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Don Clotario, NUESTRO PADRE

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por Gregorio Mondaca Crestto

A fines de Marzo de 1981 tuve el honor de conocerle, lo encontré en la calle o más
bien el me encontró, yo estaba parado en el antiguo paradero de los Expresos
Pullman a Puente Alto que ubicado en calle Ricardo Santa Cruz, era alrededor
de las 19 hrs, yo venia desde el Dario Salas donde cursaba 1er año de
enseñanza media, estaba leyendo u hojeando el libro de religión “VEN Y
VERAS”, cuestión extraña, pues el Dario era lo que había quedado de la
educación experimental (y laica) en Dictadura, y ese año recién iba a tener
la clase de religión por primera vez, yo no cachaba nada de la historia del liceo
al cual llegue luego de mi fugas paso por el Instituto Nacional,

me extraño que el libro lo entregara en clase de religión la
jefa de la unidad técnico pedagógica y el profesor jefe (“pato lucas”), más la
profesora de religión (la chilindrina), un tal Mancilla que era el rector (no recuerdo su
nombre) y su espinita Julio García Provoste, extrañamente cada uno de los cinco
dieron un pequeño sermón sobre el libro, del cual ese día sinceramente no
entendimos mucho, esto me llevo a interesarme en el libro de religión, el que estaba
lleno cartas, dibujos, cuadros, y de fotogramas de un jesus blanco y rubio, era el
jesus de la pelicula Jesus de Nazaret, estaba concentrado en eso, cuando me doy
cuenta que estaba parado ahi, frente a mi, vestido con un mameluco azul, una bolsa
de genero en sus manos, y bufanda verde al cuello, ya era casi noche, me atrevi a
hablarle primero, me presente ante el , y le nombre a mi abuelo “Buenas tardes, Don
Don Clotario, Don Lito es mi abuelo, mi nombre es…”, él me miro con sus
inconmensurables ojos azules, y me dice «tomo once…[ñamm..], usted es nieto del
mecanico», «Si usted gusta y puede venga tomaremos once» en un tono formal, y a la
vez convocante, camine junto a el unos cuantos metros, conocí su casa, su biblioteca,
sus gatos, y sus compañeros de casa, la conversación esa once verso en mi interes
sobre el libro, su observación más bien fue sobre una grafica que estaba al interior
del libro y que le daba origen al titulo “VEN Y VERAS”, hizo la disitincion entre las
parabolas VEN Y SIGUEME, y su interpelación al jóven rico, periodicamente durante
algunos años le frecuente, en la medida que las condiciones de seguridad lo
facilitaron, a veces estaba re contra marcado, otras no, si viviera hoy en el siglo XXI,
estaría con un dron pegado a su sombra, sus telefonos pinchados y de cuando en
cuando unos chanchos a su espalda.

