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Colombia – Para una crisis sin precedentes, Duque propone una solución que ya fracasó

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La Silla Vacía, 5-5-2021

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Fue la segunda alocución en tres días, en medio de la crisis más aguda de su Gobierno. Al mismo tiempo, en múltiples puntos de decenas de ciudades, había movilizaciones andando. El país cumplió ayer siete días protestando, hoy hay una nueva manifestación nacional convocada por el Comité del Paro.

Pero el presidente no dio señas de haber estado escuchando. La fórmula de Duque para la situación de caos que vive el país, un día antes de la nueva convocatoria, reedita la que planteó en 2019, luego del primer paro nacional. Solo que con aún menos fuerza y en un país mucho más complejo. “Quiero anunciar que instalaremos un espacio para escuchar a la ciudadanía y construir soluciones”, dijo el presidente, desde Casa de Nariño, con un florero de rosas atrás.

De la tributaria a la represión policial

La Silla Vacía cubrió ayer manifestaciones en cuatro ciudades. Como muchas de las que han seguido luego del 28 de abril, se forman de manera espontánea, en lugares donde la represión policial ha sido recurrente. “La Tributaria sacó cosas a la luz que habíamos dejado pasar, pero hoy estoy aquí por la represión policial”, según Paulina Domínguez, estudiante universitaria en un plantón en el parque principal de Sabaneta, un municipio al sur de Medellín. «Es la muestra de la rabia que da decir ‘vamos a hacer, una protesta pacífica’ y llegan a violentarnos», dijo Steven Ospina, líder social de Siloé, en Cali, durante una concentración motivada por la muerte de tres personas la noche anterior.

En su discurso, el presidente no se refirió a las 19 personas que han muerto en las protestas, según cifras preliminares de la Defensoría, la mayoría de ellas por la represión de la Policía. Abusos que han sido transmitidos, en muchos casos, en vivo y en directo por redes sociales, donde circulan videos de policías disparando contra los manifestantes. 

Tampoco hubo un registro de las señales de preocupación de la comunidad internacional, que llegaron del Gobierno Biden, la ONU y la OEA. Duque ni siquiera reconoció que desde la Fuerza Pública hubieran existido abusos, “la ciudadanía debe reconocer y agradecer su labor, ser su aliada en la lucha contra la delincuencia, sin renunciar a la denuncia de ningún abuso en caso de presentarse”, afirmó.

Este mensaje llega con la decisión de enfrentar las manifestaciones haciendo uso de la figura de asistencia militar, con el Ejército desplegado a varias ciudades. Por ejemplo en Cali, donde frente a decenas de policías y soldados formados, el comandante del Ejército, General Eduardo Zapaterio, les dijo “estamos haciendo las cosas bien”, en tono vehemente, “nos sentimos orgullosos de ser policías, patria, honor, lealtad. ¡Ajua!” .

El mensaje, en el que un oficial militar asume voz de mando frente a la Policía —una circunstancia irregular, pues el superior de la Policía no es el comandante del Ejército en una democracia— circuló en un video compartido, entre otros, por el ex presidente Álvaro Uribe. 

Esto pone al país frente a una situación volátil. El lunes en Bucaramanga y su área metropolitana se gestaron dos marchas multitudinarias que terminaron uniéndose en Floridablanca, en el sector de Cañaveral, donde hay tres centros comerciales. Según ocho manifestantes que estuvieron en esa jornada, todo había transcurrido en completa calma hasta que un grupo de no más de 10 personas empezaron a tirarle piedra a la fachada de uno de los centros comerciales. Según dos de ellos, eso ocurrió justo después de que se calentaran los ánimos entre los marchantes y la Fuerza Pública, pues cayó una botella en medio de la protesta desde un puente peatonal en donde había policías.

