por Pepe Gutierrez Alvarez, Estado Español
Esta obra refleja a la perfección el sueño socialista antes de que las cancillerías imperiales armaran al “Ejército blanco”, y lo embarcaran en una guerra de destrucción.
Lenin se tomó sus respiros para remontarse a unos meses antes de Octubre, en su exilio forzado, Lenin regresa a los textos de Marx y Engels, especialmente sobre la Comuna de París. Aquel mismo acaba El Estado y la revolución.
Este texto capital es una carga contra el líder alemán de la social-democracia (Karl Kautsky) y sus seguidores en Alemania y en Rusia. Volviendo a los fundamentos, da con una fórmula a menudo sorprendente de la necesidad de destruir la vieja máquina burocrática y militar del Estado para construir un nuevo gobierno, una nueva administración y un nuevo ejército —cuyo objetivo es transformar de arriba abajo la sociedad y cuya función es perecer nada más creados—. Siguiendo y citando a Marx, Lenin ve en la Comuna “la forma política al fin encontrada” de esta empresa revolucionaria: “La Comuna es la forma al fin encontrada, por la revolución proletaria, bajo la cual puede lograrse la emancipación económica del trabajo (…) “La Comuna es el primer intento de la revolución proletaria de destruir la máquina estatal burguesa y la forma política, descubierta al fin, que puede y debe sustituir a lo destruido».
Más adelante concluye que “las revoluciones rusas de 1905 y de 1917 prosiguen, en otras circunstancias, bajo condiciones diferentes, la obra de la Comuna y confirman el genial análisis histórico de Marx”. La ironía de la historia es que este texto, aunque resulta muy eficaz para echar por tierra las pseudo-teorías marxistas ortodoxas de la época —que justificaban para los socialdemócratas alemanes o los mencheviques rusos la perspectiva de amoldarse al Estado burgués—, no dice nada sobre las cuestiones específicas de la democracia y de la representación política para un régimen de transición entre el capitalismo y el socialismo.
Haciendo suya la profesión de fe de Engels en el Anti-Dühring (“el gobierno de las personas deja lugar a la administración de las cosas y a la dirección de las operaciones de producción”), El Estado y la revolución arrasa con fuerza las antiguallas reformistas de adaptación a la sociedad burguesa y a su Estado represivo; sin embargo, no dice nada sobre el debate político propiamente dicho, o sobre el pluralismo de opiniones y de corrientes organizadas para defenderlas.
Sin embargo, el aliento revolucionario auténtico que recorre este folleto parece al mismo tiempo desfasado respecto a la realidad de las intensas luchas políticas que tienen lugar entonces en Rusia (y en los partidos obreros mismos), y respecto a aquella que va a aparecer tras la toma del poder. El caso es que Lenin deja sin abordar relativo a la democracia socialista que ha de poner en la agenda la revolución, bajo circunstancias y decisiones extrañas. a la argumentación central de El Estado y la revolución, se va a ver cargado con otro contenido, realmente diferente.
Semejante contraste entre lo que se pretende y lo que acaba sucediendo radica en un doble origen:
a) la ausencia de tradiciones políticas democráticas, siquiera parlamentarias, en la vieja Rusia, combinada a la concepción dominante en la Segunda Internacional según la cual la socialdemocracia era la expresión orgánica de la clase obrera y del movimiento obrero, y en la que al movimiento sindical se le considera subordinado al partido. Las tendencias existían, pero en el seno de un solo y mismo partido: la socialdemocracia. En el movimiento obrero, el multipartidismo no formaba parte de la cultura de la época: una sola clase, un solo sindicato, un solo partido;
b) pero contra lo revisto, la lucha entre tendencias y fracciones se harán extremadamente agudas, especialmente en Rusia, alcanzando incluso la vida interna del propio partido bolchevique. Luego, todo se hará progresivamente tras la conquista del poder desde el momento en que la contrarrevolución (liderada desde el Imperio británico muy arraigado en Rusia zarista), provocará la “contra” o sea una guerra que destruirá aún más las atrasadas condiciones materiales de una revolución justificada como prólogo de otra internacional.
LEER «El Estado y la Revolución»
https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/1910s/estyrev/index.htm