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Ser valiente porque es lo correcto

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JACOBIN

ALEX DE JONG

TRADUCCIÓN: PEDRO PERUCCA

El 13 de abril de 1942, hace ochenta y dos años, el revolucionario socialista holandés Henk Sneevliet fue asesinado por los nazis.

IMAGEN: Henk Sneevliet en 1917. Historia.id

Este 13 de abril se cumplen ochenta y dos años de la muerte del revolucionario socialista holandés Henk Sneevliet, asesinado por los nazis junto a siete de sus compañeros. Sneevliet había sido líder del Frente Marx-Lenin-Luxemburgo, una organización clandestina fundada inmediatamente después de la invasión alemana en mayo de 1940. Para entonces, Sneevliet ya era un destacado socialista; antes de la guerra, viajó por todo el mundo, apoyando a pequeños partidos comunistas y fomentando la solidaridad.

Nacido en 1883 en una familia pobre de Rotterdam, Sneevliet fue criado por su abuela y sus tías tras la muerte de su madre en 1886. Destacó en la escuela, y las relaciones de su familia le proporcionaron suficiente apoyo económico para cursar estudios secundarios. Más tarde recordaría que se sentía fuera de lugar entre sus compañeros más ricos. No había forma de que siguiera estudiando después de graduarse —algo que recordaría con pesar—, así que, a los diecisiete años, Sneevliet empezó a trabajar para una importante compañía ferroviaria.

Ser testigo de la pobreza de su comunidad y experimentar de primera mano la diferencia de clases hizo que Sneevliet tomara conciencia de los problemas sociales a una edad temprana. También debió de seguir la oleada huelguística de finales del siglo XIX. En 1902, Sneevliet se afilió al Partido Obrero Socialdemócrata Holandés (SDAP).

Cuando se afilió, el partido y el movimiento obrero estaban muy debilitados tras el fracaso de una huelga. Sneevliet, sin embargo, pertenecía a una generación más joven, sin la carga de esta derrota. Él y otros de su edad se dedicaron a reconstruir el movimiento.

A los veinticuatro años, se convirtió en el primer concejal socialista de Zwolle, su nueva ciudad natal. El día de las elecciones, Sneevliet aún no tenía edad para votar: para ello necesitaba tener veinticinco años. También se había afiliado al sindicato de ferroviarios y, en 1911, fue elegido presidente del mismo.

Sneevliet se acercó al ala izquierda radical del SDAP. Allí conoció a Henriette Roland-Holst, o tía Jet, como la llamaba cariñosamente. Conocida poeta, teórica marxista y figura emblemática de la izquierda radical holandesa, el socialismo de Roland-Holst en aquellos años era revolucionario, impregnado de un fuerte sentido de compromiso ético con la causa de los oprimidos. Sneevliet expresaría sentimientos similares cuando, años más tarde, describió:

La riqueza, la belleza, el brillo de la religión socialdemócrata. Porque la socialdemocracia es, bien entendida, más que una enseñanza política. Lleva consigo la pesada carga de dar testimonio, de sembrar las semillas de la propaganda en todo momento y en todo lugar.

En 1906, Sneevliet se casó con Maartje Visser, pero el matrimonio se disolvió dos años después, cuando ella le abandonó. Desde 1909 hasta 1924 estuvo casado con Betsy Brouwer, una profesora. En 1911 tuvieron dos hijos, gemelos, apodados Pim y Pam. Dos años después de divorciarse de Brouwer, se casó con Sima Zolkovskaja, a quien había conocido en Rusia a principios de los años veinte. Tuvieron una hija, también llamada Sima. El matrimonio se disolvió y su hija explicó que «la ruptura fue política». Ella era «una verdadera creyente de Stalin», mientras que Sneevliet se había convertido en un opositor del líder soviético. En 1931 se casó con Wilhelmina Hendrika Draaijer.

En 1911, Sneevliet abandonó el partido porque éste y su federación sindical aliada se negaron a apoyar una huelga de sindicatos no afiliados. Sneevliet lo consideró como una ruptura inaceptable de la solidaridad. Su ruptura con el partido hizo insostenible su papel en su sindicato, dominado por el SDAP, una situación que no hizo sino empeorar cuando se afilió a la escisión de izquierdas del partido, el SDP. Sin trabajo y aislado en el pequeño y sectario SDP, decide buscarse la vida en las Indias Orientales Neerlandesas. En 1913 se marchó a la colonia holandesa.

