Declaración de la Izquierda Militante (CIT Irlanda)
Ian Paisley Jnr, del DUP, fue derrotado en las elecciones generales en el escaño de North Antrim. A Paisley ocupaba el cargo desde 1970 (Foto: Wikimedia commons)
Las elecciones generales del Reino Unido resultaron en una derrota histórica para el Partido Conservador en Inglaterra y Gales, y para el Partido Nacional Escocés (SNP) en Escocia, con el Partido Laborista procapitalista de Keir Starmer obteniendo la mayoría en el Parlamento.
En Irlanda del Norte, las elecciones reflejaron una mayor agudización de las divisiones sectarias. El Partido Unionista Democrático (DUP) perdió tres de sus ocho escaños, de un total de 18 en el norte de Irlanda, lo que refleja la crisis más amplia del sindicalismo político.
Raíces de la crisis del DUP
El día antes de las elecciones, Jeffrey Donaldson, que todavía era líder del DUP en febrero, compareció ante un tribunal penal para enfrentar cargos relacionados con acusaciones de delitos sexuales históricos.
Ese acontecimiento afectaría el voto de cualquier partido, y mucho más el del DUP, para quien la “moral protestante tradicional” es un elemento básico. Pero se trata sólo de las últimas dificultades que afronta el partido, que tardarán en llegar.
Hace sólo cinco años, el partido era dominante. Pero, después de apoyar una votación sobre el Brexit en 2016, el DUP procedió a respaldar a los elementos más duros del partido conservador al rechazar cualquier acuerdo de Brexit que pudiera haber restringido la necesidad de controles o barreras al comercio entre el Reino Unido y la Unión Europea (UE).
Con la intervención del gobierno estadounidense y de la Comisión Europea, el gobierno irlandés consiguió el compromiso de Londres de que los controles no se realizarían en la frontera terrestre de Irlanda, lo que obligó a realizar controles en la frontera marítima entre Irlanda del Norte y Gran Bretaña. Si bien este acuerdo garantizó que el Reino Unido pudiera continuar comerciando en los mercados de la UE, el DUP se encontró con su propio petardo, traicionado por el líder conservador Boris Johnson.
Esa situación provocó disturbios en las calles, cuando los leales reaccionaron a un acuerdo que dejaba a Irlanda del Norte en el mercado único de bienes de la UE, sujeto a fallos sobre bienes del Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas, y que presagiaba una futura economía para toda Irlanda.
La presión popular llevó al DUP a verse obligado a abandonar el gobierno en Stormont y a una suspensión de dos años de las instituciones de poder compartido. Durante ese tiempo, la dirección del partido se alineó en manifestaciones con los elementos de lealistas más abiertamente reaccionarios para oponerse a la frontera marítima y exigir en su lugar una frontera terrestre.
En su intento de aumentar la presión sobre el DUP y obligarlo a regresar a las instituciones de poder compartido, el gobierno británico adoptó una estrategia de palo y zanahoria. El “garrote” fue negar aumentos salariales a los trabajadores del sector público y amenazar con recortes brutales y austeridad.
La huelga industrial masiva resultante por parte de los trabajadores obligó al DUP, liderado por Donaldson, a cambiar de rumbo en febrero y respaldar un nuevo acuerdo (la zanahoria), que proporcionaría lo suficiente para cubrir los sonrojos del partido mediante la eliminación de algunos, pero no todos, de los controles fronterizos.
Volver a compartir el poder requirió que los líderes del partido se volvieran decisivamente contra sus antiguos aliados de la Voz Unionista Tradicional (TUV) y el lealismo, y los obligó a negar la innegable existencia de controles fronterizos, bajo lo que sus oponentes de línea dura calificaron como “el acuerdo de Donaldson”.
DUP paga el precio
Con el anuncio de elecciones anticipadas para el 4 de julio, el líder entrante del DUP, Gavin Robinson, admitió que su predecesor había exagerado el acuerdo, en un claro intento de recuperar terreno antes de que el partido perdiera aún más escaños. Era demasiado poco y demasiado tarde para muchos votantes unionistas de línea dura. Agravado por el fracaso general del partido en sus resultados, el voto del DUP cayó entre un 8,5% y un 22,1%, y el del TUV aumentó un 6,2%.
Con unas elecciones previas, el DUP pagó el precio, y la historia más importante se produjo en el norte de Antrim. Ian Paisley, uno de los únicos representantes parlamentarios que se enfrentó a una votación revocatoria, fue derrocado por el líder del partido TUV, Jim Allister. Esta circunscripción no tiene ningún diputado ‘Ian Paisley’ por primera vez en 54 años.
El partido enfrentó dificultades en todos los ámbitos y tuvo problemas en todos los escaños excepto dos. Consiguieron por poco conservar su escaño en East Londonderry frente a una sólida actuación del Sinn Féin. Y el líder del partido Robinson logró aguantar una estrecha victoria en el este de Belfast, derrotando a la líder del Partido de la Alianza, Naomi Long.
El Sinn Féin y la Alianza se mantienen firmes
Si bien el Sinn Féin no obtuvo ningún escaño adicional, realizó campañas exitosas y retuvo los siete que tiene con mayorías aumentadas. El voto del partido aumentó entre un 4,2% y un 27%, gran parte de esto tomado del nacionalista Partido Socialdemócrata y Laborista (SDLP), que vio caer su voto un 3,8% a sólo el 11,1%. Aontú, que luchó en las elecciones con una plataforma nacionalista católica de línea dura, no logró ningún avance y vio caer su voto entre un 0,2% y un 1%.
El Partido Alianza obtuvo una victoria histórica en Lagan Valley, pero perdió a su único diputado en funciones en Strangford, derrocado por un ex sindicalista independiente pero de línea dura del DUP. El partido Alianza es visto por muchos como moderado.