por Adán Salgado Andrade, México
La basura producida por los millones de toneladas de plásticos, desechadas cada año en mar y tierra, son un verdadero, irreversible problema de contaminación ambiental, que ya está fuera de toda forma de control. Los miles de millones de botellas de plástico y otros productos plásticos, que van a dar al mar, se degradan, desintegrándose en billones de pequeñas partículas plásticas, llamadas microplásticos. Pero estos microplásticos, por la acción de los vientos y lluvias, se están esparciendo por todo el planeta, invadiendo lugares prístinos, como los Alpes Franceses, el Ártico, Antártico, parques naturales, glaciares y otros sitios que, no hace mucho, se habrían considerado libres de contaminación de la basura plástica. Un reciente estudio, halló que más de 1000 toneladas métricas de partículas microplásticas caen sobre 11 áreas protegidas en el occidente de Estados Unidos cada año. Ese es el equivalente a más de 120 millones de botellas plásticas. Y como empresas como Coca-Cola, se niegan a dejar de producir botellas para que sus consumidores tengan la “comodidad” de saborear su azucarado veneno, sin tener que llevar un envase retornable a la tienda, el problema de los microplásticos que se producen por la citada degradación de los billones de botellas plásticas, que deambulan por todos los océanos, seguirá creciendo (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2020/06/los-contaminantes-microplasticos-ya.html).
Sin embargo, hay otras fuentes emisoras, en demasía, de microplásticos. Y esa es la ropa desechable (fast fashion), que está hecha para durar unas cuantas puestas. Un grave productor de basura de todo tipo, es la sobreproducción de mercancías que, bajo el capitalismo salvaje, es una imposición, con tal de que éste depredador y contaminante sistema, se reproduzca. La mayoría de esos productos tiene una obsolescencia programada, lo que hace que duren muy poco y se tiren rápidamente, como dicha ropa (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2011/10/la-obsolescencia-programada-el.html).
Ese absurdo, que lleva al consumo compulsivo, incrementa cada vez más y más la basura que producimos. La basura, tan sólo doméstica, que tiramos a diario, es del orden de ¡5,808,219 toneladas!, es decir, ¡2120 millones de toneladas al año! Literalmente, nos estamos ahogando con tanto desperdicio. (ver: https://www.theworldcounts.com/challenges/planet-earth/state-of-the-planet/world-waste-facts).
En el capitalismo salvaje, no existe la conciencia ambiental, lo que se produce, está en relación directa con la necesidad de ganancia de las empresas, no con la salud del medio ambiente, ni de la sociedad. Y si por tener buena ganancia, se debe seguir contaminando y depredando a la mitad del planeta que aún conserva recursos, se seguirá haciendo.
Como dije antes, la ropa desechable, está acelerando la producción de microplásticos, como muestra un artículo de Wired, titulado ¿A quién culpar por la contaminación de la microfibra plástica?, firmado por Matt Simon, en el que explica cómo esa ropa que se deshace en cada lavada, hasta ser inservible, es muy responsable del brutal aumento en la producción de microfibras, que son hechas de plástico y caen en la categoría de microplásticos (ver: https://www.wired.com/story/whos-to-blame-for-plastic-microfiber-pollution/).
Esa ropa desechable, cada vez que se lava en lavadora, como se desgasta, por las malas telas usadas en elaborarla, produce unas 100,000 microfibras, las que, luego, se van, a través del drenaje, a ríos y océanos. Señala Simon que “considérese que hace 70 años, las industrias textiles y de ropa usaban dos millones de toneladas de materiales sintéticos y esa cifra ascendió a casi 50 millones de toneladas para el 2010”. Imaginen, si esa cifra fue para el 2010, ahora, debe de ser peor.
En efecto, cada vez se usan menos fibras naturales, como algodón, seda, lino o lana. Las prendas hechas de esos materiales, cada vez son más escasas y caras, pues se ha generalizado el empleo de fibras sintéticas, como el poliéster, el nylon y otras. Son estas prendas desechables, muy baratas, en relación con las de materiales naturales, por eso se compran mucho. Pero, como bien dice ese proverbio popular, “lo barato sale caro”, pues esa ropa dura muy poco, no más de unos meses o medio año, cuando mucho. La tela comienza a degradarse con cada lavada, se desgasta, se rompe, se descose y termina sirviendo sólo como trapeador o trapo para la limpieza, si es que se le da un uso posterior, o se tira.
Esa tendencia de comprar ropa desechable, la ha ocasionado el comercio en línea, que promueve el consumismo, sobre todo, de ropa. En el 2017, por ejemplo, los estadounidenses gastaron $971.87 dólares en promedio al año, adquiriendo alrededor de 66 prendas, de acuerdo con la Asociación de Calzado y Ropa (AAFA), 20% más de lo que gastaron en el 2000. Y de la ropa que se desecha, sólo se recicla el 15%, así que la mayoría abulta los millones de toneladas de basura que producimos, de por sí, como ya mencioné antes (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2018/09/las-compras-en-linea-gran-impulso-al.html).
Como dije, la contaminación plástica es irreversible. Imposible recolectar todo el plástico tirado. Pero nada se hace para limitar su producción. Cita Simon a Nicholas Mallos, quien señala que “casi 13,000 toneladas de microfibras pueden irse al mar, tan sólo de los países europeos, cada año. A nivel global, otras estimaciones señalan que alrededor de 250,000 toneladas de plásticos, vía microfibras, se van a nuestros ríos y océanos. Así que no son números insignificantes, aún cuando nos referimos a una fuente de polución muy pequeña”. Pero, imaginen, cuántos billones de partículas deben de producirse para que, en peso, asciendan a 250,000 toneladas. Inconcebible.
