Nada será ya como antes. No hay vuelta de hoja, la actuación gubernamental, primero hundiendo la reforma del Estatut, luego negándose a hablar y finalmente, repartiendo leña indiscriminadamente…
Por Pepe Gutiérrez-Álvarez
En las horas finales del 1-O la situación que se dibuja es compleja, pero hay algo de lo que no existe la menor duda: Nada será ya como antes. No hay vuelta de hoja, la actuación gubernamental, primero hundiendo la reforma del Estatut, luego negándose a hablar y finalmente, repartiendo leña indiscriminadamente, ha creado una situación irreversible. Obviamente, el gobierno de Rajoy solo entiende de ofensiva judicial-coactiva que, en término concretos de aquí y ahora han rememorado la tradición franquista que estuvo en su conformación. Aunque estas medidas se están deteriorando a los ojos del mundo, no se han mostrado capaces de detener lo más importante de este referéndum: el entusiasmo de la mayoría de la población por un cambio en el horizonte político y moral del país, por lo menos aquí.
Errores y debilidades aparte, el independentismo ha respondido a dicha ofensiva con una estrategia basada en el recurso de las movilizaciones que se han ido mostrando cada vez más importantes. Como en tantas otras ocasiones (1931), los estudiantes han ocupado el proscenio de un movimiento que ahora busca concretarse en una huelga general que significaría la muestra de una recuperación de un movimiento obrero hasta ahora extraviado en el estupor. A pesar de los pronósticos de una marcha hacia atrás, el “govern” ha dado la cara apoyando todas las iniciativas populares que se han mostrado en línea creciente. Hasta el personal de Bellas artes que parecía muerto se ha desplegado con un montaje visual creativo. Hasta en las localidades más pequeñas la gente se ha movilizado a lo largo de noches de reunión, y de un día final en el que el escenario ha quedado a punto para que todo el mundo pudiera votar. Ya no se trataba solamente de votar, había que mostrar el rechazo a un gobierno delincuente que roba y maltrata a la ciudadanía.
Estamos ahora en otra situación, la movilizada. La ciudadanía ha dado un paso hacia delante, observa lo que sucede en el Estado, lo que dice Europa, las declaraciones de Corbijn han dado la medida de la conciencia. Las imágenes propias del tardofranquismo están dando la vuelta al mundo, y las consecuencias se mostraran en el tiempo que viene, la izquierda española que lo veía todo como parte de una maniobra gubernamental, tendrá que hacer un replanteamiento: ningún cambio será posible si no asimila el derecho de autodeterminación. Un tiempo que ya nada tiene que ver con el anterior. Todas las fuerzas políticas implicadas tendrán que mover sus piezas. Las izquierdas catalanas que tratan de ser consecuente como lo mejor de los Comunes o de Podem, tendrá que recomponer su apuesta y asumir sus dubitaciones como un ensayo a superar. Otras como la CUP, quizás se lo tendrá que mirar en cuanto a las alianzas y dejar de lado su flanco sectario. Que existe..