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Comunistas contra Stalin: una generación exterminada

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 El 5 de marzo de 1953 murió en las cercanìas de Moscú el político soviético Joseph Stalin, quien fue secretario general del PC desde 1922 hasta,  su muerte. Nacido en Gori (Georgia) en 1878, fue miembro del primer Politburó y una importante figura durante la revolución rusa, consolidándose en el poder tras la muerte de Lenin, como líder de la burocracia en la URSS.

Durante su mandato estableció una dictadura totalitaria, que especialmente durante las purgas de los años 30, liquidó al grueso de los viejos militantes bolcheviques y descabezó a la oficialidad del Ejercito Rojo, construyéndose grandes campos de concentración en los que eliminó a sus opositores políticos. Se instauró un imponente culto a su personalidad, convirtiendo a la URSS en una de las dictaduras más férreas del mundo durante décadas.

A continuación reproducimos un artículo sobre este periodo negro de la historia que hemos tomado de http://info.nodo50.org

Se publica “Comunistas contra Stalin” de Pierre Broué .

Por Pepe Gutiérrez-Álvarez

Esta obra, que viene a representar algo así como el “testamento” de Pierre Broué es el trabajo más completo y exhaustivo sobre una historia que merece ser conocida….

Esta edición de casi cuatrocientas páginas es el fruto del destacado esfuerzo colectivo de los componentes de una entidad tan modesta como la Fundación Andreu Nin, y en especial del equipo que ha dedicado horas y horas de trabajo a una traducción voluntaria necesaria para completar el esfuerzo que significaba su edición. Este equipo ha quedado reseñado en el libro con la siguiente nota: “Traducción de Andreu Coll, Margarita Díaz y Juan A. Herrero. Revisión de Andreu Coll y Carlos Artola”, equipo al que hay que añadirle el de todos los que han hecho el proyecto posible.

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Su autor es una viejo conocido, algunos ya lo conocíamos de los años sesenta, cuando gracias a los dobles fondos de algunas librerías pudimos acceder a La revolución y la guerra de España (publicada por el Fondo de Cultura Económica, una editorial mexicana creada por exiliados españoles a la que también pudimos conocer los siete volúmenes de la Historia del pensamiento socialista, de G.H. Cole), escrita con E. Temine. Significa el inicio de una nueva fase de ediciones de obras de Pierre que como tantos otros, desapareció de nuestras librerías en los aciagos años ochenta, y del que quedan importantes obras por traducir comenzando por su monumental biografía de Trotsky. Otra sería Staline et la Revolution. Le cas espagnol (1993), pero también habría que hablar de La revolución alemana que fue editada en dos volúmenes por y que ya no se encuentra, al contrario que otras como El partido bolchevique y Los procesos de Moscú, que se pueden encontrar en la Red…

El lector interesado encontrará algún trabajo mío sobre su obra y también sobre su vinculación militante que abandonó en 1989, justo el año en el que tuve ocasión de reanudar una cierta relación personal con él que se tradujo también en la colaboración en varios números de la revista Cahiers Leon Trotski, a la que no se podría definir en los términos que se hacen (“que han aportado valiosa información sobre la represión estalinista en varios lugares del mundo”) en la presentación que de Broué se hace en el libro, ya que, sin dejar de ser esto cierto , lo que ha definido los Cahiers ha sido la investigación exhaustiva de la trayectoria del movimiento trotskista internacional, con varios números sobre los años treinta en España por citar un ejemplo. En esa tarea, obviamente también se ha denunciado con rigor la represión estalinista.

En estos andurriales, la trágica aventura de la Oposición de Izquierdas era conocida por las propias obras de Broué, y también, por el segundo y tercer volumen que Deustcher dedicó a Trotsky, atreviéndome a decir como reiterado lector de esta, que estas quizás fuesen sus páginas más memorables. En este sentido, me permito hacer un inciso para contradecir la percepción de un antiguo camarada según la cual la biografía de Broué sobre Trotsky fue escrita para “rebatir la de Deustcher”, lo cual sería correcto sí se añadiera la frase “en algunos aspectos”, sobre en importantes detalles históricos sobre los que Broué manejaría una información más rigurosa y contrastada. Pero esto no reduciría un ápice los grandes méritos de Deustcher.

