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Los fantasmas de la Convención Constitucional y la voz del amo

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 Alejandro Lavquén  

EL CLARÍN DE CHILE 2 Agosto, 2021

Imagen: En el caso de la comisión de DDHH de la Convención, por ejemplo, se incluyó al exalmirante Jorge Arancibia Reyes, pinochetista acérrimo y negacionista del genocidio de la dictadura. Una aberración histórica, política y moral, por decir lo menos. Una burla a las víctimas de las violaciones de los derechos humanos. 

El desarrollo de la Convención Constitucional, y cómo se ha ido conformado su funcionamiento, nos indica que no está ajena a los fantasmas del pasado, cuyo espectro principal no es otro que el “republicanismo portaliano” que ha imperado en la política chilena desde 1830. En otras palabras, se trata del fantasma que tomó el control del país gracias a los “partidos del orden”, imponiendo las leyes de la oligarquía por sobre los derechos de la inmensa mayoría de la nación, compuesta por obreros, campesinos, artesanos y trabajadores de distintos oficios; es decir, por la gran masa que produce la riqueza de Chile. Esta situación, asentada culturalmente gracias a la enseñanza de nuestra historia, por años en colegios y universidades, sobre la base de anécdotas, efemérides de batallas, biografías de personajes “famosos” de la elite y arte pintoresco y criollista, caló hondo. Incluso procesos como los del movimiento obrero y la Unidad Popular no fueron capaces de desprenderse de aquel fantasma.

La Convención Constitucional fue electa para redactar una Constitución que, de una u otra manera, sea todo lo contrario a las constituciones que han permitido que los designios de una minoría avasallen a los de la mayoría. Por algo los votantes descartaron una convención que incluyera un porcentaje de parlamentarios. Aunque estos últimos se encargaron de infiltrar (gracias a las reglas impuestas para el plebiscito constitucional) algunos palos blancos del empresariado como Felipe Harboe y Marcela Cubillos, representantes leales de los partidos del orden, cuya función es intentar que la nueva Constitución mantenga el máximo contenido de la antigua carta constitucional, acudiendo al discurso de la inclusión, los grandes acuerdos, la protección de la institucionalidad, el resguardo del orden financiero, etcétera. Obviamente se trata de su inclusión, sus acuerdos, su arbitraria institucionalidad, su orden financiero. La derecha actual ha impuesto sus abusos desde 1973, y con la complicidad de los partidos de la Concertación desde 1990. Y hoy, después de haberse opuesto a que se redacte una nueva Constitución, aparecen como convencionales para influir en su redacción. ¿Con qué motivos? Aportillar lo más que puedan las propuestas tendientes a acabar con el neoliberalismo, sumando una campaña de desprestigio de la Convención a través de El Mercurio-Emol. La derecha sabe que entre los convencionales –en particular en el PS, Independientes No Neutrales y Frente Amplio–, es posible encontrar aliados en muchos puntos, como ha venido sucediendo. Pues tiene claro que estos sectores son posibles de morigerar, de aplicarles el ablandador de ideas, de conseguir que afloren sus sentimientos “republicanos” en los que han sido educados y permeados culturalmente. Y de ese modo, renuncien a los cambios de fondo que en principio anunciaban. La derecha sabe que la voz del amo, tarde o temprano se logra imponer “en nombre de la unidad del país”, de la “sana convivencia social”, de “la no violencia”, del “buen tono democrático” y de todos esos conceptos manipulados y tan afincados en la idiosincrasia nacional que la derecha consigue utilizar y dirigir tan bien.

Hechos de la causa demuestran nuestras afirmaciones. En el caso de la comisión de DDHH de la Convención, por ejemplo, se incluyó al exalmirante Jorge Arancibia Reyes, pinochetista acérrimo y negacionista del genocidio de la dictadura. Una aberración histórica, política y moral, por decir lo menos. Una burla a las víctimas de las violaciones de los derechos humanos. Por otro lado, la derecha, sobre representada en la comisión de reglamento, propone un reglamento donde, para empezar, el administrador de asignaciones sea un exministro de Hacienda, un exconsejero del Banco Central o un exparlamentario externo. ¡Saquen cuentas! Además, el pinochetismo obtiene una vicepresidencia gracias a que estas son electas por auspicios (léase concubinato político) y no por votación directa de la asamblea. Pero, ¿por qué suceden estas situaciones, y la Convención actúa lo mismo que el Parlamento y los partidos políticos, con componendas que la ciudadanía rechaza? Sucede gracias a las votaciones de los convencionales PS, FA, INN, que creen que hay que dar espacios a la derecha, pues “con elles” se puede dialogar, y hay que ser “inclusives”, modernos, “republicanes”. Al PS, FA y INN se les olvida que los convencionales de derecha son cómplices del Estado genocida comandado por Pinochet y resucitado por Piñera tras la insurrección del 18 de octubre de 2019. Se les olvida que la derecha es la causa de los mayores saqueos al bolsillo y recursos naturales de los chilenos. Me parece que, en ese sentido, las expresiones del convencional Andrés Cruz (Independiente-PS) en Emol son un botón de muestra. Las envuelve “el peso de la noche”, que es lo que la derecha desea extender.

La Convención recién comienza, es cierto, pero ya hay indicios de lo que pueda pasar y cómo la voz del amo maniobra desde El Mercurio-Emol, y los empresarios se preparan para el lobby. Pues, desde el lobby saben que pueden ablandar a muchos convencionales. A mi entender, esto se ha visto reflejado, de algún modo, con ciertas renuncias de convencionales de La Lista del Pueblo, que es en quienes más confía (aparentemente) la ciudadanía dentro de la instancia, aduciendo, por ejemplo, que “el lenguaje y la forma son muy duros en la Lista del Pueblo” (Loreto Vidal). Por su parte, Rossana Vidal, “afirmó que ella busca un diálogo que aborde todas las miradas para desarrollar la Convención, algo que -según acusó- es difícil de hacer con La Lista del Pueblo y que la llevó a alejarse”. También dijo que: “Antes de que partiera la Convención me preguntaban permanente cuál era mi bandera de lucha y respondía: Yo no voy a luchar. Creo que tristemente si seguimos en esto vamos a perder todos. Si no damos muestra de que los electos tenemos la capacidad dialógica para llegar a acuerdos para el Chile que queremos, vamos a estar perdidos”. A buen entendedor pocas palabras, dice el refrán. Estos ejemplos son síntomas de lo que puede venir más adelante, y cómo la derecha gana espacios “sin querer queriendo”, sobre todo gracias a las maniobras del FA (que no está por desbancar el neoliberalismo), planeadas, desde las sombras, por el correísta Giorgio Jackson. Todo está por suceder, y podrían pasar muchas cosas inexplorables aún, pero que el ablandador de ideas está surgiendo efecto, sí está surgiendo efecto, y que la voz del amo ronda la Convención, sí ronda la Convención.

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