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Lucía Sepúlveda, vocera de Chile Mejor sin TLC: «El tratado con China, junto al TPP y el tratado ad portas con la UE son candados para sostener el modelo que nos empobrece»

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Poco y nada se ha mencionado el impacto de los Tratados de Libre Comercio en el caso de la crisis que vive Huachipato. Si bien existe una crítica sostenida hacia la competencia desleal del acero chino, no se ha planteado una mirada crítica al tratado vigente con China. En contacto con RESUMEN, Lucía Sepúlveda Ruiz, vocera de Chile Mejor sin TLC profundiza en esta situación y cómo los TLC impactan a nuestro país.

Resumen.cl

Por J. Arroyo Olea

La crisis que se vive ante el anuncio de la progresiva paralización de la siderúrgica Huachipato, histórica empresa de Talcahuano, ha repercutido a escala intercomunal como también a nivel nacional.

Y es que no solo los trabajadores han exigido medidas inmediatas para apalear la crisis y evitar el cierre de la empresa, sino que el propio empresariado local -en una actitud soberbia y oportunista propia del conglomerado- ha emplazado al Ministerio de Economía a tomar medidas, señalando que «el Biobío no merece la indolencia del Gobierno, sino más bien el apoyo de todos los sectores».

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La situación es compleja. Y uno de los elementos a tener en cuenta es el denunciado actuar del empresariado chino acusado de competencia desleal, lo cual ha impactado profundamente al llamado «acero chileno». Sin embargo, este flanco cuenta con un punto de conflicto que no se ha considerado ampliamente en la discusión: está cruzado con los Tratados de Libre Comercio (TLC) y sus impactos a la economía nacional.

Para profundizar en esto, RESUMEN contactó a Lucía Sepúlveda Ruiz, vocera de la Plataforma Chile Mejor Sin TLC, quien explicó el alcance del TLC con China y cómo este tipo de tratados han fortalecido la matriz económica dependiente y blindado el actuar de las empresas por sobre el bienestar de la población y políticas que favorezcan la seguridad laboral.

Resumen (R): ¿Qué rol han jugado los TLC y la reducción arancelaria en la desindustrialización de Chile?

Lucía Sepúlveda  (LS): La desindustrialización comenzó con la reducción arancelaria implementada por los Chicago Boys en la dictadura cívico-militar. La rebaja de aranceles llevó a la quiebra a muchas de las industrias nacionales, ante un mercado inundado por los mismos productos que producían, a precios más bajos, como ocurrió con los textiles y el calzado.

Esta apertura que primero fue unilateral, se consolidó y profundizó de los noventa en adelante, primero con los tratados bilaterales de inversión, y luego los tratados de libre comercio. Estos últimos convirtieron en inamovible esa rebaja de aranceles, relegando a Chile al rol de país proveedor de materias primas (cobre, harina de pescado, celulosa se exportan a China) sin valor agregado, una bodega de las economías globales, e importador de maquinarias y productos manufacturados.

Ello está ligado a la implantación del modelo neoliberal y las privatizaciones de las empresas que revirtieron el proceso de industrialización definido por el Estado chileno vía CORFO, desde el gobierno del presidente Pedro Aguirre Cerda en adelante. 

La CAP, comenzó a funcionar en los años cincuenta como eje de la industrialización del Biobío, y en el marco de la abortada estrategia de industrialización del país, su privatización se concretó en 1987, en dictadura. Ese mismo año, Julio Ponce Lerou lograba hacerse de las acciones de Soquimich y sus concesiones mineras que lo llevan a tener hoy el control del litio.

Fue una oleada de privatizaciones de industrias estratégicas y de servicios (ENDESA, Chilectra, Entel, LAN entre otras) así como del agua, junto a la contrarreforma agraria, apuntando a afianzar el modelo económico neoliberal. Las privatizaciones no fueron cuestionadas ni revertidas en la postdictadura por los gobiernos de la Concertación, la derecha y ahora el Frente Amplio, convertido en nueva concertación.   

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Este modelo exportador de commodities, extractivista y depredador del medioambiente no ha cambiado en esencia. No sólo la industria sino la agricultura sufrieron las consecuencias de la apertura total al libre mercado y la opción por las llamadas «ventajas comparativas» generando además dependencia alimentaria, muy clara en la pandemia. 

El caso de Huachipato, de tremendo impacto social en la región del Biobío resulta emblemático en el sentido que es un campanazo, una suerte de «último llamado» respecto de qué significa para Chile, las y los trabajadores y comunidades, esta extrema dependencia del llamado «libre mercado» y qué suerte corremos los socios menores, sin capacidad de negociación frente a tratados con potencias como China.

