Inicio Análisis y Perspectivas EL ROMANCE ENTRE LA IGNORANCIA, EL MIEDO Y EL SERVILISMO!

EL ROMANCE ENTRE LA IGNORANCIA, EL MIEDO Y EL SERVILISMO!

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En la historia de los pueblos oprimidos siempre ha existido un triángulo perverso que mantiene a las mayorías encadenadas: la ignorancia, el miedo y el servilismo. Tres pilares que sostienen el poder de las élites, tres herramientas que el sistema neoliberal utiliza con precisión quirúrgica para mantener el control disfrazado de libertad.

La ignorancia no es un accidente: es una política. Se cultiva desde las aulas, los medios de comunicación y la cultura del consumo. Se enseña a obedecer, no a pensar. Se educa para producir, no para cuestionar. Así se forma un pueblo que desconoce su historia, que no sabe quién roba sus riquezas ni por qué su trabajo nunca le alcanza. Un pueblo confundido, reducido a consumidor, incapaz de imaginar una vida fuera del mercado.

Luego está el miedo, el arma más eficaz del poder. Se teme perder el trabajo, el crédito, el techo, la “seguridad” que el mismo sistema amenaza. Se teme hablar, se teme luchar, se teme ser libre. El miedo paraliza, divide, vuelve a las personas desconfiadas entre sí. El miedo es el policía invisible que patrulla las conciencias y mantiene el orden que conviene a los de arriba.

Y cuando la ignorancia se une con el miedo, nace el servilismo. La sumisión ante el patrón, el político corrupto, el burócrata que reparte favores. El servilismo es el reflejo del colonizado, del que cree que el poder es natural y eterno, del que piensa que su destino es obedecer. Es el resultado de décadas de adoctrinamiento neoliberal que reemplazó la solidaridad por la competencia, la justicia por el éxito, la conciencia por la resignación.

Este romance entre ignorancia, miedo y servilismo es el verdadero motor del imperialismo moderno: ya no necesita cadenas ni ejércitos visibles, porque domina desde el deseo y el pensamiento. La gente termina defendiendo el sistema que la explota, celebrando a los mismos verdugos que privatizan su salud, su educación y su dignidad.

Pero cada tanto, entre las grietas del silencio, resurge la memoria de los pueblos dignos. Los que creyeron que la justicia no era una utopía, sino una necesidad. Los que soñaron con un país donde el pueblo mandara, donde la cultura fuera un arma de liberación, donde el miedo no tuviera trono.

Porque cuando la conciencia despierta, el romance se rompe. Y ese día, la ignorancia se vuelve conocimiento, el miedo se transforma en coraje, y el servilismo muere frente a la dignidad de un pueblo que decide no arrodillarse jamás.

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