Hacia 1987 estaba lúcido plenamente. Si bien sus palabras fueron siempre las
mismas, pues reiteraba y reiteraba LA UNIDAD, su palabra empezó a trascender en
mi…
«La acción y el ejemplo arrastra mucho más que la palabra.. Libertad, Justicia y
Fraternidad. Hacer el bien a todos los que sufren…No hacerle el mal a nadie. Sólo
atacar a quiénes atacan a los trabajadores…¡No se desalienten nunca!…Tendrán que
tener a veces pequeñas derrotas, no, si. ¿Cuántas derrotas no hemos sufrido
nosotros?….Ahora ya llevo más de diez años en la misma tarea … sin resultado
alguno, porque aún la podredumbre es mucho más grande que antes…..No se
desaliente jamás, siga adelante en esta lucha … especialmente en las poblaciones,
donde hay más, hay más pobreza … Soy un incansable predicador de la unidad de la
clase trabajadora chilena, porque cuando la clase trabajadora chilena está unida, es
invencible…Nadie se atreve contra ella…”
Hoy Mayo 2023 constatamos el reflujo, luego el estancamiento, y la pudrición en la
que hoy sobrevivimos, y empezamos a superar, pese al periodo de restauración
neoliberal que empezamos a vivir desde que asumió el gobierno de los fariseos y del
jóven rico Gabriel Boric el 2021.
Don Clotario es una figura reconocida en Chile. Los enemigos de la clase trabajadora
sólo pueden reconocer en él una especie de santón, consecuencia y moral
inquebrantable, un “idealismo moral”, ese es un relato recortado.
Don Clotario, fue un hombre de enorme inteligencia, capacidad de lucha, su vida fue
sin duda ejemplar, desarrollando una política popular y clasista independiente de los
partidos políticos del régimen de la clase dominante, “los ricos, oligarcas o
burgueses no son mis parientes”.
En 1928 durante la Dictadura de Ibañez fundo el grupo Germen, en el cual a través de
su revista del mismo nombre compartió el espíritu, el revolucionario, del
Cristianismo. Uno de los principios de este grupo era: “Se ha desfigurado a Cristo
ante las masas hasta el extremo de hacerlo odioso. Silencio alrededor del obrero que
es Cristo: mucha palabrería alrededor del Dios que es rey. Se ha desfigurado a Jesús,
mirándole sólo como Dios, y no como hombre y obrero, verdadero hermano nuestro
según la carne, donde Él quiere y desea y pide ser imitado y amado”.
Don Clotario fue un funcionario público y sindicalista, organizador de la Asociación
Nacional de Empleados Fiscales ANEF, de la ex Central Única de Trabajadores de

Chile CUT-CH, del Comité de Defensa de los Derechos Humanos y Sindicales
CODEHS, del Movimiento de Izquierda Revolucionario MIR y hermano terciario
(seglar) Franciscano. Desde joven estuvo vinculado a la Iglesia Católica, siendo
inicialmente orientado por el pensamiento social cristiano que comparte el sacerdote
jesuita Fernando Vives Solar, quien propicia a un Cristo Obrero. Desde aquellos días
Don Clotario frecuenta las conferencias de Luis Emilio Recabarren, a fines de la
década de 1910 e inicios de los 20. Su trabajo, de hecho, ha sido considerado como la
continuación natural de Recabarren tanto en pensamiento como en acción política.
Como dato critico, luego de la arrancadera, del “suicidio” del Maestro Recabarren, a
don Clotario le toca participar en la organización de sus funerales y final sepelio.
En 1922 entró a trabajar como empleado público en la Tesorería General de la
República. En aquellos años, la ley no permitía que los empleados fiscales formaran
sindicatos o asociaciones. Por este motivo Don Clotario decidió en un comienzo
(1938) formar una asociación deportiva, llamada Asociación Deportiva de
Instituciones Públicas, la cual sería el antecedente a la Agrupación Nacional de
Empleados Fiscales (ANEF), constituida por Don Clotario en 1943. Siendo mandatado
a presidirla. No sólo la ANEF debe su existencia a don Clotario, la extinta Central
Única de Trabajadores también. Un primero de Mayo de 1952 se agrupaban más de 50
mil trabajadores en la Plaza de los Artesanos, Barrio La Chimba. Don Clotario inicia
su discurso. Tras un largo silencio, declama:
“¡Sólo la unidad sindical hará posible que triunfemos en nuestras demandas! Por eso
les pregunto: ¿quieren o no la unidad?”
Sí’ se escuchó responder a la muchedumbre.
“¡Entonces, díganselo a todos estos dirigentes! ¡Díganles ustedes mismos que
quieren la unidad!” Durante aproximadamente 15 minutos se escuchan los gritos de la
muchedumbre exclamando ‘UNIDAD’, ‘UNIDAD’, ‘UNIDAD’.
Luego con altos y bajos, cárceles y traiciones presidió la ex-CUT, y cuanta
confluencia antiimperialista, por la soberanía y unidad del campo popular impulsó,
viajó a la Unión Soviética, a Cuba Revolucionaria, a Argelia liberada, convocó al y
realizó en santiago de Chile, el 19 de abril de 1961, y a contracorriente de los
dirigentes de los partidos de izquierda, el primer y único paro de solidaridad , hasta
ahora, con Cuba y con su comandante en jefe Fidel Castro Ruz, hecho que significó,
un salto en conciencia en una franja importante del movimiento sindical, en la Clase
Popular, y en particular en la juventud de la época. En adelante, paso a paso se
reanima la lucha de clases en Chile, periodo que es cancelado con el Golpe civil y
militar de septiembre de 1973.

