SPUTNIK
Por Sergio Hernández-Ranera Sánchez
En el mes del aniversario de la salida de la administración española de su última colonia en África, el ejército marroquí ha entrado en una zona controlada por el Frente Polisario para disolver una protesta saharahui y desbloquear el acceso por carretera a Mauritania. Es el penúltimo episodio de un conflicto enquistado y de compleja solución.
El 30 de octubre el Consejo de Seguridad de la ONU emitió un voto favorable para prorrogar por un año más la Misión de Naciones Unidas para el Referéndum del Sáhara Occidental (Minurso), establecida en 1991 tras el alto el fuego suscrito entre las dos partes que se disputan este vasto territorio, el último de África pendiente aún de culminar su proceso de descolonización.
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El tránsito de camiones marroquíes por una carretera que une la zona desmilitarizada más meridional y fronteriza con Mauritania, avivó las protestas del Frente Polisario, el legítimo representante del pueblo saharahui ante Naciones Unidas, que desembocó en el bloqueo por parte de civiles saharahuis de un paso fronterizo que el Polisario considera ilegal, como ya ocurriera en 2017.
Desde entonces la tensión ha vuelto a aflorar en el Sahara Occidental. La crispación en El Guerguerat ha culminado finalmente con la entrada del ejército marroquí en la madrugada del 13 de noviembre. Ha habido disparos, al parecer solo al aire, y los civiles saharauis han podido evacuarse antes de entrar en contacto con los militares marroquíes. El Frente Polisario advierte de la inminencia de la reanudación del conflicto armado en la región.
La situación en El Guerguerat
«Es una brecha que se construyó en 2001, diez años después del alto el fuego, y supone una violación flagrante del Acuerdo Militar n.º 1. La ONU en 2001 apercibió a Marruecos para que la abandone. Pero no solo no la ha abandonado, sino que la ha convertido en una carretera que une el territorio ocupado con Mauritania», explica a Sputnik Abdulah Arabí, delegado del Frente Polisario para España.
«Nosotros tuvimos éxitos jurídicos en la parte marítima acudiendo al Alto Tribunal de Justicia de la UE, así que Marruecos intentó contrarrestarlos en la vía terrestre. Y por ahí se llevan el pescado, los fosfatos y la arena», añade.
© FOTO : PIXABAY/EDGARWINKLER
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El diálogo entre Marruecos y el Polisario para rubricar un acuerdo de paz se inició en Ginebra en diciembre de 2018, pero tuvo que ser suspendido en mayo del año siguiente cuando el enviado especial de la ONU para el Sahara Occidental, el expresidente alemán Horst Köhler, causó baja por enfermedad. «La ausencia durante todo el año de un enviado especial de la ONU ha contribuido a que no haya avances ni a nivel del informe del secretario general ni a nivel de la resolución», señala Arabí.
Marruecos sigue controlando lo que este país llama sus «provincias del sur», donde la población saharaui es numéricamente inferior, dado que hasta 180.000 refugiados malviven en los campamentos de Tinduf en Argelia, adonde los primeros miles llegaron hace ahora 45 años. De allí partieron los civiles que llevaban desde el 21 de octubre bloqueando la zona de El Guerguerat, que da acceso a Mauritania, e impidiendo el paso de camiones marroquíes hacia ese país.
La aprobación de la prórroga de la Minurso no propició que se levantara ese bloqueo, que afectaba ya a los pesqueros españoles que faenan frente a Mauritania. El Frente Polisario ha declarado que la inacción y los incumplimientos por parte del acuerdo no dejan otra opción que intensificar la lucha y taponar «la brecha de El Guerguerat».
Según declara Abdulah Arabí, «es una violación del alto el fuego, por eso los civiles saharauis han acudido a cerrarla». «Junto con Francia, Marruecos ha intentado por todos los medios exhortar a esa gente a que abandonen la brecha, pero no lo han logrado».
