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JUAN CLAVERO

jclaverosalvador@gmail.com

DIARIO DE CADÍZ, España. 30 Marzo, 2020 – 07:00h

De aquellos recortes, estos lodos. A España le ha pillado esta pandemia con el rumbo cambiado. La sacrosanta globalización ha desmontado el tejido industrial de nuestro país; la falta de inversión en I+D nos ha hecho tecno-científico-dependientes.

Esta crisis está dejando claro que el futuro y la prosperidad de un país depende de la educación, la ciencia, la sanidad y los servicios sociales. Y esos sectores estratégicos son precisamente los más castigados con recortes durante la pasada crisis.

Se ha evidenciado también que el progreso no es construir cientos de miles de viviendas por pura especulación, ni el monocultivo turístico; ambos modelos han demostrado sus debilidades. Sólo un país con tecnología propia, con capacidad para producir los bienes y servicios que necesitan sus ciudadanos, con un potente y eficaz sector público, con los derechos políticos y sociales garantizados, es un país con futuro.

Con la crisis de 2008, en vez de apostar por un nuevo modelo de desarrollo basado en la ciencia y el conocimiento, se recortó en un 40% el presupuesto público en investigación. Hemos salido más débiles y dependientes, como la nueva crisis está demostrando. Ahora no somos capaces de fabricar ni mascarillas ni test para detectar al coronavirus. Para todo dependemos de China; es la consecuencia más perversa de la globalización que muchos tanto alabaron.

Incomprensiblemente, la LOMCE apostó por desmontar la cultura científica. La Ciencia para el Mundo Contemporáneo era una asignatura obligatoria para todo el alumnado de bachillerato. Wert decidió que no era necesario que los jóvenes supieran qué es y cómo funciona una resonancia magnética, las vacunas, la ingeniería genética, la reproducción asistida…

Hay que superar de una vez esa maldición de una España atrasada en investigación e innovación. Esa España con algún genio, como Santiago Ramón y Cajal, investigando en solitario; o Severo Ochoa en el exilio. Miles de investigadores españoles han sido expulsados de los centros de investigación con la crisis; muchos han triunfado en países a los que no les ha costado un euro su formación. Exportamos talento e importamos mascarillas.

Tras esta crisis tendrán que cambiar muchas cosas para que España se convierta en un país moderno, innovador, justo y seguro.

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