Tras el Golpe de Estado siguió luchando por la defensa de los Derechos Humanos, y
como acto simbólico, el dirigente no se volvió a cortar su barba, sosteniendo que se
la cortaría sólo tras la recuperación de la democracia. En 1976, luego que la urgencia
de la situación de guerra abierta superase al comité pro paz, y la iglesia católica
institucionalice su defensa en la vicaría de la solidaridad, a sus casi 80 años, re
anima el “CODEHS” Comité de Derechos Humanos y Sindicales, un espacio legal
creado 10 años antes.
Don Clotario evidentemente participó en numerosas manifestaciones por la libertad y
la vida, así fue como facilitó su apoyo a la resistencia popular contra la Dictadura. Su
casa sirvió de SEDE, de refugio para represaliados y proscritos, ayudándolos a
conseguir pan y asilo en las embajadas si lo requerían. Participó activamente en
contra de la violación a los derechos humanos y en lucha por la libertad, la verdad y
la justicia, colaborando en la fundación de la Agrupación de Familiares de Detenidos
Desaparecidos, cuya sede estuvo por años en su propia casa de Ricardo Santa Cruz,
cuestión que la dirección hegemónica de tal agrupación omite.
Don Clotario defendía la idea que desde un punto de vista cristiano, era mucho mejor
ir a visitar a los presos el domingo que ir a misa. Por ello, todos los domingos, iba a
la Penitenciaría a visitar a los presos políticos de la calle 5, a quienes les llevaba
información de utilidad y ayuda. Ellos a su vez, proporcionaban información sobre su
situación, la que se utilizaba en los informes.
Su labor fue reconocida por el Servicio de Paz y Justicia, de quienes recibió en 1978
el Premio de la Paz y en 1980 fue nominado al Premio Nobel, la cual fue bloqueada
por la DC internacional, el Vaticano y el gobierno gringo de la época, en Chile aún no
ha recibido el reconocimiento a su labor histórica-social, dada su mitificación y
cancelación ideológica por parte de los ismos Neoliberales.
Hoy Mayo 2023 es necesario alzar su figura para que los jóvenes trabajadores
conozcan, valoren y mantengan vivo su legado, siendo el más importante, la unidad
de los trabajadores, de las y los trabajadores.
Don Clotario es un profeta, hizo su aporte en vida, con su propia vida a configurar un
proyecto de LIBERACIÓN, es decir a la fraternidad, la justicia y la libertad.
Don Clotario nuestro padre, no solo reflexionó, no solo escribió, no solo se hizo verbo
encarnado en la acción directa, el trasciende en el sentipensamiento de quienes
comprenden que la vida es hacer (la fraternidad, la justicia y la libertad) orientados
metas y fines, y no plazos.