Resulta grotesco el clamor de la CPC y otros gremios empresariales, y de senadores como Lagos Weber, los primeros en respaldar cada nuevo tratado de libre comercio y negar sus impactos. ¡Cuánto populismo! se lavan las manos y ganan titulares demandando la intervención del gobierno para el salvataje de Huachipato. El ministro de Hacienda, Mario Marcel ha sido lapidariamente claro en sus respuestas.  Se ve que los derechos laborales, así como el presente y el futuro de la región del Biobío no están en su horizonte de preocupaciones ya que China es el socio comercial número 1 de Chile, presente en todos los sectores de la economía, una relación que el gobierno de Boric y Hacienda no pondrán en riesgo. Respecto del proyecto de reforma constitucional impulsado por la diputada Johana Pérez, Marcel aludió directamente a los Tratados de Libre Comercio para rechazar la posibilidad de fijar aranceles al acero mediante una reforma constitucional.

Como Chile Mejor sin TLC vemos con preocupación y dolor los impactos del cierre de Huachipato y apoyamos la lucha de los trabajadores en defensa de su derecho al trabajo.  También sería importante que las asambleas sindicales y vecinales analizaran las causas de fondo de este cierre, con un marco en que el tratado con China, junto al TPP y el  tratado ad portas con la UE  son las barras, las bolas de acero y candados ideados para sostener  este modelo neoliberal que nos empobrece y genera precarización creciente en todos los ámbitos de la vida de los pueblos y sus territorios.

Estos tratados son un poderoso obstáculo sembrado para impedir que intentemos en Chile un modelo diferente, y una nueva relación con la naturaleza, en el cual las empresas medianas y pequeñas contribuyan a asegurarnos un futuro como nación soberana, respetando los derechos de las y los trabajadores y los derechos de la naturaleza, lo que requiere producir en primera instancia para resolver las necesidades del país, y en segunda instancia para países vecinos y de América Latina y el Caribe, minimizando así la huella de carbono de las exportaciones que es brutal respecto de China.

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Hemos estado siguiendo lo que fueron los días de votación del parlamento europeo sobre el tratado con Chile y las movilizaciones que rodearon los edificios gubernamentales en febrero.  Se me viene a la mente la imagen de las recientes movilizaciones de jóvenes campesinos en Francia, Bélgica, país vasco, España y otros, en respuesta a la crisis de la agricultura por la poca competitividad de sus productos. Por primera vez incorporaron consignas y carteles contra los Tratados de Libre Comercio en su pliego de demandas. Sería hermoso que en esta «batalla por Huachipato» que se anuncia, y la posibilidad de un paro comunal de Talcahuano, sucediera algo similar y los debates apuntaran directamente en contra del modelo económico depredador, los tratados comerciales que lo sustentan y la clase político-empresarial que alimenta este modelo sin importar su signo político.

R: ¿Hay alguna relación entre el cierre de Huachipato y el TLC Chile-China? ¿Existieron barreras arancelarias o políticas oportunas que abordaran a tiempo la situación? 

LS: Un nuevo tratado de Libre Comercio entre Chile y China, modernizado, entró en vigor el año 2015 en el gobierno de Bachelet, reemplazando el de 2006. Los productos chinos, como por ejemplo el acero y sus derivados, ingresan libre de derechos aduaneros. Lo mismo ocurre respecto de las exportaciones chilenas al país asiático.

Los países pueden decidir qué productos excluir de las rebajas, pero Chile no incluyó el acero, las bolas o las barras del metal en su Lista de Exclusión pese a que productos derivados del acero están ligados a la minería del cobre, de alta relevancia para el país. Recordemos que la producción de acero de Huachipato es sólo una parte del negocio de CAP pues sus otras empresas son filiales de la minería del hierro que generan utilidades. 

Los negociadores chilenos, los burócratas de turno de la cancillería,  que viajan , «negocian» y estampan sus firmas en los tratados, son históricamente «generosos» con el capital extranjero. Al evidenciarse que China se convertía en un productor importante de acero subvencionado, Chile pudo haber establecido salvaguardas temporales renovables como hizo México, por ejemplo, justo a partir de 2015, año en que ya estaba claro que el acero barato de China estaba inundando el mundo.