1 / 2© FOTO : CORTESÍA DE DELEGACIÓN FRENTE POLISARIO EN ESPAÑA Zona fronteriza de El Guerguerat
La inacción de la ONU
Desde su institución, el objetivo de la Minurso era sentar las bases que condujeran a la celebración de un referéndum de autodeterminación en el que el pueblo saharaui pudiera decidir sobre su futuro. Pero 29 años después, el plebiscito sigue sin celebrarse y la resolución de Naciones Unidas ha sido acogida por Marruecos favorablemente, al entender que valida su tesis de negociar únicamente un plan de autonomía para el Sahara Occidental.
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La agencia oficialista marroquí MAP indicó en un despacho: «La resolución ha consolidado por décimo cuarto año consecutivo la preeminencia de la iniciativa marroquí de autonomía». Por su parte, el representante legítimo del pueblo saharaui en la ONU, el Frente Polisario, lamenta que la resolución no contenga «acciones concretas» que instruyan a la Minurso para el cumplimiento «del mandato para el que fue creada en 1991». Como explica Arabí, «esta resolución lo único que hace es perpetuar de manera indirecta el estatus quo del territorio que está bajo ocupación ilegal por parte de Marruecos».
«La presencia de la Minurso, lejos de llevar a cabo su cometido de aplicación del plan de paz y celebración del referéndum, se está convirtiendo en un gendarme al servicio de Marruecos para mantener su ocupación ilegal y proseguir con el saqueo de los recursos naturales del Sahara».
Promesa de referéndum y espera interminable
La guerra entre saharahuis y marroquíes se detuvo gracias a una tregua y a los acuerdos de alto el fuego de 1991, bajo la promesa de la ONU de celebrar un referéndum de independencia. La confección de un censo electoral a partir del último que consignó España en 1974, y las dificultades para incluir las opciones a votar, impidieron la celebración del referéndum en 1998 y en 2000, tal y como preveía el llamado Plan Baker de la ONU.
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Mientras tanto, Marruecos continuó introduciendo más y más colonos marroquíes con el objetivo de que se convirtieran en futuros votantes, finalmente desestimados por el censo auspiciado por Naciones Unidas. «El censo está hecho y lo conforman 85.000 personas en los territorios ocupados», confirma Abdulah Arabí. «La ONU ya concluyó la identificación. Pero Marruecos ve que el 90% son saharauis autóctonos y que el referéndum lo tiene perdido. Es entonces cuando empezó a maniobrar y a decir que solo puede concedernos una autonomía».
El estadounidense James Baker, a la sazón representante especial del secretario general de la ONU para el Sáhara Occidental, la incluyó como opción, estableciendo un periodo transitorio de cinco años de autonomía y después del cual el pueblo saharaui tendría que pronunciarse. «Marruecos lo aceptó, pensando que nosotros lo íbamos a rechazar», señala Arabí.
«El Polisario hizo muchas concesiones y aceptó el plan. Pero Marruecos se negó a continuar, porque no tiene garantía de que vaya a ganar la opción de la autonomía», explica, subrayando que la opción real de Marruecos es basarse en una política de «hechos consumados» en ausencia de «cualquier tipo de presión internacional».
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Mientras tanto, la represión de cualquier reivindicación saharaui en la capital El-Aaiún y otras ciudades del territorio ocupado por Marruecos no ha cesado y ha sido intermitente. «La convivencia con los colonos era normal hasta que en los últimos años comenzaron las manifestaciones», señala Arabí, quien explica que, aconsejado por Francia, busca evitar esa imagen y utiliza a cambio a los propios colonos, «alegando que son reyertas y que tienen que intervenir».
Hay cientos de activistas en las cárceles marroquíes, sobre todo a raíz de la violenta dispersión el 8 de noviembre de 2010 de la acampada de protesta en Gdeim Izik, en las afueras de El-Aaiún, que acabó con decenas de muertos según el Polisario, incluidos 11 policías marroquíes según las autoridades de ese país.
Pero los ánimos de la población no decaen, según Abdulah Arabí. «La gente que ha acudido a taponar la brecha de El Guerguerat son los civiles de las campamentos de Tinduf, han viajado cientos de kilómetros».
