismos, debemos buscar el diálogo y el encuentro entre
aquellos que queremos producir efectivos cambios en las condiciones de dignidad y
de vida de los pueblos de Chile.

Debemos asumir como una tarea central la batalla de las ideas, es allí donde podemos
provocar cambios culturales indispensables para construir otro mundo.
Debemos ser capaces de anticipar la sociedad que prometemos y promovemos, de
modo que las personas visualicen que en ella tendrán mejores condiciones que
mejorarán concretamente su calidad de vida.

Al finalizar esta reflexión, no podemos dejar de decir una palabra sobre nuestro cro
constituyente Roberto Celedón Fernández, quien nos emocionó, nos alegró, nos lleno
de esperanza con su palabra y su sabiduría. Supo poner en el centro del debate
constitucional los derechos humanos. ¡Gracias Roberto, muchas gracias!

Por todo ello, hoy más que nunca: VEN-SEREMOS.

por la DIRECCIÓN NACIONAL DE LA IZQUIERDA CRISTIANA DE CHILE
Fernando Astudillo Becerra, Presidente; Héctor Soto Bustos, Vicepresidente; Humberto
González Rojas, Secretario General.

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