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México -La burocracia del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales

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Los engorrosos trámites del FOVISSSTE ( y de cómo realizar alguno)

Por Adán Salgado Andrade, México

La burocracia gubernamental, se distingue por sus malos, lentos métodos, que pueden llevar hasta meses, si no es que años, para completarse. Es un fardo que se da en casi todas las naciones.

En nuestro país, el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado, ISSSTE, es, justo, un buen ejemplo de mala atención y tardados trámites, hasta para la salud. Hace algunos años, tuve una emergencia médica – una fractura por “avulsión del radio”, o sea, rotura de un ligamento del brazo –, la cual, no pudieron solucionar en el hospital de Zaragoza, sobre todo, por la ineptitud del personal médico que me atendió. Terminé en un hospital del, en ese entonces, Seguro Popular de Salud, en donde, personal realmente competente, pudo determinar qué era lo que tenía. Me colocaron una férula, con la que, con algunas semanas de convalecencia, se me curó el roto ligamento (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2016/12/via-crucis-en-los-servicios-publicos-de.html).

Recientemente, tuve que realizar un engorroso trámite en el FOVISSSTE (fondo de la vivienda del citado ISSSTE). Por la pandemia, los servicios que presta ese organismo, se han hecho todavía más largos y pésimos, sobre todo, porque la información telefónica o por línea, es deficiente (y espero que esta crónica, les ayude a aclarar y efectuar los tardados, poco claros trámites que deben de realizar, si tienen que hacer ese trámite).

El trámite que tuve que realizar fue el de la liquidación del crédito inmobiliario que ese organismo me concedió hace catorce años, y que comenzó a descontarme en enero del 2009. Debido, como dije, a la pandemia, nunca pude saber que tal préstamo – por el cual se me deducían $2,600 pesos quincenales –, ya estaba liquidado desde, aproximadamente, agosto del 2020. De eso, me pude enterar hasta inicios del presente año, 2022, gracias a que, finalmente, pude comunicarme a uno de los teléfonos que se dan en la página de internet de tal institución.

La, hasta eso, amable señorita que me atendió, me proporcionó tan rápidamente la información, tanto de que ya había liquidado el préstamo y hasta que me debían, que no tuve tiempo de anotar todo correctamente. Tuve que hacer otras dos llamadas, para determinar, exactamente, qué trámite debía de pulsar en tal página, para saber los documentos requeridos, el lugar al que debía dirigirme y agendar una cita que, por lo menos, es concedida mes y medio más tarde (la liga para hacer tal cita, es la siguiente: http://citas.fovissste.gob.mx/citas-fovissste/#no-back-button y les recomiendo abrir el instructivo, para que sea más sencillo).

Como ni las señoritas que dan la información, ni la página en donde se agenda la cita, especifican correctamente los documentos necesarios, el día en que tuve que acudir a Pachuca, pensando en que llevaba todos los papeles requeridos – copia de escrituras, del último talón de cheque y de la credencial del IFE o INE –, para mi gran frustración, me dijo la empleada que me atendió que me faltaba el “certificado de gravámenes”, un documento que acredita, legalmente, que se es el propietario del inmueble adquirido. Y también, que debía de ponerme en contacto con algún notario, para preguntarle sus honorarios, para que pueda efectuar la liberación de escrituras – que, en mi caso, acudí al mismo que hizo las originales, de la notaría pública 6, de Pachuca y que cobra módicos seis mil pesos. De nuevo, el FOVISSSTE, ni siquiera se preocupa si se tiene ese dinero para ese trámite extra.

“Eso no se especifica en la información de la página”, pretendí reclamar. Ella, con una actitud conciliadora, me dijo que sí, que no se especificaban esos requisitos, pero que tenía que cumplir con todo. También, revisó las copias de las escrituras, y me dijo que “deben ser legibles”. Como las escrituras originales – las que se reciben al inicio de la compra – son en tamaño oficio, es recomendable sacar las copias en una papelería que disponga de ese papel y de esa capacidad de la copiadora, pues las que yo llevé, fueron escaneadas incompletas, dado que mi escáner no es tan largo, y por eso la “observación”. Así que les recomiendo que sean del tamaño específico y lo más legibles que se las puedan hacer.

Al salir de la oficina, vi las caras de frustración, como la mía, de otras personas, a las que, seguramente, les faltaba lo del notario y el mencionado documento (documento que expide el municipio, siempre y cuando, se esté al corriente con el pago del predial y más impuestos respectivos. Por lo que les recomiendo que todos esos pagos, estén en orden).

Así que, esa primera visita, fue sólo aclaratoria de todo lo que se requiere. Costó dinero – la renta de $2,400 del Didi que nos llevó hasta Pachuca, ida y vuelta, pues la cita fue a las ocho de la mañana, no tan accesible para ir en autobús, además de que los taxis, allí, son muy costosos y abusivos sus conductores –, los gastos en casetas – casi $800 pesos, también de ida y vuelta, desde donde salimos, Ixtapaluca – alimentos y bebidas y otros extras. Es decir, unos $3,500 pesos, que el FOVISSSTE, ni sus empleadas, ni empleados, toman en consideración.

Al regresar de esa frustrada cita, de inmediato agendé otra, la que se me dio mes y medio más tarde, para el viernes tres de junio.

