Inicio Historia y Teoria Brasil – 130 años de una abolición inacabada *

Brasil – 130 años de una abolición inacabada *

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La ley que abolió la esclavitud después de tres siglos de trabajo forzado, liberó y al mismo tiempo abandonó a las personas.

 

Juliana Gonçalves

El Salto Diario, 22-6-2018

https://www.elsaltodiario.com/

Traducción de Pilar Gurriarán

Conservadora y corta, con poco más de dos líneas, la Ley nº 3.353, la llamada Ley Áurea, decretó, el 13 de mayo de 1888, el fin legal de la esclavitud en Brasil. Pero si la esclavitud tuvo su fin desde el punto de vista formal y legal hace 130 años, la dimensión social y política está inacabada en la actualidad. Esta es la principal crítica de estudiosos y militantes de los movimientos negros a la celebración del 13 de mayo como el día del fin de la esclavitud.

La promulgación de la Ley Áurea fue una acción rellena de pompa, como se observa en el registro fotográfico de António Luiz Ferreira, en el que una multitud aguarda a la firma desde el exterior del Palacio Imperial, en el centro de Río de Janeiro.

El Imperio portugués sufría fuertes presiones internacionales para quitar de la legalidad la posibilidad de esclavizar a las personas. Además, el aumento de las ideas abolicionistas y las constantes fugas e insurrecciones de los esclavizados hacían de la esclavitud un negocio cada vez menos rentable.

«La abolición no se dio por una simple firma. […] Existieron varias formas de enfrentarse al poder del señor»”

La militante del movimiento negro Katiara Oliveira habla sobre ese período basándose en una historiografía poco explorada, pero verdadera: «La abolición no se dio por una simple firma. Las revueltas y rebeliones, como prender fuego al cañaveral, la fuga a los quilombos [asentamientos de esclavos fugados], el suicidio, el infanticidio, el envenenamiento de los señores de los ingenios [propietarios de las plantaciones] causaron perjuicios a los señores de los ingenios. Existieron varias formas de enfrentarse al poder del señor».

Aun así, Brasil fue el último país de occidente en abolir la esclavitud. La Ley Áurea fue la ley más popular y la última del Imperio. Un año y medio después de la abolición, el Imperio acabó. Historiadoras de ese período, como Lilia Moritz Schwarcz, profesora del Departamento de Antropología de la USP, apuntan a que el Estado postergó al máximo la prohibición a la esclavitud y eso costó la vida del régimen.

Inconclusa

Hace décadas, los movimientos negros caracterizan la fecha como día de la abolición inconclusa, resaltando la lucha de los negros por libertad y desmitificando la figura de la princesa Isabel como la benefactora de los negros.

Desde la coordinación nacional del MTST, el Movimiento de los Trabajadores Sin Techo, Jussara Basso comenta esa abolición formal e incipiente: «Esa idea de abolición inconclusa en realidad coloca al pueblo negro en una condición de esclavitud remunerada», reflexiona.

Un año después de la abolición, las teorías racistas basadas en métodos pseudocientíficos comenzaron a ganar cuerpo y voz como ideologías del blanqueamiento racial ampliamente aceptadas en Brasil entre 1889 y 1914 ”

Un año después de la abolición, teorías racistas basadas en métodos pseudocientíficos, que buscaban apuntar al negro como biológicamente inferior, comenzaron a ganar cuerpo y voz como ideologías del blanqueamiento racial ampliamente aceptadas en Brasil entre 1889 y 1914. Blanquear física y culturalmente el país se convirtió en objetivo en un lugar que necesitaba apagar la presencia negra, lo que llevó a incentivar la inmigración europea para trabajar en los cultivos, excluyendo a los trabajadores negros.

Hasta hoy, la desinformación sobre el período de la esclavitud es grande. La convivencia armónica relatada por literaturas de la época como Casa Grande y Senzala, libro de Gilberto Freyre publicado en 1933, dan cuenta de una esclavitud limpia, sin grandes conflictos, como si fuera posible la existencia de un sistema pacífico en el cual un ser humano puede ser la posesión de otro.

El hecho defendido por expertos e investigadores es que la ley que liberó a los descendientes de africanos no traía reparaciones históricas y los esclavizados ese día fueron, al mismo tiempo, liberados y abandonados, siendo más tarde marginados.