Socialismo en Indonesia

Sneevliet llegó a la colonia holandesa en un momento crucial. Las relaciones sociales capitalistas penetraban cada vez más en las islas, lo que provocaba una creciente diferenciación de clases y la pronta formación de una clase obrera. Al mismo tiempo, empezaba a forjarse una conciencia nacional y se formaron las primeras revistas y movimientos de pribumi, nativos del archipiélago. El más importante de estos esfuerzos fue el Sarekat Islam (SI), la Unión Islámica.

Fundada en 1909 como sociedad de ayuda mutua de comerciantes musulmanes, la SI se convirtió en un movimiento de masas que abordaba los problemas sociales de amplias capas de la sociedad indonesia. Dado que los colonialistas holandeses controlaban la economía, estas cuestiones se convirtieron rápidamente en políticas.

Sneevliet consiguió un puesto como secretario de la Handelsvereniging (Asociación Comercial) de Semarang, la capital de Java Central. Sneevliet tuvo suerte: Semarang era una ciudad en rápida expansión en el corazón de la actividad radical de las Indias. En su historia del ascenso del comunismo indonesio, Ruth McVey escribe:

Sneevliet hizo un excelente trabajo de promoción del capitalismo durante sus horas de trabajo y el Handelsvereniging no puso objeciones a sus esfuerzos extracurriculares en nombre del socialismo. Sólo le pidió que no se pusiera a organizar una revolución, pero eso es exactamente lo que Sneevliet hizo.

Sneevliet participó activamente en el sindicato indonesio de ferroviarios (VSTP), que, a diferencia de otros sindicatos de la colonia, acogía tanto a trabajadores indonesios como holandeses. Consiguió que el sindicato avanzara en una dirección más radical, hacia los trabajadores indonesios más empobrecidos. En mayo de 1914, por iniciativa de Sneevliet, unas docenas de socialistas fundaron la Asociación Socialdemócrata de las Indias (ISDV). Al principio, el grupo estaba formado principalmente por holandeses partidarios del programa reformista del SDAP, pero radicales como Sneevliet y su protegido Adolf Baars estaban convencidos de que los socialistas debían estar al frente del movimiento anticolonial que empezaba a tomar forma.

Sneevliet ayudó a convencer a la ISDV de que se acercara a los movimientos de masas indonesios, sobre todo a la IS. A través de su trabajo con los miembros de la IS, el grupo empezó a echar raíces entre la población colonizada. La orientación política de la IS seguía siendo vaga, pero cada vez más, sus partidarios empezaron a asociar positivamente el socialismo con el apoyo a una Indonesia independiente y próspera.

Baars y Sneevliet trabajaron para desarrollar un ala izquierda dentro de la IS y atraer a jóvenes activistas al socialismo. Entre ellos había futuros líderes del Partido Comunista Indonesio como Semaun y Darsono. En 1920, el ISDV cambió de nombre y se convirtió en el primer partido asiático en afiliarse a la Internacional Comunista. Para entonces, sin embargo, Sneevliet había sido expulsado de las Indias

A principios de 1917, había acogido con entusiasmo las noticias de la Revolución de Febrero en un artículo titulado «Triunfo». «La causa de la revolución rusa —escribió— es la causa de la humanidad. La guerra es un insulto a la humanidad. Para nosotros, es seguro que la revolución rusa acelerará el fin de la matanza mundial». Las líneas finales de Sneevliet realmente alertaron a la derecha: «Aquí, un pueblo de millones lleva siglos aguantando, sufriendo y soportando. Pueblo de Java, la revolución rusa también tiene lecciones para vosotros».

Sneevliet fue acusado de sedición y se defendió con un discurso de nueve horas. Fue absuelto y su discurso se publicó como folleto anticolonial.

Los radicales de la ISDV sí habían prestado atención a Rusia y, a finales de 1917, empezaron a organizar consejos de soldados y marineros en soviets. En pocos meses, el movimiento reunió a miles de personas. Pero en un duro golpe para el movimiento, Sneevliet fue expulsado en diciembre de 1918.