Anotemos que en un reseña “liberal” se objeta lo siguiente: “No debemos perder de vista que Broué era trotskista, y que Trotski, entre otras cosas, fue el fundador del Ejercito Rojo, que no fue una simple maquinaria de guerra, sino que se convirtió, por obra de su fundador, en un auténtico comisariado político que durante la guerra civil depuró las filas comunistas de forma sanguinaria. Sus modos expeditivos de actuar violaron la ley natural y las antiguas leyes humanizadoras de la guerra”. El responsable de estas líneas miente descaradamente, y podemos afirmar que todas las pesquisas que se han hecho con la intención de encontrar algún vestigio de lo que dicen, han sido rotundamente desmentidas por los documentos y testimonios, detalle que el propio Broué se encarga de desmenuzar en su biografía de Trotsky. En cuanto a “las antiguas leyes humanizadoras” de la guerra fueron destruidas de manera despiadada en el curso de la “Gran Guerra” como ya antes lo habían sido en las guerras coloniales.

La obra aborda la trágica aventura militante de una fracción muy amplia de los bolcheviques que, tras haber protagonizado páginas extraordinarias de la historia de la revolución, y baste señalar los ejemplos de Rakovski, Preobrazhenski o Smilga entre tantos otros, siguieron defiendo el “partido de la revolución” ante el ascenso de lo que se llamó “estalinismo” o sea el “partido del Estado”, el que apuesta por la institucionalización, por la jerarquía de mandos, por la concepción “religiosa” del “comunismo”, y el que finalmente, se deshace de toda oposición mediante el terror, hasta llegar casi a la “solución final” con lo que llamó “trotskismo”.

Tenemos que volver una y otra vez sobre esta obra capital en un momento histórico en el que persiste una suerte de “pensamiento único” sobre esta cuestión, un pensamiento que, como nos recuerda en sus trabajos, Antonio Muñoz Molina, un señor que empezó como novelista interesante hasta que fue encumbrado por PRISA, insiste en negar mayores diferencias entre el aparato burocrático que hundía sus raíces en las peores tradiciones zaristas, y los comunistas que por defender su ideario pluralista e internacionalista, por apostar por la recomposición de los movimientos y de los soviets padecieron todos los círculos del infirmo como evoca tan magistralmente Shalamov en su Relatos de Clima.

Esta “historia oficialista” del anticomunismo siempre ha rechazado a autores como Carr, Deustcher y por supuesto Pierre Broué, porque en obras como esta, pone en evidencia cómo la consolidación del poder de Stalin se produjo sobre el vacío social, el aislamiento de la revolución y la entronización de la cultura burocrática concebida como una pirámide al frente del cual Stalin alcanzó el poder absoluto. Lo que en un principio fue una controversia política, a principios de los años treinta pasó a valerse de los medios del terror y el crimen. Broué explica los mecanismos del ascenso estalinista, y muestra la existencia de otros comunistas, los que hicieron honor al ideal por el que sufrieron persecución y la maldición de verse acusados justamente de todo lo contrario de lo que creían y actuaban. Hoy en día, esta batalla contra el estalinismo está ganada culturalmente y moralmente. El debate pues se desarrolla en otro ámbito, en contra de las escuelas conservadoras que tratan de establecer la medida del comunismo por el estalinismo, su mayor negación. La obra aporta datos muy importantes también para comprender lo que supuso el estalinismo históricamente, y en su extensión internacional, como su triunfo significaría, a la larga, la descomposición de un movimiento que comenzó con el mayor desafío que los poderosos habían conocido a lo largo de la historia. Un desafío que unía el movimiento real con el pensamiento analítico más avanzado.

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En una la misma nota “liberal” que me ha llegado sobre el libro he podido leo: “si bien es verdad que el libro desvela la “maldad de Stalin” no es menos verdad que oculta la de otros. Con carácter general trata a los opositores de Stalin como valientes, lo cual fue cierto en muchos casos, pues sabían que se enfrentaban al exilio e incluso a la muerte en el Gulag, los campos de exterminio soviéticos, mucho más temibles que los nazis. Sin embargo, no se puede sostener, ni mucho menos, que todos los represaliados defendieran un socialismo democrático que no pudo ser. Esto no es cierto, muchos de ellos tenían una visión diferente del comunismo, pero no por ello era un comunismo democrático”…Broué no entra en la “maldad de Stalin” sino en la lógica sustituiste de la burocracia, en el peso de la tradición bárbara.