Raumi Souza concuerda con esta afirmación. Él forma parte del grupo de estudios sobre la cuestión étnico-racial y la cuestión agraria del MST. «La abolición de la esclavitud fue una ilusión. El esclavo salió de la senzala [alojamiento de esclavos en las haciendas], salió de la hacienda y pasó a ser libre, pero una libertad que no le da acceso a tierra o a bienes materiales y financieros, no le da dignidad», lamenta.

Desigualdad

Hasta hoy, las estadísticas prueban en diversos niveles cómo el país es profundamente desigual y que la clasificación por raza es siempre un agravante. La renta por domicilio per cápita del promedio de la población blanca es más que el doble de la renta de la población negra: 1.097 reales (250,36 euros) para los blancos contra 508,90 (116,14 euros) para los negros, según el estudio de 2016 del PNUD, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.

Según el otro índice del estudio, bautizado como Desarrollo Humano Municipal, que tiene en cuenta ingresos, salud y educación, los negros en Brasil tienen diez años de retraso en comparación con los blancos.

La Ley Áurea no acompañada de políticas de reparación perpetuó desigualdades visibles hasta hoy entre blancos y negros”

Datos como éste muestran cómo la firma de la Ley Áurea no acompañada de políticas de reparación perpetuó desigualdades visibles hasta hoy entre blancos y negros. El abogado Daniel Teixeira, del Centro de Estudios de las Relaciones de Trabajo y Desigualdades (CEERT), cuenta que eran comunes legislaciones paliativas o nada efectivas cuando el asunto era remediar los estragos de la esclavitud, como la Ley del Vientre Libre y la Ley del Sexagenario, entre otras.

«Un ejemplo de esto es la expresión ‘leis para inglês ver’ (“leyes para que las vea el inglés”), que viene de leyes abolicionistas justamente porque les faltaba efectividad. Eran editadas para dar la imagen de un país que no aceptaría la esclavitud, pero que en la práctica fue el último país en abolirla, aunque solo formalmente», explica.

Brasil de Fato conversó con una serie de expertos para entender cómo esa abolición inacabada puede ser identificada actualmente en diferentes sectores.

Trece décadas después de la abolición, sin derechos plenos

Derecho a la vida, a la tierra, a la salud, a la vivienda, a la justicia y a la inserción en espacios de poder son algunos indicadores que revelan un Brasil extremadamente desigual. La pobreza y la marginalidad tienen color en Brasil. No es de hoy que los movimientos negros y los expertos apunten que las desigualdades socioeconómicas entre blancos y negros no pueden ser explicadas exclusivamente por el pasado esclavista, sino sobre todo por las diferencias de inserción social, productiva y de oportunidades que sucedió tras la esclavitud.

Para Katiara Oliveira, del Colectivo Kilombagem y de la Red de Protección y Resistencia al Genocidio, la abolición está apenas en el papel. Prueba de ello serían los altos índices de asesinatos de jóvenes negros. «El genocidio de la población negra es la expresión de que el pueblo negro no ascendió a la condición de ciudadano, porque no tuvo los derechos básicos garantizados como la vivienda, la salud, la educación y el derecho básico a la vida. Las personas mueren en Brasil por ser negras, por ser pobres y negras», dice.

Según datos del Mapa de la Violencia de 2014, que compila información desde 1998, 23.000 jóvenes negros de 15 a 29 años son asesinados en Brasil cada año. Son 63 por día, o uno cada 23 minutos. Es decir, de los 30.000 jóvenes muertos al año, el 77% son negros.

Si estos datos revelan muertes predominantemente masculinas, las mujeres no blancas no están más seguras. El mismo Mapa de la Violencia apunta que la muerte de mujeres negras aumentó un 54% en los últimos diez años, mientras que el asesinato de mujeres blancas cayó un 10%.

Érica Malunguinho, activista y gestora del espacio cultural independiente Aparelha Luzia de artes negras, localizado en São Paulo, apunta el descuido del Estado en no dar al tema la seriedad adecuada. «Sin duda el feminicidio alcanza más a las mujeres negras, así como se desliga de toda carga de otras violencias estructurales, pues el fundamento racial, de la manera que es ideológicamente practicado, tiene como objetivo constante nuestras vidas», reflexiona.

