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Mario Vargas Llosa: el “hechicero” del liberalismo

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DIARIO UNIVERSIDAD DE CHILE

A través de un lenguaje y escritura que cautiva y embelesa a cualquier lector, además del peso que le confiere ser uno de los escritores hispanoamericanos más reconocidos a nivel mundial, Mario Vargas Llosa utiliza la vitrina que le ofrecen innumerables medios de comunicación para divulgar y expandir las ideas del liberalismo. El politólogo y escritor argentino, Atilio Borón, analizó la práctica discursiva del Premio Nobel de Literatura a quien denominó como “el hechicero de la tribu”.

Montserrat Rollano  Sábado 10 de agosto 2019

Independiente de su color político, la prosa de Mario Vargas Llosa encanta a millones de personas alrededor del mundo. Y es que este escritor, Premio Nobel de Literatura 2010, es considerado uno de los más importantes novelistas y ensayistas contemporáneos.

Con decenas de libros y cientos de artículos periodísticos, el escritor peruano no sólo ha destacado por su obra, muy elogiada y galardonada, sino que también se ha convertido en un importante líder de opinión con publicaciones periódicas en los más importantes medios escritos del país, incluyendo Chile.

De ahí que su figura sea motivo de análisis, considerando no sólo su ya conocido proceso de conversión política, sino que fundamentalmente, el nivel de influencia que es capaz de ejercer para defender las ideas liberales que abrazó desde mediados de los setenta como también, para desacreditar con vehemencia los procesos políticos de izquierda, principalmente en América Latina.

Una situación que el politólogo, catedrático y escritor argentino, Atilio Borón ha observado desde hace bastante tiempo y que fue objeto de su más reciente publicación “El Hechicero de la Tribu: Mario Vargas Llosa y el Liberalismo en América Latina”.

En dicha publicación, el doctor en Ciencia Política desmitifica varios de los argumentos contenidos en el libro del novelista peruano titulado “La Llamada de la Tribu” en el que narra su proceso de ruptura con las ideas socialistas y su encuentro con el liberalismo a partir de la lectura de varios intelectuales como Karl Popper, Friedrich Hayek o el propio Adam Smith.

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¿Por qué Vargas Llosa?

Sin duda el fenómeno de metamorfosis ideológica que han experimentado varios intelectuales y escritores no es algo nuevo. Sin embargo, para Atilio Borón, el caso de Vargas Llosa es especialmente inquietante ya que no se trata de cualquier converso, sino que de un personaje que “es capaz de convencer que lo blanco es negro” y seducir a las masas. De ahí el título del libro que apunta justamente al carácter de “hechicero” del escritor.

Por esta razón, para el autor trasandino Vargas Llosa es parte importante del “aparato publicitario y propagandístico” de la derecha que busca instalar como certeza ciertas ideas que van en beneficio de las élites.

Así lo afirma en la introducción de su libro en donde señala que “nos guste o no, Vargas Llosa es hoy por hoy el más importante intelectual público de la derecha en el mundo hispanoparlante, y tal vez uno de los de mayor gravitación a nivel mundial. Su incansable labor como propagandista de las ideas liberales a lo largo de casi medio siglo, y la formidable difusión de sus escritos (…) convirtieron al peruano en el profeta mayor del neoliberalismo contemporáneo”

Y pese a que el autor reconoce que Mario Vargas Llosa posee una “débil formación en la teoría marxista”, sí le reconoce su “admirable maestría en el manejo del lenguaje (…) para difundir en las sociedades latinoamericanas la gran impostura del liberalismo”.

Una afirmación que complementó durante la presentación del mencionado libro en la Sala Master de Radio Universidad de Chile: “Vargas Llosa no es un pensador provinciano, no es un pensador que se proyecta sobre el mundo hispano parlante. Su obra, lo que él publica cada semana en El País se reproduce tan sólo en América Latina y el Caribe en más de 300 periódicos y además se publica en lengua inglesa, en Estados Unidos, en Canadá y en algunos países europeos también”.

Por esta razón, Borón es categórico en que “no hay otra figura a nivel mundial del liberalismo que tenga ese grado de influencia. El único ejemplo anterior que uno podría pensar es el de Milton Friedman”.

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Pero lo peor, a juicio del escritor argentino, es que, a través de su exposición en los medios más influyentes a nivel mundial, Vargas Llosa difunde una serie de postulados, que luego son aceptados como verdades absolutas, incluso, por quienes se asumen de izquierda. Muchos de ellos, señala Borón, a partir de argumentos falaces.

“Los argumentos no tienen ninguna validez empírica. Es decir, la teoría del derrame la hemos conocido; miremos la historia chilena ¿qué ha pasado con eso que tanto se propagandizó acá? Dejen que los ricos se enriquezcan, que cuando se llene el vaso de su riqueza, comienza el chorreo hacia abajo y los pobres también se van a enriquecer. Lo mismo que la exaltación de Hayek y toda esta idea de que la desigualdad es el gran motor que hizo que la historia avanzara”.

La derecha no cree en la democracia

Otro de los aspectos de la obra de Vargas Llosa que Atilio Borón desmantela es la estrecha relación entre liberalismo y democracia.

En relación a este punto, el autor argentino es categórico en que “la idea que liberalismo y democracia son dos caras de una misma moneda” es falsa ya que “en realidad, la teoría liberal nunca fue democrática y la tradición democrática nunca fue liberal”.

Desde esa perspectiva, es enfático en que “la derecha no cree en la democracia, ni cree en la libertad, ni cree en el debate ni cree en el diálogo. Yo creo que uno de los errores más graves que hemos cometido nosotros en la izquierda es pensar que la derecha iba a apostar a las reglas del juego democrático. Yo recuerdo eso, conversaciones acá (Chile) a fines de los sesenta y principios de los setenta y en otros países. La derecha no acepta sino gobernar ella y cuando no lo hace conspira para derrocar al gobierno por más que éste respete la Constitución”.

Además de refutar a los mayores exponentes del liberalismo en relación a su parentesco con la democracia, Borón plantea que por estos días “nadie puede declararse adversario de la democracia (…) pero ningún estado capitalista ha ido más allá de una mera asimilación formal de esta idea”.

A su juicio “aceptaron la democracia, para luego de devaluarla, vaciarla de contenido y convertirla en un ritual en donde se puede elegir a un candidato, pero sin tener a mano una opción real de gobierno”.

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