En cuanto a los represaliados, está claro que ninguno defendía el “socialismo democrático” si por esto se todo ellos se entiende el socialismo verbal de los gestores leales del capitalismo con todas sus consecuencias…Defendían el socialismo de los consejos obreros que los desastres de la guerra provocada por la estrategia “contra” de las grandes potencias que acabó trastornando las ya arduas condiciones objetivas de la Rusia soviética y provocando el abismo social en el que se gestó el estalinismo.

Creo que los lectores agradecerán el anexo, publicado ya hace tiempo, pero que puede ayudar a comprender mejor las intenciones de Broué al escribir este libro inexcusable todos aquellos y aquellas que quieren conocer un capítulo clave en la historia del siglo XX.

ANEXO: ¿QUÉ FUÉ LA OPOSICIÓN DE IZQUIERDAS?

A continuación presentamos un reportaje realizado a Pierre Broué por el Centro de Investigaciones y Publicaciones León Trotsky (CEIP) de Argentina. Pierre Broué, historiador trotskista, es el director del Instituto León Trotsky de Francia, uno de los mayores centros de difusión de las obras de León Trotsky, contando entre sus publicaciones más importantes los «Cahiers León Trotsky» que ya cuentan con alrededor de 60 números. En esta entrevista, Pierre Broué relata su visión sobre el desarrollo de la Oposición de Izquierda, aportando importantes datos de sus últimas investigaciones. Traducido por Rossana Cortez

1. Hay muchos jóvenes que se acercan al movimiento trotskista, pero que aún desconocen el proceso de la Oposición de Izquierda. ¿Podría contar para ellos la historia de la Oposición?

La Oposición de Izquierda nació en las filas del Partido Bolchevique, el Partido Comunista de la URSS y de la Juventud Comunista en el otoño de 1923.

Desde hacía aproximadamente un año, se había desarrollado una intensa discusión sobre la cuestión de la opresión nacional de las minorías no rusas. Christian Rakovsky, cercano a Trotsky, había logrado convencer a Lenin sobre el carácter escandaloso del trato dado a los pueblos no rusos en la URSS. Siendo jefe del gobierno ucraniano, consiguió que el PC de Ucrania organizara una discusión pública sobre los últimos escritos de Lenin que contenían sus acusaciones de «chauvinismo gran ruso» contra Stalin, y publicar un folleto que era un verdadero manifiesto comunista contra la burocratización del estado y del partido.

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En el punto de partida del nacimiento de la Oposición, estuvo una carta de Trotsky a los demás dirigentes del PC. Lógicamente indignado porque el jefe de la GPU, Dzerjinski, había convocado a los miembros del partido a vigilar y a ayudar a la represión contra los trabajadores, que estaban duramente golpeados por la crisis y que se manifestaban o hacían huelgas, Trotsky pidió un retorno a la democracia en el partido. El buró político, frente a esta carta, simuló hacer concesiones y votó por unanimidad una resolución sobre el «Nuevo curso». Fue entonces Stalin, secretario general del partido, quien reorganizó el aparato manteniéndolo bien entre sus manos, y dio una interpretación pública de este «nuevo curso» en contra de su verdadero espíritu y en contra de la democracia. Trotsky protestó inmediatamente mediante una carta que llevaba este título. Al mismo tiempo, cuestionó a los dirigentes (Zinoviev, Kamenev, Stalin) por su responsabilidad en la derrota sin combate de la insurrección alemana prevista y organizada por la Internacional en octubre de 1923.

En el mismo momento, informaba a sus amigos más cercanos, miembros responsables del partido, sobre sus inquietudes; 46 viejos bolcheviques dirigieron al buró político una carta sobre la democracia y la burocratización del partido que la dirección proclamó como «fraccional», por lo tanto, nula y sin valor. El buró político aceptó sin embargo el comienzo de una discusión en el partido sobre la cuestión planteada anteriormente, y la publicación de las contribuciones de los militantes en la prensa, que éste luego censuró duramente.

El aparato del partido, después del recuento de votos, proclamó la victoria de la dirección. Trotsky, enfermo, fue reemplazado por Preobrajensky en la X Conferencia. Durante la discusión y el voto, por la insistencia de Trotsky, las relaciones entre sus partidarios permanecieron informales y la Oposición no constituyó una «fracción», porque las reglas del partido lo prohibían. Pero el aparato funcionaba como una fracción.

