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La partida de la Inteligencia Artificial puede ser un ‘Game Over’ para muchas empresas: casi no hay especialistas

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EL BLOG SALMÓN

La partida de la Inteligencia Artificial puede ser un 'Game Over' para muchas empresas: casi no hay especialistas

Tanto en el sector de la tecnología, como en el panorama empresarial en general, la práctica totalidad de los agentes económicos son perfectamente conscientes de que una de las tecnologías por las que pasa el futuro de cualquier empresa es por la Inteligencia Artificial. Pero ser conscientes de ello tan sólo supone el primer paso del largo proceso de una transformación digital que debe ser acometida con urgencia, para que la competencia no nos acabe expulsando del mercado.

Tras la consciencia vendría abordar el proceso de transformación en sí mismo, lo cual implica no sólo adoptar tecnología, sino también dotarse de todos los recursos necesarios para que la Inteligencia Artificial pase de ser una intención a ser una realidad en cualquier empresa. Pero hay un gran problema al respecto, que va a dejar a muchas empresas sin su ansiada Inteligencia Sintética por la que al fin han decidido apostar, lo cual puede implicar a largo plazo quedarse fuera del mercado. Analizamos hoy cuál es este problema y qué consecuencias puede acabar trayendo.

De la inteligencia empresarial a la inteligencia artificial

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Paradójicamente es la inteligencia empresarial más avezada la que antes ha sabido ver que la Inteligencia Artificial es un sí o sí para la supervivencia de cualquier empresa que aspire a seguir representando algo en el futuro más inmediato. Pero por desgracia no es suficiente ni con haber tenido suficiente inteligencia empresarial para poder fijar el objetivo a conseguir, ni con haber tenido la intención de adoptar cuanto antes a la Inteligencia Artificial como base para transformar nuestra empresa. Hay más factores en este camino tecnológico a recorrer, y algunos escapan a nuestro control.

Si lo recuerdan, hace algunos meses ya les hablábamos del papel protagonista que la Inteligencia Artificial y otras tecnologías estaban llamadas a tener en la transformación digital: lo hacíamos en la serie de análisis sobre transformación digital que abrimos con el artículo «Industry 4.0 o cómo las nuevas tecnologías están poniendo patas arriba el sector industrial«. Pues bien, en estos análisis ya les exponíamos una idea que el que suscribe predica desde hace tiempo en sus círculos sociales y profesionales, y que vuelvo a exponerles a continuación pues en esta ocasión viene ya refrendada por tendencias tangibles del mercado.

Una realidad que lleva a la dicotomía del mercado laboral

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La dicotomía laboral que está dividiendo a los trabajadores tiene su origen en que las empresas estandarte de la nueva economía ofrecen muy buenas condiciones de contratación a trabajadores (muy) cualificados, pero unas condiciones muy precarias a trabajadores sin cualificar. Y no son exclusivamente las empresas tecnológicas las que están generando empleo de calidad tan sólo en el plano técnico, en términos generales en un futuro casi inmediato vamos a asistir a, no ya la tecnificación de nuestra sociedad, sino que nos encaminamos directamente hacia la sociedad técnica pura y dura. Y como tal, ofrecerá un futuro prometedor si (y casi sólo si) eres un trabajador cualificado con perfil técnico y (muy) cualificado.

Es éste un tema que ya abordamos en el artículo «Cuando la economía digital trae desigualdad y precariedad«, y que adquiere un renovado protagonismo cuando analizamos situaciones como la del subsector de la Inteligencia Artificial que nos ocupa hoy. Como pueden leer en este artículo de Xatakauno de los mayores problemas actuales al que se enfrenta la Inteligencia Artificial es que hay esa escasez de perfiles especializados sobre la que ya les advertimos hace meses: nuestro presente avanza tan rápido hoy en día que muchas veces se come al futuro en cuestión de tan sólo unos meses.

Esta situación ha derivado en unos salarios por las nubes y una falta alarmante de talento disponible… pero, como ya les adelantábamos antes de que fraguase, esta realidad se ha demostrado cierta tan sólo para los perfiles técnicos más cualificados: para los trabajadores no cualificados como repartidores de Deliveroo o similares, los salarios hoy en día son más que precarios.

Esta dicotomía del mercado laboral ya no puede ser calificada ni de brecha salarial, puesto que se trata de una auténtica sima, que llega a extremos insospechados (aunque esperados por algunos de nosotros). El tema adquiere ahora en este análisis un matiz de realidad presente, más que la realidad futurible que les razonábamos hace unos meses, motivo por el cual el asunto es digno de este análisis actualizado. Por que se hagan una idea de hasta qué extremo llega esta dicotomía, pueden leer en el artículo anterior de Xataka cómo la carrera por captar el poco capital humano disponible en Inteligencia Artificial ha llevado a una auténtica locura que ha salido incluso fuera de los límites de Silicon Valley, observándose ya una clara tendencia generalizada a nivel mundial.

