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MARX ESTÁ MAS VIVO QUE NUNCA. Miguel Bonasso

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MARX ESTÁ MAS VIVO
QUE NUNCA

La lucha de clases, la alienación del trabajo, la apropiación de la plusvalía, la concentración monopólica del capital, la influencia cada vez más visible de la infraestructura material sobre la superestructura «espiritual», es decir ideológica, están hoy tan o más vivas que cuando Carlos Marx y Federico Engels escribieron, imprimieron y distribuyeron el Manifiesto Comunista y modificaron dramáticamente la función misma de la filosofía, al proclamar que no solo había que pensar el mundo sino que era obligatorio cambiarlo. Hoy, cuando siete personas físicas reúnen la mitad del Producto Bruto Mundial, dejando para los otros 7 mil millones de individuos, distribuidos en países y empresas, la repartija (también injusta) de la otra mitad.Hoy, cuando científicos geniales, como Stephen Hawkings, anuncian que el modo de producción capitalista amenaza la supervivencia de la especie humana y a la Tierra misma, que en 600 años puede transformarse en una «bola de fuego», la racionalidad socialista, el humanismo socialista, que nacen del pensamiento extraordinariamente avanzado de Carlos Marx, constituyen la única esperanza posible contra el Apocalipsis anunciado.

El fracaso del llamado «socialismo real» y la implosión de la Unión Soviética no alcanzan a suprimir esa esperanza, porque el muro que se cayó a fines de los 80 era el del sistema autoritario y neozarista del stalinismo y un capitalismo de estado que siempre estuvo lejos de construir una sociedad de productores dueños de su trabajo. Aquella metáfora del «fantasma que recorre el mundo» se ha trastocado, desgraciadamente, en una sociedad aún más perversa que el feudalismo, donde ha reaparecido la esclavitud a través del trabajo clandestino, la trata de mujeres y niños y la destrucción definitiva e irremediable de los recursos naturales no renovables. La voz de orden es el consumo a tope y de cualquier manera y no solo el consumo de bienes, sino el consumo de niños y niñas en las redes pedófilas, el secuestro de migrantes para el robo de órganos, la experimentación criminal de los grandes laboratorios en las áreas ocultas del Africa, la negativa de Estados Unidos (que consume el 75% de la energía mundial y sólo produce el 25%) a poner fin de una buena vez a los combustibles fósiles y el uso desaforado de tecnologías como la megaminería del cianuro y el fracking que envenan el agua potable.

Si, Marx está más vivo que nunca, aunque sus ideas parezcan cada vez más imposibles de realizar. Porque, ¡ay de nosotros si no lo estuviera! ¡ay de nuestros hijos y nietos!. Significaría que la animalidad inmanente del hombre es definitivamente refractaria al socialismo. Me resisto a creerlo: desde Espartaco hasta la Revolución Rusa, pasando por infinidad de gestas donde tantos ofrendaron sus vidas sin pedir nada a cambio, me demuestran científicamente que hay una clase de hombres y mujeres dispuestos a luchar por la esperanza y la condición humana.

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