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Réquiem por un Socialista Rebelde, Revolucionario y Consecuente: Gustavo “Pollo” Ruz Zañartu (1947-2022)

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Réquiem por un Socialista Rebelde, Revolucionario y Consecuente:

Gustavo “Pollo” Ruz Zañartu (1947-2022)

Juan Carlos Gómez Leyton

Dr. en Ciencias Sociales y ¨Política

Director CIPPSAL

Arriba el Socialismo…

que es nuestra Liberación.

militantes puros y sinceros

prometamos jamás desertar

reafirmemos la fe socialista,

que es deber sin descanso luchar,

resueltos a vencer, fervor,

acción, hasta triunfar,

nuestra revolución

(La marsellesa Socialista)

«Hay hombres que luchan un día y son buenos. 

Hay otros que luchan un año y son mejores. 

Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos.

Pero los hay que luchan toda la vida:

esos son los imprescindibles»

Bertolt Brecht

Caminando fui lo que fui…

YO me muero como Viví

El Necio, Silvio Rodríguez

Atardecía entre los cerros de Valparaíso y los rayos rojos del crepúsculo solar alumbraban las casas y edificios, allí una clínica porteña, se apagaba la vida de un hombre digno, de un “militante puro y sincero”, de un socialista revolucionario, de un “Necio” al decir de Silvio Rodríguez, y de un luchador de toda una vida, o sea, un hombre “imprescindible”, según Bertolt Brecht.

En la tarde-noche del 10 de noviembre 2022 fallecía el destacado socialista revolucionario Gustavo Ruz Zañartu, el “Pollo Ruz”, a los 75 años de un feroz ataque cardiaco. Gustavo Ruz, quien daba en la porteña ciudad una conferencia política sobre la necesidad de impulsar una Asamblea Constituyente democrática, revolucionaria y popular debió ser trasladado de urgencia afectado de dolores cardiacos, su corazón valiente dejó de latir. Y, Gustavo partió en el largo viaje a las estrellas. 

Por cierto, esa no sería su última charla, de seguro, que tenía muchas otras programadas para las próximos días. Tal como lo venía haciendo desde hace años, por más de una década, había dedicado sus fuerzas vitales y políticas para lograr que el pueblo pudiera ser “sujeto soberano y revolucionario” en la perspectiva de una lucha mayor que en su vida tenía más de 60 años, hacer la revolución socialista en Chile.

Nuestro paso por la FJS durante el fatídico año 1973 nos privo de conocer a muchos jóvenes y militantes socialistas de la época, salvo los dirigentes nacionales, como Camilo Escalona, entre otros y otras, dirigentes estudiantiles y de la JS en la comuna de San Miguel. Cientos de militantes socialistas sufrieron la violenta y genocida persecución implementada por la dictadura militar: el asesinato, la tortura, el desaparecimiento, la prisión política y el exilio.

Gustavo Ruz, no escapa a esa situación es detenido en 1974, es detenido, torturado y expulsado de su país. Como integrante del Comité Central del PS de Chile desde 1971, tras el Congreso de La Serena, había asumido por su inteligencia y sólida formación política, teórica e ideológica como asesor del compañero Presidente Salvador Allende G. Consumado el Golpe se integra a la dirección clandestina del PS dirigida por Carlos Lorca, Exequiel Ponce y Ricardo Lagos, todos ellos detenidos desaparecidos hasta el día de hoy, en esa condición es detenido, emcarcelado y mas tarde expulsado. En el exilio asume diversas tareas políticas en la dirección del PS del Secretario General Clodomiro Almeyda.

Hacia 1984, regresa a Chile, con la intención de aportar a la resistencia y a la lucha contra la dictadura. Realizando diversas acciones destinadas a conseguir la unidad socialista que, en aquellos años, el socialismo se encuentra fragmentado en diversas orgánicas y corrientes disidentes de las dos principales: la “almeydista” y la “renovada”. Gustavo, a pesar de las diferencias políticas tanto en la concepción, táctica y estrategia para enfrentar a la dictadura como con la idea de socialismo que existían entre los diversos grupos socialistas, mantenía amistades con la mayoría de los dirigentes de esas colectividades como también adversarios. Pues, la mayoría de ellos provenían de la gran rebeldía socialista de los años 60 y muchos se reconocían como herederos del famoso Congreso de Chillán de 1967 cuando el partido Socialista de Chile asumió, en su voto político, que el lucha por el poder en Chile debía lograrse por la vía armada. El “Pollo Ruz” era un genuino y autentico militante y representante de aquella juventud rebelde socialista desde cuando integró como estudiante de sociología la Brigada Universitaria Socialista en BUS en la Universidad de Concepción, llegando a ocupar la presidencia de la Federación de Estudiante de esa casa de estudios como también la presidencia de la FJS en 1968.

