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El Legislativo: la sociedad de los parlamentarios malinches

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Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio, chorro, generoso, estafador. Todo es igual, nada es mejor, lo mismo un burro que un gran profesor (Tango ‘Cambalache’, 1934)

Arturo Alejandro Muñoz

Y entonces, poniéndose de pie al mismo tiempo que alzaba su frente, Cicerón apuntó a su interlocutor con el índice de su diestra y emitió a viva voz  –ante sus pares del Senado- la quemante pregunta: “Quosque tandem abutere, Catilina, patientia nostra”? ¿Hasta cuándo abusas, Catilina, de nuestra paciencia?

Nuestro Congreso Nacional está plagado de “catilinas” (conspiradores perennes) tanto como de ganapanes que muestran clara disposición a servir los intereses de quienes les financian sus campañas y, además, les entregan de vez en cuando un porcentaje de las migajas que caen de la mesa patronal.

El gran Cicerón luchó contra todo ello, y entregó su vida por tal servicio siendo finalmente asesinado por mercenarios que envió y pagó Marco Antonio, protegido de Julio César, defensor a ultranza del imperio versus la república. No hay ningún Cicerón en nuestro Congreso Nacional. Tal vez los hubo en el pasado… hoy no existen… sólo hay demasiados Marco Antonio y varios Catilina.

Ya es innegable… el Congreso Nacional chileno, poder legislativo de la nación, se ha constituido en el principal adversario de la sociedad civil, y tal vez más que ello en un encarnizado enemigo del pueblo. Los casos de SQM, CAVAL, el mar chileno para siete familias, CORPESCA, PENTA y otros, parecen demostrar que el actual Parlamento es, decididamente, enemigo de Chile.

No es un despropósito afirmar que algunos diputados y senadores –de todas las tiendas partidistas- han legislado siguiendo instrucciones de las empresas que les financiaron sus campañas, y que les permiten extraer cierta maquila de aquello que legislan en materias atingentes a los intereses económicos y políticos de los susodichos ‘mecenas’.

La corrupción mantiene herido de muerte al Estado de Derecho, y sin duda alguna han sido los parlamentarios quienes dispararon las balas y misiles que lo han derribado fatalmente a lo largo de este enojoso proceso que conocemos como “democracia protegida”,  cuestión indignante ya que hasta antes del golpe militar ese mismo Estado de Derecho constituía uno de los escasos honores del que Chile podía ufanarse.

¿Cómo puede ser llamada ‘democracia’ esta situación donde una mayoría del electorado no puede establecer como ley aquello por lo cual sufragó, y debe atenerse al interesado arbitrio de quienes ha elegido como representantes? ¿Democracia de quién y para quién?  Los ciudadanos votan por individuos que prometieron (y se comprometieron) llevar al legislativo determinadas propuestas en sus brazos… en cambio, a poco andar, tales  ‘representantes’ –cometiendo felonía y traición- tuercen la voluntad de los  electores e instalan en el atrio de la ley sus personales intereses, derivados de oscuros acuerdos protocolizados entre gallos y medianoche con el otrora adversario real, hoy socio alegre en las andadas delictuales.

Cooptados por el dinero fácil entregado por las mega empresas –el ‘aceite fenicio’, le llaman los escritores- muchos parlamentarios adquieren rápidamente las caretas de hipocresía y cinismo que usarán a lo largo de su período oficial, amparados –es cierto- por la pusilanimidad y desidia del mundo elector que nada hace ni nada evita para desbaratar tamañas acciones. El dinero manda… y ello se corrobora a diario en el sitio que Arturo Alessandri llamó “la casa de la canalla dorada”, el Congreso Nacional.

¿Usted, amable lector, discrepa de lo mencionado en estas líneas? Entonces, le insto a que nos explique por qué nuestros ‘representantes’ en el Legislativo han alimentado el objetivo principal del actual gobierno empresarial, cual es precarizar al máximo posible la calidad de empleos. El doloroso ejemplo de lo acaecido con los trabajadores a honorarios permite asegurar que el establishment logró oficial y ‘legalmente’ inyectar flujos frescos y adicionales a las grandes corporaciones en abierto detrimento de la fuerza de trabajo. .

O explíquenos- si le resulta posible- por qué en Chile existe un sistema de seguridad social que es más bien un ahorro forzoso que se aplica a los imponentes o usuarios, destinado principalmente a proveer de liquidez al sistema financiero y dinero dulce a raudales a los empresarios dueños del sistema en comento. No sólo lo digo yo ni lo dice únicamente usted… también lo afirman los expertos de Wall Street en Nueva York.

