Escribe: Milciades Ruiz
Toda persona que reacciona ante el sufrimiento de los grupos humanos indefensos, asume una posición política. De algún modo, repudia el sistema de dominación que lo ocasiona. Surgen así, los ideales que impulsan a la militancia política, según el grado de convicción. Visto el proceso a la inversa, tendremos explicación al deterioro político, ubicando las perturbaciones.
Resiliencia es la capacidad de una persona o, de un grupo, para resistir, sobreponerse a la adversidad y seguir proyectándose en el futuro a pesar de las dificultades. Al finalizar el año 2025, tengo confianza en la resiliencia de nuestras filas, por su sensibilidad y coraje. Nuestra historia política está plena de heroísmo, porque nos rebelamos contra todo abuso social, enfrentando a los opresores que detentan el poder de la fuerza bruta.
Tenemos una misión revolucionaria. Activemos nuestros ideales, con optimismo realista, para superar la caída en nuestras condiciones de vida política. Tenemos la ventaja de la sustentación dialéctica que nos da seguridad ideológica de ir en la dirección correcta. Por ello, sabemos que no hay acción sin reacción. Si accionamos, habrá reacciones y, la sumatoria en la cantidad nos dará el cambio a la calidad de nuestro accionar.
Es el movimiento el que activa las interacciones. A mayor movimiento, tendremos mayor calidad grupal e institucional. Lo vemos en el deporte y en nuestra vida cotidiana. Como en la economía, si no hay movimiento ocurre recesión, en la política, sucede igual. La inactividad institucional, congela todo, y nos saca del escenario político.
La historia nos dice que, enarbolar los derechos de los oprimidos, generó un gran movimiento social con la revolución francesa, porque caló en el sentimiento de un pueblo pobre, oprimido y cansado de las injusticias, de un sistema absolutista monárquico. Similar es la situación de la mayoría nacional en nuestro país, segregada por su origen nativo, aunque estamos bajo otras condiciones históricas.
Suele suceder en todo proceso revolucionario cuando las ideas reivindicativas reaccionan ante el sufrimiento popular. Pero el pueblo asume las banderas y lucha por ellas, cuando siente que son las suyas. Estas, no están en los textos ideológicos, ni en los dogmas, ni en los escritorios. Están en la realidad viviente. Allí, está la fuente energética de nuestra reactivación.
Los Censos del 2017 revelaron que, 5 millones 771 mil 885 personas se auto identificaron como indígenas u originarias de los Andes, lo que equivalen al 24,9% de la población censada de 12 y más años de edad. Están en todos los departamentos del país, principalmente en Lima 23,7%, (1´330,894 peruanos), Puno 14,9%, (857,312), Cusco 12,4% (716,013), entre otros.
El 60,2% (13´965,254) se identifica como mestizo o, cholo. Cholos y nativos andinos somos el 86%, en tanto que, el 1% es de origen amazónico y, 3,6% (828,841) son afrodescendientes. Pero todos en conjunto, los marginados somos el 90%, sin derechos de justicia social, sin derecho de justicia política, sin derechos de justicia económica. Todos, impedidos de acceder a la oficialidad de las fuerzas armadas, a cargos diplomáticos, y a otras exclusividades sociales.
Incluso, aunque el 5,9% se identifica como blanco (1´366,931), la mayoría de ellos, también sufre las inequidades del sistema y tampoco están de acuerdo con las injusticias del régimen imperante. Muchos luchan junto a nosotros por una sociedad más justa y equitativa. ¿Por qué un afroperuano no puede ser vicealmirante de la naval? ¿Por qué, un nativo amazónico no puede ser autoridad judicial ni en su propio suelo? ¿Por qué, no enarbolar sus derechos?
Claro está que, estamos condicionados por el sistema para mantenernos en la indiferencia, frente a las desigualdades. Nos adormecen con el neuro marketing político para no reaccionar ante la impunidad de los opresores. Los psicosociales políticos nos condicionan al conformismo y, a la pasividad. Nos predispone a deponer nuestra lucha social y, orienta nuestra preferencia electoral por las opciones políticas de nuestros enemigos.
¿Por qué, si la mayoría de origen nativo y africano está en Lima, terminamos eligiendo a un alcalde metropolitano de las filas contrarias? ¿Por qué, la representación política en el Parlamento no refleja la real composición demográfica de la población peruana? ¿Por qué, los pobres, los marginados, los nativos, no tienen derecho a la representación política? Pues, porque lo permitimos.
Si predomina lo ilógico, es porque hay factores distorsionantes. Si nuestra conducta social está condicionada por el sistema, haremos lo contrario a nuestros intereses y los oprimidos, siempre elegirán como gobernantes a sus opresores. Entonces, nuestra lucha es también contra las condicionantes que están en toda la estructura jurídica y administrativa del estado que, el sistema tiene bajo sus control.
Bueno pues, hay mucho por analizar y formular estrategias de recuperación. Ideas, puede haber muchas, pero que sean efectivas en la práctica, es lo más importante. Muchas cosas se pueden hacer en nombre del pueblo, pero sin el pueblo, todo será vano. Si no podemos acceder por ahora, al gobierno nacional, por lo menos capturemos el primer peldaño y desde allí, avanzar a los peldaños superiores.
Salvo mejor parecer.
19 diciembre 2024