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ESTE GOBIERNO NO DA EL ANCHO

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El escritor Jorge Baradit escribió esto, que es la pura realidad:

«Dicen que no había otra posibilidad. Que tenían que buscar abrir los malls, que tenían que fomentar el funcionamiento de restaurantes y cafeterías, que de lo contrario se derrumbaría todo, era lo único que debían hacer y lo hicieron.

Eso es estar atrapado en un paradigma. No conciben gastar en la gente, los bonos son un pecado porque la gente NO DEBE acostumbrarse a depender del estado; no se puede pedir prestado, no se debe perder plata, imposible arriesgarse a las pérdidas. Por eso los gerentes, los ingenieros comerciales y los especuladores no pueden hacerse cargo del estado, no deben ser gobierno PORQUE EL ESTADO NO ES UNA EMPRESA, el estado no puede aspirar a ser una empresa rentable porque debe hacerse cargo de un millón de situaciones absolutamente NO RENTABLES todo el tiempo.

Hace unos meses me decían, “que ineficiente es el estado. Gasta 300.000 pesos en cada niños en pésima educación pública. Por ese mismo monto lo pongo en un super buen colegio particular”. Ese comentario encierra TODO lo que está mal. Ese colegio particular no tiene que hacerse cargo de infinidad de niños que no tienen nada, con suerte zapatos, no tiene que hacerse cargo de su alimentación, no tiene que hacerse cargo de levantar canchas, gimnasios sin aporte alguno de los apoderados, pagar actividades y conseguir, a través de esfuerzos a veces titánicos, que profesores hagan de papás, orientadores, guías espirituales, tramoyistas y hasta defensores frente a la violencia de decenas de niños en situación precaria.

Un estado rentable deja fuera lo no rentable, deja fuera la salud de cientos de compatriotas que no pueden pagarla, deja fuera loa servicios de milllones de compatriotas que no pueden acceder a los privados.

Un estado rentable deja fuera las artes visuales, el teatro, la literatura y la cultura en general porque EN NINGÚN LUGAR DEL MUNDO el arte es rentable y para explorar la identidad y el alma del país debe sumergirse en producciones no rentables. Al meterlos en el saco de la autosustentabilidad, los obligas a trabajar para la entretención, lo bonito, lo de siempre, estancando su principal función que es abrir territorios desconocidos, incluso desagradables.

Los gerentes e ingenieros comerciales son monaguillos de la religión de los números azules a toda costa como expresión del éxito, pero eso no es una sociedad, eso es una empresa donde puedes despedir al que no sirve, al demasiado viejo, al discapacitado, al pensativo, al artista desconcentrado, a la mujer embarazada, al loco, al enfermo, a los frágiles, a los que no saben emprender, a los que no pudieron estudiar. Pero un estado no es una empresa, ahí cabemos todos, ahí estamos todos y todos valemos lo mismo aunque no sepamos cómo hacernos ricos.

Por eso está fracasando la gestión de esta pandemia, porque era el momento de perder plata, de endeudarse para entregar un ingreso familiar que le permitiera a la gente quedarse en sus casas sin tener que salir a buscarse el sustento. Era el momento de cerrar el país, de ponerse de verdad con las pymes, vender la cordillera de los Andes si era necesario para salvar cada vida. Era el momento de pasarse por el traste la rentabilidad y quedar dos años en crisis pero sin el papá de ese amigo muerto, el jardinero que tuvo que seguir trabajando en el barrio alto y murió.Por eso que un gobierno no puede ser manejado por gerentes, porque no entendieron que la vida estaba por delante de todo aunque después los odiaran por la crisis económica provocada por la deuda. Eso no lo entienden, no les computa que un país se trata de poner las personas al centro, no una planilla excel con números azules.

Sé que me voy a arrepentir en unos días más por haber escrito esto, que no es un análisis, sino un lamento inconexo que me sale de la guata. Tengo pena, tengo tristeza por lo que se viene. Porque tengo papás encerrados con enfermedades de riesgo, muertos de miedo. Porque tengo amigos escritores y dramaturgos que están a punto de caer en la indigencia, porque conozco personas que van a perder esa pyme donde pusieron todo ahora que la crisis no va a durar tres meses sino seis por la incontención de un gobierno que a toda costa quería abrir los malls y volver a una “nueva normalidad” con la obsecuencia de todos los canales de televisión, temblorosos de que sus avisadores (socios del poder) les cortaran el agua.

Tengo rabia, tengo pena por mi país lleno de campamentos, gente de clase media endeudada, estresada, sobreexigida, explotada que solo quiere un país digno y amable para todos, no este feudo donde somos la carne molida de unos pocos. Porque finalmente de eso se trató todo, de unos pocos. De unos pocos que fabricaron un modelo con una pistola en la cabeza donde no colaboran con el resto del país y se inventaron su sistema de salud, su sistema educacional, su sistema de pensiones y se aislaron del resto.

Una elite egoísta que evade impuestos, no va a la cárcel y vive en CHILE 01, mientras el resto sobrevive en CHILE 02. Para después gritarnos en la cara que somos delincuentes por explotar en octubre, que somos flojos, que somos inútiles, que dividimos al país cuando han sido ellos los que se fabricaron un Chile rodeado de fosos con cocodrilos, aislados, en el oasis de Piñera.

¿Qué cocodrilos? Cómo tan exagerado, Jorge. Llámalos militares, que hoy se pasean por la ciudad y nadie entiende su función, porque su función es prepararse para una democracia autoritaria luego de la pandemia. Una “democracia” que le permite HOY al presidente de la República sacar a los militares a la calle sin preguntarle a nadie, para usarlos según su criterio que es político per se, convertirlos en herramienta política. Hoy, además, se está tramitando una ley de la que nadie habla en TV, una ley que le permitirá usar la inteligencia militar (destinada a investigar a nuestros vecinos o enemigos) contra organizaciones NACIONALES, es decir, podría atacar a la ACES, a los sindicatos, a movimientos, con inteligencia militar diseñada para agredir. Cumpliendo una vez más con el sino del ejército de Chile: ser la herramienta de la oligarquía y después pagar por las consecuencias.

Tengo pena, pero también tengo esperanza. Esto no puede durar para siempre. Toda la gente, tus abuelos, mis bisabuelos, los que murieron, no lo hicieron en vano. Y aunque avancemos diez metros en vez de los cien que soñamos, somos los que empujamos la justicia, los que soñamos con un Chile mejor para todos, no podemos perder, estoy seguro que estamos en el bando ético, en el lado correcto de la historia, hemos pagado fuerte y seguiremos pagando, pero también estoy seguro que hoy, más que nunca la historia es nuestra y saldremos adelante si nos mantenemos unidos y enfocados en construir un nuevo Chile, para TODOS.»

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