Que nos explique, además, por qué todas las leyes de orden laboral, impositivo o económico (sí, todas) evacuadas por nuestro Congreso Nacional en estos últimos 20 años incorporan acápites, renglones o articulados que van en abierto privilegio de los intereses económicos y políticos de las transnacionales y del mega empresariado, lo que por cierto redunda en el desmedro de la fuerza laboral.

Tampoco, nada dicen ni hacen los diputados y senadores respecto de la alta morosidad existente en la población chilena, ya que 4,5 millones de compatriotas presentan una complicada situación de deuda que resulta ser de difícil y larga solución. ¡¡4,5 millones de deudores, en un país donde solamente hay ocho millones de trabajadores!!

Oficialmente, la mentira ha sido instalada como argumento válido para obnubila y engañar a la gente. Ministros, generales de la policía y de las fuerzas armadas, periodistas, parlamentarios, ejecutivos de empresas, directores de servicios públicos recurren a ella cual si se tratase de una forma prestigiosa y digna de hacer política, de hacer ‘administración pública’.  

Un irrefutable ejemplo de lo dicho ocurrió al finalizar el año 2018; pocas horas antes de celebrar la llegada del nuevo año, el entonces presidente Piñera le comunicó al país (vía cadena nacional de televisión) que en sus primeros nueve meses de gobierno se habían creado 125.000 nuevas empresas. Así leyó bien, 125.000 nuevas empresas. “Empresas”..

Fue una aseveración que no pasó desapercibida en las redes sociales, pero sí lo hizo en el Legislativo, ya que ninguna bancada parlamentaria dijo presente para desmentir al mandatario. Bastaba realizar una simple operación matemática para echar por tierra la audaz aseveración presidencial, pues con tal falacia don Sebastián aseguraba que se habían creado 13.888 empresas mensuales, o si usted prefiere hilar más fino en este asunto, 463 empresas diarias… o 19 empresas cada hora. De manera torcida y vivaracha, en la Moneda tomaron como “creación de empresa” la decisión de personas que iniciaron trabajos por cuenta propia, lo que en absoluto se condice con otra de las inefables afirmaciones presidenciales: “hemos creado miles de empleos de alta calidad”.

El silencio produjo ecos en el hemiciclo del legislativo. ¿Quién iba a contravenir los deseos y opiniones de la persona que está políticamente a la cabeza de las huestes corruptas mega empresariales, si estas eran -y siguen siendo- las financistas de campañas y de “regalos” variopintos, travestidos en negociados que generalmente crecen merced al engaño al fisco, al deterioro del medioambiente, a la expoliación brutal de los recursos naturales  y al robo a los bolsillos de la gente de a pie?

Es por ello, entonces, que la bajada de título de este artículo –parte de la letra del tango ‘Cambalache’- define a muchos parlamentarios. Habría que agregar otra estrofa de la inmortal melodía, aquella que deberían recitar a coro nuestros representantes y que reza: “vivimos revolcaos en un merengue y en un mismo lodo todos manoseaos”.

El Parlamento chileno ha dejado de ser el lugar donde se reunía la representación de toda la ciudadanía para producir leyes que sean el fiel reflejo de la voluntad popular. Hoy, el Congreso Nacional está cooptado por una especie de sociedad de parlamentarios malinches al servicio exclusivo del capital económico y financiero. A ellos hay que gritarles lo mismo que una vez espetó Cicerón: ¿Quosque tándem abutere  patientia nostra”? 

  • Malinche: mujer nahua que se convirtió en intérprete de Hernán Cortés y luego en su amante. Su figura ha sido relacionada por muchos con el papel de traidora de su pueblo por haber saboteado varios intentos de rebelión contra la dominación española. Además, según algunos relatos históricos, habría tenido un papel importante en la ejecución del emperador Moctezuma. De hecho, los mexicanos utilizan una palabra peyorativa para referirse a un complejo social que rechaza lo propio y favorece lo extranjero: malininchismo. 
  • Ser un «malinchista» suele encender los ánimos en una discusión entre los mexicanos que a lo largo de cinco siglos han aprendido que eso es ser traidor a la patria.
  • La Real Academia Española lo define como tener «apego a lo extranjero con menosprecio a lo propio».
  • Pero el Diccionario de Mexicanismos de la Academia Mexicana de la Lengua va más allá y lo define como un «complejo»: «Que tiene complejo de apego a lo extranjero». 

 

 

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