La postura de Marruecos
El reino alaouita se escuda en razones históricas para negar la estatalidad e independencia del territorio saharaui, que se resumen en los pactos de de sumisión de las tribus saharauis que datan de antaño.
© FOTO : CORTESÍA DE JALIL MOHAMED ABDELAZIZ
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«Las pretensiones de Marruecos sobre el Sahara Occidental se remontan a los años 50, mucho antes de que naciera el Polisario y el ánimo independentista que se gestó entre 1973-1975″, explica a Sputnik el historiador Alejandro García, profesor en la Universidad de Murcia y especialista en temas de América Latina y colonialismo y orden postcolonial en el norte de África. «En los años 60 los marroquíes siempre pusieron sobre la mesa en la ONU que ese territorio les pertenecía, dado que los vínculos del sultán con las kabilas del desierto eran de larga data e incluso una buena cantidad de chiujs [jefes tribales] habían viajado en el pasado hasta Marrakech y Rabat para mostrar al sultán la obediencia de sus tribus en una ceremonia conocida como baia«.
«La ONU no irá más allá de las declaraciones en la Asamblea General», pronostica. «Un Sahara independiente sería una bomba que haría implosionar al régimen marroquí y por supuesto a la misma monarquía. Tal y como lo plantean las partes, ahora mismo no hay salida».
A su juicio, una cosa es la Asamblea General de la ONU y otra el Consejo de Seguridad. «Las resoluciones de la primera son incontables, pero el Consejo no se siente necesariamente vinculado a ellas, pues argumenta que una cosa es la ley y otra la justicia».
«De acuerdo a la ley, la Constitución de la Organización para la Unidad Africana, las antiguas colonias tienen que transitar por un referéndum de independencia. Ese articulado es de 1960 y Marruecos está en la ilegalidad desde ese punto de vista. Pero desde el de la justicia, la resolución del problema no puede generar más desastre del que intenta resolver».
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«Marruecos tiene argumentaciones jurídicas que no están contempladas en el Derecho Internacional de Occidente, el derecho islámico de toda la vida», afirma García, autor además de Historia del Sahara y su conflicto. «No hay contratos, son sociedades ágrafas. Pero el rey Hassan dijo que los notables de las kabilas acudieron a afirmar su sumisión. Ahí conectó en parte con el mundo árabe, al aludir a los cimientos de la justicia islámica».
El politólogo Manuel Monereo destaca que el peso de la actual configuración mundial sobrepasa a los argumentos históricos. «El pueblo saharaui existe, es muy pequeño y está en un territorio muy grande», declara a Sputnik. «Pero en este momento las razones históricas cuentan poco ante las razones geopolíticas; el mundo que vio surgir al Polisario y el mundo de hoy son absolutamente diferentes».
El Sahara Occidental en el tablero geopolítico
Para Monereo, la problemática del Sahara Occidental representa un ejemplo claro de cómo puede ser la resolución de un problema complejo entre lo que él denomina «la idealidad y la realidad».
«Y la realidad es que Marruecos es una pieza estratégica fundamental en el terreno geopolítico con una importancia fundamental para la política exterior de España», afirma, señalando la plaza de soberanía española en el entorno marroquí con Ceuta, Melilla y Canarias. «Y Marruecos», prosigue, «que es un país en continuo crecimiento y rearme, es un aliado estratégico de Francia y, sobre todo, EEUU».
© AFP 2020 / SOULEYMANE AG ANARA
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«Marruecos cumple un papel fundamental para España y la UE, ejerciendo de primera barrera contra la inmigración, si bien ahora la UE la emplaza en el Sahel«, explica este exparlamentario de Unidas Podemos, para quien la problemática del Sahara Occidental cabe también insertarla «en el conflicto histórico entre marroquíes y argelinos con el apoyo masivo de estos últimos a la causa saharaui». En su opinión, el contexto se complementa con «la crisis en el campo socialista y la caída del muro de Berlín, que perjudicó mucho a los saharauis y sus reivindicaciones históricas».