Los gastos adicionales fueron el acudir dos veces al municipio en donde se encuentra mi casa, Huichapan, también en Hidalgo, una, para tramitar la citada liberación de gravámenes y, la segunda, para recogerla (tuve que dar una “gratificación” adicional a una persona de la oficina de Huichapan, en donde se hace tal trámite, con tal de que se me otorgara dentro de la fecha en que acudiría de nuevo a la oficina del FOVISSSTE en Pachuca).

De esos viajes, sumaría alrededor de tres mil pesos cada uno, por lo que los gastos ascendieron casi a diez mil pesos, cuando, finalmente, estaba por acudir a la cita. Por fortuna, revisé el correo la tarde anterior y vi un mensaje de una tal Claudia Islas, de la oficina del FOVISSSTE, en el que se me informaba que por la “veda electoral” – las elecciones para elegir gobernador del estado –, la fecha se había recorrido para el martes 7 a las diez y media horas. Debo de admitir que, al menos, tuvieron esa “delicadeza”, pes de lo contrario, habría asistido en vano el viernes tres y habrían sido $3,800 pesos extras.

Finalmente, el día llegó. Arribamos a Pachuca a las diez de la mañana. La mujer vigilante de la entrada, de mal carácter, con algo de sobrepeso, de unos sesenta años de edad, me revisó los correos (que, ahora sí, tuve la precaución de imprimir, pues la vez anterior nos advirtieron de hacerlo), en el que mostraba mi cita original y la del cambio.

Me dijo que era “hasta las diez y media”, horario que tuve que esperar bajo los rayos de un intenso sol. Otras personas, se acercaban, también para realizar distintos trámites, mal atendidos por la citada vigilante.

A las diez y media, recordándole a la mujer que ya era hora, me permitió el ingreso a la oficina. Ya, dentro, en la ventanilla nueve, otra mujer, también con sobrepeso – un problema en sobrepeso en el país, ciertamente – me pidió las ya descritas copias, incluida la de la liberación de gravámenes. Tuvo la empleada connatos de quererme rechazar, pues alguna copia estaba borrosa, en otra, no estaba el reverso de mi credencial y otra, no correspondía. Por fortuna, muy bien armado, hasta con lo más inesperado – que les recomiendo que se prevean con papeles, hasta inimaginables, y sus copias respectivas –, cumplí, finalmente, con todo. Me dio la impresión de que los empleados del FOVISSSTE hacen todo eso, con tal de interferir con el proceso, y que tal institución pueda seguir descontando el préstamo, aun cuando ya esté liquidado. Todavía le debe de haber tomado a la mujer otros veinte minutos para completar el proceso.

Para terminar, anoté en una forma, mi nombre, domicilio, CURP, teléfonos y correo electrónico. Luego, me dijo la empleada que tendría que volver el 25 de julio, “pero le enviaremos un correo, para decirle la fecha y hora exacta”. Le dije que si con ese trámite, me dejarían ya de descontar. Me dijo que sí, “más o menos, por esa fecha”. “¿Y mi devolución?”, pregunté. “Luego le decimos lo que tiene que hacer”, me dijo, casual, como si eso, devolverme tanto dinero descontado de más, no fuera vital. Debo decir que, a la fecha, se me deben más de ciento cincuenta mil pesos, que harían muy bien a mi regular economía. 

Mientras eso sucedía, irrumpieron, no violentamente, varias mujeres, encabezadas por un hombre que, al lema de “¡Estas oficinas son nuestras, pues por eso, pagamos impuestos!”, se dirigieron hasta el final de la oficina, para enfrentar al que parecía el jefe del sitio. La vigilante antes mencionada, le dijo a otra “¡Son maestros, ni quien les ponga una mano encima!”. A la otra vigilante – una mujer con mucho más sobrepeso, aunque más joven, que no se ve que podría enfrentar un acto de violencia física tan fácilmente, debido al tal sobrepeso –, lo único que se le ocurrió hacer, fue cerrar el baño, pues una de las mujeres protestantes, de inmediato se dirigió hacia ese sitio. “¡No sirve!”, les dijo. Sin inmutarse, comenzaron a usar el de hombres. Irónicamente, al terminar mi papeleo, tuve que hacer fila entre las mujeres, para usar el sanitario de los hombres.

Me dirigí hacia la entrada. Otras de las mujeres manifestantes, estaban sentadas. “Suerte”, les dije. Sonrieron, divertidas, de que les deseara suerte, pues “es lo que necesitamos”, dijeron.

Ya, para salir, pregunté a la primera vigilante lo que sucedía. “Son maestros, ya ve que nomás protestan y ni trabajan. Ya los habían atendido, pero se ponen exigentes”, me dijo, mientras me abría la puerta. Es la opinión tan negativa que se tiene de los mentores, difundida por las tendenciosas informaciones mediáticas.

Las maestras habían viajado en una camioneta colectiva de pasajeros, estacionada frente al lugar, muy probablemente de alguna comunidad cercana. Seguramente irrumpieron de esa forma porque, al igual que yo, las han de estar atendiendo muy lentamente y muy mal, con sus respectivos trámites ante el FOVISSSTE.

Muchas veces, sólo con esos actos extremos, se nos atienden nuestras necesidades y peticiones.

Quizá, yo debí de haber emprendido una huelga de hambre, desde la primera cita, para que se me atendiera mejor.

Contacto: studillac@hotmail.com

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