Marco Gonzalez, Socialismo Revolucionario
En las últimas semanas, se han conocido fuertes pugnas contra la materialización del cuarto retiro de fondos de pensiones de los trabajadores.
Primero se inició una fuerte propaganda culpando a estos retiros de la inflación al alza en el país, lo que originó la “salida de madres” de un diputado oficialista, que denunció una maniobra financiera de proporciones siderales, entre el Banco Central y las AFP, para pagar los tres retiros previos.
La maniobra consistió en que las AFP endosaron títulos valores al Banco Central, con plazos de recompra, obteniendo con estas maniobras la entrega del dinero fresco para pagar los retiros a través de los bancos nacionales.
Lo que no se ha dicho hasta hoy, es que el Banco Central actuó como depositario de esos títulos como órgano del Estado, por lo que se radicaron en el Fondo E, compuesto por títulos estatales, lo que determinó que el Estado adquirió un volumen inmediato de títulos sin verificación de su capacidad real de rendimiento financiero, aumentando además el volumen general de títulos estatales, que como es lógico, disminuye la rentabilidad promedio que generan.
Es por ello que millones de trabajadores de la noche a la mañana vieron desplazados, sin consulta,
sus fondos de pensiones al fondo E, con el castigo consiguiente de rentabilidad, perdiendo millones de pesos en pocos meses un tercio del PIB, maniobra que desvalorizó la moneda, por efecto de la sobre circulación, y encareció los precios, por la sobre oferta de dinero, fenómeno conocido como inflación.
Esta maniobra ilícita, sin embargo, se mantuvo con fórceps (ratificación mediante del facineroso Marcel), para salvar el “modelo” de capitalización, a sabiendas de estos efectos perverso en la economía, ya que no es la capitalización individual la que sostiene al sistema privado, sino el Estado.
Así las cosas, el cuarto retiro se aparece como la definitiva piedra de tope del “modelo”, pues no sólo implicará otra maniobra inflacionaria, sino que puede determinar la quiebra de numerosas compañías de seguros que se reparten la jugosa torta de las Rentas Vitalicias.
Este mercado a diferencia de las AFP se compone de una veintena de actores, con concentraciones muy bajas de participación del mercado algunas y una alta difuminación de tipos de rentas vitalicias (inmediatas, anticipadas, diferidas, orfandad según causante, invalidez, cubiertas por el seguro, con garantía estatal, garantizadas o no, por nombrar las principales), lo que implica que no sólo deben pagar, sino transparentar a los afiliados, los montos en saldo, lo cual estas empresas no están dispuestas a hacer, sino por el contrario, sencillamente no pagar, y declararse en quiebra, para así quedarse con los fondos de los trabajadores.
En efecto, el cese del pago de sus obligaciones, y asumir un estadio de quiebra, impedirá recuperar los activos de los trabajadores, pues las transferencias de esos activos ahorrados por toda la vida de los trabajadores, ya forman parte del balance de otras empresas a las que se les transfirieron dichos activos.
Estas maniobras tienen asoman como un colapso del mercado financiero local, que ya arrastra pérdidas incalculables en los índices accionarios, y en la rentabilidad de los fondos de los trabajadores para sus futuras pensiones, lo cual explica que los principales grupos económicos retiraran sobre el 80% de sus utilidades acumuladas, para enviarlas a paraísos fiscales, y dejar entregada a su suerte a la economía nacional.
Sin embargo los trabajadores estamos preparados para hacer frente a estas maniobras criminales del mercado financiero chileno, pues nada más han administrado por décadas el dinero de nuestras cotizaciones mensuales, para llenarse los bolsillos de dineros y negocios, los cuales en adelante podrán ser por fin, dineros para los trabajadores y el país, no para un grupo de grupos económicos que sólo han causado deudas, abusos y agobio al pueblo trabajador.