Monereo no cree que la orientación socialista y laica del Frente Polisario le privara de aliados. «La pieza estratégica fundamental es Marruecos», subraya, recordando que en los años 80 los fundamentalistas islámicos ganaron las elecciones en Argelia, desatándose en la práctica una guerra civil allí. «Por eso la relevancia de Marruecos cobró todavía más peso, como un Estado islámico moderado, con un estilo ‘democrático’. Es decir, la coyuntura histórica perjudicó mucho a los intereses del Polisario y fue revalorizando a Marruecos».
Es la razón geopolítica la que se impone a otras consideraciones, dice, como el hecho de que la mujer goce en los territorios administrados por el Frente Polisario de una posición casi única en el mundo árabe. «Poco importa que el Polisario sea laico y pueda conectar con el feminismo hegemónico en Occidente».
El papel de España
En la sociedad española sigue vigente un apego emocional con la causa saharaui, un sentimiento extendido en la década de los 70 a favor del derecho de este pueblo a la autodeterminación. Para el historiador Alejandro García, este apoyo se da principalmente «en la gente mayor de 50 o 60 años». «Los jóvenes de hoy están absolutamente ajenos al tema», afirma. «Es fácil conectarse a él, pero ha salido fuera de los medios de comunicación».
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«En los años 70 el apoyo en España a la causa saharaui era absolutamente transversal, no solo constreñido al ámbito de la izquierda, sino también dentro del territorio democrático de un país que se estaba abriendo.», resalta Monereo. «Incluso había hombres de Estado muy comprometidos, como el coronel Luis Rodríguez de Viguri [secretario general del Gobierno del territorio hasta la salida de España], que apoyaban las resoluciones de la ONU. Es decir, al menos una parte del régimen franquista consideraba aquello una injusticia y un abandono injustificado».
Marruecos aprovechó el vacío de poder en España durante los estertores de Franco y su régimen. «Sacó rédito estratégico«, subraya este politólogo. «Franco agonizaba y el ministro de Exteriores Solís Ruíz pactó la paz en las condiciones que quería Marruecos».
¿Facilitó el rey Juan Carlos la ocupación del territorio?
El 6 de noviembre de 1975 se escenificó la ocupación marroquí del Sahara Occidental mediante la llamada Marcha Verde, un contingente de cientos de miles de civiles que penetró unos kilómetros en el territorio plantándose ante las tropas españolas, que no detuvieron el avance ni lo reprimieron, pues todo había sido pactado previamente.
Y el 14 de noviembre se suscribieron los Acuerdos Tripartitos de Madrid, por los que España cedió la administración del territorio a Marruecos y Mauritania. Según declaró el historiador saharaui Emboirik Ahmed durante unas jornadas organizadas por la publicación Cuarto Poder y el Grupo Confederal de la Izquierda Unitaria Europea, Juan Carlos de Borbón «selló la traición» en 1975 con su firma en esos acuerdos.
El eurodiputado Miguel Urbán fue más allá en su análisis y afirmó que «Juan Carlos I utilizó al Sahara como moneda de cambio para asegurar la restauración borbónica». Sin embargo, los expertos consultados se muestran más cautos, pues este asunto «está sujeto a especulación», como declara Alejandro García.
«Yo no creo que el tema del Sahara tuviera que ver con la entronización de Juan Carlos», añade Manuel Monereo. «No hay relación causa-efecto. El régimen de Franco era muy centralista en sus decisiones, Juan Carlos no las tomaba». Este politólogo recuerda que Franco era un «africanista» y conocía bien el tema, aparte de sus lazos con Marruecos. «El ministro de Defensa marroquí Mohammed Ben Mizzian había sido teniente general del Ejército Español. Es decir, el jefe de las tropas marroquíes era amigo personal suyo. Así que tenía que saber cómo estaba el tema, pero el rey Hassan aprovechó el momento durante la enfermedad de Franco».
«No hubo una visión y el ambiente se contagió de la mala política colonial en general, como sucedió con la salida de Guinea Ecuatorial unos años antes».