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Entrevista a Francesca Albanese – Relatora Especial de la ONU para los Territorios Palestinos

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Entrevista a Francesca Albanese *

«El apartheid está frente a tus ojos donde quiera que vayas»

Meron Rapoport

+972 Magazine, 6-2-2023

https://www.972mag.com/

Traducción de Enrique García – Sin Permiso

https://sinpermiso.info/

Poco antes de aceptar asumir el nombramiento de Relatora Especial de la ONU para los Territorios Palestinos, Francesca Albanese recibió un consejo de un amigo israelí: ve Israel-Palestina ahora, porque pronto no te dejarán entrar. Albanese, que conocía bien el país después de vivir en Jerusalén y trabajar para la organización de ayuda a los refugiados palestinos, UNRWA, durante tres años, siguió su consejo y fue. Este fue de hecho su último viaje, al menos por ahora: desde su nombramiento en abril de 2022, Israel le ha prohibido la entrada.

En una entrevista de Meron Rapoport, de la revista israelí +972, desde su lugar de residencia en Túnez, donde reside con su familia por trabajo, Albanese, una jurista italiana, dice que aunque podría haber viajado a Israel con su pasaporte italiano, en Israel le dijeron que tenía que solicitar un visado especial. Entre los países supuestamente democráticos, dice, Israel es el único que impide la entrada a uno de los 55 relatores de la ONU repartidos por el mundo. Incluso Afganistán, bajo el gobierno de los talibanes, ha permitido que los relatores visiten su territorio.

Israel se opuso al nombramiento de Albanese de entrada, en parte porque “elogiaba a las organizaciones que acusaban a Israel de ser un ‘estado de apartheid’”. El hecho de que trabajara en la UNRWA y fuera coautora de uno de los libros más completos sobre los derechos de los refugiados palestinos en el derecho internacional, tampoco ayudó. Su primer informe para la ONU, publicado en septiembre de 2022, fue acusado rápidamente de antisemitismo.

La “evidencia” de ese «anti-semitismo» fue una nota que escribió durante la guerra de Israel en Gaza en 2014, mucho antes de que fuera nombrada para el cargo, diciendo que Estados Unidos está “subyugado por el lobby judío”. Albanese se distanció públicamente de esos comentarios y dijo que “algunas de las palabras que usé, durante la ofensiva de Israel en la Franja de Gaza en 2014, fueron desafortunadas, analíticamente inexactas e involuntariamente ofensivas”. La propia Albanese rechaza cualquier acusación de antisemitismo.

El informe de Albanese sostiene que la ocupación israelí viola uno de los principios fundamentales de Naciones Unidas y de la comunidad internacional: el derecho a la libre determinación. Aunque escribe que Israel mantiene un régimen de apartheid en los territorios ocupados, cree que la efectividad de usar el marco del apartheid contra Israel es en realidad limitada; más bien, escribe, el régimen tiene características evidentes de un colonialismo de asentamiento. Y debido a que la idea misma de las Naciones Unidas se basa en la liberación de los pueblos sobre la base del derecho a la libre determinación, la forma más directa de poner fin a la ocupación es insistir en ese derecho concreto.

Aunque una decisión reciente de la Asamblea General de la ONU de solicitar una opinión consultiva sobre la legalidad de la ocupación a la Corte Internacional de Justicia (CIJ) no se basa en el informe de Albanese, es probable que la corte utilice sus hallazgos en sus procedimientos. La pregunta, desde su punto de vista, no es si la ocupación será declarada ilegal; la verdadera pregunta es qué tipo de pasos recomendará el tribunal a los estados miembros para poner fin a la ocupación.

Esta entrevista ha sido editada por su extensión y por claridad.

-¿Por qué pensó que no era útil usar la definición de apartheid en el esfuerzo por poner fin a la ocupación israelí?

Eso no es lo que yo dije. Dije: la definición del régimen que Israel mantiene en los territorios palestinos ocupados como apartheid es práctica y legalmente correcta. Esto no quiere decir que no exista dentro de Israel, pero no es parte de mi mandato como relatora de las Naciones Unidas, que cubre solo la documentación de violaciones del derecho internacional en el territorio que Israel ha estado ocupando desde 1967. Tampoco entiendo por qué la gente está tan sorprendida por ello; es tan obvio, está frente a tus ojos dondequiera que vayas.