La Policía y Esmad empezaron a dispersar a los marchantes y cientos terminaron recorriendo las calles de distintos barrios de Floridablanca y cometiendo actos de vandalismo. En Villabel, destruyeron un CAI. En Ciudad Valencia hubo gases lacrimógenos que inundaron casas y negocios y uno de los 18 capturados que reportó la Policía terminó con la cabeza reventada a bolillazos. En Santa Ana quedó en video, que La Silla pudo verificar, cómo un policía le pega un bolillazo en el brazo a un joven que estaba solo, caminando en sentido contrario a la protesta.

De otro lado, aunque el discurso del presidente Duque fue hecho en clave de la derecha, su incapacidad para controlar las calles lo enfrenta a los ánimos de los que quisieran una respuesta más contundente. Personas que sienten mucho miedo con lo que están viendo porque su normalidad se está viendo seriamente afectada por las protestas, en muchos casos violentas. En ocasiones, como en Cali, se ve a manifestantes disparando armas contra los policías. Un taxista en Cali, que dijo que no quería ser nombrado, le dijo a La Silla, «mire mi caso, yo tengo que pagar peaje para mi casa». Según nos dijo, hay lugares de Cali en donde grupos de manifestantes están pidiendo un pago, que puede ser de mil o 2 mil pesos, para dejarlos transitar, como en El Pondaje y Villa del Sur.

La falta de control y la inconsciencia de ciertos manifestantes ha tenido desenlaces dolorosos, como el de una mujer que perdió a su bebé en una ambulancia atascada en un retén en Tocancipá. O escenas virales, como la de los pollitos lanzados a una carretera en Buga, porque no hay alimento para mantenerlos por el desabastecimiento causado por los bloqueos.

Conversar sin avanzar

La primera referencia a las protestas en la alocución del Presidente fue: “soy consciente de que en esta situación existirán siempre voces que pretenden capitalizar políticamente la adversidad”. Luego sí llamó a una nueva conversación “con todas las instituciones, los partidos políticos, el sector privado, gobernadores, alcaldes y líderes de la sociedad civil, motivados por el servicio a la ciudadanía”.

Según Juan Carlos Guerrero, director del Observatorio de Redes y Acción Colectiva de la Universidad del Rosario, al presidente “le ha faltado habilidad para hacer política, en el sentido de ser capaz de negociar con los sectores de oposición, de construir consensos, de mover líneas de debate público. Plantea diálogos muy formales, donde la gente se siente desconocida e ignorada, sienten como ‘nos oyen pero no nos escuchan’”, dice

El presidente de nuevo planteó su conversación anclada en instituciones que carecen de la legitimidad frente a muchos de los que salen a marchar. Durante la protesta ayer en Siloé, Cali, José Antonio Zúñiga comentó que “seguimos en la protesta y vamos hasta las últimas”. De 57 años, se gana la vida “en lo que salga”. “¿Cómo es posible que un congresista gane 34 millones de pesos y el pueblo esté muriendo de hambre?”, nos dijo.

Además, es una conversación que el presidente propone sin enmarcarla en los temas críticos. No menciona la reforma tributaria, habla en general del rechazo a la violencia, la creación de empleo y el plan de vacunación. La represión de la manifestación pacífica, que se ha convertido nuevamente como el 9S en el gran movilizador del paro de hoy, está totalmente ausente de su propuesta.

Sobre todo, es una conversación que se da luego de haber dejado a medias la pasada, como contamos, lo que golpea su credibilidad. Por ejemplo, uno de los compromisos de la estrategia de diálogo que se abrió luego del paro de noviembre del 2019, en el que los ambientalistas jugaron un papel clave, fue la aprobación del acuerdo de Escazú. Este tratado internacional languideció en el Congreso frente al débil apoyo del Gobierno, que le metió un mensaje de urgencia y luego cedió ante el lobby del sector privado que se oponía.

El mismo cuento para otro país

Al menos 15 CAI fueron vandalizados anoche en Bogotá, en una ola de violencia contra estas instalaciones que recordó los hechos del 9 de septiembre del 2020. Durante el día, la calle 170, una avenida clave para el tráfico del norte de la capital, estuvo cerrada por una protesta de volqueteros. “El motivo es el incumplimiento por parte de la alcaldía de Bogotá y la gobernación de Cundinamarca del pacto que se firmó el año pasado sobre chatarrización”, explicó Alex Rubio, uno de los voceros de la Asociación volquetera de Bogotá y Cundinamarca.