Gustavo, era un militante socialista “puro y sincero” que desde temprana edad estuvo resuelto a luchar contra el “pulpo imperialista”. En esa razón política, hace unas semanas a los pie del monumento de Salvador Allende en la Plaza Constitución  de Santiago de Chile denunció con coraje y pasión y, sobre todo, con información al Presidente Boric de ir a “vender” a Estados Unidos y Canadá los principales bienes naturales de nuestro país, la lucha antiimperialista fue una razón política en su lucha por hacer de Chile, un país soberano y socialista.

Recuerdo que allá por el año 1980, cuando estaba estudiando Historia en la Universidad Católica de Valparaíso debía realizar un trabajo para el Seminario Las Relaciones Exteriores entre Chile y Cuba, 1960-1973 que dictaba el historiador Joaquín Fermandois, mi preocupación estaba en desentrañar la historia de los Cristianos por el Socialismo, que habían surgido en la Parroquia San Pedro y San Pablo de la Comuna de la Granja que dirigía el cura Esteban Gumucio, quien a mis 12 años me incentivo, al momento de hacer mi primera comunión, a seguir la senda del socialismo, durante el gobierno popular. Para registrar la historia de los Cristianos por el Socialismo, tuve la oportunidad de revisar la prensa socialista de la época, allí aparecieron las primeras imágenes del “Pollo Ruz”, acompañando al Presidente Allende y en diferentes actos del Partido.

Cuatro años más tarde al integrarme como investigador del Instituto de Estudios Contemporáneos IEC, en 1984. Un Instituto fundado ese año por un grupo de rebeldes de los años sesenta que venían llegando del exilio y de una “famosa” rebelión socialista dentro de socialismo almeydista conocida como la “rebelión de Bruselas”, encabezada, por Robinson Pérez Juan Osses y, por cierto, por Gustavo Ruz, entre otros. También participaron en la fundación del IEC, Patricio Quiroga, Jorge Núñez Rius, Carlos Maldonado, todos vinculados al socialismo y, los tres, historiadores de profesión. Al integrarme al IEC, también, me estaba integrando al proceso de articulación de una nueva orgánica socialista que en un principio estaría conformada por tres grupos que eran dirigidos por Gustavo Ruz, Robinson Pérez y Eduardo Gutiérrez. Como suele suceder no hubo acuerdo político y en vez de una orgánica se constituyeron dos: el Partido Socialista Salvador Allende (grupo de Pérez) y el Partido Socialista Popular (los “excomandantes” de Eduardo Gutiérrez. Gustavo continuo su lucha sin partido.

En esas circunstancias políticas conocí al Pollo Ruz. Nunca logré entender bien cuales fueron las razones y motivaciones que estos tres rebeldes de los sesentas no pudieron lograr acuerdo para constituir una orgánica socialista. En aquellos años la personalidad de Ruz era fuerte, avasalladora, categórica y sólida. En cierta forma terca, pero firme en sus convicciones y en sus razonamientos. Muchas veces me pareció brillante. Entre 1985 y 1990, nos encontramos en diversas oportunidades de manera esporádica.

Nuestros caminos volvieron encontrarse en los primeros años de la democracia protegida y de la transición democrática que ninguno de los dos apoyábamos todo lo contrario desde 1988 rechazábamos. Fue entre 1994 y 1995, él como estudiante de Sociología en la Universidad Academia de Humanismo Cristiano y yo como profesor de esa carrera, fue mi alumno en diversos cursos, especialmente, sobre la actualidad contemporánea. Lo recuerdo como un estudiante aventajado, gran lector, atento y respetuoso con sus profesores.

