Jens Jaschik, Sol (CIT en Alemania)
Hasta 2021, Colombia era considerada un refugio seguro para los intereses estadounidenses en Latinoamérica. Pero cuando las élites gobernantes planearon una reforma tributaria que erosionaría aún más el ya bajo nivel de vida en el país con la mayor desigualdad social de Latinoamérica, la población se hartó. Protestas masivas conmocionaron a la sociedad. En las elecciones presidenciales de 2022, el exguerrillero Gustavo Petro se impuso. Se convirtió en el primer presidente socialdemócrata en la historia de Colombia, un país donde sindicalistas son asesinados regularmente por paramilitares y estructuras sindicales enteras han sido desmanteladas.
La elección de Petro generó enormes esperanzas de que el país se desarrollaría positivamente para la mayoría de la población. Petro prometió reformas de gran alcance durante su mandato que mejorarían enormemente la vida de la gente común. Algunos en la izquierda esperaban que Colombia se transformara de un estado vasallo del imperialismo estadounidense en un estado capitalista moderno con amplios derechos laborales. Pero el gobierno de Petro tuvo que lidiar no solo con la resistencia de las antiguas élites, sino también con la crisis del capitalismo global, en un país particularmente afectado por los aranceles estadounidenses.
¡Se necesitan partidos de los trabajadores y políticas socialistas audaces !
Cuando Petro fue elegido, declaramos que se necesitaba un plan de lucha para implementar el programa con el que fue elegido. La movilización para la campaña electoral y las protestas masivas previas contra el presidente Iván Duque debieron haberse utilizado para construir un partido de masas de trabajadores y jóvenes. En cambio, Petro se basó en la política verticalista, con la esperanza de que la presidencia fuera suficiente para impulsar los cambios necesarios. No se previó ningún rol independiente para la masa de trabajadores. La oposición de derecha ha intentado impedir todas las reformas del gobierno. Siempre que las maniobras tácticas y las negociaciones fracasaron, Petro convocó a protestas para demostrar apoyo a su programa y romper el bloqueo de la derecha. Sin embargo, las concesiones de gran alcance a la oposición procapitalista significaron que las reformas solo se adoptaron de forma diluida.
Los colombianos de a pie temen que en las elecciones de marzo próximo, la derecha dé marcha atrás y un representante de la oligarquía vuelva a estar al mando del país. Pero aún no es tarde para construir un partido obrero. Una y otra vez, los jóvenes y la clase trabajadora han demostrado su apoyo a las medidas progresistas de Petro, aun cuando la desilusión y la decepción se extienden. Recientemente, los sindicatos apoyaron la reforma laboral con una huelga de 48 horas, y Petro amenazó con impulsarla mediante referéndum, sin pasar por el Senado. La intensificación de la lucha política debe aprovecharse para transformar la movilización de masas a corto plazo en la organización de la clase a largo plazo. Los sindicatos y los sectores de izquierda de la alianza electoral de organizaciones progresistas de Petro —el Pacto Histórico— deben tomar la iniciativa para construir un partido obrero con políticas socialistas. Dicho partido podría cambiar el rumbo en las próximas elecciones.
Lecciones
En un partido así, activistas, sindicalistas, trabajadores y jóvenes podrían intercambiar experiencias, coordinarse y planificar los próximos pasos en la lucha por la justicia social y la igualdad. Esto también incluye un balance de los últimos años. El gobierno de Petro no solo muestra los límites de una política centrada en una persona como salvadora, sino también que no existen las condiciones para un cambio profundo dentro del capitalismo. Las experiencias pasadas de gobiernos de izquierda en países como Venezuela, Bolivia, Ecuador y Perú demuestran que sin una ruptura con el capitalismo, las condiciones de vida de las masas no pueden mejorarse sustancialmente. Esto también aplica a Colombia.
La clase dominante y sus cómplices políticos han demostrado que lucharán con uñas y dientes contra cualquier reforma, por pequeña que sea, que beneficie a la mayoría del pueblo. Están dispuestos a hacer todo lo posible para lograr sus objetivos, como lo demuestra la historia de Colombia. Para defender lo logrado hasta ahora y quebrar el poder de la oligarquía, debemos desmantelarlos.
Socialismo
La lucha por las reformas democráticas debe vincularse con la lucha por el cambio socialista: un programa para la nacionalización de la banca y las corporaciones bajo el control y la gestión democrática de los trabajadores, así como la redistribución de la tierra a los agricultores pobres. Solo un programa socialista de este tipo puede sentar las bases para unir a la gran mayoría de los trabajadores y los pobres en un partido, y la implementación de este programa es el único punto de partida para el desarrollo de Colombia.