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LOS MARXISTAS Y ABRAHAM LEON

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Juan María Alponte.-
El polémico tema sobre el marxismo y los judíos plantea viejos debates. Karl Marx era hijo de padre y madre judíos* y Lenin, a su vez, hijo de madre judía. Trotsky, igualmente judío. La lista sería sorprendente. Teniendo en cuenta que, quien esto escribe, está inmensamente alejado de interpretaciones raciales el hecho de que toque el tema arranca, sin más, porque alguien –que sabe bien que yo he escrito una biografía de Lenin –“Lenin Vida y Verdad. Esclarecimiento de una Época”, Editorial Grijalbo, México, 2002- me pregunta dos cosas: a) cómo consideraba Lenin ese cuestionario, el judío y b) qué papel tuvo Abraham Leon, a su vez, en ese gran temario.
Respecto al primer tema –Lenin- diré que un día, en París, en las librerías de viejo, a lo largo del Sena, me encontré allí con Mitterrand (que me dedicó uno de sus libros con cálidas palabras) que tenía gran biblioteca y yo, a mi vez, encontré un “tesorito” descuadernado: un libro del gran escritor ruso Máximo Gorki, publicado en 1924, el año de la muerte de Lenin. Ese libro, era un libro de ocasión que, seguramente, Éditions du Sagitaire pidió a Máximo Gorki, amigo de Lenin, con recuerdos y memorias personales del fundador del régimen comunista en Rusia. Libro sin cubierta, desvencijado –así lo mantengo- cuyo título era el siguiente: “Lénine et le paysan russe”, “Lenin y el campesino ruso”, en el que Gorki recupera anécdotas, reveladoras, de Lenin, ser humano.
En las páginas 139-140, Lenin proporcionaba a Gorki su impresión, furiosa, de las persecuciones (progroms) sufridas por los judíos en el marco, cristiano-ortodoxo, del Imperio Ruso. Tomo, a la letra, lo que Lenin dijo a Gorki: “Cuando se habla de la crueldad es difícil olvidar el carácter de los progroms, contra los judíos en Rusia. El hecho de que los progroms eran autorizados por unos imbéciles crueles que detentaban el poder no justifica nada ni a nadie. Autorizando la muerte y el saqueo de los judíos, esos imbéciles incitaban a centenares de progromistas a cortar los senos a las judías, a matar a sus hijos, a meter clavos en el cráneo de los judíos. Es preciso considerar siempre esas abominaciones sangrientas como la iniciativa privada de las masas”.
Ese gran tema, presente en nuestros días con el difícil e inevitable diálogo de Israel con Palestina –tema ineludible para la paz en el Oriente Medio- el papel de Abraham Leon, judío-polaco, marxista, que escribió un libro, hoy clásico, “La Concepción Materialista de la Cuestión Judía”.
Abraham Leon
Ese libro fue publicado, a título póstumo, en París, en 1946. En efecto, el texto lo terminó, Abraham Leon, entre París y Bruselas. Libro de enorme interés que él nunca vería publicado porque murió, asesinado, en Auschwitz, bajo la ley de la barbarie nazi en 1944. A la hora de morir contaba, Abraham Leon, 26 años. Leon mantenía, en su análisis del pueblo judío, una teoría incitante, discutible, pero alertadora (bajo la influencia, me parece, de Max Weber) teoría que tenía en cuenta la evolución socio-económica del pueblo judío “como clase”.
Añadía, Leon, en el cuadro de Max Weber (que consideraba la ética de los protestantes como un proceso hacia el capitalismo) otra versión incitante: considerar al pueblo judío como clase. Creo que en ese proceso analítico se olvida, a su vez, tema poco tratado, que Michael Novak se confrontó con Weber con otro libro inequívoco: “The Catholic Ethic and the Spirit of Capitalism”, “La Ética Católica y el Espíritu del Capitalismo”, que se publicó en 1993 por The Free Press en Nueva York, por Maxwell Macmillan en Canadá e inmediatamente en Oxford, Singapur y Sidney.