Claro que México NO tiene tratado de libre comercio con China, lo que le da mayor facilidad para adoptar no sólo estas medidas temporales de salvaguarda, sino fijar aranceles o sea determinar una política pública y no sólo una compensación parcial. Según afirma el director Ejecutivo de la Asociación Latinoamericana del Acero, Alejando Wagner, en entrevista con Trade News, en  Europa, Estados Unidos, Brasil y México  el nivel de aranceles fijado para casi todos los derivados industriales  del acero, es cercano al 25%. Sin embargo, no resulta muy adecuado comparar una rebaja de aranceles como la mencionada, con una medida antidumping y por tanto temporal respecto de las rebajas, como la que se podría adoptar a instancias de la Comisión Antidistorsiones, que aplica para sólo algunas empresas chinas.

R: ¿Qué cláusulas del TLC han favorecido a China y perjudicado a empresas como Huachipato?

LS: Lo central es el compromiso de no incorporar rebajas de aranceles, que figura en el Capítulo III llamado Trato Nacional y Acceso de Mercancías al Mercado, El Artículo 8: sobre Eliminación Arancelaria señala: «Salvo que se disponga otra cosa en este Tratado, ninguna Parte podrá incrementar ningún arancel aduanero de importación existente, o adoptar ningún nuevo arancel aduanero de importación, sobre una mercancía de la otra Parte.»

R: ¿Qué cláusulas protegen a las empresas Chinas ante una medida antidumping que tome Chile?

LS: El capítulo VI del tratado con China se llama Defensa del Comercio y contiene una sección con Salvaguardias bilaterales (que sólo aplicaban para un período de transición) o bien Salvaguardas globales, válidas para ambas partes.

Que Chile haya aceptado esta redacción implica pasar por alto el hecho de que las partes son absolutamente asimétricas en términos de su influencia geopolítica, su producto bruto, su población, niveles de desarrollo tecnológico, entre otras. Por lo tanto, para Chile estas salvaguardas globales son relativas. A ello se agrega ahora el hecho que China se ha convertido en el socio comercial N°1 de Chile. 

Según este capítulo, Chile acepta someter eventuales denuncias por dumping según los términos del Artículo XIX del GATT l994 y el Acuerdo sobre Salvaguardias del Tratado, mediante una denuncia presentada por la Comisión AntiDistorsiones, un mecanismo contemplado en el tratado.

La Comisión Antidistorsiones, luego de la investigación iniciada el año pasado a pedido del hoy renunciado gerente de CAP, acordó imponer un arancel promedio del 15,3% sobre las importaciones de bolas de acero de tres de las compañías chinas en las que determinó la existencia de esta práctica, que no logró probar en otros casos de empresas chinas, también estatales. 

Se entiende por dumping, en términos simples, la comprobación de que el país exportador está vendiendo sus productos a un precio inferior al costo real de producción, hecho que genera una competencia desleal con quienes producen el mismo producto en el país importador, en este caso Chile.  Las reglas antidumping contemplan establecer cierta rebaja de aranceles y compensaciones de carácter temporal. Se trata de una reclamación de Estado a Estado, y no de un conflicto sobre una inversión, por tanto no aplica el Sistema Internacional de Resolución de Controversias (que se refiere a protección del inversor) ni las cortes arbitrales contempladas en el capítulo X del tratado, sino el ya citado mecanismo. 

China, se convirtió en una potencia global entre otros factores como resultado de su política estatal de desarrollo que al igual que en los casos de países europeos, Gran Bretaña y Estados Unidos, incluyó proteccionismo. China además, cuando se abrió al mercado global, condicionó la inversión extranjera a la exigencia de transferencia tecnológica. Ello aseguró el salto tecnológico que hoy la coloca en absoluta ventaja respecto de Chile y otros países del sur global.

Imponer esa u otras condiciones a la inversión está prohibido por los tratados de libre comercio como el TPP o el Tratado firmado en 2024 con la Unión Europea y el tratado modernizado y neocolonial con la UE que llegará al congreso en abril. Décadas atrás China era importador de acero. Ha-Joon Chang, académico de Cambridge, criticando las reglas y creencias actuales sobre cómo alcanzar el desarrollo, grafica el proteccionismo citando la imagen de la «patada a la escalera» refiriéndose a la treta de dar una patada a la escalera por la que se ha subido, impidiendo que otros puedan usarla para subir en adelante.  

