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En defensa de la vida, la tierra y la memoria de Julia

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Julia no desapareció sola. La arrancaron del territorio, del abrazo de su comunidad, de su causa. Pero su voz, firme y clara, quedó como testimonio premonitorio:

“Si es que algo me pasa a mí, ustedes saben quiénes son los culpables.”

Hoy, esas palabras resuenan como una acusación directa contra un sistema que nunca dejó de criminalizar la defensa de la tierra, que nunca reconoció plenamente los derechos de los pueblos originarios, que nunca ofreció justicia real a quienes defienden la vida desde la raíz.

Julia fue perseguida. Su familia fue hostigada. Su pueblo, el mapuche ancestral, ha sido históricamente vigilado, despojado, estigmatizado y reprimido. Las forestales avanzan como colonizadores modernos, devastando territorio sagrado, desplazando comunidades enteras, saqueando el agua, el suelo y la historia. Y ante quienes se levantan en dignidad para resistir, la respuesta del Estado chileno ha sido —una y otra vez— la represión.

Una represión que no distingue entre dictadura o democracia, porque aunque hoy se vista de institucionalidad, su esencia sigue siendo la del terror de los tiempos espinochistas.

Julia no era terrorista. Era guardiana de la tierra.

Julia no era una amenaza. Era parte de una memoria viva que exige respeto, dignidad y autonomía.

Pero como muchas otras voces indígenas, su existencia fue incómoda para el poder. Y por eso fue silenciada.

Nos duele su ausencia. Nos indigna su desaparición. Nos convoca su ejemplo.

Exigimos justicia, no como un favor, sino como un derecho.

Exigimos verdad, no solo por Julia, sino por todas y todos los que han sido perseguidos por amar la tierra que habitan.

Exigimos memoria, porque sin ella no hay democracia verdadera, solo un simulacro que repite las peores prácticas del pasado con nuevos rostros.

Hoy alzamos la voz por Julia. Por su pueblo. Por los derechos humanos y por el derecho ancestral de vivir en armonía con el territorio. No olvidamos. No perdonamos. No nos rendimos.

Justicia para Julia. Justicia para los pueblos. Justicia para la Tierra.

1 COMENTARIO

  1. Una víctima más del sistema capitalista. Sistema que depreda, despoja, mata, y arrasa con todo lo que se le ponga por delante, con total indiferencia en busca de la riqueza individualista sin el mínimo respeto por la vida inocente. Este sistema debe terminar, y los pueblos deben volver a tomar la senda que traían desde antes de la llegada de los invasores. Senda que ha sido un ejemplo para jóvenes, niños y toda persona que entiende que en la naturaleza comenzó la vida, y solo ella sabe cuando terminará. Este sistema educa en el amor a las cosas materiales, y no en la importancia que tienen los bosques, los ríos, las montañas, los mares, y todo ser vivo. Julia no será olvidada por más que los medios no la mencionen; la nobleza de personas como ella no se borra de la mente así no más. Como gesto de respeto pondré su imagen en mi pared junto con las personas que me recuerdan que no soy de fierro. Y como diría ella: Amulepe taiñ weychan.

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