La verdadera prédica y quehacer de Don Clotario dictaba que el capitalismo es
muerte en vida, miseria en cuotas y explotación, por ende, la revolución popular era
vida, dignidad y liberación.
Rechazó cuantiosos sobornos ofertado por la casta política oligarca, eligiendo la
austeridad y el honor. Sobrevivió en la cárcel, cuando los gobernantes lo enviaron
con la intención de que lo asesinasen allí, pues incluso los criminales peligrosos
reconocían el trabajo de Don Clotario.
Siempre estuvo del lado de los pobres, combatiendo la injusticia y la miseria, por
sobre todo, era un declarado cristiano (y no de cualquier cristianismo), pues
practicaba el cristianismo del Jesús Obrero, que estaba en confrontación directa con
el Cristo Rey de los oligarcas, de los mercaderes y los fariseos; un cristo blanco
deformado, que a los ojos de Don Clotario, llegaba a ser odioso ante las masas
trabajadoras.
Ese cristo con corona, era lo contrario al verdadero; al carpintero y constructor, hijo
del hombre y la mujer del campo y la ciudad, Jesus.
Ese altar de oro en catedrales e iglesias era una ficción ajena al Jesús que caminó,
sonrió, sufrió, bebió y murió entre los hombres y mujeres, rebelándose contra los
dogmas, superó los dolores e iniquidades de su tiempo, creando tácticas de poder
que nos abrieron camino.
El Jesús verdadero sufrió en carne propia la injusticia naciendo en un pesebre entre
animales. Sus primeros amigos fueron los hijos de crianceros, se crió entre hombres
de trabajo, entre crianceros, pescadores y constructores.
Sentencia Don Clotario “Se ha desfigurado a Cristo ante las masas hasta el extremo
de hacerlo odioso. Silencio alrededor del obrero que es Cristo: mucha palabrería
alrededor del Dios que es rey. Se ha desfigurado a Jesús, mirándole sólo como Dios,
y no como hombre y obrero, verdadero hermano nuestro según la carne, donde Él
quiere y desea y pide ser imitado y amado.”
Para Don Clotario, el Jesús auténtico era aquel que expulsa con violencia a los
mercaderes del templo, como si se tratase de una profecía para erradicar el reino
corrompido de los mercaderes y los usureros de la faz del mundo.

El modo de sentir y pensar de Don Clotario, no tenía nada que ver con el pacifismo, o
de ser un cobarde, por el contrario, era el cristianismo del Dios que destruye el
mundo donde reinan los depravados y ladrones, para construir uno nuevo, donde el
revolucionario encarna el azote y el relámpago de la justicia sobre la tierra.
El cristianismo de Don Clotario era aquel que honra en coherencia la frase
bíblica “Porque a los pobres siempre los tendréis con vosotros, a mí no siempre me
tendréis.” (Mateo 26:11), como una sentencia latente del poder de los pobres, de la
cual no habrá salvación y ni siquiera él podrá frenar.
Sobre la verdadera iglesia que solo puede crecer en las filas de la lucha popular, Don
Clotario moviliza sus recursos personales, compromete su patrimonio, y pone a su
persona en el acto de rebelión más importante de la historia de los cristianos en
Chile hasta esos dias.
A las 4 am, la madrugada del domingo 11 de agosto de 1968 las rejas de la Catedral
de Santiago amanecieron con cadenas y candado. De sus torres, que miran a la Plaza
de Armas, colgaba un lienzo que decía: “Cristo es igual a la verdad. Por una Iglesia
junto al pueblo y su lucha. Justicia y amor”.
Don Clotario, como parte de un grupo de laicos, sacerdotes y religiosas – llamado
“Iglesia Joven”–, realizaron una toma del recinto. Adentro, celebraron una misa,
pidieron por las víctimas de la guerra de Vietnam, por los obreros de América Latina
y por los procesados políticos de Brasil.
La “Iglesia Joven”, con este acto espectacular, buscaba hacer un llamado de atención
a los católicos chilenos para convertirlos en cristianos. La toma de la Catedral
generó enormes repercusiones en el mundo católico chileno y fue un símbolo que
visibilizó a distintos grupos rebeldes que surgían en su interior. La ocurrencia del
acto en un recinto religioso era una novedad. En primer lugar, porque las “tomas”
eran una práctica política esencialmente de izquierda y los espacios tomados hasta
ese momento habían sido fábricas, fundos y terrenos urbanos. Un año antes, el 11 de
agosto de 1967, la Casa Central de la Universidad Católica había sido tomada por un
grupo de estudiantes, otro hito parecido fue la toma de las feministas el 25 de mayo
del 2018 de la Casa Central de la Universidad Católica. En segundo lugar, la novedad
estaba dada por la participación de sacerdotes y monjas, no solo laicos en un acto de
abierta Rebelión.