Recién en 1926, luego de su fusión con la «Nueva Oposición» de Zinoviev y Kamenev que se había reunido contra la política pro capitalista de la neo NEP, que otorgó concesiones importantes a los kulaks (campesinos acomodados), la Oposición de Izquierda se organizó como fracción clandestina en el Partido, con disciplina propia , la unificación recién se llevó a cabo en la cumbre entre «trotskistas» y «zinovievistas». Luego de la crítica a la política de Stalin – Bujarin que culminó con la Revolución China entregada a Chiang Kai Chek, la Oposición de Izquierda contó oficialmente con más de 10.000 miembros y un número infinitamente mayor de simpatizantes.

El estudio que realicé de la ciudad obrera de Kharkov, destacó datos muy interesantes: los oppositsionneri, miembros de la Oposición de Izquierda, eran más numerosos en Kharkov en 1927 que los bolcheviques en 1917, antes de la revolución de febrero. La mayoría eran jóvenes obreros menores de 30 años, la generación de Octubre, y sus dirigentes eran combatientes clandestinos de la guerra civil. Hubo decenas de miles de excluidos, oposicionistas o simpatizantes, pero la organización clandestina constituida a fines de 1927, desde la exclusión continuó existiendo por más años, desapareciendo en el comienzo de los años ‘30.

2. ¿Cuál es su visión del combate del stalinismo contra la Oposición de Izquierda?

El stalinismo, es decir, la burocracia Partido-Estado que había usurpado el poder de los miembros del partido y de los soviets, no dejó de endurecer sus métodos en la lucha contra la Oposición de Izquierda. Al comienzo, se contentó con falsificar los votos en los congresos y conferencias, utilizando la calumnia a gran escala. Así la conferencia de 1923, definió a la Oposición de Izquierda como una «desviación socialdemócrata». De este modo, Trotsky fue acusado de haber sido siempre el principal adversario de Lenin y del bolchevismo, y luego de acercarse a posiciones socialdemócratas y burguesas. Paralelamente, la burocracia introducía el culto a la personalidad, escribía nuevamente la historia del partido poniendo un signo igual entre Stalin y Lenin, minimizando sistemáticamente el rol de los viejos bolcheviques ligados a Trotsky y convirtiendo en héroes a stalinistas oscuros.

En el partido, fueron combatidos sistemáticamente por los métodos del aparato, falsificando los votos, aislando a los oposicionistas, exiliando a los militantes más conocidos en puestos diplomáticos como a Rakovsky, Preobrajensky, o en funciones en Siberia o en el Extremo Oriente soviético, como Smilga, cambiándolos simplemente de destino cuando eran trabajadores ordinarios, en nombre de «los intereses del partido». Los stalinistas lanzaron sobre la Oposición de Izquierda a los agentes de la GPU que los vigilaban, informaban sus actividades, observaban y registraban sus visitas para trazar el contorno de las organizaciones clandestinas, a las que los traslados desorganizaban enseguida. Los archivos ordinarios están llenos de informes denunciando reuniones «fraccionales» que le valían generalmente a sus participantes la exclusión del partido.

Unicamente a partir del verano de 1927, temiendo no ser seguido por todos sus partidarios en el Comité Central, Stalin decidió recurrir a los medios policíacos y lanzar con todo a la GPU en una batalla para destruir a la Oposición. El famoso asunto de la imprenta de la Oposición de Izquierda es el primer hecho que ilustra esta cuestión. Un antiguo oficial blanco devenido en agente de la GPU propuso a los oposicionistas publicar su plataforma, lo que les valió ser acusados enseguida de trabajar con… los blancos, método clásico de la provocación que será, a partir de ahora el arma favorita de Stalin. Asimismo, la GPU, organizando un sagaz «bloqueo diferencial» de la correspondencia creará las condiciones de la crisis que, a finales de los años 20, golpeará rudamente a la Oposición.

Después de 1928, en el momento en que una fracción importante de la Oposición de Izquierda, varios de los viejos bolcheviques, Smilga, Radek, Smirnov, Preobrajensky capitulan y cuando Trotsky es expulsado de la URSS, las condiciones se vuelven dramáticas. No hay casi más oposicionistas en el exilio, libres de movimiento como al principio, sino que hay cada vez más detenidos en las prisiones políticas, los isolatori. F.N.Dingelstedt, organiza en Solovski una huelga de hambre triunfante por el régimen político de todos los detenidos.