Chile es un país encadenado al modelo  económico actual, funcional al capital extranjero y proveedor de las necesidades de los países que hoy fijan las reglas de la globalización. Chile puede ejercer su derecho a protegerse del dumping con medidas de salvaguarda global por unos meses o un período determinado. Pero aquí el tema de fondo es la incoherencia de tener que atenerse a un tratado entre un gigante, cuya economía es planificada centralmente, y un país pequeño y dependiente como el nuestro: una cláusula que puede ser buena  para China, no aplica en la realidad para las necesidades nuestras y por tanto difícilmente pueda resolver la viabilidad de la industria del acero, atravesada por problemas adicionales como un posible rezago tecnológico. Así, en vez de crecer, estos tratados perpetúan nuestra condición extractivista de exportadores de materias primas como cobre y celulosa y harina de pescado al costo de depredar los ecosistemas y empobrecer las comunidades y su calidad de vida.  

R: ¿Se podría decir que el TLC con China y los TLC en general, favorecen que Chile aumente su matriz productiva extractivista?

 LS: Sí, porque con más de tres décadas de tratados de libre comercio Chile no ha salido de la matriz productiva extractivista. Un estudio sobre los tratados, publicado en 2022 por la Fundación Sol, con datos del servicio de Aduanas de Chile, arroja que el 87% de las exportaciones del país a otros países con quienes tenemos tratados vigentes, se concentra en la extracción de bienes comunes naturales. La minería representa un 56% de esas exportaciones, seguida por otras exportaciones no mineras, frutas, productos del mar, forestales y derivados, otros alimentos y vinos (recordemos las denuncias de las viñateras y el negocio del vino de exportación a costa de pequeños productores). 

 Tras 30 años o más de acuerdos comerciales, Chile se ha acomodado en el extractivismo como forma de inserción en el mercado global. Su economía está basada en la explotación y exportación de los elementos comunes naturales sin mayor valor agregado, con desastrosas consecuencias para el ambiente, la biodiversidad y la calidad de vida,  y cada vez más zonas de sacrificio.

Un aspecto del que no se habla se refiere a los impactos ambientales de esta decisión. Es conocido que las manufacturas chinas no cumplen con altos estándares ambientales deseables por la crisis ecológica global, y su trato con las comunidades ha sido denunciado en Naciones Unidas por criminalizar a defensores de los territorios, como ha ocurrido con jóvenes movilizados contra la central Rucalhue justamente en la región del Biobío.

Hoy, la media de emisiones de CO2 de la industria del acero en América Latina es de 1,55 toneladas de CO2 por tonelada de acero producida, mientras que China, productora del 55% del total del acero global, presenta una media superior, de 2,24 toneladas de CO2 por tonelada de acero producida. Si Chile, vía CAP y otras empresas importa en adelante todo el acero, estará también aumentando la huella de carbono de su producción.

Ya en 2023, según cifras de la industria, Chile estaba importando más acero del que exporta, de China, Japón y Corea lo que ya habla de un déficit en la balanza comercial.  Huachipato opera a partir de mineral de hierro proveniente de la actividad minera de otras empresas del Grupo CAP en el Valle del Huasco, Copiapó y valle del Elqui que no presentan números rojos en su balance, pero sí por sus impactos ambientales, se asocian a las zonas de sacrificio actualmente existentes en el norte chico.   

R: Tras la aprobación del TPP-11 ¿Cómo queda el escenario de este tipo de industrias como Huachipato?

LS: Ya queda poco y nada de industrias sobrevivientes como Huachipato, en realidad ya no es una empresa estrictamente nacional, son accionistas las AFP y Mitsubishi y tiene una filial en Perú.

Las nuevas reglas que pretende implementar este gobierno en materia ambiental, facilitando la llegada de nuevos proyectos extractivistas con reglas a su medida, sólo irán profundizando el deterioro en curso, pero también generando nuevos conflictos socioambientales. Pero así también se irán generando resistencias socioambientales, cuando nuevos sectores hasta ahora preservados del desastre se enfrenten a riesgos de cesantía, precarización, saqueo del agua y del litio, pérdida de tierras cultivables por proliferación de planteles de energía eólica y solares o granjas de producción de carne para exportación,  y carestía de alimentos,  a raíz de los proyectos de Hidrógeno Verde, desaladoras y la explotación de salares.

Todo ello con miras a que Chile posibilite la transición energética de sus socios comerciales de otros continentes.  Será importante para los movimientos sociales, trabajadores en general, sobre todo para las comunidades, ir recogiendo cada aprendizaje y experiencia de las luchas en curso en defensa de los territorios.

Por todo esto es que decimos No a los Tratados de Libre Comercio y No al Tratado neocolonial con la Unión Europea, un acuerdo que marca un retroceso alarmante al poner la infraestructura, los bienes comunes y servicios del país a disposición de los europeos, sin generar beneficio alguno comprobado para el país.  

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