La toma de la Catedral puso de manifiesto las divisiones religiosas, ideológicas y
políticas que se acrecentaban en el catolicismo chileno a fines de los años 60, a la
época Don Clotario tenía más de 40 años de militancia clasista y popular. En el
debate estuvieron presentes los sacerdotes y monjas que –insertos en las
poblaciones– pedían mayor compromiso de la Iglesia con el mundo de los pobres; los
obispos, desconcertados al ver cómo se cuestionaba el sello de la Iglesia católica
chilena, y los laicos; algunos participaron y apoyaron la toma, otros se escandalizan
frente a este acto que ponía en evidencia aquel “desvío” postconcilio vaticano II en
que una parte de la Iglesia católica había incurrido. Ahí estuvieron también las
fuerzas de derecha que plantearon que era una obra del comunismo en su escalada
por la toma del poder en Chile.
Parecía ser que todos los hilos que se estaban discutiendo dentro del mundo católico
con respecto a su acción temporal y propiamente política confluyen en este acto de
ocupación de la Catedral. “Manifiesto de la Iglesia Joven”, fue la que tuvo mayor
difusión. En él se expresaron los motivos de la toma. En primer lugar, dejaban claro
que la manifestación no era contra el Cardenal ni tampoco contra el Papa, sino
contra “las estructuras caducas” de la institución eclesiástica. Planteaban un cambio
dentro de la Iglesia, sobre todo en torno a los valores actuales de obediencia,
disciplina, uniformidad, por otros más evangélicos, como pobreza, libertad, servicio,
comprensión abierta y audaz. La Iglesia tenía una esencia autoritaria, que no
respetaba las opciones de cada persona, y además daba excesiva importancia a los
sacramentos. La acción de la Iglesia debía estar más enfocada en llevar al hombre a
comprometerse con la vida y su pobreza debía ser visible y tangible. Pedían una
Iglesia libre, que se desentendiera de las rigideces y de aquellas estructuras que se
imponían desde el Vaticano. Se declaran una “IGLESIA DEL PUEBLO”, que estuviera
con los pobres no solo compartiendo su miseria, sino también sus luchas, haciendo
un llamado a un compromiso con “la auténtica liberación del pueblo”.
La toma de la Catedral tuvo una serie de símbolos religiosos y políticos que se
realizaron en su nave central. Los ocupantes celebraron una misa, no en el altar
central, sino en un altar improvisado por una mesa, rodeada de bancas. La eucaristía
se hizo con panes y vino, que se partieron y compartieron entre los asistentes, y
dentro de las lecturas bíblicas se analizó el pasaje en que Jesús expulsa del templo a
los mercaderes. Jóvenes con guitarras entonaron himnos y canciones no cantadas
comúnmente en misa. Al término de la misa, al momento de las letanías, cada
concurrente fue improvisando una plegaria, en las cuales se pidió “por el angustiado
pueblo de Biafra que muere de hambre”, “por los caídos en la absurda guerra de
Vietnam”, “por el pueblo uruguayo que lucha por una vida mejor”, “por todos aquellos
hermanos nuestros que han muerto en las luchas por la libertad de América Latina”.

Tras lo cual el resto repetía “escúchanos Señor te rogamos”.

Por la tarde, los cantantes Ángel e Isabel Parra interpretaron su “Oratorio para el
Pueblo” (https://www.youtube.com/watch?v=jvwGvChJs1U).

Frente a esto, una
reportera comentaba atónita que dicho acto se asemejaba más a “la Peña de los
Parra” que a un acto litúrgico.
Pasadas las cinco de la tarde los ocupantes abandonaron la Catedral. La salida se
hizo de forma ordenada y pacífica, mientras un tumulto de gente los esperaba afuera.
La Plaza de Armas se convirtió en un foro ciudadano. Grupos a favor y en contra
discutían y se enfrentaban apasionadamente entre sí. Hasta ahí llegaron miembros
del Grupo “Tradición, Familia y Propiedad”, los abuelos de los actuales reptilianos,
quienes gritaban consignas especialmente dirigidas en contra de los sacerdotes que
habían participado: “¡No queremos curas Rojos!”. Al poco andar el principal ataque
fue dirigido contra un solo participante, Don Clotario…….. Quien posteriormente
reflexionara al respecto, “Prefiero a los ateos que hacen el bien sin esperar
recompensa alguna en la vida eterna, a los católicos que sólo actúan de buena
manera porque serán premiados. Eso no es cristianismo, sino comercio.” “Ha llegado
el momento en que el cristiano dejará de ser un obstáculo en el camino del
cristianismo que es pueblo explotado y masacrado. La iglesia Joven puede decir: no
somos el ejército de la violencia, sino que somos el ejército de las víctimas de la
injusticia, y a la violencia de aquella opondremos nuestra propia violencia, como lo
hiciera Cristo al arrojar a los mercaderes del Templo de Dios, armado de un
látigo.” (“Clotario Blest, profeta de Dios contra el capitalismo”. Maximiliano Salinas,
Ediciones Rehue. Santiago,1987).

