Teresa Valenzuela
Colaboradora de Radio Rebelde
Escrito el 8 de Enero del 2009
La Habana, Cuba.- Recuerdan quienes estuvieron allí el ocho de enero de 1959 como protagonistas y espectadores de la llegada triunfal de Fidel Castro al frente de la caravana de la libertad a la capital, que desde el dos de enero había salido de la provincia oriental de Santiago de Cuba, que aquel día hizo un intenso frío, sin embargo, abundó también la alegría para compartir, pues los barbudos traían desde la Sierra Maestra la libertad al pueblo que la abrazó e hizo suya para siempre.
Cincuenta años después el mismo escenario: Antes de 1959 Cuartel Columbia, símbolo de la opresión y la barbarie de la dictadura de Fulgencio Batista; a partir del triunfo revolucionario, Ciudad Escolar Libertad, lugar donde se educan las nuevas generaciones de cubanos en los valores humanistas y patrióticos.
Entre el grupo de integrantes del Ejército Rebelde, algunos de los cuales formaron parte de la tropa que lideraba Fidel se encontraba el combatiente Rafael Yera del Portal quien recuerda la euforia del pueblo que gritaba:» ya somos libres y daba vivas a la Revolución, al movimiento revolucionario 26 de julio y a Fidel».
A Pedro Labrador Pino, otro de los rebeldes, le asoma un brillo especial a los ojos cuando dice: «en todas las calles el pueblo esperaba a Fidel y los barbudos, era tanta la multitud que los carros no podían avanzar, no puedo evitar emocionarme cuando evoco aquellos días; cierro los ojos y me veo como entonces muy feliz».
Testigo muy especial
Su nombre es José Alberto León Lima y Fidel lo llamó siempre Leoncito; tenía 21 años en 1959; era uno de los miembros de la su escolta y más tarde su chofer.» Desde horas muy tempranas la gente con banderas cubanas y del 26 de julio en las manos desbordaba las calles; todos querían montar en el carro donde venía Fidel».
«Yo venía con él en el yipi -aclara- él no llega a la Habana desde el municipio El Cotorro en un tanque como muchos creen; allí él se baja del tanque, que era donde también venía su hijo «Fidelito» y toma el nuevo vehículo que lo trae junto a otros combatientes hasta Columbia».
¿Qué es lo que más le conmovió de aquel día?
Sin vacilar ni un instante responde:»Estar al lado de Fidel, acompañarlo en toda la trayectoria desde Oriente; pertenecer a su escolta, que considero un honor, un privilegio, un orgullo por protegerlo hasta La Habana».
En esa ocasión el Comandante en Jefe pronunció un brillante discurso que en una de sus partes decía:»Yo sé que al hablar esta noche aquí se me presenta una de las obligaciones más difíciles, quizás, en este largo proceso de lucha que se inició en Santiago de Cuba, el 30 de noviembre de 1956″.
Y continuaba el líder de la Revolución cubana: «Creo que es este un momento decisivo de nuestra historia: la tiranía ha sido derrocada. La alegría es inmensa. Y sin embargo, queda mucho por hacer todavía».
A medio siglo de aquel trascendental acontecimiento José Alberto León, Pedro Labrador y Rafael Yera cierran los ojos y se ven de nuevo emocionados dando vivas a Fidel y la Revolución aquel 8 de enero de 1959 que a partir de entonces formó parte de la historia de la Patria.