En este contexto, las desigualdades entre las mujeres son escandalosas. «Las mujeres lesbianas, trans y las travesti se vuelven más vulnerables aún en lo que yo llamo jerarquía de la tragedia anunciada», puntualiza Malunguinho, que es mujer trans.

Hay indicios de que no es solo la bala la que mata, sino que la negligencia del Estado con respecto a la salud de la población negra también causa muertes”

En general, la falta de respuesta del Estado al genocidio negro se relaciona directamente con las cuestiones de seguridad pública, pero no solo con ellas. Hay indicios de que no es solo la bala la que mata, sino que la negligencia del Estado con respecto a la salud de la población negra también causa muertes.

Emanuelle Góes, epidemióloga y doctora en Salud Pública, explica cómo los negros todavía mueren de enfermedades tratables como tuberculosis, presión alta, VIH / SIDA, entre otras. «La falsa abolición, de hecho, tiene una interferencia en la salud de la población negra», cuenta.

Góes celebra el SUS, el Sistema Único de Salud, como una política que benefició mucho a la población negra, sin embargo, puntualiza que incluso el SUS no logra suplir todas las desigualdades. «Con el SUS, un sistema universal, integral y ecuánime y que preconiza la distribución de forma equitativa, con justicia social y derechos, tenemos una mejora, pero no el equilibrio. Todavía se producen disparidades raciales en la salud».

Si el tema universal de la salud refleja diferencias entre blancos y negros, hay una línea de la historiografía que apunta que la falta de distribución de tierras en la época de la esclavitud es la cuna de todas las desigualdades. Raumi Souza, del MST, resume la cuestión en el campo. «Hasta hoy la lucha por la tierra es también una lucha contra resquicios de la esclavitud».

Afirma que la lucha en el campo es una lucha negra: «El sin tierra de hoy es el esclavo de ayer». Para él, hay sólo un camino para intentar disminuir esa brecha histórica que no permite la equidad. «La abolición no se ha concluido y solo se va a concluir cuando exista reforma agraria. La distribución de bienes y de la tierra es un factor importante de esa democratización».

Además de la reforma agraria, la titulación precaria de tierras quilombolas también refleja rastros de esa falsa abolición. El derecho a la tierra negado en 1888 permanece. Según datos de la Conaq, la Coordinación Nacional de Articulación de las Comunidades Negras Rurales Quilombolas, solo el 4% de los más de 1.600 procesos de titulación de tierras quilombolas en marcha en el Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria (Incra) se concluyeron.

El programa de reconocimiento de áreas quilombolas no solo no avanza, su presupuesto se contrajo un 94% en siete años, descendiendo de 64 millones de reales (14,64 millones de euros) en 2010 a 4 millones (0,92) en 2017.

La reciente tragedia que puso fin a la ocupación en el edificio Wilton Paes [donde vivían ilegalmente 400 personas y se derrumbó a principios de mayo], en São Paulo, sacó a la luz el debate de las ocupaciones en las ciudades.

Jussara Basso, de la coordinación nacional del MTST, recuerda que el derecho a la vivienda previsto en la Constitución de 1988 es negado a la población negra y pobre. «Para nosotros está reservado el derecho a la calle. Esta tragedia señaló una necesidad inmediata de que se tenga un programa habitacional que realmente atienda a la población de bajos ingresos de este país, y programas sociales que garanticen una existencia más digna», afirma.

Destaca que la población negra es mayoría en la calle, así como en las ocupaciones, las periferias y los subempleos. «Lo que la gente percibe es que no se ha avanzado nada en las políticas sociales que buscan un formato de inclusión y división de las riquezas de este país. En realidad trabajamos para garantizar la riqueza de pocos, mientras nosotros vivimos como podemos», expone.

Así como sucede con la pauta de la vivienda, Daniel Teixeira, abogado del CEERT, analiza cómo la vida de los negros, que son el 53% de la población, está impregnada por una cultura jurídica que no ve la igualdad racial como un vector de transformación. «Es posible hablar de prejuicios que ocurren desde la legislación tributaria, que tributa más sobre el pobre, donde está la población negra, hasta la cuestión de sospechosos en crímenes que la gente tendrá en la calle, un abordaje policial que ‘privilegia’ a las personas negras como sospechosos», recuerda.

