Por CIRO MORA WERTHER para Ojo con el Lente.
NICOLAI GOGOL no tenía una gran estatura. Era más bien pequeño, retraído y reposado. Describió con una maestría inusitada la época feudal del campo ruso que se prolongó hasta fines del siglo 19. Su vida fue contradictoria y su obra cúlmine y sorprendente “Almas Muertas” la dejó inconclusa, abandonando la literatura para siempre en un retiro espiritual final. Tiró a la hoguera otros escritos… quién sabe, posiblemente grandes lecturas fueron consumidas por el fuego. La aldea rusa está descrita allí con una pluma entre denunciante y sarcástica. Los señores no solo son dueños de la tierra, sino de siervos (mujiks o campesinos) y de sus aldeas. Y poseen títulos de dominio de sus esclavos. La cuantía de ellos les otorga el estatus entre pares y su ascendiente e influencia social.
Era un orgullo presentarse en los salones como “el señor X, poseedor de quinientas dieciocho almas”.
![](https://www.ojoconellente.cl/wp-content/uploads/2020/08/Cl%C3%A1sico-Ruso-01.jpg)
Gogol escudriña una de las formas en que los “especuladores financieros” de aquella época, situados en el borde de la legalidad (como siempre…) y aprovechando la pesada y lenta burocracia de la época, hacían negocio con los títulos de propiedad de los siervos, aprovechándose del hambre de prestigio y estatus de los señores. Este verdadero “ingeniero comercial” inescrupuloso de la época, compraba a señores necesitados de liquidez, a bajo precio, documentos de propiedad de siervos fallecidos y los vendía, a alto precio, a señores que requerían ser poseedores de más “almas” para su propia vanidad y jactancia personal. La actualización oficial del fallecimiento de los campesinos tardaba años, en tanto la presunción de riqueza era una necesidad inmediata.
![](https://www.ojoconellente.cl/wp-content/uploads/2020/08/Cl%C3%A1sico-Ruso-11.jpg)
Gogol, gigante de la literatura rusa solo comparable a Pushkin, Dostoievsky, Tolstoy, Gorky, Trostsky, Andreiev y otros, nos muestra la mesa de los señores, soberbia, colmada de sabor y de arrogancia:
En el salón comedor están servidos los buñuelos, pastelillos rellenos con cebolla, adormidera y requesón.
Empanadas de huevo.
Pero es infaltable la sopa de coles.
Y de fondo un lechón con rábanos y nata.
El pavo se sirve relleno con arroz, huevos e hígados. Algunos le agregan mermeladas de ciruela y de bayas.
Pero es infaltable el esturión, con caviar y lenguas ahumadas, acompañado de rosquillas.
También suele haber albóndigas con trufas.
Si alguien queda con hambre hay rábanos cocidos en miel.
Pero queda para una inevitable segunda pasada: estómago de carnero relleno con trigo sarraceno, sesos y patitas de porcino.
Pero lo que no puede faltar son salchichas con repollo, pepino salado y el infaltable pastel de hojaldre.
Todo acompañado de Vodka y jarabe de guinda ácida.
En tanto, los campesinos, dueños de nada, estaban sumidos en una profunda pobreza.
![](https://www.ojoconellente.cl/wp-content/uploads/2020/08/r-01.jpg)
No cuesta trabajo encontrar las analogías con el capitalismo actual.