Pidiéndole huelga al sindicato
Entre el lunes y el miércoles el gobierno de Mauricio Macri enfrentó las protestas de docentes, sindicatos y mujeres en reclamo de medidas que garanticen los derechos laborales y sociales.
Fabián Kovacic, desde Buenos Aires
Brecha, 10-2-2017
“Ponele fecha al paro” fue la frase coreada por la multitud ante cada intervención de los dirigentes de la Cgt durante el acto del martes 7 en pleno centro porteño. Sin embargo, ninguno de los tres secretarios generales de la central obrera –Carlos Acuña, Juan Carlos Schmidt y Héctor Daer– puso fecha para un paro general nacional, tal como exigían las casi 500 mil personas movilizadas.
Entre el lunes y el miércoles, el gobierno de Mauricio Macri enfrentó las protestas de docentes, sindicatos y mujeres en reclamo de medidas que garanticen los derechos laborales y sociales.
La marcha convocada por la Cgt demostró un nivel de movilización y malestar social tan grande como los números del retroceso económico argentino en el último año: una inflación del 42 por ciento anual en 2016, según el Banco Central, que proyecta una cifra del 21 por ciento para 2017; una toma de deuda de 77.000 millones de dólares en lo que va de la gestión de Macri, y una fuga de divisas de 15.000 millones de dólares, sólo hasta octubre de 2016: otros 10.000 millones se fugaron entre noviembre y febrero pasados, según datos del Banco Central y del Observatorio de la Deuda Externa de la Universidad Metropolitana del Trabajo; el desempleo creció al 10 por ciento según el oficialista Indec, lo que representa más de 1,5 millones de trabajadores sin empleo.
El lunes los docentes de todo el país decretaron una huelga de 48 horas. La provincia de Buenos Aires continuó el paro un día más ante la negativa de la gobernadora, María Eugenia Vidal, a negociar. Al mediodía del lunes, frente al Ministerio de Educación unos 70 mil maestros exigieron la reapertura de la paritaria nacional para negociar salarios, y abuchearon al secretario general de la Cgt Acuña, quien ante el reclamo de los docentes de una huelga general prometió “un paro antes de fin de mes”.
¿Qué pasó entre el mediodía del lunes y el del martes para que la presunta fecha fijada para el paro nacional naufragara en la imprecisión? Según lanzó el periodista Roberto Navarro en el canal de noticias C5N, la billetera de la Casa Rosada, manejada en este caso por el ministro de Trabajo, Jorge Triaca (hijo), torció en 24 horas la voluntad de por lo menos dos de los tres triunviros de la Cgt. Triaca es hijo del fallecido dirigente gremial que atravesó ileso la dictadura, y heredó los contactos de su padre en el mundo sindical. En los días previos a la marcha hizo sonar la melodía más apreciada por los dirigentes: los fondos para las obras sociales sindicales. Este dinero es la zanahoria que el macrismo ha puesto en juego para domesticar a los líderes cegetistas: el 16 de diciembre de 2015, apenas cinco días después de asumir, Macri firmó el decreto que designaba a José Luis Scervino, un médico cercano al gremio de Obras Sanitarias y asesor de la Cgt, al frente de la Superintendencia de Servicios de Salud. Así los gremios volvieron a manejar una caja de más de 40.000 millones de pesos (casi 3 millones de dólares) para distribuir, que Cristina Fernández mantuvo fuera del alcance de la intervención sindical.
El 2 de agosto de 2016 el presidente Macri anunció la devolución de 29.000 millones de pesos a las obras sociales, de los cuales unos 15 mil llegarían a las arcas sindicales en los próximos meses y otros tantos en forma de bonos recién en 2020, un año después de que Macri termine su mandato. Este dinero contribuyó al endeudamiento nacional generado por el actual gobierno. Cabe aclarar que los 2.700 millones iniciales ya estaba previstos en el presupuesto de 2015, es decir, votados durante el último año de gobierno K.
Pero, tras la concentración del martes 7, el entendimiento entre Macri, Triaca y los popes de la Cgt estalló en pedazos: la central obrera ya no representa a nadie, sostienen algunos analistas, el gobierno no tiene interlocutor sindical y la situación económica y social empieza a desbordarse en un año electoral complicado tanto para el oficialismo como para la oposición. Esta historia continuará.