Don Clotario nuestro Padre

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Don Clotario contra el Cristo Rey “El grito de Cristo Rey vuelve a ser lanzado a los
cuatro vientos por las mismas gargantas de los que no comprenden ni aceptan la ley
del dulce Jesús. Insisten los poderosos de la tierra en su sueño idolatra de Cristo
Rey de un mundo lleno de injusticias, inequidades y mentiras. Cuanta ironía envuelve
esta exclamación cuando por dónde se vuelva la vista se encuentra desamparo,
egoísmo, odio, infamia.” (“Clotario Blest, profeta de Dios contra el capitalismo”.
Maximiliano Salinas, Ediciones Rehue. Santiago,1987).
El cristianismo de Don Clotario, llama a derribar al Moloch del capitalismo, y a
desafiar a los sacerdotes de Mamón (adoradores de la riqueza). Resalta la similitud
entre el culto a la bestia Moloch y el capital, pues todo el trabajo humano se somete
a las leyes de la esclavitud, la idolatría y sacrificio de sangre. Así lo escribe en la
revista Germen (*). Llama a hacer añicos el becerro de oro; símbolo repugnante del
sometimiento extranjero y la corrupción. La Clase Dominante chilena no es más que
una amante del becerro de oro y sus patas de excremento, ayer y hoy.
La visión de Don Clotario pretende romper el falso halo de la humildad, de la que se
vale el capitalismo para fomentar la sumisión. Don Clotario añora encender la
rebeldía del poder popular, agitar a las masas de constructores para que no solo
tomen las palas y los martillos, sino también las armas que harán temblar a todos
los enemigos del pueblo. El cordero debe transformarse en león.
Don Clotario dice que el evangelio original es de la hoz y el martillo “Los escribas y
fariseos reunidos para condenarnos, no han encontrado otra acusación que la de que
nuestro signo es igual a la del Soviet. ¿Ignorancia? No; mala fe Clara y manifiesta.
Desconocen estos Doctores de la Ley el símbolo del cristianismo, infinitamente
enaltecido por el sacrificio y señalado a los siglos como emblema de redención. Los
trabajadores como base fundamental de toda sociedad, deben ser la preocupación
dominante de ella. Las herramientas del trabajo industrial y agrícola: hoz y martillo,
son los emblemas de la manifestación mis sagrada, después de las manifestaciones
del Espíritu. La cruz de Cristo puesta sobre estos símbolos, significa la
cristianización de la producción y la vida.” (“Clotario Blest, profeta de Dios contra el
capitalismo”. Maximiliano Salinas, Ediciones Rehue. Santiago,1987).
Don Clotario ataca a los privilegiados y depravados de la iglesia católica chilena,
justificando el ataque popular contra la institución eclesiástica, uno de los brazos
históricos de la oligarquía terrateniente mercantil, siempre recordaba las
humillaciones y el dolor de su madre, aún así siempre se mantuvo dentro de los
cánones del rito catolico, incluso cuando con su colectivo “la iglesia Jóven” se tomo

