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Estados Unidos – El marketing de las tabacaleras revela el racismo institucional

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Michael Schwalbe *

A l’encontre, 6-4-2021

Traducción de Ruben Navarro – Correspondencia de Prensa

Cuando de destruir la vida de los negros se trata, ninguna institución estadounidense moderna puede rivalizar con la industria del tabaco.

No sólo porque 45.000 estadounidenses negros mueren cada año debido a enfermedades provocadas por el tabaco; no sólo porque el tabaquismo es el principal factor de riesgo de las principales causas de muerte -enfermedades cardíacas, cáncer, derrames cerebrales- entre los estadounidenses negros; no sólo porque el cáncer de pulmón, causado principalmente por el tabaquismo, es la principal causa de muerte por cáncer entre los estadounidenses negros; no sólo porque los fumadores negros sufren el mayor índice de muertes vinculadas al tabaquismo. Peor que eso.

Lo peor es que gran parte de este inventario de muertes y enfermedades no es el resultado fortuito del hecho de que alrededor del 15% de los afroamericanos sean fumadores (la mayoría de los cuales quiere dejar de fumar). Es el resultado de sesenta años de comercialización selectiva de cigarrillos mentolados por parte de la industria tabacalera dirigida a la comunidad negra. Se trata de un racismo institucional que opera a la vista de todos.

El mentol [aumenta la absorción de la nicotina, la droga del tabaco] es un problema porque es una maniobra de venta que funciona a la perfección. Según el lenguaje publicitario, «enfría y suaviza» la garganta pero, en realidad, adormece la garganta y hace que el humo del tabaco sea menos agresivo. De esta manera, es más fácil que los niños empiecen a fumar y más difícil que los adultos dejen el tabaco.

En los años 50, apenas un 5% de los fumadores negros fumaban cigarrillos mentolados. Pero los expertos en marketing descubrieron que los fumadores negros tenían una ligera preferencia por los cigarrillos mentolados, una preferencia que las empresas tabacaleras decidieron explotar. Así pues, la industria comenzó a publicitar en gran medida las marcas de cigarrillos mentolados en las comunidades negras y en los medios de comunicación negros. La industria también comenzó a patrocinar festivales de jazz y otros eventos culturales en las comunidades negras, reforzando el vínculo entre las marcas de mentolados y la «identidad negra».

Todo eso resultó muy rentable para las empresas. A mediados de la década de 1970, el 44% de los fumadores negros consumían cigarrillos mentolados. Actualmente, esa cifra se eleva al 85%, lo que es una prueba del gran poder depredador del marketing de la industria tabacalera.

Aunque algunas tácticas publicitarias (por ejemplo, los grandes carteles) hayan sido eliminadas por el Master Settlement Agreement a finales de los años 90, [1] la industria sigue haciendo promociones en los puntos de venta y descuentos en productos con tabaco mentolados (los cigarros baratos son el último ejemplo de ello) en las comunidades negras. La industria también se apropia de los elementos de la cultura negra en sus promociones: los músicos de jazz y los DJ de rap forman parte de sus imágenes predilectas.

Las organizaciones de salud pública llevan años luchando contra la utilización del mentol por parte de las grandes tabacaleras. El African American Tobacco Control Leadership Council ha intentado -con un éxito considerable en California y Massachusetts- prohibir el mentol en ciudades y estados de todo el país. En Carolina del Norte, el centro histórico del monstruo del tabaco, el Center for Black Health and Equity (Centro para la Salud de los Negros y la Igualdad) ha llevado adelante una labor de educación de la comunidad negra sobre la publicidad manipuladora de la industria tabacalera de los cigarrillos y cigarros mentolados.

La aprobación de la Ley de Prevención del Tabaquismo y Control del Tabaco en las Familias, [Family Smoking Prevention and Tobacco Control Act] promulgada por Obama en junio de 2009, le otorgó a la Administración de los Alimentos y Medicamentos [Food and Drug Administration, FDA] la capacidad de prohibir el mentol en los productos con tabaco. Esta ley prohíbe los sabores de fruta y caramelo en los cigarrillos pero, considerando la influencia política de la industria del tabaco, el mentol quedó excluido de la prohibición. La decisión sobre el mentol dependería de los resultados de futuras investigaciones sobre sus efectos en la salud.