Sin embargo, la Oposición de Izquierda no muere. Por el contrario, resucita. En 1931, Iván Nikitich Smirnov se reintegra y constituye un nuevo grupo de oposición que va a reunir a Preobrajensky y Smilga y que toma contacto con Trotsky por intermedio de Sedov en Berlín. Logra inclusive constituir un grupo, con Zinoviev, Lominadzé y otros oposicionistas no trotskistas, un «Bloque de oposición» que es descubierto en 1933.

A partir de 1933, los «trotskistas» de todas las generaciones, «capituladores», «ex-capituladores» o «jamás capituladores» comienzan a ser masivamente arrestados y condenados o recondenados por decisión administrativa. Algunos, como Solntsev, mueren haciendo huelga de hambre contra estas escandalosas medidas. En Magadan y Vorkuta, hombres heroicos, Iakovin, Gevorkian, el dirigente sindical Krol y otros viejos oposicionistas organizan huelgas de hambre. Finalmente, reagrupados en la primavera de 1938, todos los trotskistas que habían sobrevivido fueron ametrallados en contingentes cotidianos luego de ser obligados a cavar nuevas tumbas para los próximos fusilamientos. Rakovsky capitula, probablemente a cambio de un trato. Fue él quien había sucedido a Trotsky en la URSS en el máximo puesto de la Oposición de Izquierda, y a cambio de una declaración, exigió que les perdonen la vida a los jóvenes camaradas -sobre todo Volfson– que lo habían ayudado. Todos serán fusilados, Rakovsky en último lugar, y su cuerpo fue cortado en pedazos y tirado a los lobos.

3. ¿Cómo era la vida política de la Oposición en los campos de deportación?

Aquí saltean un importante período de la historia de la Oposición de Izquierda, porque los «campos» sólo aparecieron más tarde, a mediados de los años 30. Existe a finales de los años 20 una correspondencia muy activa entre deportados libres… cuando la GPU decide dejar pasar las cartas. Son apasionantes, abordando todas las cuestiones de la degeneración del partido, del nacimiento de una burocracia todopoderosa, de la terrible condición de los obreros y los campesinos sometidos a un régimen policíaco.

En este período y a comienzos de los años 30, existen testimonios de todo tipo sobre las prisiones en donde los «bolcheviques leninistas» se organizaban en colectivos y en algunos casos, consiguen hacer funcionar en lugares como Cheliabinsk, Verkneuralsk o en Solovski, verdaderas universidades obreras entre los muros de la prisión. Hay varias tendencias entre los «bolcheviques leninistas» de la Oposición de Izquierda, cada una de las cuales tiene su periódico mural y discuten con pasión. En los años 30, se discuten todos los problemas políticos, los planes quinquenales, la colectivización forzosa, el proceso contra «el centro de los mencheviques», etc.

A partir de 1935, a pesar del peligro mortal inmediato, los detenidos siguen todo lo que ocurre en España, preparan manifestaciones contra los procesos y las ejecuciones. Existen testimonios, por ejemplo, sobre el campo de aislamiento de Souzdalen donde Ivan Nikitich Smirnov, desde su ventana, arenga a los detenidos, poco antes de ser enviado a Moscú y condenado en el primer proceso. Y sabemos que en Magadan, Tania Miagkova, que fue durante años la colaboradora de Rakovsky, logró reunir firmas para protestar contra las ejecuciones llevadas a cabo luego de una huelga de hambre.

Sólo la muerte podía paralizar a estos heroicos hombres y mujeres.

4. ¿Qué opinión le merece el caso de Rogovin, un ex miembro del PCUS que, en los últimos años de su vida reivindicó a la Oposición de Izquierda? ¿Usted conoce otros casos similares?

Conocí personalmente la historia de Vadim Rogovin, un hombre de un coraje excepcional. Cuando lo conocí, me aseguraba que luego de 1927, no habían existido en la URSS más que trotskistas capituladores. Felizmente los archivos le permitieron verificar que estaba equivocado. No es el único que ha seguido ese camino. Publiqué en los Cahiers León Trotsky varios artículos de Alexander Pantsov sobre Trotsky o sobre la revolución china y algunos otros. Recibí cartas de historiadores rusos, incluso estudiantes que me pedían ayuda o consejo.

