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Muchos maestros en EEUU son agredidos por sus estudiantes

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Por Adán Salgado Andrade

Estados Unidos (EU), es un país en donde el amor por las armas es histórico, como en México, es histórico el amor por la impuesta Virgen de Guadalupe.

Es un amor que hasta es ley, pues el anacrónico Second Amendment, a la letra, dice que “no debe de infringirse el derecho de contar con una bien regulada milicia, para asegurar la existencia de un Estado libre, así como el derecho de poseer y portar armas” (ver: https://constitution.congress.gov/constitution/amendment-2/).

Claro que ese obsoleto artículo se escribió cuando Estados Unidos, recién se había independizado de Inglaterra, por lo que era necesario, para garantizar la defensa de tal independencia, en caso de que Inglaterra intentara – como lo hizo – reconquistar sus perdidas colonias.

Y así se quedó, sin cambios el artículo.

Por ello, las armas se compran y venden como si fueran autos, y los tiroteos, son crónicos. Nunca se detendrán, mientras haya tantas armas y gente que desquite sus frustraciones disparando a quien se cruce en su camino (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/05/los-tiroteos-masivos-en-estados-unidos.html).

Así que no sorprende que hasta en las escuelas elementales, esa cultura tan pistolizada, se dé.

Conmocionó que en enero del 2023, un niño de tan sólo seis años, hubiera disparado a su maestra, Abby Zwerner, de 25 años, con una pistola que la madre del chico había comprado “legalmente”. Mientras la amable, muy dedicada maestra – opinión compartida por todos sus compañeros – estaba dando su clase, el chico, sacó el arma, y disparó. La bala le atravesó una mano y le penetró el pecho. No murió, pero quedó gravemente herida (ver: https://apnews.com/article/teaching-education-newport-news-virginia-2db4662a6d9f711c5bcd27b6142570a8).

Todo eso ha dado lugar a protestas de profesores y de padres de familia, de que las escuelas, actualmente, no ejercen una adecuada disciplina con los estudiantes violentos, como expulsiones, con tal de “seguir siendo acreditadas”.

Es lo que expone el artículo de Associated Press, titulado “El enojo crece en la ciudad de Virginia en donde un chico de primer año, le disparó a su maestra”, firmado por Ben Finley y Denise Lavoie (ver: https://apnews.com/article/school-safety-education-virginia-newport-news-boards-c6b0f2360b8f083d3be15da85067bbd6).

Lo primero que hay que destacar es que un niño de tan sólo seis años, se haya atrevido a disparar a su maestra, lo que muestra el grado de descomposición al que ha llegado EU. Evidentemente, ese niño no actuó por sí solo, es producto de la aludida sociedad pistolizada, violenta que existe en ese país. Si a diario el niño podía ver por televisión, internet, noticias… que en su país, abundan los tiroteos y que muchas cosas se “resuelven” usando armas, simplemente fue el efecto copy cat.

Es lo primero que habría que considerar al juzgar la conducta del chico.

Pero tanto maestros, así como padres de familia de Newport News, la ciudad de Virginia en donde tuvo lugar ese incidente, exigen que las escuelas sean más estrictas con los estudiantes que exhiben conductas “anómalas”, tanto con sus compañeros, así como a sus maestros, que “sean expulsados”.

Pero es que sólo expulsar a un estudiante, que sería el castigo máximo, no sería la solución, pues como señala un padre de familia, David Wilson, “evitamos un tiroteo en una escuela, pero lo trasladamos a una tienda”, refiriéndose con ello, a que un estudiante expulsado, que no reciba ayuda psicológica, que lo ayude a integrarse, que no se refuerce, además, con educación artística, que es la que retroalimenta el espíritu – tan necesaria para la reconstrucción del tejido social –, estará en el camino de recrudecer su conducta anómala y convertirse en un futuro delincuente.

Justamente como podemos ver en la cinta estadounidense Freedom Writers (conocida aquí como Escritores de la Libertad), del 2007, estelarizada por Hilary Swank, basada en la vida de la profesora Erin Gruwell, quien fue contratada para enseñar inglés, en una escuela multirracial, de barrio popular, formada por chicos con infinidad de problemas familiares, económicos, psicológicos, miembros de bandas, que provenían de familias “disfuncionales” (este, un término peyorativo, que califica como “anormales” o “disfuncionales», a las que no constan de padre, madre e hijos, es decir, que no son familias felices).

Al inicio, Gruwell, no podía atraer la atención de las chicas y chicos, pero fue desarrollando un método pedagógico, que logró una gran integración entre todas y todos con ella, a grado tal, que muchos siguieron estudiando y lograron terminar una carrera universitaria (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Freedom_Writers).

Esa historia real, debería de aplicarse en todas las escuelas, no sólo de EU, sino del mundo, pues si no hay un entorno adecuado para los estudiantes, familiar, social, económico, cultural, deportivo… las y los estudiantes pierden, de antemano, el interés en asistir a un sitio en donde se refuerza represión, exigencia, se les tiene encerrados en estrechos salones, obligados a “portarse bien”, a enseñarles cosas hasta anacrónicas… y otros inconvenientes.