Por encargo de la Comintern

Durante su estancia en la colonia, el SDP se había convertido en el Partido Comunista Holandés y obtuvo dos escaños en el parlamento. Sneevliet se unió a la dirección de lo que entonces se llamaba Partido Comunista de los Países Bajos (PCN) y se convirtió en miembro activo de la Secretaría Nacional del Trabajo (NAS), la federación sindical más antigua del país. La NAS adoptaba una posición más radical que su competidora, la Asociación Holandesa de Sindicatos, pero también tenía menos afiliados.

Sneevliet no permaneció mucho tiempo en Holanda. En 1920, como representante del partido comunista indonesio, asistió al segundo congreso de la Internacional Comunista, en cuyo orden del día figuraba la estrategia colonial. Lenin fue uno de los primeros marxistas europeos en reconocer la importancia de las luchas de liberación. Algunos, como el comunista indio británico Manabendra Nath Roy, llegaron a prever que los países colonizados se convertirían en el centro de gravedad del movimiento revolucionario. Sneevliet tendía a estar de acuerdo con Roy en este punto, pero también apoyaba la propuesta de Lenin de que los comunistas de las colonias apoyaran a los movimientos democrático-burgueses con la condición de que esta alianza no frenara las luchas sociales.

La lucha anticolonial representaba un terreno nuevo para muchos marxistas y Sneevliet era una de las pocas personas que tenía experiencia organizando un movimiento socialista en un contexto colonial. Con el apoyo de Lenin, se convirtió en secretario de la Comisión de la Comintern para las Nacionalidades y la Cuestión Colonial y en miembro de la dirección de la Comintern. Se le encomendó la tarea de desarrollar la actividad de la Comintern en Asia y una de sus primeras misiones fue ir a China, ponerse en contacto con grupos radicales, recabar información sobre los movimientos allí existentes e investigar las posibilidades del comunismo.

Sneevliet viajó a Shanghai en 1921, pocos años después de que estallara el movimiento del Cuatro de Mayo. Esta combinación de manifestaciones masivas e iniciativas culturales pretendía liberar a China de la dominación extranjera y modernizar su sociedad. Cuando Sneevliet llegó, el movimiento había pasado su apogeo, pero produjo organizaciones obreras y grupos socialistas, algunos de los cuales confluyeron en el Partido Comunista, fundado en 1921. No se sabe con certeza si Sneevliet asistió al congreso fundacional del partido: probablemente sólo asistió a su primera sesión, que la policía disolvió.

Los comienzos del partido no impresionaron al organizador holandés; sólo participaban en él una docena de personas, obligadas a actuar en la clandestinidad. Los señores de la guerra seguían en el poder y sus luchas intestinas desgarraban China. Sneevliet pensó que el partido se había creado prematuramente.

En un intento de reunir más fuerzas, Sneevliet se puso en contacto con Sun Yat Sen, líder del partido nacionalista Kuomintang o KMT. En Indonesia, Sneevliet había visto cómo se podía construir un partido comunista trabajando dentro de un movimiento de masas nacionalista. Sostuvo que los comunistas chinos debían «abandonar su posición exclusiva respecto al Kuomintang y desarrollar un trabajo político en su interior», como había hecho el ISDV en la IS. Inicialmente rechazaron la propuesta de Sneevliet, ofendidos por su arrogancia.

Según el dirigente del PCCh Chen Duxiu, Sneevliet invocó la «disciplina de la Comintern» para imponer su propuesta. Los comunistas chinos se unieron al Kuomintang, pero Sneevliet desconfiaba del militarismo de Sun Yat Sen y del carácter autoritario del partido. Creía que la Unión Soviética debía esperar para ofrecer apoyo militar hasta que el partido se hubiera transformado en un partido democrático revolucionario. Aunque el KMT recibió finalmente esta ayuda, nunca se reformó. Después, bajo Chiang Kai-shek, se volvió contra la izquierda.

