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Uruguay – Un virus que convierte ángeles en bestias

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Gabriel Pereyra

Búsqueda, 29-4-2020

https://www.busqueda.com.uy/

El gobierno convoca a una de sus conferencias diarias por una pandemia que está matando día a día no solo el presente, sino el futuro del país. Una pandemia que impactará en los índices de violencia física, sexual, emocional, en la seguridad pública, los homicidios, la violencia doméstica, la convivencia social, la formación de las futuras generaciones. Nunca se vio nada igual. En su segundo día de conferencia, ante los medios que corrieron a cubrir semejante situación y los informativos que le destinan el espacio que se merece, y acompañado de los titulares de los ministerios de Desarrollo, de Salud Pública, del Interior, el Inau (Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay), el Sistema Integral de Protección a la Infancia y a la Adolescencia contra la Violencia (Sipiav) y diversas ONG, el presidente (Luis Lacalle Pou) dice que la situación no mejoró respecto del día cero: otros 13 niños, o sea ya van 26 en dos días, fueron violentados por adultos, en su abrumadora mayoría familiares. Sin ingresar en el morbo y guardando la identidad, el mandatario habla de brazitos fracturados, dos muertes, una nena de seis años violada hasta el destrozo, un nene de cuatro encadenado en un cuarto desde hacía un mes, a otro el padre le pegaba con un palo y como lloraba la madre le metía la cabeza en un balde de agua. En todos los departamentos, no vino de afuera, se gestó acá, en cómodos apartamentos de la costa y en ruinosos ranchos de la periferia.

Y da un detalle estremecedor: en la mayoría de los casos no se enteraron por denuncias. ¿Cómo va a ir a denunciar una violación una nena de siete años? Son solo datos que el Sipiav rescató del Inau y de los centros médicos donde los niños fueron llevados cuando ya no podían más y estaban al borde de la muerte. Hay algunas denuncias hechas por terceros en el Ministerio del Interior, pero están en estudio. Y agrega preocupado: no contamos acá a los niños que sufren violencia psicológica dentro de las 40 mil denuncias de violencia doméstica, donde menores de todas las edades ven y oyen cada día cómo el padre revienta a la madre, encerrados en el baño, escuchando los golpes y el llanto, y rogando que el violento no se acuerde de ellos.

Bajo la consigna “Con los niños no”, científicos dan a conocer estudios que revelan cómo, si bien en los casos de violencia doméstica solo se habla de la mujer golpeada, hay agredidos de segundo orden que arrastraran en su psiquis ese ambiente violento toda su vida y lo reproducirán en altos índices cuando sean mayores. Estudios que muestran cómo de 100 niños violados todos fueron violadores de grandes. Muestran investigaciones de cómo los niños agredidos, al crecer, tienen más chances de ser violentos, tener rezago escolar, protagonizar bullying, pegarle a sus parejas, incursionar en el consumo de drogas y el delito.

Una ola de solidaridad se extiende por el país convocando a denunciar cualquier situación extraña en la casa de al lado; planes para que los niños no estén tanto tiempo en su casa; pediatras que forman grupos e impulsan leyes que lleven la patria potestad al carácter de obligatorio que debería tener; aumento de las partidas para los huérfanos de la violencia domestica; atención psicológica especial continua y gratis en centros públicos y privados a los niños violentados.

Trece casos cada día solo con cifras que el Sipiav divulgó esta semana que acaba de pasar.

En 2019, sin tener en cuenta las denuncias en la Policía o los juzgados, sin tener en cuenta las 40.000 denuncias de violencia doméstica y cómo estás impactan en los niños que viven en esos hogares, el Sipiav constató 4.774 casos de maltrato. Una funcionaria del Sipiav cuenta que una adolescente sorda de 16 años denunciaba haber sido violada pero no le creían, hasta que tuvo que grabarse con el celular y recién ahí se terminó su calvario. Esto está registrado hoy mismo en los archivos dolorosos de la organización. No es fantasía, como no lo son las cifras que aquí se manejan y comprenden al año 2019.

Un 56% fueron niñas, un 44% niños, pero en el caso de violencia sexual las mujeres sufren en una relación de siete a tres.

Maltrato emocional 32%, abuso sexual 24%, maltrato físico y negligencia 22%.

Los más agredidos tienen entre 6 y 12 años. Unos 400 niños y niñas de tres años son agredidos de manera recurrente. Dos de cada 10 sufrieron alguna agresión aislada, pero los ocho restantes lo viven (¿viven?) a diario. De forma cotidiana. O sea, les pegan hoy, y ayer, y mañana, y pasado. Ahora mismo, hay cientos de niños llorando porque los quemaron con cigarrillos, porque un tío está violando al nene de ocho años, porque el padre pateó la cuna porque el bebé lloraba.

¿Quiénes son estos violentos? Un 91% familiares, el 38% el padre, el 24% la madre, el 15% la pareja de la madre.

Un psicólogo pide interrupción y dice que algunos de estos odiosos abusadores en algún momento fueron protagonistas de la crónica roja como inofensivos niños agredidos, violados, que nos lamentábamos por ellos y hoy dejaron de ser niños agredidos y pasamos a odiarlos. En poco tiempo un nene agredido se vuelve una bestia, dice, para ser explícito.

Los agresores sexuales son el padre en un 24%, la madre en un 3% y la pareja de la madre en un 22%.

¿Cómo puede una mujer permitir que su pareja viole al hijo?

Un trabajador social explica que no se puede ser duros con las mujeres que se dejan golpear por sus maridos porque seguramente muchas de ellas fueron violadas y golpeadas cuando niñas, y no hacen más que repetir la experiencia con sus hijos. O sea, no solo repiten su vida los agresores y las víctimas, sino también los cómplices, convertidos en tales a fuerza de una vida miserable, en la que nadie estuvo para salvarla a ella de la bestia.

Incluso se vuelven ellas mismas una máquina de odio: las agresiones físicas las protagonizan el 38% los padres y el 35% las madres.

Alguien se anima a lanzar una pregunta políticamente incorrecta: cuando se reclama por la violencia doméstica, ¿cuántos renglones de la plataforma se destinan a esas víctimas secundarias que a veces reciben golpes, como la mujer, y otras no pero la herida en lo emocional no solo es igual de grave, sino que es el germen de que eso se siga reproduciendo? Ya que no los mencionan por piedad háganlo por conveniencia.

La conferencia termina. Mañana habrá otra porque el país tomó conciencia de que no hay pandemia que indirectamente nos cueste más vidas que esta.

Cuando me despierto oigo en las noticias que la conferencia oficial será a las 21 horas. Que hablarán de la pandemia. Pero nadie hablará de niños. De hecho, los datos del Sipiav de esta semana pasaron casi inadvertidos. Se trata de la otra pandemia, la de estos días.

Y sigo preguntándome si vale la pena esta actitud de sentir que la felicidad personal completa es una quimera y con ello castigar indirectamente a los que más amo. Si podré vivir en la inconsciencia de que cada minuto de cada día la cosa viva que más amor me produce, lo único que me alimenta la esperanza de un mundo mejor, está siendo molida minuto a minuto, magreada, escupida, violada, tratada como un perro maltratado. No dejo de preguntarme si podré vivir maldiciendo este mundo adulto, violento y displicente, que me robó la adolescencia por pobreza propia y que ahora me amarga la vejez por el horror ajeno.

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