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Sahara Occidental – El muro de la Vergüenza

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Por Dr. Sidi M. Omar y Salamu Hamudi*

Si existe un elemento que muestra la crudeza y la ocupación de Marruecos al Sahara Occidental, es sin lugar a duda el muro de la Vergüenza que parte de extremo a extremo el territorio del pueblo saharaui. A pesar de ser poco
conocido mediáticamente a la hora de abordar este conflicto, que ya dura más de tres décadas, es un símbolo de esa perenne presencia ilegal de Marruecos.
Esta construcción de 2.720 km ha segado la vida de 2500 personas a través de las minas y municiones en racimo desperdigas por sus alrededores. Estructuralmente, el muro es un conjunto de arena y piedra de dos metros de alto, y se extiende a lo largo de puntos topográficos altos (como picos y montes) en todo el territorio. Está protegido por bunkers, zanjas, parapetos, trincheras, alambradas, minas y sistemas electrónicos de detección y defendido por más de 160.000 soldados. A lo largo de cada 5 kilómetros del muro hay una base militar de 35 a 40 soldados. Cerca de cuatro kilómetros detrás de cada punto de observación hay un puesto ocupado por una fuerza móvil de intervención rápida (con vehículos blindados, tanques, etc.) Distintos grupos de radares fijos y móviles, de un alcance de entre 60 y 80 kilómetros, están colocados a lo largo del muro. Según algunas fuentes, Marruecos gasta 2 millones de dólares diariamente para mantener el muro.
La construcción se llevó a cabo progresivamente en 6 fases. Así, el muro del que hablamos es, en realidad, un conjunto de 6 muros distintos. En la primera etapa, un muro de 500 kilómetros de largo fue construido entre agosto de 1980 y junio de 1982 para aislar lo que Marruecos llamó en esa época “el triángulo útil” que rodeaba a El Aaiún, Smara, Bojador y las minas de fosfatos de BuCraa. Sin embargo, ante los continuos ataques del ejército saharaui, Marruecos se vio obligado a realizar sucesivas ampliaciones de su muro. Entre diciembre de 1983 y abril de 1987, cinco muros nuevos de diferentes longitudes fueron construidos, cado uno de los cuales ampliaba el territorio ocupado por el ejército marroquí.
Con el sexto y último muro se estableció una línea externa de fortificaciones que en total tiene una longitud de aproximadamente 2720 kilómetros. Se extiende desde cerca de Akka, en la provincia de Tata en el sur de Marruecos, hasta el Guerguerat en el extremo sur del Sahara Occidental, cerca de la ciudad mauritana de Nouadhibou. Con el sexto muro, el conjunto de los muros marroquíes se convirtió en “el mayor obstáculo militar operativo en el mundo”, según algunos analistas.
Después de más de dos décadas desde que el alto el fuego entrase
en vigor en 1991, el muro marroquí hoy en día solo sirve como un
gigante protector tras el cual Marruecos viene tratando de consolidar un hecho consumado colonial que no ha podido imponer por la vía militar.
El muro separa los territorios ocupados de las zonas liberadas y
de todo el mundo, convirtiendo así la parte ocupada en una zona
cerrada completa y constantemente con solo ciertas entradas controladas por los militares marroquíes y las fuerzas de seguridad.
Sirve así para aislar los territorios ocupados y consolidar la ocupación del territorio como un hecho irrevisable, además de la imposición de nuevas fronteras al mismo tiempo en el que Marruecos afirma que tiene el control completo sobre el Sahara Occidental negando la existencia de territorios liberados de la República saharaui. Hoy por hoy Marruecos dice que el muro también le está sirviendo como una barrera contra la inmigración ilegal y el terrorismo. Varios países han colaborado, directa o indirectamente, en la financiación del muro marroquí, un hecho que solo ayuda a prolongar la ocupación y el hecho consumado que Marruecos quiere imponer en el territorio.
Según la ONG británica, Actionon Armed Violence (que antes se llamaba Landmine Action), el Sahara Occidental sigue siendo “uno de los territorios más minados del mundo”. Se calcula que hay más de 7 millones de minas en todo el territorio saharaui, como se ha indicado antes. La mayor parte de las minas están enterradas a lo largo del muro, sobre todo en la zona que está al este del muro, que se considera el campo de minas continuo más largo del mundo.
Las minas permanecen activas durante décadas, y su fuerza destructiva afecta directamente a la población civil, especialmente los niños, que cada año sufren lesiones, amputaciones y muerte por accidentes relacionados con las minas y municiones sin explotar.
Además del peligro actual que suponen para la población saharaui,
las minas y las municiones sin explotar también representan un serio obstáculo para el posible retorno de los refugiados a su tierra.
Como indicio de su buena fe, en noviembre de 2005, el Frente POLISARIO se comprometió a la prohibición del uso de minas antipersonales por medio de la adhesión al llamamiento de Ginebra “Geneva Call” y a la estrecha cooperación en todas las actividades relativas a las minas. Desde 2005, el Frente POLISARIO ha destruido más de 10.000 minas antipersonales capturadas del ejército marroquí durante los años de guerra.
Sin embargo, Marruecos se niega rotundamente a firmar el tratado de Ottawa de 1997 sobre la Prohibición del Empleo, Almacenamiento, Producción y Transferencia de Minas Antipersonales y sobre su Destrucción así como la Convención sobre Municiones en Racimo de 2008. De hecho, el informe de la Comisión de Asuntos Exteriores del Parlamento Europeo “sobre la situación de los derechos humanos en la región del Sahel”, publicado el 8 de octubre de 2013, señala que Marruecos es uno de los pocos países que todavía no han firmado el tratado de Ottawa sobre la prohibición de minas, e incita a Marruecos a que lo firme como una medida de fomento de confianza y un gesto de su compromiso con la paz. •

*Dr. Sidi M. Omar, representante del frente Polisario ante la
ONU, y Salamu Hamudi, Presidente Liga de Periodistas Saharaui

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