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Cine – Cada 30 horas

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Alejandra Perdomo. El Viejo Topo

Cada 30 horas

En la foto Alejandra Perdomo
“Cuatro días antes de morir, ella estuvo en mi cumpleaños y dijo en esa mesa que su matrimonio era el más feliz del mundo, y que no había una pareja como la de ellos. Sin embargo, a los cuatro días, él la mató.” Quien habla a la cámara es Beatriz Regal, madre de Wanda Taddei, asesinada por su marido Eduardo Vázquez, baterista de Callejeros.

Las letras de molde blancas, congeladas durante unos segundos sobre el fondo negro de la pantalla, revelan una realidad desoladora: la Asociación Civil Casa del Encuentro registró 295 femicidios en la Argentina durante 2013. El número de casos no se redujo en los años posteriores, y es por ello que se estima que una mujer muere cada 30 horas, víctima de violencia de género. De esa estadística partió la documentalista Alejandra Perdomo para filmar Cada 30 horas, un relato en el que se cruzan diversos testimonios de familiares de víctimas y de sobrevivientes, y que podrá verse hoy por última vez –al menos por ahora– en el Cine Gaumont (Rivadavia 1635).
Fue en 2014 –meses antes de la primera movilización del 3 de junio de 2015, convocada bajo la consigna Ni Una Menos– que la cineasta se embarcó en la investigación de su nueva película que reúne las historias de tres casos resonantes como fueron los de Wanda Taddei, Julieta Mena y Angeles Rawson, a través del recuerdo de sus madres Beatriz Regal, Marcela Morera y Jimena Aduriz. Como contracara de la tragedia, a su vez, dos mujeres sobrevivientes de la violencia machista, Karina Abregú y Alicia Chamorro, cuentan sus experiencias, convertidas hoy en causas destinadas a concientizar.

Cada 30 horas

Entre los entrevistados, además, se encuentran Jorge Taddei, padre de Wanda; Julio César Torrada, abogado penalista y presidente del Instituto de Políticas de Género Wanda Taddei; Eva Giberti, psicóloga, trabajadora social y creadora y coordinadora del Programa Las Víctimas contra las Violencias (línea 137) que funciona dentro del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, y Mariana Carbajal, periodista de PáginaI12 y especialista en temáticas de género.

“Esta es una problemática en la cual el amarillismo o el golpe bajo podrían ser algo cercano, pero se trató de cuidar a todos los que participan en la película”, advierte la realizadora. “Una de las cosas que más querría es que puedan verla los chicos en las escuelas secundarias. Hay que hacer un trabajo muy largo, con mucha perseverancia, y tratar de cambiar el pensamiento”, reflexiona.

La rigurosidad del trabajo documental de Perdomo abre debates e interrogantes acerca del entramado social patriarcal que posibilita cualquier forma de violencia contra las mujeres, al mismo tiempo que revela las fallas del sistema mediático y judicial que con sus políticas generan una revictimización en lugar de ofrecer contención.

Cada 30 horas–¿Cómo surge el proyecto de Cada 30 horas?

–Empecé por interesarme en el fenómeno de la violencia de género, no parada desde mi trabajo de documentalista, sino desde mi lugar de ciudadana común y de mujer. Mi primera alerta fue en 2010, con la muerte de Wanda Taddei. Creo que a todos nos conmocionó y se dieron varios ingredientes que hicieron que la prensa cubriera mucho el caso. La sociedad creía que había sido un accidente y no se hablaba de femicidio, pero sus padres lograron que se reabriera la causa y que cambiara la carátula, y supieron que había sido un asesinato. Luego, aparecieron más noticias de mujeres quemadas, y ahí me pregunté qué se podía hacer. Empecé a investigar, a guardar información, y a cuestionarme de qué manera se informaba sobre estos casos y después de encontrarme cotidianamente con esas muertes, dije “Hay que empezar a trabajar”. Para esto me pareció fundamental tener la palabra de Eva Giberti, entonces me acerqué a ella para hablar del programa que creó con la línea 137, que tiene un método de trabajo de excelencia.

–Quienes integran ese programa tienen una mirada de género, y Eva Giberti en el documental denuncia precisamente que, por ejemplo, los jueces y las juezas no están formados con esa mirada…

–Sí. Conociendo esta realidad, no deberían asombrarnos la reacción y los fallos de la justicia, que no tiene la menor idea de qué se trata esto. Por eso, fui a proponerle a la Doctora Giberti si me permitía que la línea 137 formara parte del proyecto, como una suerte de eje. Esto me parecía muy importante, porque si el documental no tenía una llave que mostrara soluciones y herramientas, sólo iba a quedarse en la denuncia. La película tiene que servir no sólo para visibilizar lo que ya conocemos, sino para conocer las herramientas de las cuales dispone una mujer que quiere salir del círculo de la violencia. Y en el caso de que no pueda, es importante que su entorno cercano sepa cómo instrumentar una ayuda para ella.

Cada 30 horas–Usted pone en escena los casos de Wanda Taddei, Julieta Mena y Angeles Rawson, a través del recuerdo de sus madres. ¿Qué motivó esta elección?

–En primer lugar decidí contar el caso de Wanda Taddei porque fue el que hizo que me diera cuenta lo que estaba pasando respecto de la violencia hacia las mujeres. Recuerdo el día en el que me puse en contacto con sus padres. Los llamé por teléfono, y me atendió Jorge. Le conté quién era, le propuse ir a su casa o al lugar que quisiera y llevarle una carpeta con el proyecto para que eligiera si su historia podía formar parte, y me dijo: “Vení con el equipo a filmar, mañana o pasado. Yo estoy para esto”. Esa entrevista fue la más dura que tuve en mi vida. Luego me contacté con el Refugio Uguet Mondaca, que está ubicado en Burzaco, porque me parecía que faltaba darle voz a una persona que hubiera podido salir del círculo de la violencia y se hubiera podido rearmar. Justamente, la mamá de Angeles Rawson y la mamá de Julieta Mena son madrinas del refugio, y ahí es donde se produjo el cruce. Estas madres han salido a los medios, han visibilizado su lucha, y cuando les propuse formar parte de este documental, no dudaron.

–Después de todo el proceso de investigación realizado, ¿en qué áreas cree que hay que trabajar para comenzar a revertir esta situación?

–Como dice Jorge Taddei en la película, hay que empezar a trabajar desde todos los sectores. Queremos llevar esta película al interior del país, y contar con todos los espacios Incaa. Y si no se puede proyectar en los cines, hay que llevarla a los clubes y a las escuelas. Hay que hacer un recorrido muy grande, y hay que empezar ya. No se puede dejar para mañana, porque todos los días aparece una mujer, una adolescente o una niña muerta.

–El documental replica la consigna Ni Una Menos. En simultáneo, en el debate público, aparecieron otras consignas como “Ni uno menos” o “Nadie menos” que tergiversan el reclamo original. ¿Qué reflexión tiene al respecto?

–Está claro que no tiene que ejercerse la violencia contra ningún ser vivo, pero las que están apareciendo muertas son las mujeres. La película, en ese sentido, pretende ser muy clara. En algún momento de la investigación, alguien me preguntó por qué no entrevistaba a un agresor, y le contesté que no lo hice porque no me interesa darle voz a alguien que ya fue claro en su hecho. La consigna que hoy tiene que estar en agenda, entonces, es Ni Una Menos. No le doy entidad a las otras consignas. No hay que embarrar la cancha.

Cada 30 horas

Ficha técnica:

Título original: Cada 30 horas
Año: 2016
Duración: 73 min.
País: Argentina Argentina
Director: Alejandra Perdomo

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