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En 1973 todos fuimos pinochetistas…aunque usted no lo crea (antes de insultar y patear su computador, pase y lea; después conversamos)

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¿No lo sabía? ¿Cree que estoy bromeando? Lea la nota y descubra la irónica verdad, la indesmentible y cruda verdad. La horripilante verdad.

Arturo Alejandro Muñoz

Un amigo, que es afamado caricaturista, me envió desde México una vieja fotografía en la que aparecen, sonrientes y felices (barruntando que el futuro les pertenecía), los principales periodistas y columnistas del popular diario “Puro Chile”, periódico que fue enviado a las catacumbas por el golpe militar el año 1973.

Precisamente de ese mismo año es la fotografía en cuestión.  En ella están inolvidables hombres y mujeres de prensa, como el desaparecido Eugenio Lira Massi, la escrituralmente prolífica Lucía Sepúlveda, además de Juan Ostoic,  José ‘Pepe’ Gómez López, René Pizarro Illanes, Togo Blaise, Jorge Varas, Patricio de la O, Jorge Mateluna, Carlitos Ossa, Ángel Castro, Hugo Gómez,  José Antonio Gómez, María Eugenia Camus, Eduardo Soto Díaz, Gladys Quinteros, Sergio Pérez, Mario Barrios…en fin, puro ‘filete’ periodístico acompañando al nunca bien ponderado ‘enano maldito” que sonríe encabezando esa fila de profesionales de la prensa.

En caso de que usted, amigo lector, no lo hubiese notado, en el grupo anterior estaba José Antonio Gómez, hijo de José Gómez López, y que fuera ministro de Justicia en uno de los gobiernos concertacionistas y actual ministro de Defensa (nada menos) en el gabinete de la presidenta Michelle Bachelet.  

Todos ellos, sin excepción, fueron en ese momento 100% pinochetistas. Al igual que yo. ¿De qué se extraña, amigo lector?  Me dirá seguramente que los chiquillos del ‘Puro Chile’ eran reconocidos izquierdistas, allendistas. Sí pues, claro que sí, lo eran…al igual que yo. Y todos, ellos y yo, éramos también pinochetistas. Bueno,  al menos lo fuimos hasta la madrugada del día once de septiembre de ese año, cuando descubrimos  la traición y nos percatamos, tarde ya, de cuánto nos había engañado el tipejo aquel de gafas oscuras e instintos genocidas.

De los muchachos y muchachas que aparecen en la añosa fotografía del ‘Puro Chile’, sólo uno de ellos continuó siendo pinochetista hasta hoy: Juan Ostoic. Es decir, uno de 18…lo que se condice con el porcentaje actual de adoradores del militar asesino, ya que menos del 01% de la población trabajadora  chilena manifiesta algún grado de simpatía por el tirano. 

Cuando el día 23 de agosto de 1973, el general Carlos Prats renunció a la comandancia en jefe del ejército, en su carta dirigida al Presidente Allende, afirmaba que: «Al apreciar, en estos últimos días que quienes me denigraban habían logrado perturbar el criterio de un sector de la oficialidad del Ejército, he estimado un deber de soldado de sólidos principios no constituirme en factor de quiebre de la disciplina institucional y de dislocación del Estado de Derecho, ni servir de pretexto a quienes buscan el derrocamiento del Gobierno institucional»

Muchas personas se preguntaron quién, en el Ejército, debía ser el sucesor de esa ínclita línea de conducta profesional y respeto irrestricto a la Constitución, iniciada por el general René Schneider y continuada por el general Carlos Prats.  La  gente de derecha sólo deseaba un golpe de estado, una masacre de izquierdistas y el exilio para todos aquellos que habían  ostentado algún cargo en el gobierno de la Unidad Popular. Esa gente de derecha odiaba al general Prats y, por supuesto, también odió durante un mes al sucesor: Augusto Pinochet Ugarte…mientras que  nosotros, los de izquierda, los progresistas, aplaudíamos a Pinocho jurando al cielo que él sería nuestro principal estandarte dentro de las fuerzas armadas para detener cualquier intento fascista por interrumpir el proceso democrático. 

Si hasta Miguel Henríquez y el ‘Chico’ Pérez (capos del MIR en esos años) valoraron tibiamente la posibilidad de que Augusto Pinochet –a fines del mes de agosto de 1973- pudiese continuar la línea constitucionalista de Schneider y Prats. 

Es así que desde el 23 de agosto hasta la madrugada del 11 de septiembre de 1973, la Unidad Popular fue 100% pinochetista. Desde las 07:00 horas de ese 11 de septiembre, hasta hoy día, fue la derecha dura y la parte ultramontana de la DC quienes amaron a Pinochet, le prendieron velas y añoraron sus ‘razones políticas’, tanto como sus  ‘democráticas formas’ para ejecutarlas.  La carta enviada por Eduardo Frei Montalva al Primer Ministro italiano, Mariano Rumor, confirma lo anterior.

Tal cual puede deducirse, en el año 1973, por una u otra razón, todos fuimos pinochetistas.   Y todos, sin excepción, fuimos traicionados por el tal Daniel López, que nos puso en fila india para violentarnos y explotarnos uno por uno.

A la gente de izquierda la asesinó, encarceló, torturó y exilió. A la gente de derecha la utilizó implacablemente, la estrujó sin misericordia, y se hizo finalmente de una mal habida fortuna en dólares, propiedades y acciones que ya la hubiese querido Angellini.  A muchos de sus subordinados militares los traicionó dejándolos en la estacada. Y a algunos de los principales dirigentes de la DC de entonces, simplemente los despreció, lanzándolos más temprano que tarde a las covachas oscuras de la represión. Es que un traidor no confía en otro traidor. Así de claro.

Por ello, si en el año 1973 todos fuimos –en una u otra forma- momentáneamente pinochetistas, hoy sólo algunas ancianas y unos pocos vejestorios inundados por la nostalgia de los años duros, siguen siendo proclives a revivir el agotado recuerdo de un gobierno criminal.   Si la Historia  y los historiadores cumplen con su responsable rol, Pinochet deberá ser calificado como el ‘Tartufo Mayor’ de la política chilena a lo largo de sus dos siglos de vida independiente.

Pero, hay algo más que debe destacarse. Muchos de los actuales dirigentes políticos exconcertacionistas han hecho suya ‘la obra económica’ del dictador, mejorándola y acurrucándola como si el modelo impuesto a sangre y fuego fuese la panacea universal.

Esos dirigentes son los que jamás abandonaron su admiración por Pinochet…aún estando en el exilio. Por ello no  movió a asombro descubrir que ninguno de los candidatos a alcalde o a concejal, a diputado o a senador, a gobernador regional, a constituyente, como también las tiendas políticas que conforman el actual conglomerado conocido como Nueva Mayoría, han intentado siquiera proponer en serio cambiar el modelo heredado.

En esencia y en estricto rigor, luego de cuarenta y ochos, muchos de nuestros actuales dirigentes seudo demócratas siguen siendo pinochetistas en los hechos.

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