SOBRE ROSSI Y EL PUÑAL La seria denuncia del senador Rossi sobre un atentado que lo afectó el día de ayer involucraría, de ser cierto, el primer hito de violencia contra una autoridad en décadas. La denuncia, por lo mismo, es muy grave. Tan importante es el asunto, que considero imprudente que otras autoridades concluyan que el hecho se trata de violencia política (o que el hecho existe) sin una reflexión previa y sin la consideración ponderada de las circunstancias que rodean el hecho.
En primer lugar, la oportunidad, es decir, el evidente rédito electoral que un ataque de esta naturaleza implicaría para un político que, envuelto en escándalos de corrupción, logra notoriedad con un evento de gravedad donde resulta víctima por sostener una agenda que lo enfrenta a grupos peligrosos de la sociedad. El uso, indirecto y astuto, de la figura del colombiano como agresor, es indudablemente un relato que produce efecto en una zona donde el rechazo a la migración se ha transformado en parte de la vida diaria.
En segundo lugar, es curioso que desde la política se repare escasamente en el inexplicable retorno de Rossi a una evaluación médica cuando había sido dado de alta, es decir, su radical esfuerzo por internarse en una clínica privada, a pesar que en el hospital no lo consideraron necesario. Esto, en el contexto de un hombre que es médico, resulta incomprensible (a menos que Rossi piense que la clínica privada es mejor que el hospital público). En tercer lugar, las concisas frases del fiscal que revelan que no ha descartado la tesis de Hugo Gutiérrez del autoatentado. En este contexto, que la Presidenta y toda clase de autoridades den por sentado que el hecho existe solo revela una agenda lamentable y patética en medio de la ilegitimidad reinante: el esfuerzo de usar recursos baratos para construir una política heroica cuando es evidente que solo impera en ella, hoy por hoy, la mediocridad.
Será mejor que, si quieren defender una política heroica, saquen sus manos de la corrupción y piensen en un Chile que venza sus determinaciones históricas. Será mejor, si se trata de heroísmo, perder el miedo al enojo empresarial o militar. Será mejor, si se quiere ser heroico, que estén dispuestos a superar la obviedad y a crear argumentos y proyectos que modifiquen nuestra forma de pensar. Será mejor, si se quiere ser heroico, que Impuestos Internos realmente investigue las donaciones a los políticos. Será mejor, si se quiere ser heroico, terminar con las AFPs.
El verbo ‘apuñalar’ no tiene muchas acepciones más que la evidente: penetrar con un puñal un cuerpo. Pelar una manzana con un puñal no califica para apuñalar. Por tanto, el uso indiscriminado del concepto, describiendo un hecho de dudoso origen y definitivamente falto a la verdad en sus consecuencias (lo que parece haber son heridas del tipo ‘rasguños’), es un error que puede costar caro. Y puede costar caro porque una sociedad donde un ataque de violencia política ocurre abre un repertorio y genera el aumento de los hechos, eso es sabido mundialmente. Por eso, si queremos realmente dar cuenta del episodio Rossi como la gran tragedia del retorno de la violencia política, los actores políticos deben garantizarse que es una tragedia y no una comedia.