En 2011, el Comité consultivo científico de los productos del tabaco de la FDA (FDA’s Tobacco Products Scientific Advisory Committee) examinó los datos recogidos y llegó a la conclusión de que «retirar el mentol de los cigarrillos del mercado sería beneficioso para la salud pública en los Estados Unidos.» En 2013, la FDA llevó a cabo otro estudio y volvió a constatar que los cigarrillos mentolados suponían un mayor riesgo para la salud que los cigarrillos normales. La constatación inicial de hace ya una década debería haber indicado el fin del mentol, pero la FDA no hizo nada al respecto.

Después de la evaluación de 2013, las organizaciones de salud pública presentaron una petición ciudadana solicitando a la FDA que prohibiera el mentol como aromatizante del tabaco. Aunque esto no dio lugar a ninguna acción inmediata, la presión ejercida durante años por estas organizaciones hizo que Scott Gottlieb, director de la FDA bajo el mandato de Donald Trump, propusiera promulgar la prohibición del mentol. Pero el republicano Richard Burr, de Carolina del Norte (miembro de la Cámara de Representantes desde 1995 y luego del Senado desde 2005) -siguiendo los pasos de otro senador de Carolina del Norte financiado por la industria del tabaco, Jesse Helms (senador de 1973 a 2003)- se opuso a la propuesta. Richard Burr convenció a Trump de que se opusiera a la acción de la FDA sobre el mentol y la propuesta quedó en nada.

El verano pasado, en el mes de julio de 2020, el African American Tobacco Control Leadership Council y también Action on Smoking and Health, en colaboración con la American Medical Association y la National Medical Association, presentaron una demanda en el tribunal federal de distrito del norte de California para exigir a la FDA que respondiera a la petición ciudadana presentada en 2013. Utilizando un eufemismo, la demanda calificaba la inacción de la FDA respecto al mentol de «retraso poco razonable». La FDA presentó una réplica al pedido con la promesa de que respondería antes del 29 de abril de 2021.

Las tabacaleras, por supuesto, quieren seguir utilizando el mentol. La industria gasta actualmente millones de dólares en una campaña de referéndum para anular la prohibición impuesta en California. Una de las estratagemas más falaces consiste en afirmar que la prohibición del mentol le dará a la policía un motivo para detener y controlar a los negros, lo que es una rotunda mentira, como ha señalado Karen Bass, representante de California en el Congreso y ex presidenta del Congressional Black Caucus. En efecto, la prohibición se aplicaría a la venta de productos con tabaco mentolados, no a su posesión.

No está claro qué puede suceder. La FDA podría por fin actuar y prohibir el mentol. Si el gobierno de Biden aprobara la prohibición, sería el fin de esta historia inadmisible de racismo institucional por parte de la industria del tabaco.

Si la FDA, dirigida actualmente por Janet Woodcock, comisionada en ejercicio nombrada por Biden, sigue sin actuar, el Congreso podría intervenir y aprobar una legislación para retirar del mercado los productos de tabaco mentolados, como ya lo han hecho Canadá y la Unión Europea. Para llegar a ese punto, es necesario que la presión pública sea más fuerte que los 50 millones de dólares anuales de los grupos de presión [lobbying] de la industria tabacalera.

El racismo institucional puede ser difícil de percibir porque a menudo queda disimulado bajo rutinas organizativas que no tienen una intención consciente de ser racistas pero que producen sistemáticamente desigualdades raciales. La comercialización de productos de tabaco mentolados dirigida a la comunidad negra es una excepción, en su caso, el ejemplo es contundente.

A largo plazo, la solución a la pandemia mundial de enfermedades provocadas por el tabaco es la abolición de las empresas tabacaleras. Mientras tanto, tenemos hoy la oportunidad de reducir drásticamente la capacidad de la industria para sacar provecho de la destrucción de vidas negras. Si las vidas negras importan (if Black Lives Matter), no debemos dejar pasar esta oportunidad. (Artículo publicado en Counterpunch, 2-4-2021: https://www.counterpunch.org/

* Michael Schwalbe es profesor de sociología en la North Carolina State University.

Nota

1] El acuerdo marco sobre el tabaco se celebró originalmente en noviembre de 1998 entre las cuatro mayores empresas tabacaleras de los Estados Unidos -Philip Morris, RJ Reynolds, Lorillard (filial de Loews) y Brown & Williamson (filial de British American Tobacco)- y los fiscales generales de 46 estados. (Redacción A l’encontre)

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