En suma, dos versiones del papel de protestantes y católicos en el desarrollo del capitalismo. Faltaba la versión del papel judío.
Con las dos ediciones clásicas –en México, gracias, si te he visto no me acuerdo- se revelaba, apasionante, la polémica surgida en el libro de Max Weber sobre la ética protestante y el origen del capitalismo y la réplica, católica, de Novak.
El texto juvenil y lúcido, a su vez, de Abraham Leon se sumergía en el cuadro de esa doble dimensión –Weber y Novak- en una Tercera Vía: el encuentro filosófico y cultural del pueblo judío en su evolución hacia los significados económicos y de clase –repito de clase- del pueblo judío en la interpretación de Abraham Leon que aporta la hipótesis de que la noción de clase no contradice la nación de pueblo. Polémica al centro. En el libro, apasionante, de Enzo Traverso, “Les Marxistes et la Question Juive”, Éditions Kimé, París, se extiende en la exploración, fascinante, del recorrido, humanístico, de Abraham Leon en su fusión con el marxismo europeo.
Es cierto, sin duda, que el libro de Abraham Leon, esto es, el autor de “La Concepción Materialista de la Cuestión Judía” (ni pensarlo encontrarlo en español) se implicó con el marxismo europeo y, a la vez, Leon, en Varsovia, que se consideraba como el corazón del judaísmo del Este europeo, amplió su ciclo cultural aprendiendo, en Varsovia, después de sus estancias en París y Bruselas, nada menos que el yiddish.
Otro aspecto del autor de “La Concepción Materialista de la Cuestión Judía” es que Abraham Leon a la hora difícil y delicada de Stalin, sí o no, Abraham Leon no dudó y mantuvo que el marxismo revolucionario no tenía la menor relación con el stalinismo.
Es muy incitante, a su vez, la versión de Abraham Leon que, en el cuadro clásico de Max Weber, en su versión de las religiones y el marxismo, asume que el protestantismo representa el capitalismo moderno, el catolicismo representa los intereses de las clases agrarias feudales y el judaísmo los intereses de una clase mercantil precapitalista.
Al margen de las interpretaciones lo que me parece incitante es que el tema del marxismo posee raíces y problemas que, en virtud de los clichés –una manera de huir de la investigación- se olvidan y eluden problemas de análisis, como el de Abraham Leon, que intentan explicar la presencia de los judíos en los procesos marxianos.
Marx mismo llegó a decir “que el secreto del judío no debe buscarse en la religión, sino, de mejor suerte, en su historia social que permite entender sus especificaciones religiosas y no al revés”. Tema polémico, pero incitante. Es ostensible que el dilema no se liquida con esta breve memoria –que de ninguna manera apunta al fin de las polémicas- y que de un lado despertó el interés por Abraham Leon y por el otro el de Michael Novak que, frente a la hipótesis de Max Weber sobre el protestantismo y el capitalismo, presenta la Ética Católica y el Espíritu del Capitalismo.
Ahora que decenas de millones de trabajadores sin empleo, barridos por banqueros y financieros, no tienen un porvenir claro, resulta evidente que no piensan en Marx, sino en el desafío de encontrar o devolver, a las sociedades, el Estado Bienestar en el cuadro del Estado de Derecho. Cuadratura, compleja, del círculo.
Ahí está inequívoco el problema. No se resolverá con viejos clichés, sino con una nueva interpretación del sistema económico que, en crisis, revela que el único sector al margen de la crisis es el de las mercancías y productos de la opulencia. Es el único sector con el viento a favor.
Quien no entiende esa lectura de la ampliación “suave”, –y bárbara- del poder oligárquico, navega, sin rumbo, hacia los tópicos y no hacia el pensamiento crítico.
*Marx para poder ejercer su profesión de abogado en Alemania tuvo que convertirse al protestantismo. Aprovechó la ocasión para que sus hijos hicieran lo mismo. Su esposa, judía-holandesa no pudo hacerlo porque no hablaba alemán.
E-mail: alponte@prodigy.net.mx

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