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Mujeres vestidas de hombres para eludir tabúes de su época

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La Habana, 3 sep (Prensa Latina) El político estadounidense Murray Hall, el doctor inglés James Barry y el escritor francés George Sand, entre otros muchos nombres de célebres profesionales e independentistas, encarnan hoy la historia de mujeres cubiertas de ropas masculinas.

PRENSA LATINA

  • 3 septiembre , 2021 | 00:26

Numerosas féminas ejercieron como arqueólogos, soldados, pintores, abogados, profesores y botánicos, bajo el seudónimo y la indumentaria de los hombres y, por supuesto, Cuba no escapa del influjo de esa revolución y, en buena lid, rebelión a los cánones impuestos por la época.

‘La puertorriqueña y líder anarquista Luisa Capetillo, pionera del movimiento feminista y defensora del derecho de las mujeres a figurar en el espacio público, fue arrestada en la calle de Obispo por vestirse de hombre y expulsada de La Habana en 1915’, aseguró el ensayista Julio César González Pagés.

En entrevista con Prensa Latina, el doctor en Ciencias Históricas, mencionó a la independentista cubana Martina Pierra de Poo, la cual, según el Post de Nueva Orleans de agosto de 1851, se había lanzado a la lid con los patriotas, vestida con el arreo de un soldado y montada en un espléndido corcel.

Las vivencias de la suiza Enriqueta Favez

Pero, indudablemente, la más conocida en esta tierra es la suiza Enriqueta Favez, considerada como la primera mujer que ejerció la medicina en América Latina y cuya historia inspiró el volumen Por andar vestida de hombre, publicado por la Editorial de la Mujer en 2012, y de la autoría de Pagés.

Refieren los especialistas que, bajo el apelativo de Enrique, estudió cirugía en París, Francia, atendió al ejército del militar y estadista Napoleón Bonaparte en su incursión en Rusia y, a su llegada a Cuba, en 1819, se casó con una joven que, 14 años después solicitó la cancelación del matrimonio.

Favez, encarcelada y sometida a la fuerza a un examen médico para determinar su sexo, si bien había confesado ya para evitar la humillación, resultó condenada primero a 10 y luego a cuatro años, tras su apelación a la Real Audiencia de Puerto Príncipe, un tribunal de la corona española.

En su libro Médicos y medicina en Cuba- Historia, Biografía, Costumbrismo, el historiador Emilio Roig de Leuchsenring transcribió el parlamento de su abogado defensor: ‘La sociedad es más culpable que ella, desde el momento en que ha negado a las mujeres los derechos civiles y políticos (…)’.

Selecciona a la isla, a juicio del académico, por la significativa emigración de suizos y franceses al territorio caribeño y como una vía de escape de las guerras napoleónicas; aunque su primer destino fue Guadalupe y luego llegó a la Plaza Santo Tomás de Santiago de Cuba, en la búsqueda de una prima.

Como hombre compareció ante el protomedicato—tribunal que reconocía la suficiencia de los futuros médicos y concedía las licencias necesarias para su ejercicio— y aprobó el riguroso examen, con lo cual integró la pequeña lista de personas no naturales del país o España en revalidar su título de médico.

Por andar vestida de hombre

En la década de 1990, mientras analizaba información para su tesis doctoral vinculada con el sufragio femenino en el Archivo Nacional de La Habana, González Pagés encontró el expediente judicial de la causa ‘Por andar vestida de hombre’, y comenzó entonces el proceso de creación del volumen homónimo.

¿Cómo narrar el testimonio de una persona conocida sólo de una forma enjuiciada o romántica? La respuesta surgió tras un complejo proceso de investigación pues sólo estaban el recurso legal y novelas apologéticas, en la cual era juzgada o convertida en una heroína altruista.

‘Significaba escribir una historia sobre alguien del siglo XIX, con una valoración dicotómica, de ahí la conformación de un texto interdisciplinario desde la bibliografía, arqueología y antropología. Todo lo narrado es real y responde a un documento o evidencia fundamentado en las ciencias sociales’, señaló.

Sin embargo, a comienzos del siglo XXI, Cuba no estaba preparada para un libro sobre ese tema: el juicio contra una mujer lesbiana, y determinadas editoriales declinaron su publicación, si bien su autor asesoró materiales asociados a la figura de Enriqueta.

‘Tras su divulgación, gracias a la periodista Isabel Moya, el volumen fue uno de los más populares en la Feria del Libro de ese año. Recuerdo que, por aquel entonces, sesionaban las Olimpiadas de Londres 2012 y en el certamen literario se realizó un maratón olímpico y el texto ganó medalla de oro’, indicó.

Según el también coordinador general de la Red Iberoamericana y Africana de Masculinidades, para esa etapa ya las instituciones y los medios de comunicación del país impulsaban discusiones públicas y cambios en el proceder respecto a esa realidad social, ausente aún de las legislaciones.

Desde el punto de vista de quienes la criticaban, Enriqueta simbolizó un antimodelo de mujer y, por esa causa, fue juzgada pese a la inexistencia de un decreto que pudiera condenarla por su comportamiento y orientación sexual y el único elemento empleado fue ‘por andar vestida de hombre’.

oda/dgh/cvl

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