Sneevliet tenía más dotes como táctico que como estratega; siempre se centró más en reaccionar ante el presente que en trazar un rumbo a largo plazo. Su insatisfacción con el SDP procedía del mismo lugar que su insistencia en que los comunistas trabajaran en movimientos de masas nacionalistas: le preocupaba que los revolucionarios se aislaran.

Del PCN a la IV Internacional

Sneevliet regresó a Holanda en 1924 y fue elegido presidente de la NAS, lo que le permitió dedicar todo su tiempo a la política. La NAS llevaba algún tiempo en declive, y Sneevliet intentó cambiar la situación introduciendo mejoras organizativas.

Su implicación en la NAS fue la primera fuente de conflicto entre Sneevliet y la Internacional Comunista. La Comintern quería que los miembros del partido trabajaran en movimientos obreros de masas en lugar de encerrarse en formaciones más pequeñas y radicales como el NAS. Sneevliet argumentaba que, a diferencia de la NVV, de mayor tamaño, la NAS organizaba huelgas políticas y tenía una estructura más horizontal. Es más que probable que su experiencia personal en la NVV influyera en su análisis.

La política sindical no era la única fuente de desacuerdo. Sneevliet consideraba que el partido ruso tenía demasiado poder en la Comintern, lo que significaba que los intereses soviéticos guiaban su estrategia internacional. Se opuso al carácter represivo de la Unión Soviética y empezó a alinearse con León Trotsky y su Oposición de Izquierda.

En 1927, la Comintern intentó obligar a los comunistas holandeses a trabajar dentro del NVV, por lo que Sneevliet y sus partidarios abandonaron el PCN. Dos años después, fundaron el Partido Socialista Revolucionario (RSP). Una fuerte corriente sindicalista del NVV rechazaba la participación política y Sneevliet quería que este nuevo partido proporcionara al movimiento obrero militante una salida política independiente tanto del PCN como del SDAP.

En 1935, el partido se fusionó con una escisión de izquierdas del SDAP para formar el Partido Obrero Socialista Revolucionario (RSAP). El nuevo partido tenía poco más de tres mil miembros, la mayoría concentrados en las grandes ciudades. Su pequeño tamaño hizo aún más importante su alianza con el NAS, que le dio un punto de apoyo entre los proletarios holandeses más radicales.

Al principio, el nuevo partido estaba estrechamente vinculado a la Oposición de Izquierda. Tras fracasar en su intento de reformar la Comintern, Sneevliet y Trotsky querían fundar una nueva internacional, pero no estaban totalmente de acuerdo en todos los puntos. Por un lado, Trotsky sostenía que los comunistas debían trabajar en los sindicatos de masas, no en grupos más pequeños como la NAS. Por el contrario, a Sneevliet le preocupaba que el enfoque de la IV Internacional fuera demasiado estrecho, condenando a sus miembros a grupos marginales puramente trotskistas. Sneevliet quería trabajar con grupos como el Independent Labour Party inglés y el Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM) español, pero Trotsky los denunció como centristas que no podían decidir entre revolución y reforma.

Trotsky pensaba que, en tiempos de crisis, los líderes de estos movimientos estaban abocados al fracaso. Pensaba que, en esos momentos, sus seguidores podían convertirse en revolucionarios, pero que la IV Internacional necesitaba ofrecer un enfoque claramente alternativo para atraerlos. Sneevliet, por el contrario, daba prioridad al trabajo con los trabajadores radicalizados. Con el tiempo, estos desacuerdos crearían una amarga ruptura entre los dos revolucionarios.

Medianoche en el siglo

En 1933, Sneevliet volvió a enfrentarse a cargos de sedición, esta vez por manifestar su apoyo a un motín en el buque de la marina Zeven Provinciën. Una facción de la tripulación, compuesta por holandeses e indonesios, se hizo con el control del barco en protesta por los bajos salarios y las malas condiciones de trabajo. Tras varios días de negociaciones, el ministro holandés de Defensa autorizó un ataque en el que murieron veintitrés miembros de la tripulación. El motín se convirtió en un símbolo de la rebelión conjunta de holandeses e indonesios y se consideró parte de la creciente intranquilidad de la colonia holandesa. Sneevliet fue condenado a cinco meses de cárcel, y su partido hizo campaña bajo el lema «Sneevliet: ¡de la cárcel al parlamento!». Y ganó.

