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RAYA DUNAYEVSKAYA

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Imagen: Raya Dunayevskaya y Natalia Trotsky en México. 1938

Pepe Gutiérrez-Álvarez, Estado Español

RAYA DUNAYEVSKAYA apenas sí es conocida entre las últimas generaciones. El centenario de su nacimiento (1910-1987), pasó desapercibido, y sus obras no nos han llegado más que a cuentagotas, y en ediciones sudamericanas.

Sin embargo, aparte de una vasta obra de análisis político y filosófico de altura, Rae Spiegel fue toda su vida una militante.

Nacida en la frontera rusa con Rumania, sus padres emigraron a los estados unidos a principios de los años veinte, y a finales de la misma década ya era una brava militante en las filas obreras.

A principios de los años treinta era conocida en el movimiento trotskista del país como “Freddy Forrest”. Cumplió funciones de secretaria con Trotsky cuando este se instaló en Coyoacán. Sobre esta época ha publicado unos “recuerdos” que incluimos al final de esta breve introducción.

Raya vivió muy intensamente la crisis del trotskismo norteamericano cuando tiene lugar la ocupación rusa de Finlandia, y el paso siguiente, el pacto germano-soviético. Buena parte del sector disidente evolucionará en los años siguientes hacia la derecha, en un proceso en el que la “democracia” es revalorizada frente a las monstruosidades del estalinismo que trata de cabalgar el tigre de una guerra mundial que marcará un antes y un después en el curso del siglo.

Pero hay otro que se mantiene en sus criterios marxistas, pero que, a diferencia de Trotsky y del trotskismo que sigue creyendo que hay que defender la URSS (aunque sea la de Stalin) frente al imperialismo, piensa que el régimen soviético se ha convertido en un “capitalismo de Estado”.

Durante largo tiempo, su militancia es paralela a la de C.R.L. James, el inmortal autor de “Los jacobinos negros”, igualmente procedente del llamado trotskismo.

El marxismo seguirá vivo en el cuadro de análisis de Raya Dunayevskaya, si bien sus se decanta por un prisma que llamará marxista-humanista. Será desde esta óptica que escribirá su extensa obra en la que Rosa Luxemburgo y la cuestión del Tercer Mundo, ocuparán un lugar privilegiado.

Sería lamentable que esta obra no fuese difundida, de momento, los lectores podrán encontrar un fondo de artículos en el “Marxist Internet Archive”. Entre ellos hay huellas de sus vestigios trotskianos.

Trotsky además ocupa todo un capítulo de la recopilación sobre Filosofía y Revolución de Hegel a Sartre y de Marx a Mao (que editó Siglo XXI de la mano de José Aricó de 1977).

En dicho capítulo, titulado León Trotsky como teórico, Raya comienza diciendo: “La verdad siempre es concreta, y lo es sobre todo en el de la metodología, que se convierte en el ámbito de la coherencia interna de la filosofía y la revolución. A causa de la aureola heroica del ex comisario de guerra, las privaciones del exilio que Stalin infligió a Trotsky poco después de la muerte de Lenin y las calumnias que se volcaron sobre él hasta el día de su muerte a manos de un asesino de la NKVD, gran parte de lo que se ha escrito acerca de Trotsky tiene cierto sabor de subjetividad, y también se atribuye subjetividad al propio Trotsky. Nada más lejos de la verdad.

Los análisis de Trotsky tienen fundamentos objetivos. Si Trotsky insistió en su adhesión a Rusia, no fue por subjetivismo, ni porque fuera «el hombre de octubre» (como lo llamaban afectuosamente sus partidarios). Si erró en su análisis del carácter de clase de la Unión Soviética, y continuó levantando la bandera de su defensa incluso después del pacto Hitler-Stalin, fue por razones que a su juicio tenían validez objetiva. En el momento mismo en que el pico del asesino de la NKVD le perforaba el cráneo, Trotsky continuaba afirmando que Rusia e» «un estado obrero, aunque degenerado» (1977; 138).

Luego añade en una nota:

Una experiencia personal puede contribuir a demostrar la falta de subjetividad de Trotsky. En la culminación de los procesos fraguados contra él, la prensa burguesa publicó «rumores» en el sentido de que Stalin nunca había sido revolucionario, y en cambio había sido si provocador zarista que simplemente buscaba vengarse. “¡Pero Stalin fue un revolucionario!», explicó Trotsky.

Insistió en agregar una posdata al artículo del día que refutaba las acusaciones estalinistas; y dictó lo siguiente:

“En la prensa se han difundido noticias en el sentido de que habría sido un agente provocador durante la época zarista, y de que ahora se está vengando de sus antiguos enemigos. No atribuyo la más mínima seriedad a estos rumores. Desde su juventud Stalin fue revolucionario. Así lo atestiguan todos los hechos de su vida. Recomponer su biografía ex post facto implica caricaturizar al actual Stalin, que pasó de revolucionario a dirigente de la burocracia reaccionaria.

Con Stalin: «Los partidos comunistas organizaron lo más avanzado de la clase obrera…pero su finalidad eran ellos mismos, sus «aparatos» mantuvieron su “fidelidad” básica hasta la descomposición final del estalinismo que dejó tras de sí un escenario de sueños e ideas quemadas.

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