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Austeridad y medidas insuficientes en plena pandemia

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Latindadd expresa su posición frente a las Reuniones de Primavera del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial

Las reuniones virtuales de Primavera del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial  se desarrollan en medio de todas las dificultades provenientes de los efectos de la pandemia causada por la Covid-19, donde la pobreza se incrementa, así como los niveles de desigualdad, en medio de un panorama de incertidumbre.

Estados Unidos y China encabezan el mayor crecimiento económico por encima del 6% y los países en desarrollo, al contrario, presentan una contracción a nivel per cápita.

El FMI advierte un riesgo de sobreendeudamiento en el caso que las inversiones no tengan las tasas de retorno adecuadas en el mediano plazo.

Latindadd considera, en su análisis, que se deben pensar acciones de reformas profundas al aparato productivo de los países latinoamericanos. La dependencia de las exportaciones de materias primas los hacen altamente vulnerables a recurrentes déficit de cuenta corriente, compensados con medidas de austeridad fiscal.

La pandemia ha hecho especial mella en la gran mayoría de los países de América Latina que, sin alternativas serias de vacunación exitosa, será poco probable que logren una recuperación económica de la región, agravada por el hecho de un mayor endeudamiento, incluso desde antes de la pandemia.

Consideramos que la extensión de la Iniciativa de Suspensión del Servicio de la Deuda (DSSI) y el Marco Común (CF) no son una salida para la región. Al excluir a países de ingresos medio, excluyen a la gran mayoría de Latinoamérica y los tres únicos países elegibles (Honduras, Nicaragua, Haití) que podían haberse acogido, no lo hicieron.

Las iniciativas del G20 están lejos de la cancelación de deuda que necesitan algunos países centroamericanos golpeados por los huracanes IOTA y ETA, y de la reestructuración integral que contemple una salida sostenible de la deuda en el largo plazo. Además, la crisis multidimensional del COVID-19 ha exacerbado otras vulnerabilidades como los espacios fiscales reducidos, los deficientes servicios públicos, los altos niveles de pobreza y la desigualdad más alta  a nivel mundial.

Las políticas de alivio no pueden enfocarse exclusivamente en los países más pobres, puesto que los países de ingreso medio tienen riesgo de que 72 millones de personas caigan en la pobreza.

Lamentablemente, las reuniones de primavera del FMI y el Banco Mundial fueron una oportunidad desaprovechada para avanzar en una reestructuración de la arquitectura financiera global.

La casi segura decisión que autorizará la emisión de Derechos Especiales de Giro (DEG) por USD 650.000 millones es una noticia agridulce. Por una parte, hay un reconocimiento de los países del G20 en la necesidad de viabilizar el acceso a liquidez de los países en desarrollo a través de dicha emisión. No obstante, los recursos no serán suficientes. Organizaciones de Sociedad Civil han pedido al FMI y al G20 la emisión de DEG por un equivalente a USD 3 billones para atender las necesidades de financiamiento de los países en desarrollo.

Estas reuniones han sido una oportunidad desaprovechada para avanzar en una reestructuración de la arquitectura financiera global; la única alternativa es un mayor endeudamiento de los países, lo que llevaría a la región latinoamericana a la posibilidad de una nueva década perdida. 

Para las Organizaciones de la Sociedad Civil queda una serie de retos y compromisos para hacer frente a estas amenazas y mantener la demanda y el reclamo por una coordinación multilateral renovada que ponga la vida en primer lugar.

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