La elección de Sneevliet representó uno de los pocos puntos de luz de aquellos años. Hitler también llegó al poder en 1933. El mayor y más consolidado movimiento obrero de Europa había sido incapaz de detener el ascenso del fascismo. Poco después, los Juicios de Moscú acabaron con una generación de revolucionarios, a muchos de los cuales Sneevliet había conocido personalmente. Como escribió Victor Serge, era «la medianoche del siglo».

El estallido de la Revolución Española parecía ofrecer la esperanza de que aún se podía invertir la marea. El RSAP se lanzó a organizar la solidaridad para la lucha contra el fascismo. El entusiasmo por la causa española se extiende por todo el RSAP, que difunde información, recauda dinero para apoyar al POUM y organiza a sus miembros para ir a España.

Abandonada por las potencias democráticas, la República Española se vio arrinconada mientras los fascistas de Franco recibían el apoyo de la Italia de Mussolini y la Alemania nazi. Aunque la Unión Soviética apoyó a los republicanos, reprimió a los izquierdistas disidentes y antiestalinistas. Piet van ‘t Hart, que después de la guerra publicó una biografía de Sneevliet bajo su alias de resistencia Max Perthus, luchó con las milicias del POUM. Fue secuestrado y torturado por la policía secreta soviética, que también asesinó a Andreu Nin, dirigente del POUM y amigo de Sneevliet.

Los intentos soviéticos de destruir los movimientos comunistas de oposición tuvieron un impacto directo en Sneevliet. Por pequeño que fuera el RSAP, seguía siendo uno de los mayores grupos socialistas revolucionarios de Europa, independiente tanto de socialdemócratas como de comunistas. Esto atrajo la atención de los partidos antiestalinistas, así como de la Comintern y el NKVD. El Partido Comunista Holandés afirmó que la Alemania nazi financiaba al RSAP y los parlamentarios comunistas acusaron a Sneevliet de ser un agente nazi.

En 1937, Ignace Reiss, un espía soviético condecorado, se puso en contacto con Sneevliet. Los dos hombres se conocían desde los años veinte. Reiss quería la ayuda de Sneevliet para romper con el régimen soviético, pero, de camino a la reunión, agentes soviéticos lo asesinaron.

El NKVD también ayudó a envenenar la relación entre Sneevliet y Trotsky. Los vínculos de Trotsky con sus camaradas europeos pasaban por su hijo en París, Leon Sedov, cuyo secretario, Mark Zborowski, era un espía soviético. Sneevliet sospechaba de él, pero Sedov y Trotsky confiaban en él y se opusieron a las acusaciones.

Las diferencias entre Trotsky y Sneevliet se agudizaron. A Sneevliet le molestaban las críticas de Trotsky al POUM, que luchaba por su supervivencia. Un Trotsky cada vez más amargado y aislado empezó a insinuar que la posición sindical de Sneevliet estaba motivada por mezquinos intereses personales, a pesar de que Sneevliet se había ofrecido a abandonar esta posición en varias ocasiones. En 1938, Trotsky escribió a su secretario: «¿Se puede creer por un instante que en caso de guerra, con la participación de Holanda, Sneevliet será capaz de una actitud revolucionaria? Sólo un ciego puede creerlo». En esto, Trotsky estaba completamente equivocado.

La crítica de Trotsky a la NAS se acercaba más a la verdad. La federación tenía sus raíces principalmente entre los trabajadores radicales de los sectores de la construcción y el transporte, con pocos miembros en las industrias modernas. Pero incluso en los sectores donde era más fuerte, el sindicato nunca organizó más que a una minoría, aunque militante. Aunque el NAS se redujo a unos diez mil afiliados, Sneevliet se negó a abandonarlo. El RSAP quedó cada vez más aislado en el reducido entorno de miembros radicales del NAS.

Mientras tanto, Sneevliet se enfrentaba a una increíble tragedia personal. Sus dos hijos se suicidaron: Pim en 1932, Pam en 1937. Poco antes, Pam había discutido con su padre: quería ir a España, pero Henk se lo prohibió, insistiendo en que la afiliación de su hijo al partido significaba que él también estaba obligado por la decisión del partido de que los miembros no podían tomar esta decisión individualmente. Unos años más tarde, Sneevliet perdió el contacto con su hija, Sima.