En ese momento dije, y este es un punto clave en mi análisis, que era necesario exigir el fin del régimen del apartheid, pero que esto debía ir acompañado de la conciencia de que la soberanía israelí no debía reconocerse automáticamente más allá de las fronteras en que el Estado de Israel fue reconocido en 1948. Entiendo por qué la gente comenzó a apoyar la solución de un solo estado. Si debe haber uno o dos estados no me corresponde a mí decirlo, en este tema soy agnóstica. Pero hay una etapa intermedia a la que no se puede escapar, y es el derecho de los palestinos a decidir su propio destino.

Hasta ahora, [los palestinos] han hecho muchas concesiones para preservar la posibilidad de un estado independiente. No podemos permitirnos decir que esto ya no es posible, sobre todo porque la comunidad internacional insiste en que esta es la única manera. Si ese es el caso, implementémoslo, y la ley es muy clara en lo que esto implica: la clave es el derecho a la autodeterminación, es decir, la liberación del control israelí.

-¿De verdad cree que esta es una forma más práctica de presionar a Israel para que ponga fin a la ocupación?

No creo que esté ofreciendo un paradigma alternativo. El derecho a la libre determinación es otra pieza del rompecabezas que da sentido al marco del apartheid. Los territorios ocupados no son como Sudáfrica, son como Namibia. Namibia fue ocupada militarmente [por el régimen del apartheid sudafricano], y hubo una decisión consultiva de la CIJ que dijo que esta ocupación era ilegal. La comparación con Namibia es útil para comprender las consecuencias legales de una ocupación ilegal y la necesidad de desmantelar la ocupación incondicionalmente. Esto no significa no tener en cuenta las preocupaciones de seguridad de Israel.

Israel no puede garantizar la protección del pueblo palestino. La ocupación debe concluir y retirarse las fuerzas israelíes, y en su lugar debe entrar una fuerza temporal, internacional e independiente, una fuerza protectora, que dará seguridad a los ciudadanos de ambos lados, mientras se desmantela la ocupación militar y el proyecto colonial. También hay 700.000 ciudadanos israelíes en los territorios ocupados [incluyendo Jerusalén Este]; si se quedan, significa que quieren vivir en paz con sus vecinos palestinos.

-Me sorprendió escucharla que, incluso de acuerdo con el derecho internacional, no es necesario que estas personas sean evacuadas.

Se ha desarrollado una sentencia en el derecho internacional, por ejemplo en el caso de Chipre, que dice que después de años de vivir en un lugar, las personas allí adquieren derechos. Esto es algo que hay que decidir. Lo que está claro es que la tierra arrebatada a los palestinos desde 1967 debe serles devuelta, no puede haber ley marcial ni presencia del ejército israelí, e Israel no podrá proporcionar [a los colonos] servicios, subsidios o protección. Quien decida quedarse será una minoría bajo las leyes del Estado de Palestina.

-¿Son únicos los métodos de la ocupación israelí?

No son únicos, pero están muy relacionados con el colonialismo de asentamientos. Lo siento, sé que a los israelíes no les gusta este concepto. Sabemos lo ocurrido en Masafer Yatta, sabemos de demoliciones de casas, pero los aspectos burocráticos [de la ocupación] son menos conocidos en todo el mundo: prohibir a la gente construir, prohibirles entrar o salir.

Ahora estoy estudiando la forma en que Israel administra el encarcelamiento en los territorios palestinos. Es horrible ver un método de encarcelamiento tan amplio, que se utiliza como disuasión, como una forma de castigo colectivo, como una forma de romper el espíritu, las relaciones y el tejido social. Y este método se ha utilizado durante 55 años. La detención administrativa es muy exclusiva de Israel. No digo que no suceda en otros lugares, pero masivamente, en una escala tan grande, sí, es único. No creo que la gente en todo el mundo entienda esto.