Por supuesto que en el problema citado, los padres de familia, se dividieron, opinando muchos que los estudiantes “deberían de hacerse responsables de sus acciones y hasta juzgarlos”, en tanto que otros, más conciliadores, que se les deberían dar tratamientos psicológicos e integradores a la sociedad.

Der todos modos, es entendible la aprehensión de muchos estudiantes y maestros, de temer siempre en dónde será el siguiente tiroteo escolar.

Pero en lugar de que se realice una campaña a nivel nacional, que busque recuperar los valores de la sociedad, como el amor, la compasión, la solidaridad, la sensibilidad, la colectividad, la consciencia social, la formación artística, la espiritualidad… sólo se piden fuertes correctivos, como las expulsiones.

Era lo que antes se hacía, en los 1990’s, la cero tolerancia, “pero como se vio que una expulsión de un estudiante, sobre todo, afroestadounidense, sólo alimentaba a las cárceles, con un chico más, por eso se ha adoptado, desde entonces, una estrategia que contemple un clima escolar seguro, positivo, además de buscar las causas de los problemas de comportamiento”, como dice William Koski, profesor de Stanford, citado por los reporteros.

Es lo que señalo arriba.

Pero el problema es que las escuelas, con tal de seguir acreditadas – lo cual logran, manteniendo una mínima matrícula –, toleran a estudiantes con conducta anómala, no los expulsan, aunque agredan a compañeros o maestros, pero no hacen nada por remediar su conducta, buscar las causas de su agresividad, como señala Koski.

Esa permisividad, lo único que ha hecho, es alentar la violencia de algunos estudiantes. “Todos los días, en alguna de nuestras escuelas, maestros, estudiantes y otros miembros del personal, son lastimados, son golpeados, son mordidos, son acuchillados por estudiantes, a los que, de todos modos, se permite que sigan en las escuelas, con tal de que éstas muestren buenos números”, dice Nicole Cooke, bibliotecaria escolar, citada por las reporteras.

La maestra Cindy Connell, en una de las reuniones, muy enojada, afirmó que “tengo amigas maestras que han sido golpeadas por niños de kínder, pateadas por niños de kínder, que les han clavado lápices niños de kínder… así que la única diferencia con Abby, es que el niño que le disparó, tuvo acceso a un arma. Por eso, no me sorprende que eso se diera”.

Sí, se entiende la preocupación de maestros, estudiantes y padres de familia, pues ahora, por desgracia, se ha malentendido la “libertad” con el libertinaje, permitiéndose a los elementos violentos a actuar como les plazca, sin enfrentar consecuencias.

Se hace mal, pues, insisto, no es sólo que se les permita seguir en la escuela, sino acercarse a ellos, a sus problemas y ver cómo se pueden resolver. Porque, repito, esas conductas anómalas, sólo son reflejo de lo que viven en sus hogares, en su entorno.

Y es algo que sucede en todo el mundo.

Mi hermano Ricardo, es maestro de música en una secundaria oficial. Tiene alumnas y alumnos que padecen particulares problemáticas, sean familiares, de entorno, económicas, pero siempre trata, hasta donde le es posible, de platicar con ellos, de entender porqué algunos son taciturnos, están tristes. “Muchas veces, sólo tienen hambre y les doy dinero para que se compren algo”, me ha dicho. Y los dos estamos de acuerdo en que la familia y el entorno, determinan que una conducta sea o no anómala. Y no se puede corregir lo anómalo con violencia. Si una chica o un chico sufren violencia familiar, y que por ello se “porten mal”, que en la escuela los traten de “corregir” con rigor y más violencia, sólo empeorará sus problemas de personalidad. Dice Ricardo que una dedicada enseñanza musical, enseñándoles a tocar lo mejor posible un instrumento, organizando festivales, manteniendo un ambiente de libertad en el salón, “funciona más que los golpes. Y muchos chicos me dicen que van a la escuela, sólo por mi clase”   (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/12/con-tratos-autoritarios-e-inhumanos.html).

Y es que el mismo modelo educativo es obsoleto, heredado de la sociedad post-industrial, de las imposiciones, el maestro, como capataz, los estudiantes, como obreros y la escuela, como la fábrica.

Yo mismo trato de conducir mis clases en la universidad de una forma más abierta, conversando cuando es posible, con mis estudiantes, sobre si trabajan, o de sus padres, familias… buscando romper la cerrada relación de maestro-alumno, que siempre ha existido.

Por ello, sí, que no se expulsen a los estudiantes problemáticos, que se platique con ellos, que reciban terapias.

Y en el caso de EU, lo utópico, que ya deje de garantizarse la posesión de armas como un “derecho constitucional”.

De otra forma, seguirán estudiantes disparando a sus maestros o maestras.

Y llevando esto al extremo contrario, que algún día una maestra o maestro, se convierta en vengadora o vengador anónimos y comience a disparar a sus estudiantes.

Contacto: studillac@hotmail.com  

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