Sneevliet era un líder prepotente, a veces autoritario, que adoptó el tipo de estilo de líder patriarcal que no era infrecuente en el movimiento socialista. Su yerno, Sal Santen, escribiría más tarde que Sneevliet asumía que podía tomar decisiones en nombre de las juventudes del partido. Comportamientos como éste contribuyeron a expulsar a un buen número de jóvenes activistas, Santen incluido.

Sneevliet tendía a tratar los desacuerdos políticos como traiciones personales. El RSAP era su partido: él era su ideólogo, su jefe y su portavoz. Los desacuerdos personales se convertían rápidamente en conflictos con el partido. Pero Sneevliet era también un líder comprometido, con un talento inusual para inspirar dedicación y coraje en los demás

El frente Marx-Lenin-Luxemburgo

Antes de la guerra, el RSAP discutió qué hacer si Alemania ocupaba los Países Bajos. Los dirigentes decidieron que los miembros de mayor confianza del partido crearían una resistencia clandestina. Le dieron el nombre de Frente Marx-Lenin-Luxemburg.

El 10 de mayo de 1940, la Alemania nazi invadió Holanda y superó rápidamente las defensas holandesas. Sneevliet estaba en Bélgica cuando empezó la guerra. Desafiando la orden del partido de que abandonara el país en caso de invasión, regresó a casa. Como conocido dirigente de izquierdas, ya estaba en la lista de vigilancia nazi. Sneevliet pasó a la clandestinidad, se afeitó la cabeza y se dejó crecer una larga barba para evitar ser reconocido.

Las primeras publicaciones de la nueva organización clandestina mostraban una lúcida evaluación de la situación. Predijeron que la guerra duraría tanto como la Primera Guerra Mundial y que acabaría afectando a las colonias. No se hacían ilusiones de que el régimen nazi en los Países Bajos ocupados sería de algún modo menos duro que en Alemania.

Sneevliet y sus camaradas pedían un Tercer Frente, su versión del Tercer Campo de Max Shachtman. Publicaron un llamamiento del Partido Obrero de Shachtman que describía a los miembros de este Tercer Frente como «las masas trabajadoras sumergidas y humeantes del mundo, las que trabajan y pasan hambre en tiempos de paz y mueren en tiempos de guerra». Argumentaban que la tarea del socialismo era organizar a estas personas.

La lucidez del frente era notable en comparación con gran parte del resto de la izquierda: la NAS simplemente dejó de existir, los dirigentes del SDAP declararon inútil la resistencia y se disolvieron, y los comunistas intentaron continuar legalmente, negándose a lanzar consignas políticas mientras durara el pacto Hitler-Stalin.

Por el contrario, el Frente MLL intentó desarrollar acciones obreras que combinaran la lucha por el socialismo con la lucha contra el fascismo. La organización se mantuvo alejada de los grupos de resistencia nacionalistas dirigidos por figuras de derechas. También mantuvo las distancias con otros grupos de izquierda que, en su opinión, no se distanciaban de los países en guerra. El Frente MLL veía que la Segunda Guerra Mundial, como su nombre indicaba, era algo similar a la guerra anterior: para ellos ambas representaban un choque de potencias imperialistas.

El frente se concentró en llegar a los antiguos partidarios del SDAP. Más numerosos y menos endurecidos ideológicamente que los miembros del PCN, el MLL esperaba que estos trabajadores, tras ver fracasar a sus líderes, se convencieran de la estrategia del frente.

La huelga de febrero de 1941 marcó un punto álgido en la resistencia antinazi holandesa. Ese mes, un fascista holandés fue asesinado en Ámsterdam mientras luchaba con un grupo judío de autodefensa. En respuesta a la resistencia continuada, los nazis empezaron a sellar los barrios judíos y a acorralar violentamente a los hombres judíos. En una protesta, dos miembros del Partido Comunista, Piet Nak y Willem Kraan, llamaron a la gente a la huelga.