Observen ustedes la historia, la producción histórica en Rusia hoy es a dos niveles: una corriente oficial, anticomunista de «guerra fría» que no vale nada, desde ningún punto de vista, pero llena libros, artículos de revista, películas de televisión o emisiones radiales, para quien lo importante es limpiar la revolución. Y luego una contra corriente de literatura histórica, no clandestina, pero discreta, en pequeñas revistas, boletines impresos, investigaciones universitarias. Se impondrá cuando la situación se invierta y la clase obrera se erija en toda su estatura. Además, en Rusia hay gente seria. Recientemente salió un artículo muy elogioso y bastante completo consagrado a Trotsky en el semanario El Observatorio Militar.

5. Durante años el stalinismo trató de demostrar que la Oposición de Izquierda era sectaria y estaba aislada de las masas. ¿Cuál fue la real incidencia de la Oposición de Izquierda y de la Cuarta Internacional sobre los revolucionarios?

La pregunta no es fácil y serían necesarias muchas páginas para responderla de manera satisfactoria. Además, no estoy seguro, aún cuando quisiera hacerlo, de ser capaz de dar una respuesta que cubra sus expectativas.

Trotsky escudriñaba la vida y la política en la URSS y había asegurado más de una vez que tal o cual suceso llevaría la marca de la existencia de la Oposición de Izquierda cuya presión había obligado a Stalin a operar un giro brusco par evitar la catástrofe «bajo el látigo de la Oposición», como él escribía. Para este último, el objetivo era convencer y ganar al corazón, al núcleo obrero del partido bolchevique. Para impedir esto, hacía falta matarlos a todos. Y Stalin los mató a todos. La Oposición de Izquierda alemana, surgida del Partido Comunista Alemán, formada bajo el ejemplo y la influencia directa de la Oposición rusa, llevó un magnífico combate por el frente único, contra la política criminal de división de las filas obreras puesta en marcha por Stalin y tenía una audiencia real, apoyada en la genial producción de Trotsky de panfletos y trabajos políticos sobre Alemania. Trotsky creyó hasta último momento que la Oposición encontraría el camino hacia las masas alemanas y las lanzaría al combate unido. Nada de esto ocurrió. Esta falange heroica fue aplastada finalmente por los stalinistas y los nazis, y los trotskistas del resto del mundo no encontraron, después de la caída de Hitler, más que cadáveres y sombras. Los stalinistas decían que la Oposición de Izquierda internacional estaba «cortada de las masas». Era un hecho indiscutible que Trotsky, en varias oportunidades, intentó analizar, teniendo en cuenta el momento preciso de la historia de cada país, la estructura de la clase obrera involucrada y de su historia concreta. Y no es menos indiscutible que, aunque no en el sentido en que lo decían los stalinistas, el aislamiento de las masas termina siempre conduciendo al sectarismo a los mejores combatientes obreros. Parte de la explicación que buscan ustedes, y yo con ustedes, se encuentra sin duda, en el hecho que la Oposición de Izquierda rusa era un organismo nacido del partido tradicional, histórico, del movimiento obrero ruso, el partido bolchevique, y que la Oposición alemana había nacido del núcleo proletario más sólido y más sano de la socialdemocracia alemana, partido también tradicional e histórico de la clase obrera, el Partido Comunista alemán (KPD) agrupado en su primera fase en 1917, en las filas del Partido Socialdemócrata Independiente (USPD).

En muchos otros países, se esbozó un movimiento semejante pero en cada oportunidad fue quebrado por una coalición de fuerzas adversas. Así, la Oposición de Izquierda china fue destruida por la represión del Kuomingtang y las soplonerías de los hombres de Stalin en 1932. ¿Ustedes creen que es el momento de hacer un balance de la Cuarta Internacional? Creo desde hace mucho tiempo que probó su derecho a existir en la medida que sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial y a un «acoso» sin precedentes. En verdad, el mayor mérito de los militantes de la IV que han sido los más valientes, los más tenaces y los más devotos, es, sin duda, el haber difundido las ideas de la Oposición en su lucha contra Stalin, sobre la naturaleza del estado obrero burocratizado, la degeneración del partido, el pasaje del stalinismo al lado del orden burgués y su rol contrarrevolucionario.