-Hablando del colonialismo de asentamiento, en un artículo en Haaretz, el abogado de derechos humanos israelí Eitay Mack lo criticó duramente por un pasaje de su informe en el que escribió que “el sionismo político vio a Palestina como una tierra en la que establecer un estado para los judíos a través de los asentamientos y el colonialismo.” ¿Puede entender por qué esto se ve como una negación de la conexión histórica de los judíos con Israel? Como si los judíos miraran el globo terráqueo y dijeran: ahí hay un bello lugar, vamos a instalarnos allí. ¿Fue un error?

Pensé mucho, leí, estudié y hablé con la gente, y creo que sí, en este párrafo en particular, simplifiqué. Y ahora entiendo que una simple oración que reconociera que hubo una historia judía en esta tierra hubiera hecho más fácil aceptar y comprender mi informe. No debería haberme conformado con mencionar, en una nota al pie de página, que había una comunidad judía que constituía el 10 por ciento de los habitantes de Palestina a fines del siglo XIX. Reconocer que podría haber enfatizado esa conexión no invalida el resto del informe; nada en esa conexión da legitimidad o permite lo que Israel está haciendo en los territorios ocupados.

Quienes me acusaron de antisemitismo con el objetivo de atacar tanto a mi mandato como a mí personalmente no merecen ni un momento de mi tiempo. Pero una persona como Mack, a quien admiro profundamente y espero que sigamos trabajando juntos porque tenemos una misión importante, creo que no entendió el contexto y el mensaje de mi análisis.

Podría haber sido más sensible. No estratégicamente, porque para mí no es una estrategia complacer a la gente de un lado o del otro, es una cuestión de objetividad, de conciencia. En cuanto no reconoces una cosa como tal, significa que dejas fuera gran parte de la historia del pueblo. Aún así, no entiendo por qué la gente se molesta tanto cuando escucha la palabra «colonialismo». Aparece en los escritos de los padres fundadores de Israel; [Ze’ev] Jabotinsky mismo habló de “colonización”.

-El concepto de colonialismo de asentamiento es muy difícil de digerir para los judíos en Israel y en todo el mundo. ¿Por qué decidió usarlo?

Le recuerdo que mi análisis se limita a 1967. Israel está violando el principio fundamental del derecho del pueblo palestino a la autodeterminación, y lo está haciendo de una manera que pretende limpiar la mayor cantidad de territorio posible de la presencia e identidad palestina. Esto se está intensificando con el nuevo gobierno: ocupando más territorio para el beneficio exclusivo de los judíos israelíes, explotando los recursos económicos, suprimiendo la identidad cultural y política.

Estas cosas son consistentes con el modelo y las prácticas del colonialismo de asentamiento en Sudáfrica, Argelia, Canadá, en muchos lugares. A veces ganó el colonialismo de asentamiento, a veces no. Y cuando escucho las voces de ex soldados, de madres que perdieron a sus hijos, de personas en Israel que viven con el miedo constante a los misiles, entiendo que la ocupación también tiene un precio muy alto para los israelíes.

-Si el tribunal declara ilegal la ocupación israelí, ¿podría ser un punto de inflexión en la forma en que la comunidad internacional la trata?

Respeto mucho y tengo mucha confianza en la independencia de los jueces de la corte. No soy la única jurista que advierte que la ocupación israelí es ilegal. Es ilegal porque no es temporal, no se gestiona en beneficio de la población protegida y porque se ha convertido en una anexión del territorio. También hay literatura que dice que la ocupación es ilegal porque también aplica el apartheid [al área].

Mi aporte es que su misma existencia es incompatible con el derecho a la libre determinación, y esto tiene un impacto en toda la comunidad internacional. Es una obligación ineludible, no hay desviaciones de ella, ni siquiera con respecto a terceros países. El punto de inflexión para mí es que el tribunal, espero, ayudará a aclarar cuáles son las consecuencias, qué pasos deben o no deben tomar los terceros países para poner fin a esta situación.

-Entonces, si le entiendo bien, lo importante no es solo la declaración de que la ocupación israelí es ilegal; esto es evidente. Lo importante, a sus ojos, es qué pasos tomarán los estados miembros de la ONU para poner fin a esta situación.

