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Boric sobre la nueva Constitución: “No es chicha ni limoná”

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Pressenza 09.12.22 – Santiago de Chile – Partido Humanista de Chile

De Gramsci a Patricio Aylwin

¿Cómo resulta aceptable para la ciudadanía, que sus líderes puedan acomodar tan incoherentemente su mirada acerca de los procesos de cambios urgentes?

Nadie niega la dificultad de llevar adelante los cambios estructurales que se requieren para que nuestra sociedad deje los estadios inhumanos de desigualdad que quitan la esperanza de la gente, de un sistema que responsabiliza a cada individuo por el no logro de un nivel de vida medianamente aceptable, en un contexto de un per cápita que varía en este país entre 25.000 US a 19.000 US.

Nuestro presidente, que hace pocos años atrás nos esclarece frente a estas dificultades, citándonos a Gramsci diciendo “Para eso me remito a la famosa frase del filósofo italiano Antonio Gramsci que decía con gran sabiduría, -pesimismo de la inteligencia, optimismo de la voluntad-”; y que hoy nos ilustra respecto al sentido profundo de Patricio Aylwin y elogiando su figura, defendió una frase del ex Presidente duramente criticada por el FA-PC hasta hace poco: Hacer las cosas “en la medida de lo posible”.

De AC a Convención

Hoy que las derechas están como siempre lo han hecho, “orwellianamente” reescribiendo la historia, es necesario recordar que en medio del estallido social de 2019, el que fue precedido de los paros y las manifestaciones orgánicas del Colegio de profesoras y profesores de Chile, del Movimiento No+AFP, y de las impresionantes movilizaciones feministas del 8M; fueron los representantes de los gobiernos locales transversalmente convocados, quienes buscando salidas a la crisis, mientras el presidente de la derecha le declaraba la guerra a su pueblo en las calles; los que realizaron una convocatoria a plebiscito en que la ciudadanía se manifestó por un cambio a la Constitución de la dictadura cívico militar, por vía de una Asamblea Constituyente Soberana. Fue en ese contexto en que los partidos representados en el parlamento negociaron el eufemístico “acuerdo por la paz”, que deriva en el proceso de Convención Constitucional, que finalmente fracasa el 4 septiembre de 2022.

En ese acuerdo, las derechas reconocen públicamente como personaje clave al actual presidente, que en la ocasión negoció y firmó dicho acuerdo, con el costo inestimable de quebrar fatalmente a su sector (FA) que con grandes esfuerzos se instalaba en ese momento como tercera fuerza política del país en crecimiento.

Entre muchas fuerzas políticas, sociales e independientes que se excluyeron del FA en tal contexto, estuvo el Humanismo coherente, que jamás bajó las banderas de Asamblea Constituyente Soberana; y que llamó pública y privadamente a todas las fuerzas políticas y sociales a realizar internas en común, para levantar desde allí una lista unitaria a las elecciones parlamentarias y presidenciales, en la convicción que era estratégico para el proceso en general; pero no fuimos escuchados, y las pequeñeces y secundariedades primaron, con el “regalado” resultado que hoy tiene a las derechas con todo el poder político recuperado en sus manos.

De nueva Constitución a Reforma en cubierta

Abandonando el optimismo de la voluntad y abrazando en la medida de lo posible, escuchamos en estos días al presidente declarar que “es momento de abrirse a nuevos mecanismos y señaló que para la actual oposición es importante una convención mixta con expertos elegidos por el Senado”. «Nos gustaría y hemos defendido hasta el final la importancia de un órgano 100% electo, sin embargo, también como presidente de la República tengo la convicción que es preferible un acuerdo imperfecto, que no tener acuerdo. Por eso insto a que, para entregarle certeza a la ciudadanía, los partidos políticos estén a la altura de las circunstancias».

En esta tendencia a dejar de lado los hechos, ya no resulta importante que la ciudadanía rechazó en el plebiscito de entrada con un 80% la opción de fórmula Mixta.

Más fuerza tienen en La Moneda las voces de la derecha democristiana, hoy “demócratas” (a la imagen y semejanza de EEUU) con su generación de condiciones para la reforma con sus 4/7 de quórum; y la del desastroso ex Secretario General de la desacreditada y golpista OEA; quien instó públicamente a que se resuelva el tema constitucional, de cualquier manera, pero que sea rápido.

Los cambios irán con la gente organizada o no serán.

En palabras de Boric “Si en el futuro lejano se nos recuerda a los Cariola, Jackson, Vallejo y Boric de la actual generación como hoy se recuerda a Aylwin, Frei, Leighton, Tomic, Fuentealba… sin lugar a dudas, habremos cumplido nuestro cometido”, al inaugurar el monumento de Aylwin en la Plaza de la Ciudadanía.

Desde ya le aclaramos que tal cosa no ocurrirá, porque esencialmente su gobierno desmovilizador, no tiene punto de referencia con las movilizaciones de “La Patria Joven” que le daba el respaldo al gobierno de a los que referencia. Ni hablar de la movilización de la Unidad Popular, que sólo pudo ser detenida con el terrorismo de Estado, respaldado por las derechas que hoy se ufanan del triunfo coyuntural en el “gallito” político en desarrollo.

Podrán retrasar los cambios hoy por un tiempo, pero sus acciones refuerzan la exigencia de un despertar ciudadano con contenido, en que lo básico para los pueblos de Chile será caer en cuenta en la necesidad de descreer definitivamente en la élite hoy en el poder. De ellos no se puede esperar nada, su dirección es totalmente distinta a las necesidades de la población asalariada, no les interesa, todo lo que dicen es mentira: No creen en que las niñas y niños son primero, no creen en que la educación es un derecho, no creen que la salud pública sea un indicador prioritario de desarrollo de la sociedad, y no les interesa en lo más mínimo que alguien trabaje un mes completo, y que su salario no le permita cubrir los gastos de su familia, ni tampoco que quienes dieron todo su esfuerzo una vida entera para levantar económicamente al país, tengan hoy pensiones de hambre, en definitiva no les interesa la dignidad de sus pueblos.

La tarea de levantar la porfía, de reforzar la esperanza, de promover la solidaridad y la fe en el cambio, rescatando para sí la alegría de vivir en esta militancia del nuevo siglo, que descubre paso a paso cómo respetar y valorar las diversidades, de inventar las formas de la horizontalidad, de los protagonismos que convergen, y de la centralidad de la dignidad humana; es finalmente dejar claro que el futuro, cercano o lejano, será claro en “nunca más sin la gente”.

Redacción colaborativa de Sandra Arriola Oporto; Gladys Mendoza Jaque; Guillermo Garcés Parada y César Anguita Sanhueza. Comisión política.

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