Sin embargo, no puede ocultarse el hecho de que la herencia del pensamiento de Trotsky y de los revolucionarios bolcheviques fue salvaguardada únicamente al precio de una alteración que frecuentemente tomó el carácter de un agotamiento, de un retraimiento. El pensamiento vivo fue transformado en una serie de recetas que los discípulos de Trotsky aplicaron sin tener en cuenta el contexto y el movimiento real, transformando el análisis en descripción mecánica y el pronóstico condicional en profecía mesiánica. Ahora me parece que la IV, luego de la muerte de Trotsky, cometió los errores más grandes, de terribles y mortales oscilaciones, desde el peor sectarismo mesiánico que no puede justificarse a los ojos de las masas, hasta un oportunismo que ha sido un trampolín para varios de nuestros antecesores que se pasaron a las filas de los enemigos de clase, de los que no tenemos razones para tener vergüenza: a su manera, también son víctimas de los combates de clase que hemos perdido. Pienso en definitiva que, en su combate por la IV, Trotsky reunió y actualizó, los agudos fundamentos de un combate universal permanente por el socialismo y por su instrumento, la Internacional de los trabajadores. Lo más importante de todo, es su método de análisis de la realidad presente en los caminos futuros. Nos pertenece a todos, y sobre todo a ustedes, el utilizar sus enseñanzas para apropiarnos de su método, en otros términos, pensar y decidir por nosotros mismos los problemas que nos atañen.

6. ¿Qué opinión le merece el recientemente publicado «Libro negro sobre el comunismo»?

El «Libro Negro sobre el Comunismo» es el resultado de una serie de trabajos coordinados por Stephane Courtois, antiguo maoísta –la peor especie de los stalinistas contemporáneos. El objetivo es muy claro: para él, el comunismo es «criminógeno», engendra el crimen y todo comunista es un asesino en potencia.

Para lograr la convicción del lector, no retrocede ante nada. Así, cuenta en las «víctimas del comunismo» a todos los que murieron en territorio ruso cuando los comunistas estaban en el poder, incluidas las víctimas de las epidemias, de la hambruna, de la contrarrevolución en Finlandia o de los blancos durante la guerra civil.

Trata con soberano desprecio a las consideraciones elementales de contexto, por ejemplo, con respecto a la guerra que ha nutrido a la revolución, la hizo necesaria, la ha facilitado y le dio el ejemplo cotidiano de la muerte. Haciendo caso omiso de todas las enseñanzas fácticas y teóricas de la historia, niega lisa y llanamente a esta última, estableciendo como postulado que existe una esencia del comunismo que no ha variado nunca de Lenin a Breznev, que Trotsky y Pol Pot son productos equivalentes, y que las víctimas son potencialmente tan criminales como los verdugos si son comunistas.

Habla del «campo de Solovki» antes de 1923 cuyo régimen político fue reivindicado y reclamado con el precio de su vida por miles de huelguistas de hambre, como si se tratara del Gulag de los años 40. De todos modos, para él, el stalinismo no existe y sus oponentes comunistas son verdaderos «embaucadores» destinados, en última instancia, a protegerlo.

La filosofía del «Libro Negro…» es una concepción del mundo en el que ya se ha distendido el pacto anti Comintern de Hitler y Mussolini así como el terror franquista, antes de inspirar a los hombres de la «guerra fría» en EEUU.

La discusión en Francia ha provocado severas críticas por parte de gente competente y sobre todo de historiadores a los que Courtois se guarda bien de responder. Con una gran publicidad y un snobismo del anticomunismo –un libro que «defiende» a la sociedad!– fue un éxito de librería; sin embargo, son raros los que lo han leído de punta a punta, aunque muchos, como los diputados de derecha de la Cámara francesa, lo llevan debajo del brazo como un abanico…

A los amigos de la Junta argentina y Pinochet les gustará mucho.

7. Hace aproximadamente un año que en Argentina hemos abierto el Centro de Estudios, Investigaciones y Publicaciones León Trotsky, cuya meta es la reivindicación de su figura y de su obra, y como primera publicación hemos editado los «Escritos Latinoamericanos de León Trotsky». ¿Qué comentarios le despierta esta iniciativa?

Es una excelente iniciativa y he apreciado el cuidado en presentar bien el volumen con las notas necesarias. Es un buen trabajo. Es necesario continuar, pero evidentemente, como ya lo he dicho, subrayando que, en estos libros, no hay que buscar una serie de recetas a aplicar mecánicamente, sino un método de análisis que debe conducir, individual y conjuntamente, a servirse de su propia inteligencia y a pensar por uno mismo.

El Centro de Investigaciones y Publicaciones León Trotsky de Argentina es una institución de reciente formación dedicada a l difusión de la obra y la figura de León Trotsky.

Fuente:Kaosenlared.net

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