EL TRABAJO N°442
Lo que no deberían olvidar las mujeres trabajadoras El ocho de marzo no es día de fiesta para las mujeres trabajadoras, es jornada mundial en demanda por sus derechos, hoy cada vez más cercenados. Y no cuadra que su celebración se materialice a través de fórmulas superficiales, glamorosas y algunas hasta de contenido erótico, camino seguramente elegido en estos días por no pocos medios masivos de comunicación, para distorsionar su contenido reivindicativo.
Esa cortina de humo de la estupidez ha impedido, por ejemplo, que la mayoría de la población, incluso la femenina, desconozca por qué el 8 de marzo es el día de la mujer trabajadora. Contribuyamos, entonces, a descorrer esa cortina de ignorancia y divulguemos cómo y por qué de este 8 de marzo. Ese marzo de 1909 había sido trágico para trabajadores y trabajadoras en los Estados Unidos por los bajos salarios y las pésimas condiciones de labor existente en las fábricas. Se sucedían por doquier huelgas y manifestaciones cruelmente reprimidas.
En ese contexto, las obreras costureras de los talleres Triangle Shirtwaist de Nueva York, donde se producían blusas, tomaron la empresa en señal de protesta por los miserables sueldos y el trato esclavizante que recibían de sus patrones, a tal extremo que les impedían ir al baño y las embarazadas eran obligadas a trabajar casi hasta el momento del parto. Las demandas recibieron una feroz respuesta: manos anónimas -sicarios pagados por los patronos- provocaron el incendio de la fábrica con las trabajadoras adentro mientras los dueños ordenaban el cierre de los portones de salida. Ciento veintinueve trabajadoras, la mayoría entre 14 y 23 años de edad, murieron carbonizadas.
En 1910, el II Congreso Internacional de Mujeres Socialistas, celebrado en Copenhague, a pedido de su presidenta, la que sería destacada dirigente comunista Clara Zetkin, aprobó conmemorar el 8 de marzo el Día Internacional de la Mujer Trabajadora en homenaje a aquellas luchadoras costureras que el año anterior habían sido asesinadas en Nueva York.
El mejor regalo que hoy en los cinco continentes le podemos hacer a nuestras mujeres debería ser acompañarlas para engrosar los encuentros y movilizaciones que se prepara en todo el país para conmemorar aquel 8 de marzo con las demandas actuales: “ni una menos”, igualdad de derechos, por salarios y contra el modelo neo-liberal esclavista. Esa consigna de “ni una menos” asoma con significativa fuerza ya que en estas últimas semanas ha crecido de manera exponencial el número de feminicidios. Y no es que este fenómeno sea cosa de ahora, viene existiendo de tiempos remotos, solo que en la actualidad están aumentando no solo en número sino también en crueldad. Podríamos decir que es propio de una cultura reaccionaria, patriarcal y discriminadora que encuentra en el neoliberalismo de hoy su mejor caldo de cultivo. Así las cosas, no estaríamos errados si sostenemos que el triunfo electoral de la derecha reaccionaria en varios países, tiene una misma raíz económica, la avaricia de las grandes corporaciones por arrasar los derechos laborales.