La protesta se extendió rápidamente a ciudades fuera de Ámsterdam y gran parte de la organización de la huelga corrió a cargo de miembros del Partido Comunista. Pero fue violentamente aplastada. Maurice Ferares, uno de los miembros del PCN que mecanografió la famosa octavilla que convocaba el paro, declaró más tarde: «Nadie puede atribuirse la huelga. Fue una acción de toda la población de Ámsterdam contra las medidas antijudías de los nazis ocupantes».

En los días previos a la huelga había crecido el malestar. El frente llamó a la gente a resistir el antisemitismo nazi formando grupos de autodefensa y organizando protestas:

Cuando hombres y mujeres de los barrios obreros se reúnen en el barrio judío de Ámsterdam, (…) cuando emprenden la lucha contra los gángsters a sueldo del movimiento nacionalista-socialista holandés, asistimos a una hermosa manifestación de solidaridad espontánea, que debe llegar a un nivel más alto y suficiente en los centros de trabajo (…). Salid de las fábricas, de los muelles y de las obras y uníos en masa a los compañeros de vuestra clase que luchan en los barrios amenazados.

Sneevliet y sus camaradas pensaban que la huelga demostraba que un Tercer Frente era posible

Vamos hermanos y hermanas

Los miembros del Frente MLL tenían poca o ninguna experiencia en el trabajo clandestino. Intentaron llegar a los trabajadores holandeses a través de revistas, folletos, carteles y pintadas. El frente se negaba a considerar a los ciudadanos alemanes de a pie como el enemigo. Difundía propaganda entre los soldados e introducía publicaciones ilegales en Alemania. Es difícil evaluar el efecto que tuvieron estas actividades. Pero llegar a los demás y mostrar que era posible resistirse al dominio nazi ayudó a mantener viva la esperanza. A lo largo de la guerra, los miembros del Frente MLL y sus organizaciones sucesoras arriesgaron sus vidas por estas actividades y por ocultar y ayudar a personas buscadas por los nazis.

A principios de 1942, un miembro del Frente fue delatado a los nazis. Tras horas de horribles torturas, los alemanes consiguieron más nombres. En las semanas siguientes, la mayoría de los líderes del grupo fueron detenidos, incluido Henk Sneevliet. Además, Ab Menist, Willem Dolleman, Cor Gerritsen, Jan Schriefer, Jan Koeslag, Jan Edel y Rein Witteveen fueron condenados a muerte. Cor Gerritsen se quitó la vida en su celda y los demás fueron ejecutados el 13 de abril de 1942.

Después de la guerra, un prisionero que había estado en una celda frente a la de Sneevliet y sus compañeros describió sus últimas horas:

Para entonces los habían reunido a todos en una pequeña celda, justo enfrente de la mía, de 90 por 200 centímetros. Y entonces este movimiento conmovedor: «Unamos nuestras manos», dijeron, y bulliciosamente siete hombres cantaron «La Internacional», una hora antes de su muerte. ¡Qué melodía y qué letra! He escuchado conciertos a menudo, pero nunca había oído cantar con tanto sentimiento y convicción. No me avergüenzo de haber llorado.

En su carta de despedida a su hijastra y a su yerno, Sneevliet escribió:

Por supuesto que me hubiera gustado librarme de dar la vida por mis ideales. No podía ser así. De repente, llega el final. Me he reconciliado con él sabiendo que he sido un leal soldado de mi deber. (…) No olviden a [sus] amigos y conocidos. Espero tener hasta el último momento la fuerza para estar a la altura del dicho malayo «Berani karena benar» (ser valiente porque es lo correcto). Adiós queridos hijos, apoyaros unos a otros, aferraros unos a otros. Un ardiente beso de despedida.

Sneevliet vivió su vida con una fe inquebrantable en el socialismo. Para él, no significaba la dictadura de un partido o de un líder: el núcleo de su socialismo era la emancipación de los trabajadores, la libertad y el internacionalismo. Evitando ilusiones sobre la dictadura estalinista y negándose a hacer las paces con el capitalismo, Sneevliet y sus camaradas se abrieron camino a través del tumulto político de principios del siglo XX. Sus memorias siguen siendo una inspiración y sus principios tan válidos como siempre.

ALEX DE JONG

Editor de la revista Grenzeloos y activista en los Países Bajos

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