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La Isla de Cuba que no es de la Fantasía

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Revista De Frente

por Miguel Silva

Por supuesto que los imperialistas aliados con los EE.UU. quieren derribar a sus enemigos. Ganar es su geopolítica, ganar es abrir mercados, convencer que son invencibles y por ende buenos aliados. Ganar es probar que no hay alternativa a ellos. Ganar es probar que es imposible crear un país distinto y que los ricos y poderosos son el futuro… para siempre.

Pero su sistema no es para siempre, no es estable, no es una garantía para un futuro mejor.

Es un sistema de cambios permanentes, de crecimiento y crisis, de alianzas y rompimientos de alianzas, de negociaciones e invasiones, de honestidad un día y mentiras el próximo, de compras y ventas un día y bloqueos el próximo. De vistitas y llamados por el teléfono rojo con presidentes un día y silencio el próximo.

Todo esto lo sabemos desde hace décadas y por lo tanto no debería sorprendernos que es una tontería pensar que podemos escapar de la telaraña imperialista sin destruirla. Las moscas no pueden negociar con las arañas. Los antílopes no pueden negociar con los leopardos. Los búfalos no pueden negociar con los leones… Pero SÍ pueden, porque lo he visto en NatGeo. He visto una manada de búfalos rescatar uno de los suyos de las garras de los leones, para vivir un día más en felicidad relativa.

Puedes resistir si tienes amigos fuertes… es a es la conclusión que saca un búfalo cualquiera. Un cubano cualquiera sacaba la misma lección de la historia de su isla.

Pudieron  echar a los invasores españoles hace un siglo porque los norteamericanos eran “amigos”.

Pudieron resistir las presiones de Kennedy en 1962 durante la crisis de los misiles porque Kruschev era un amigo.

Pudieron aguantar el colapso económico durante el “periodo especial” después de 1989… ¿por qué? Quedaban sin amigos,  pero parecía que cualquier alternativa  a lo que tenían sería aún peor.

La Isla hoy.

Hoy día, Cuba no es la isla de antes. Mucho antes de la muerte de Fidel Castro, una alianza de empresas multinacionales del turismo,  ministerios de turismo y economía bajo el control del partido y personajes militares,  habían comenzado a planificar nuevos centros de turismo en Varadero y luego en los cayos. Multinacionales como Meliá e Iberostar (ambas de España)  o Sunwing (de Canadá)  tienen inversiones multimillonarios instaladas. Claro, negocios son negocios, entonces el gobierno, el partido y el aparato estatal cubano son muy cuidadosos para no pisar los dedos  de los nuevos capitales que “ponen los huevos de oro”.

Por otro lado, con la bonanza del turismo, en las casas de muchas familias y a menudo por  primera vez, aparecieron dólares traídos como propinas de trabajadores y trabajadoras, papás, mamás, hijos o hijas, mozos, choferes o  empleadas del aseo.

Pero con la pandemia, Cuba cambió otra vez porque se acabó la bonanza del turismo. Algunos tenían como aguantar la crisis porque ya son los nuevos ricos. Para otros, los que hoy no tienen los dólares que necesitan para comprar bienes importados, la crisis ha sido un desastre…y peor…saben que otros pueden comprar lo que ellos no pueden comprar.

En fin, hoy, la crisis de la pandemia ha traído una gran crisis en el turismo,  han desaparecido los dólares de muchas casas, sin embargo, los que antes ganaron sus buenos millones del turismo, hoy no sufren tanto como los mozos, las del aseo, los choferes. Hay desigualdad.

Hay desigualdad también porque las familias que se registraron para abrir sus casas como lugares de turismo, han perdido sus negocios.

Solamente los nuevos ricos tienen como enfrentar bien los recortes en los subsidios y la inflación.

¿Quién va a ayudar al cubano cualquiera hoy, entonces?

¿Quién es el gran amigo que va a proteger a la isla?

No son los nuevos millonarios del turismo y sus aliados en los ministerios y los militares.

No son los funcionarios del partido con relaciones estrechas con los ministerios.

No son los gringos, obvio, a pesar del hecho que Obama, en su momento, hizo alianzas con Raúl Castro.

Junto a la desigualdad instalada, entonces, hay rabia.

Y esa rabia contagiosa es campo fértil para los que creen que el capitalismo es lo mejor que hay y que en el país de los gringos puedes vivir lo mejor del capitalismo.

Hay rabia porque, a fines de junio, los bancos dejaron de recibir depósitos de efectivo en dólares, depósitos que hacían familias de los pocos dólares que tenían para ahorrar. Y dólares que financiaban la compra y venta de casas y autos. El fisco y el complejo político-militar quieren controlar el mercado del dólar, quieren controlar la compra y venta en dólares. Parece que quieren los dólares… para ellos mismos.

Pero hay otra óptica que va más allá que la rabia, que nace de los recuerdos y mitos de la revolución. Es la esperanza de vivir en un país de iguales donde todos pueden comprar – o recibir–lo que necesitan.

En fin, bajo la presión de la pandemia, la crisis del turismo, la desigualdad y la rabia, las alternativas de la isla están abiertas. Los imperialistas quieren aprovecharse de la situación, esta claro. Y también está claro que la represión frente a la frustración y la desigualdad no hace nada más que sembrar las semillas de más rabia.

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