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Prensa chilena, un negocio de empresarios al servicio de ellos mismos

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Canales de TV, diarios y revistas ‘oficiales’ que circulan en Chile, pertenecen a consorcios empresariales asociados con políticos neoliberales que se interesan sólo en obnubilar a la gente y mantenerla desinformada en beneficio de un sistema que propugna el consumismo como única finalidad de la existencia

Arturo Alejandro Muñoz

EXISTE UNA relación dialéctica entre libertad de prensa y libertad de opinión, ya que una se explica y entiende a partir de la otra, hecho que permite asegurar que el amenazar la existencia de una de ellas se amenaza a ambas. El aserto anterior debe entenderse también como la forma en que estas libertades influyen y condicionan la capacidad de respuesta que puedan tener los pueblos ante determinados obstáculos. Los medios de prensa lo saben…y lo manejan a su amaño, o al amaño e interés de sus propietarios.

¿Cabe alguna duda respecto a que en Chile los propietarios de los principales medios de prensa son los mismos que, en una u otra medida, controlan los poderes del estado y administran el mundo de los negocios? Siguiendo ese hilo de pensamiento, ¿alguien pone en tela de juicio que esos personajes tienen una posición política que va incluso algo más allá de la derecha tradicional?  La prensa –o lo que vulgarmente se cree que es “prensa”- no está dirigida ni tutelada por periodistas profesionales. Estos, con suerte, pueden tener algún grado de opinión, el cual siempre es mínimo y nada decide.

La prensa en Chile, estimado lector, no es el conjunto de periodistas, cronistas, dibujantes ni fotógrafos…nuestra prensa es simplemente la cofradía de un pequeño grupo de propietarios que, por lo general, no son periodistas….pero sí empresarios y políticos. El caso más claro que certifica esta afirmación lo constituye la SIP (Sociedad Interamericana de Prensa), entidad creada por los dueños de medios bajo la instrucción y supervisión de los Estados Unidos. Eso es en la SIP.

En nuestra televisión, en tanto, si de noticieros centrales se trata, pareciera que la huella profunda dejada por la antigua DINACOS (Dirección Nacional de Comunicación Social) -que administró y ‘ordenó’ a la prensa durante 17 años de dictadura-, aun continúa operando a ojos vista, hecho que ningún parlamentario se ha atrevido a denunciar oficialmente en la Cámara o en el Senado para estructurar una nueva, democrática y moderna ley de medios.

La prensa chilena, desde la época de la dictadura a esta fecha, ha incrementado significativamente su acendrado espíritu obsecuente y servil con quien tenga el poder económico, ya que el interés único y específico que identifica a los propietarios de los medios es el concerniente al dinero…no hay otro aliciente ni motivo para ellos que supere el aroma de las monedas y el crujir del billete nuevo.

Esta prensa nuestra –incluyo a la mercenaria televisión- es hija destacada del periódico francés “Le Moniteur Universel”, que en el año 1815 –siendo abierto opositor y enemigo del encarcelado Napoleón Bonaparte- fue cambiando sus titulares según se desarrollara la fuga del ex emperador que avanzaba con sus nuevas huestes hacia París. Una nota al respecto nos cuenta que mientras Napoleón estaba lejos, la forma en que los periodistas de ese diario –por órdenes del propietario- se referían a él era despectiva y desafiante, pero a medida que el militar se acercaba a París, los redactores iban cambiando su tono, pasando primero a un estilo prudencial, y adoptando luego un tono francamente servil.

Durante el mes de marzo de 1815 éstos fueron los titulares que se sucedieron en el periódico ‘Le Moniteur Universel’ mientras Napoleón se acercaba a la ciudad luz, un titular distinto cada jornada:

“El Monstruo se escapó de su destierro”.

“El Tigre se ha mostrado en el terreno. Las tropas avanzan para detener por todos lados su progreso”.

“El Tirano está ahora en Lyon. Cunde el temor en las calles por su aparición”.

“El Usurpador está a 60 horas de marcha de la capital”.

“Bonaparte avanza con marcha forzada”.

“Napoleón llegará a los muros de París mañana”.

“El Emperador está en Fontainebleau”

“Su Majestad El Emperador hizo su entrada pública y llegó a las Tullerias. Nada puede exceder la alegría universal ¡Viva el Imperio!”

No hay que extrañarse; nuestra prensa criolla es muy parecida a ese diario parisino. Recuerdo nítidamente cuánto atacó El Mercurio a la Unidad Popular y a Salvador Allende durante la campaña presidencial y, con mayor ahínco todavía, en las semanas que transcurrieron desde la elección misma hasta la confirmación de Allende como Presidente de la República por el Congreso pleno.