El problema se combina con el lavado de la ropa desechable en lavadora. Al desaguarla, miles de partículas, unas cien mil como ya dije, se van al drenaje. Si las aguas del drenaje se reciclan, los sistemas más avanzados, retienen entre 83 y 99.9 por ciento, o sea, no el 100%. Eso, repito, si se reciclan las aguas negras, cosa que no se hace en la mayoría de las ciudades, sobre todo, las de países pobres, que, simplemente, sueltan esas aguas a los ríos, o al mar, si son costeras. No sólo se van microfibras, sino otros contaminantes, como ácidos, detergentes, metales pesados (generados por industrias) y muchas otras cosas. Pero el problema con los microplásticos es que se esparcen, no sólo por todos los océanos, sino por tierra. Por la evaporación, se elevan hasta la atmósfera, en donde se condensan, junto con el vapor de agua, para regresar a la tierra, adheridas a la lluvia, contaminando hasta las citadas zonas prístinas.
Además, cuando se tratan las aguas residuales, se obtiene un desecho que es usado para fertilizar tierras. Ese desecho, contiene millones de microfibras, o sea, microplásticos que, al evaporarse, las deja en los suelos. Además de contaminarse dichos suelos con los mismos microplásticos, cuando éstos se descomponen, en los químicos que los forman, existe evidencia reciente de que las plantas absorben, mediante sus raíces, a los microplásticos y a esos químicos que los forman. Esa evidencia la hallaron científicos que investigaron con la planta Arabidopsis Thaliana, una especie de berro, que puede absorber partículas de menos de cien nanómetros (un nanómetro es la millonésima parte de un milímetro). Los resultados de que microplásticos se metan en los tejidos de esas plantas, demostraron que les impiden el normal crecimiento, pues esos microplásticos se quedan en la raíces, bloqueándolas, e impiden que las plantas absorban el agua que requieren. Además, evitan que la planta resista enfermedades (ver: https://earther.gizmodo.com/plants-can-absorb-tiny-plastic-pieces-through-their-roo-1844117397).
Estudios previos, demostraban que plantas marinas, como algas, contienen microplásticos, pero la citada investigación, muestra que ya, también, las plantas en tierra absorben microplásticos.
Por otro lado, al comer plantas que contengan microplásticos, se incrementa la ingesta que ya, de por sí, estamos haciendo por tantos microplásticos que vienen, por ejemplo, en peces o moluscos marinos que se comen. A ese problema, agreguemos las plantas terrestres. Por si fuera poco, respiramos los que flotan, así que, no sólo, en nuestros intestinos, tenemos microplásticos, sino, también, en nuestros pulmones (y seguramente en otros órganos del cuerpo).
Todo eso equivale, señalan investigaciones, a una tarjeta de crédito de plástico que se nos va al organismo cada semana.
Y todavía no se sabe bien qué efectos tendrá esa ingesta de microplásticos en el organismo humano, pero seguramente serán muy dañinos. Si a los berros estudiados, les bloquea las raíces, algo han de bloquear en nuestra fisiología.
Regresando a la ropa desechable, lavada en lavadoras, se quiere hacer obligatorio que los fabricantes de esas máquinas, las equipen con filtros que retienen una buena parte, pero, como eso implica más gastos de fabricación y, como dije, lo único que les interesa a los fabricantes es la máxima ganancia, seguramente no lo considerarán, a pesar de que sea para ayudar a reducir la contaminación ambiental. Simon trató de contactar a General Electric y a La Asociación de Fabricantes de Electrodomésticos de Estados Unidos, para preguntar por qué no les ponen esos filtros a sus lavadoras, pero no obtuvo respuesta. Claro, prefieren no dar la cara.
Los detergentes, sean líquidos o en polvo, también contribuyen al desprendimiento de microfibras plásticas de la ropa desechable. Así que jabón, más el movimiento giratorio de la lavadora, desprenden los cientos de miles de microfibras citados antes, que terminarán en el océano, en la tierra, en animales, vegetales y, por supuesto, en nuestros organismos.
Un estudio hecho, precisamente, por Procter & Gamble, con tal de demostrar que sus detergentes no eran los culpables de la producción de microfibras en una lavadora, supuestamente, mostró que era el movimiento de lavadoras muy eficientes, que crean al inyectar chorros de agua entre la ropa, el causante del desprendimiento de microfibras.
Todos, como se ve, tratan de culpar al otro. Sin embargo, señala Simon, al final, la raíz de todo es la moda desechable, que se empecinen las industrias textiles y de la ropa, en seguir haciendo prendas con telas baratas sintéticas. Aunque, de todos modos, mucha ropa sintética no se vende barata, porque, se justifica, es de “diseñador”, un absurdo fetichismo que puede ofrecer prendas o zapatos exageradamente caros, sólo porque, tras de su diseño, está una famosa o famoso de la moda.
Ya no puede limpiarse el planeta de tanta basura de todo tipo, menos de los microplásticos, que ni se ven. Y la lógica señalaría que la producción de ropa desechable o todo lo desechable que se produce, debería de irse reduciendo hasta el mínimo, prescindir de todo eso.
Pero, como señalé, en el capitalismo salvaje, la única “lógica”, es la de la maximización de la ganancia.
Y si en el proceso, se plastifica todo el planeta, ni hablar. Serán las consecuencias del “progreso”.
Contacto: studillac@hotmail.com