En un país cuya historia, si se reduce a un período de 10 días, vivió 7 días bajo régimen esclavista, y que todavía presenta formas radicales de racismo estructural, es difícil hablar de desigualdad en profundidad sin considerar racismo, machismo, heteronormatividad y LGBTfobia. Esta es la opinión de la escritora y doctora en Ciencia de la Información Bianca Santana. «Estas pautas no son pautas menores que aíslan, estas son pautas que estructuran el sistema desigual que vivimos», afirma.

Autora del libro Cuando me descubrí negra, publicado en 2015, Santana cree que romper el silencio sobre el racismo es una forma de combatirlo. «Mi proceso de descubrirme mujer negra, que escribo en el libro, que he escuchado también a tantas otras mujeres, fue percibir cuánto ese silenciamiento sobre la cuestión racial reforzaba esa ideología de blanqueamiento: no vamos a hablar sobre la cuestión racial porque aquí no hay ningún problema».

Tal vez sea un exceso de optimismo creer que los efectos de 300 años de esclavitud podrían revertirse en 130 años, pero la realidad es que cada vez más sectores hacen coro con los movimientos negros al afirmar que la transformación social profunda de Brasil sólo se dará por medio de políticas serias de reparaciones para el pueblo negro.

Las desigualdades históricas área por área

“Históricamente le fue negado el derecho a la tierra a las personas negras de Brasil, entonces tierra, raza y clase son fenómenos interconectados. La mayoría de las personas que forman parte de los asentamientos de reforma agraria son personas negras, que descienden de las personas africanas que fueron esclavizadas en Brasil. La reforma agraria es una forma también de reparación en la desigualdad racial brasileña”.

Raumi Souza, Grupo de estudios sobre la cuestión étnico-racial agraria del MST, el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra

“La política de cuotas fue un capítulo importante de conquista porque conseguimos por unanimidad que el Supremo Tribunal Federal estableciera la constitucionalidad de las acciones afirmativas. Por otro lado, vemos los asesinatos de negros potencializados por la ‘guerra a las drogas’ que criminaliza la pobreza y la negritud”.

Daniel Teixeira, abogado y director de Proyectos del CEERT, Centro de Estudios de las Relaciones de Trabajo y Desigualdades

“Continuamos teniendo disparidades raciales en salud. Un ejemplo es la mortalidad materna, más frecuente entre mujeres negras. A pesar de tener la Política Nacional de Salud Integral de la Población Negra, en tiempos de golpe, se agravan las dificultades de implementarla”.

Emanuelle Góes, epidemióloga-enfermera, maestra en Enfermería, doctora en Salud Pública, Bloguera de Población Negra y Salud

“La abolición, que cumple 130 años, todavía está en el papel. Nosotros no estamos más esclavizados, sin embargo todavía no somos ciudadanos. Según el IBGE, la mayoría de los presos del país es de mulatos, y más del 40% aguardando juicio con la posibilidad de ser inocente”.

Katiara Oliveira, miembro del colectivo de izquierda Kilombagem y de la Red de Protección y Resistencia al Genocidio

“Hay una criminalización de quien vive en las favelas, en la orilla de arroyos, así como de quien ocupa edificios por no querer vivir en la calle, la mayoría negros. Son personas que buscan luchar por sus derechos, siempre negados. Hace mucha falta abrir espacios para que la gente ocupe cargos del poder público para que haya representación efectiva del pueblo negro en esos espacios”.

Jussara Basso, Coordinación nacional del MTST

“El movimiento de mujeres negras viene desde hace años posicionando los debates que son importantes, porque las cuestiones de raza, género y clase son tres puntos de reflexión constante para pensar el proyecto de sociedad occidental. En el proyecto de sociedad en que vivimos hoy, estos temas son colocados como fragmentos, cuando son cuestiones estructurales de Brasil”.

Érica Malunguinho, activista y maestra en Estética e Historia del Arte en la USP, es gestora del espacio cultural independiente Aparelha Luzia de artes negras.

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