la catedral, cuestión impensable para los revolucionarios de hoy “(…) mientras no
renuncien a hacerse gratos a los de arriba, y despreciar a los de abajo, el
proletariado, la porción escogida de Jesús, los repudiará con asco y
desgraciadamente identificando a estos “traidores” con la iglesia misma atacará por
iguales a ambos. (…) Por todas estas razones, y muchas otras.., no podemos aplaudir
ni aplaudiremos, y nuestra actitud será la del látigo en manos de Jesús, expulsando
mercaderes de su Templo, enrostrando venalidades y traiciones, y llamando al
hipócrita, hipócrita, y al traidor, traidor. Así nos encontraréis siempre, serenos y
resueltos.” (“Democracia y Proletariado (1985)”. Maximiliano Salinas Arzobispado de
Santiago, Vicaría de Pastoral Obrera ).
Así mismo Don Clotario no titubeó jamás en atacar durante toda su vida a los
fariseos, los “doctores de las escrituras”, cuya única doctrina consiste en memorizar
intactos los puntos y las comas de los libros sagrados, más no tienen al Cristo en el
corazón.
Son los hipócritas, más bien los sepulcros blanqueados como los Larraines, los
Ossandon, los Kast, los Frei, los Viera Gallo, los Gazmuri, los Garretón los cuales se
golpean el pecho condenando a otros, sin comprender la auténtica doctrina de amor
al prójimo que combate la usura y la corrupción.
El cristo de los fariseos y oligarcas es un canalla que se codea con los ricos para
colocarse una corona y mirar con desprecio al pueblo trabajador y los empobrecidos.
El Jesús de los pobres es el perseguido, proscrito y represaliado, el que llama a las
puertas y nadie le abre. Es aquel que sacrifica todo sentido del individualismo en pro
de un mundo nuevo, en favor de los otros, del nosotros.
El Jesús de los pobres es la palabra de la buena nueva y la verdad en la acción que
devuelve la vista a los ciegos y retorna la vida a los muertos, mientras que el Cristo
de la oligarquía es el déspota que hace perdurar la miseria, la muerte y el dolor.
En conmemoración a Don Clotario, quien nos deja un 31 de mayo de 1990, comparto el
“Decálogo del Hombre Nuevo»:
1- el que se forje en la vida diaria elevando sus principios de libertad, justicia y
fraternidad a la categoría de ideales o centro de acción de toda nuestra vida.
2- es el que abre el camino hacia la cima y no se detiene jamás.
3- es el capaz de sentir y alzarse contra las injusticias, la violencia, la violación de
los derechos humanos y la explotación del hombre por el hombre, donde quiera se

Don Clotario nuestro Padre

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cometa y quien sea el que lo haga.
4- es el que está guiado en toda su vida por grandes sentimientos de amor.
5- es el que huye de todo dogmatismo hueco y actitudes sectaristas o prepotentes.
6- es el capaz de renunciar voluntariamente a una vida cómoda o aburguesada, y
pagar en cualquier momento su cuota de sacrificio, aún el de su propia vida.
7- es el que une a un espíritu apasionado una mente realista, capaz de tomar las
decisiones más dolorosas sin desmayar un solo instante.
8- es el que lo da todo en la vida sin esperar retribución alguna, que no sea la
crucifixión.
9- es el que todos los días lucha para que ese amor a la humanidad se transforme en
hechos concretos, predicando más que por la palabra con el ejemplo permanente, y
una vida austera, con sencillez propia de las almas grandes y heroicas.
10- es el mejor entre los buenos.

Atentamente Gregorio Mondaca Crestto

Notas y Fuentes
(*) «Germen» (Santiago de Chile), Número 11, marzo 1933. Hemeroteca Biblioteca
Nacional
Maximiliano SALINAS, “Clotario Blest, profeta contra el capitalismo”. Ediciones
Rehue. Santiago (1987). “Democracia y Proletariado (1985)”. Maximiliano Salinas
Arzobispado de Santiago, Vicaría de Pastoral Obrera.
Mónica ECHEVERRÍA, , “Antihistoria de un luchador”. Ediciones LOM. Santiago (1993).
Ángel Parra – 1965 – Oratorio para el Pueblo (https://www.youtube.com/watch?
v=jvwGvChJs1U )

Don Clotario nuestro Padre

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