Esa misma cualidad las encontré en otros estudiantes rebeldes de los años sesenta que en los años noventa por circunstancias de la vida académica tuve la oportunidad de aprender de ellos teniéndolos como alumnos y alumnas como fueron el caso de Nelson Gutiérrez, en Concepción, y más tarde, Mireya Baltra y Andrés Pascal Allende, en Santiago. Los cuatro grandes dirigentes de la izquierda chilena, me sorprendía la “humildad” ante el conocimiento de todos y por cierto de Gustavo; pues, yo estaba muy consciente, que con mis con mis treintena y tantos años, él tenía un saber incorporado mayor y lo hacían un hombre sabio, lo mismo sentía cuando Nelson entraba a mi clase en Concepción y se sentaba al final de la sala a escuchar la clase o cuando Mireya o Andrés levantaban su mano para pedir la palabra con un “respeto”, que hoy lamentablemente, las y los profesores no encontramos con la misma regularidad en las actuales generaciones que quisiéramos. En una oportunidad tuve que tomar una prueba al curso de Gustavo y mientras los estudiantes respondían, yo, desde mi pupitre, observaba al Pollo que con una total concentración y seriedad respondía las preguntas, y me preguntaba, porque personas como él, debían pasar a su edad, por ese tránsito, y el Estado que había violado sus derechos humanos, no les entregaba sus títulos profesionales como una reparación al daño provocado. Gustavo, con su tenacidad inquebrantable, logró obtener su título profesional de Sociólogo en la Universidad de Chile, años más tarde. Fue todo un triunfo. Me contó orgulloso su logro en una calle de Chiloé, en Ancud, cuando nos encontramos en un verano, a comienzos del siglo XXI.  

En muchas otras ocasiones nos seguimos encontrando, sobre todo, porque ambos habíamos asumido la tarea política de impulsar la convocatoria de una Asamblea Constituyente para el pueblo de Chile. Esa tarea nos unió y nos separó políticamente. Pues, teníamos hasta el día de ayer concepciones distintas sobre la eficacia de la Asamblea Constituyente para producir los cambios estructurales que se requiere para transformar a la sociedad capitalista neoliberal actual. Incluso discrepamos sobre el momento histórico a mediados de la primera década del siglo XXI, de impulsar el movimiento por una AC, tampoco estuvimos de acuerdo con su intento de postularse a la presidencia de la república usando como plataforma la convocatoria del movimiento por una AC. En fin, las discrepancias políticas fueron parte de la vida de Gustavo.

Pero, ello no cuestiona la cuestión de fondo la necesidad de lograr un AC desde la soberanía popular, para los ciudadanos y por los ciudadanos. Mi punto es que para ello es necesario destituir los poderes constituidos a través de un acto revolucionario. Por cierto, tanto la tarea de hacer posible una AC como hacer la revolución social siguen siendo dos temas pendientes en nuestra sociedad y será labor de las izquierdas actuales, teniendo como ejemplo la labor incansable, de Gustavo, en seguir luchando por esos objetivos, aunque nos cueste la vida.

A pesar de nuestras discrepancias de forma y no de fondo sobre el tema de la AC coincidimos en participar en una invitación del presidente la Comisión Especial de la Cámara de Diputados de Chile, Marco Enríquez-Ominami, en octubre de 2008, que discutía y analizaba en aquellos momentos la posibilidad de cambiar el regimen político a través de una Asamblea Constituyente. En aquella oportunidad, Gustavo Ruz, asistía en representación del novel movimiento por una AC, también lo hizo Francisco Zúñiga, en la calidad de experto constitucional del Partido Socialista de Chile y profesor de la Escuela de Derecho de la Universidad Diego Portales, el embajador de Ecuador en esos años Francisco Borja; Pablo Ruiz Tagle, experto constitucional, y quien escribe. Llama la atención de los cinco invitados en aquella oportunidad tres proveníamos del socialismo chileno, de tres generaciones distintas: Gustavo, de los rebeldes de los sesenta y Gómez Ledyton, de los rebeldes de los años ochenta y Zúñiga, del socialismo contemporizador actual.

Gustavo, presento al movimiento AC como “una agrupación de ciudadanos que piensa que en el marco constitucional que debemos acatar se debe basar en un principio de autodeterminación, para lo cual una asamblea constituyente con participación ciudadana es imprescindible”. Esta última idea fuerza ordeno el quehacer político de Gustavo durante los últimos tres lustros.

Luego de la revuelta de octubre 2019, Gustavo fue invitado a múltiples actividades para impulsar esta idea, trabajadores, pobladores, académicos, activistas y estudiantes escucharon sus solidos y contundentes argumentos sobre esa constante “porfía constituyente”, al decir de Salazar Vergara, que lo apasionaba, a punto de entregar su vida difundiendo esa idea, de lograr una AC para el pueblo que posibilitara superar el actual amargo y oscuro presente chileno, especialmente, del 4 de septiembre 2022.

Tal cómo dice Silvio Rodríguez en su tema Necio, Gustavo fue un gran socialista, un Necio, que nunca se dejó convencer a participar como tantos otros socialistas de su generación y posteriores a “tanta mierda” ni a “arrepentirse” ni por nada a “indefinirse”. El hizo de la necedad una virtud política, por ello, murió como vivió.

Vaya este réquiem en homenaje a un socialista “puro y sincero”.

San Joaquín, 12 noviembre de 2022.

®JCGL/jcgl

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