Los salarios que las empresas están pagando a los recién llegados que se dedican a tareas de Inteligencia Artificial están en un horquilla entre los 300.000 y los 500.000 dólares anuales, sin duda unas cifras fuera de toda lógica y absolutamente estratosféricas, y que suponen una lacerante diferencia cuando se comparan con el salario medio de esas mismas empresas, o directamente con los salarios del personal no cualificado. El problema no es otro más que la escasez de perfiles de una tecnología de futuro, lo cual, tal y como les indicamos en su día que ocurriría, ha tensionado fuertemente el mercado de perfiles técnicos, hasta tal punto que puede acabar resultando dañino para las empresas, para el desarrollo propio de la tecnología de Inteligencia Artificial, y a la postre también incluso para los propios técnicos especializados que se benefician a corto plazo de unos salarios fuera de toda lógica: los excesos acaban pagándose muy (pero que muy) caros.

El verdadero problema de fondo es muy complejo y de difícil solución

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El caso es que una de las causas que subyace tras esta problemática (ya convertida en realidad) es en realidad un asunto muy complejo y de difícil solución. El verdadero problema es exactamente el mismo por el que ha pasado tan poco tiempo desde que unos análisis, como los que les expusimos hace tan sólo unos meses, se han vuelto rápidamente una realidad tangible con una burbuja de salarios técnicos. La velocidad del progreso exponencial de nuestros días supone una evolución tan vertiginosa que nuestros sistemas socioeconómicos no están preparados (ni diseñados) para poder seguirle el ritmo.

Efectivamente, desde que algunos analistas detectamos las incipientes necesidades masivas de personal en ciertas áreas de futuro, hasta que esa demanda ha llegado por parte de las empresas, han pasado tan sólo unos pocos años en los cuales ningún sistema educativo ha tenido tiempo material para poder empezar a producir especialistas ni en la proporción ni con la progresión demandada. Tampoco las empresas han sido capaces de formar en las nuevas tecnologías a técnicos ya pertenecientes a sus plantillas al ritmo necesario, y las pocas que lo han podido hacer tratan por todos los medios de retener a esos pocos perfiles tan cotizados. Los atractivos paquetes retributivos, complementarios a unos salarios base ya de por sí muy generosos, hacen que algunos perfiles ingresen como poco del orden de los 10 millones de dólares en tan sólo cinco años.

Obviamente estas cifras están fuera del alcance de las pequeñas empresas, y de muchas medianas empresas también, que ven cómo demandan unos especialistas que no se pueden permitir. Toda su ambición pasa en este caso por conformarse con adaptar el software desarrollado por terceros para su propio uso empresarial: al menos hoy en día este segmento empresarial tiene accesibles herramientas de tecnología punta en la nube de Amazon y otros, que le permiten por un bajo coste de entrada empezar a utilizar herramientas cuyo desarrollo literalmente no se pueden permitir. Eso sí, una cosa es desarrollar ad-hoc la Inteligencia Artificial que tu empresa necesita, y otra cosa muy distinta es adaptar un producto comercial que nunca va a acabar de darte exactamente lo que necesitas. Pero son lentejas, y al menos tienen esas lentejas que llevarse a la boca gracias a la accesibilidad y universalidad de la tecnología cloud de hoy en día.

Como habrán leído, la situación parece que sólo apunta a que va a agravarse todavía más en los próximos meses y años, puesto que, ante la falta de profesionales, las empresas están pasando a poner su objetivo en los propios profesores que imparten especialidades relacionadas con la Inteligencia Artificial: la nueva tendencia en algún momento acabará redundando en una menor salida al mercado de profesionales, porque el ritmo de producción de promociones de las universidades puede verse reducido sensiblemente.

El hecho es que, esos académicos y profesores arrebatados por las empresas al tejido educativo, muy significativamente no acaban siendo utilizados como meros especialistas en Inteligencia Artificial, sino como formadores en empresas como Google o Facebook. El objetivo es que impartan a los trabajadores de plantilla esa formación que las universidades no llegan a ser capaces de satisfacer: sin duda aquí hay algo en nuestras socioeconomías que empieza a funcionar muy mal, al menos en cuanto al diseño más conceptual se refiere.