Sí, cuáles serán las consecuencias legales, porque la [ley] es muy específica sobre esas consecuencias. Pensemos en Ucrania. ¿Necesitaríamos un fallo judicial para determinar que la ocupación de Crimea es ilegal o para declarar que la guerra que Rusia está librando en Ucrania es contraria al derecho internacional? No, porque Ucrania es un país soberano, y en un país soberano, la soberanía reside en el pueblo. La gente dice: ‘Pero no hay ningún país allí’ [refiriéndose a Palestina]. No, hay un Estado de Palestina, pero nació en cautiverio y nunca se le permitió florecer. E incluso antes de eso, hubo un pueblo palestino y su soberanía como pueblo, como entidad legal, ha sido reconocida desde 1919.

Espero que el tribunal sea útil y brinde orientación. Lo importante es reconocer la situación actual: esta no es una guerra entre dos países, esto es una ocupación. Existe una ley que obliga a todos los estados miembros de la ONU a no reconocer una situación ilegal. Por ejemplo, los asentamientos constituyen un crimen de guerra según el derecho internacional; por lo tanto, cualquier [producto] que provenga de los asentamientos no debe ser tratado como normal. No basta con ponerle una etiqueta de que es originario de los asentamientos, debe estar estrictamente prohibido en los mercados internacionales. Uno no debe ser cómplice de nada de lo que hace una ocupación ilegal.

Entiendo que muchos países, incluido el mío, dicen “somos amigos de Israel”. No, no sois amigos de Israel. No es bueno empeñarse en seguir por el camino de la ilegalidad y la impunidad, y no tiene nada que ver con la amistad. Esto no es del interés del pueblo israelí, e insisto en eso.

-¿Cómo están las cosas con respecto a su entrada en Israel?

Seamos claros: nunca pedí entrar en Israel. Debo entrar en un territorio que Israel ocupa y sobre el que no tiene soberanía. Por supuesto, tengo interés en coordinar mi visita con las autoridades israelíes como potencia ocupante. Los relatores anteriores volaron a los territorios ocupados con sus pasaportes sin tener que pedir ningún consentimiento previo. Si quieren que haga una solicitud, la haré. Sigo pensando que es mi derecho anunciar mi visita, llegar a la frontera y que se permita mi entrada. Lo único es que no pueden garantizar mi seguridad al 100 por ciento. Me ocuparé de ello yo misma. Me arriesgaré.

No los presioné y durante dos meses no supe nada de las autoridades israelíes. Esto es muy irrespetuoso. No dejé de trabajar. Tuve reuniones en Amman, pero también tuve reuniones [por internet] con palestinos e israelíes. Me reuní con menores que estaban detenidos, con padres de niños que fueron asesinados por fuego israelí y cuyos cuerpos nunca fueron devueltos. Israelíes y palestinos me llevaron por recorridos virtuales. Si Israel piensa que me impedirá obtener información, está equivocado.

Encuentro que, de una manera extraña, la guerra contra mí crea oportunidades para que entre en contacto con los israelíes, porque la gente es curiosa. No habría recibido tal exposición si mi mandato no hubiera sido tan controvertido. Antes de hablar conmigo, la gente piensa que soy una especie de criatura diabólica cuyo único propósito es empañar a Israel y a los israelíes. Luego me hablan y se dan cuenta de que soy un ser humano ordinario. Una abogada que investiga los hechos, los analiza y los comenta desde el punto de vista jurídico. Puedo estar equivocada, como cualquier persona, pero hay dentro de mí un deseo profundo, verdadero y sincero de que el derecho internacional se aplique en este torturado país. Porque realmente veo el potencial de que la gente viva en paz. Realmente lo veo, y no veo otra forma de llegar a ella sino a través del respeto a la ley.

* Francesca Albanese, jurista y profesora de Derecho Internacional italiana, es Relatora Especial de la ONU sobre los Territorios Palestinos. Recientemente ha sido acusada de «anti-semitismo» por las autoridades israelíes, que han pedido su cese por haber denunciado la insostenible situación de los palestinos en los Territorios Ocupados por Israel, condenada sistemáticamente por multitud de resoluciones de Naciones Unidas.

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