Dos volquetas bloquearon la vía por horas ante la mirada de la policía. Una lona de plástico estaba agarrada otra volqueta y servía de techo para cubrir de la lluvia a un caldero metálico, negro del hollín, que cocinaba un café en una fogata de leña sobre el separador. Alrededor, unos cincuenta hombres, dueños de las volquetas, discutían, se reían y comían pan con tinto. Estuvieron desde las tres de la mañana hasta la tarde.

Lo que empezó con la oposición a una reforma tributaria, es hoy una protesta nacional de todo tipo de motivos e intereses desorganizados que se han dado a las calles. Un hombre encapuchado que bloqueaba parte de la glorieta de Siloé, en Cali, nos dice que “me movilizo porque tengo la nevera vacía y no tengo como llenarla». Alrededor de 3,6 millones de personas cayeron en la pobreza el año pasado, según cifras del Dane, en medio de la peor recesión registrada en Colombia. “Esto va a seguir hasta que Duque renuncie”, agrega el hombre con la cara cubierta. 

Tres de las fuentes con las que hablamos en el barrio deprimido de Cali, nos dijeron que la convocatoria se hacía vía redes sociales, por grupos de Whatsapp, Telegram y por algunas páginas en Facebook que mueven la información en Siloé.

También sucede en Antioquia. “Hemos visto muchas convocatorias que nos preocupan porque no sabemos quién convoca. Llegamos a apoyar y nos dimos cuenta de que nadie está en la batuta de la marcha, no tienen rumbo fijo y eso genera choques con la Policía”, le dijo a La Silla María Janeth Villejas, integrante de El Sur Renace, uno de los grupos ciudadanos a cargo de las movilizaciones en el sur del Valle de Aburrá. “La de ayer en Itagüí no la convocamos nosotros pero nos pareció raro ver que ya tenían concejales tomándose fotos con las pancartas, todo super organizado”, agregó.

Además de la experiencia para movilizarse en las calles de diversos grupos, afinada en el 2019 en las jornadas de protesta, este paro le cae al presidente en época preelectoral. Al igual que Duque, Gustavo Petro va por su “segunda alocución sobre la situación nacional” desde que comenzó esta jornada de manifestaciones.

Se trata de mensajes leídos, con aire presidencial, que publica el precandidato de la Colombia Humana en sus redes sociales. En el primero alentó las movilizaciones. Pero en el mensaje publicado ayer, el líder de oposición hizo un llamado a la mesura, lo que resalta el nivel de profundidad de la crisis actual. “Estamos al borde del punto de no retorno”, dice Petro, “la sociedad puede levantar la bandera de la renuncia de Duque y el adelanto de elecciones. Y Duque, o quien lo sustituya, puede disparar las armas contra el pueblo. Aun eso es evitable. Le pido al Comité del Paro reorganizar la movilización, volver a colocar fechas precisas”.

Pero la manifestación en los últimos días ha tomado vida propia. Duque enfrenta una protesta que se nutre de un ecosistema de redes sociales y medios digitales cada vez más fragmentado y radicalizado. Cualquier persona con un celular puede hacer transmisiones ciudadanas en vivo. Un video de un abuso policial genera una marcha, y esa marcha genera más abusos. Por sí solos, ni Petro ni el Comité del Paro ni, por supuesto, Duque marcan el ritmo de las calles. Y el liderazgo para poder ponerlos de acuerdo —y a los sectores amplios de la política y la sociedad civil del país— está ausente. 

Así entramos a una nueva jornada de movilización masiva, esta sí convocada por el Comité del Paro, en medio de la peor pandemia en un siglo. Con un presidente que para interpelar a la juventud que protesta en las calles recurre a recordarles que “los colombianos somos gente de bien”.

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