No bien asumió Allende su cargo de Primer Mandatario, los titulares de ese diario se transformaron como por encanto, pues la mesura y el respeto fueron sus perfiles más notorios. ¡Claro!, Edwards y sus asesores esperaban que el nuevo gobierno no les restara el avisaje fiscal con el cual se enriquecía el matutino…pero una vez que Allende repartió entre varios medios de manera más democrática la “torta” de ese avisaje, míster Edwards se lanzó de lleno a complotar y encabezar la sedición contra la Unidad Popular, siendo ayudado sin ambages por la vieja SIP y por la administración de los delincuentes Nixon y Kissinger quienes, incluso, financiaron durante meses el tiraje del periódico.

Fueron los economistas egresados de doctorados y seminarios de la Universidad de Chicago quienes enseñaron al empresariado cómo “hacer prensa que fuese buen negocio y mejor política”. Así, los propietarios de medios aprendieron que debían coordinar sus noticieros centrales en la televisión y entregar las mismas crónicas, noticias, opiniones y orientaciones. La única diferencia existente entre los noticieros centrales de los canales de televisión abierta en Chile, deberían ser sus conductores. En el resto, daría exactamente igual ver Juana que Chana.

Aprendieron también los directores de medios televisivos que era imprescindible aglutinar esfuerzos con algunas tiendas partidistas y con carabineros los días de marchas y movilizaciones populares, a objeto de que la ‘autoridad’ –a través de ‘encapuchados’ que la prensa electrónica reveló que podrían ser miembros de los mismos cuerpos policiales- se encargase de iniciar provocaciones y desmanes justo a la hora en que comienzan los noticieros de la tarde, para de esa laya dejar clavada en la memoria de los chilenos la infamante responsabilidad criminal de “anarquistas” dispuestos a destrozar todo lo que encuentren a su paso.

El hoy desprestigiado duopolio binominal (ChileVamos y NuevaMayoría, o ‘patrones y mayordomos’) no tuvo reparos ni vergüenza para desestibar a decenas de revistas y periódicos que durante la época dictatorial dieron fiera batalla por la reconquista de la libertad y por el retorno de la democracia. Medios como “Análisis”, ‘Hoy’, ‘Cauce’, ‘Fortín Mapocho’, ‘La Firme”, ‘Rocinante’, etcétera, fueron asfixiados económicamente por los gobiernos concertacionistas a través de la negación del avisaje fiscal. Jugada sucia que inició Patricio Aylwin y que culminaron los otros tres mandatarios del bloque centroizquierdista que gobernó desde 1990 hasta el año 2010.  Aún más, esa coalición desplegó el total de sus esfuerzos y dineros para impedir que el histórico y popular diario “Clarín” volviese a adornar miles de quioscos a lo largo de Chile.  A la libertad de prensa y opinión, la Concertación le cubrió la cabeza con una bolsa plástica hasta asfixiarla.

En los mass medias chilenos predomina este concepto (que es el mismo que se les machaca a los jóvenes egresados de periodismo no bien ingresan a trabajar en los medios de prensa ‘oficiales’, especialmente la televisión): “en una información tiene que haber necesariamente conflicto, o sea dos partes interesadas en un tema, ojalá que de tiendas políticas de distinta ideología”. Y si no hay conflicto ni divergencia severa, entonces los propietarios de los medios se encargan de insinuar a las autoridades (vale decir, a ellos mismos o a sus parientes) que envíen policías e ‘infiltrados’ a exacerbar un asunto equis, porque en pauta no hay noticias ‘atrayentes ni violentas’ para iniciar como es debido los noticieros centrales. Es la forma usual que caracteriza a una prensa obsecuente, la cual –durante décadas- no ha contado con oposición profesional que permita al chileno común optar por visiones distintas respecto de un mismo hecho.

El chileno Julio Numhauser escribió en Suecia la canción “Cambia, todo cambia”, y acertó medio a medio. Es imposible clavar la rueda de la Historia y mantenerla junto a un mismo sistema socioeconómico en un período dado. Surgieron Internet y redes sociales como nuevos elementos catalizadores de la nunca bien considerada ‘opinión pública’, y con esos elementos tecnológicos se produjo la rapidez vertiginosa en el recorrido de la información. Los diarios de papel –o diarios ‘oficiales’ en el caso chileno- están hoy siendo atacados (y superados) por los medios virtuales que, a la postre, resultan ser tal vez menos serios en sus investigaciones, pero mucho más independientes que los clásicos periódicos derechistas y centroderechistas.

El ‘didáctico’ ejemplo del desaparecido “Moniteur Universel’ no ha requerido una réplica exacta, pues al menos en Chile, los propietarios de los medios ‘oficiales’ -derechistas, clasistas y neoliberales- supieron mejorar las técnicas del engaño al público, y durante décadas administraron a placer la voluntad de la ciudadanía…hasta hoy, cuando prensa electrónica y redes sociales le han salido al paso. Esta batalla, y ni dudarlo, recién comienza.

 

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