El recurso escaso es la mente humana (o algunas mentes humanas)

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Hace ya algunos años que un servidor les viene tuiteando a sus seguidores que está plenamente convencido de que la limitación futura del progreso será la escasez de mentes humanas. Y algunos estarán alzando la mano para preguntarme si eso no entra en conflicto directo con la teoría también personal sobre la robotización: desde estas líneas venimos afirmando desde hace tiempo que al mismo tiempo hay que hacer algo para que en nuestras socioeconomías los robots no hagan insostenible un sistema socioeconómico que sigue necesitando consumidores con capacidad de compra: un papel que por ahora los robots no son capaces de asumir.

El matiz que hace que ambas visiones puedan convivir de forma coherente al mismo tiempo está en que la carestía y la limitación es de mentes humanas, sí, pero estrictamente de mentes humanas «especializadas». La especialización técnica y científica es un proceso exponencial en cada campo de forma individual, pero si a eso le añadimos el hecho de que, adicionalmente, conforme el progreso avanza cada vez tenemos a su vez más nuevos campos de especialización avanzando en paralelo: tenemos que cada vez se necesitan más mentes humanas especializadas en cada vez más y nuevos campos de especialización.

Es ni más ni menos el máximo exponente de la sociedad técnica. Los analfabetos del futuro (no tan lejano) serán personas sin capacidades técnicas ni especialización alguna. Vemos pues como la sostenibilidad de nuestras socioeconomías pasa en el largo plazo por hacer que la fuerza laboral adquiera una fuerte especialización técnica. Pero mucho me temo que en el medio plazo hay que abordar el ineludible problema que supone que en el impass la robotización dejará a un lado a millones de trabajadores no cualificados que sólo tendrán acceso a salarios más que precarios, mientras sus puestos de trabajo van siendo rápidamente absorbidos y automatizados por una nueva fuerza laboral emergente de carácter sintético.

El reto es socioeconómico: en el medio plazo y… también en el largo plazo con un nuevo modelo de relación universidad-empresa

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El reto es por tanto doble para nuestras socioeconomías. Por un lado hay que asegurar la sostenibilidad del sistema en un entorno fuertemente robotizado y automatizado, donde los trabajos no cualificados van a ser prácticamente barridos del mapa. Se hace necesario que esa nueva fuerza laboral que son los robots contribuyan de alguna manera a la sostenibilidad del sistema, en especial en lo que se refiere a las clases más desfavorecidas (que serán las menos técnicas), como analizamos en el artículo «Aunque no lo parezca, aún nos queda la tercera y más disruptiva fase de la Globalización]».

Pero por otro lado, la otra cara de la moneda del reto de la sociedad técnica es acometer una profunda y rápida transformación socioeconómica que permita que la fuerza laboral mute, de una fuerza laboral mayormente productiva, a una fuerza laboral con una fuerte componente de especialización y de capacidad técnica. Universidad y empresa nunca habrán tenido que ir tan de la mano como nuestra socioeconomía necesita ahora mismo, y una buena muestra de ello es el mismo ejemplo de antes de cómo empresas como Google o Facebook están arrebatando académicos y docentes a las instituciones educativas: es necesaria una nueva relación Universidad-Empresa que vaya más allá de la producción de titulados, y su posterior consumo. Se hace necesario un nuevo modelo de universidad y… un nuevo modelo socioeconómico en su conjunto.

Y en todo caso no olviden que el hecho de que haya una carestía tan importante de perfiles de Inteligencia Artificial, no debe hacernos perder de vista el hecho de que éste es tan sólo el panorama actual, y por tanto debemos preguntarnos: ¿Qué construyen estos especialistas tan demandados? Pues obviamente una Inteligencia Artificial que a la postre acabará eliminando puestos de trabajo, que serán incluso puestos de trabajo cualificados en los plazos más largos. Así que la otra cara de la moneda del doble reto que les planteábamos antes, la sostenibilidad de un sistema socioeconómico cada vez más robotizado, sigue ahí más presente que nunca en el horizonte más lejano: la fuerte demanda de especialistas de Inteligencia Artificial no es sino un fuerte potenciador a futuro de la necesidad de hacer nuestro sistema socioeconómico sostenible en el largo plazo.

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Me despediré hoy reflexionando una vez más sobre lo apasionante y desafiante que resulta el ritmo del progreso y del mundo que nos ha tocado vivir. Es más que paradójico que la escasez de Inteligencia Humana cualificada sea precisamente lo que está limitando el desarrollo de la Inteligencia Artificial… y en algún momento nuestros dirigentes tendrán que plantearse si socioeconómicamente hay alguna diferencia práctica entre una mente humana y una sintética, porque efectivamente los androides sueñan con ovejas eléctricas, pero el caso es que lo realmente futurista hoy en día es tener presente que los humanos también, y que además las ovejas eléctricas no se pueden comer.

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