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Las Fintech y la regulación: la banca busca hundirlas en papeleo

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La banca está viendo como un nuevo mundo tecnológico emerge ante sí y se ve con serias dificultades para competir porque las Fintech están asaltando todas las líneas de negocio que se integran en la banca cuyo núcleo central se basa en servicios enfocados a la financiación.

La revolución Fintech está integrada por una multitud de statups que ofrecen innovaciones de negocio y están cambiando las finanzas mundiales, rompiendo las exclusividad bancariaEsta disrupción es vista por la banca como una amenaza y por ello, piden que se sometan a sus mismos parámetros regulatorios.

La banca y su pecado original

El sector bancario no es un sector cualquiera pues tiene la capacidad de marcar el punto inicial de la evolución del ciclo económico gracias a un proceso de expansión crediticia fundamentado en la creación de contratos de depósitos de dinero a la vista con un coeficiente de reserva fraccionaria.

Fractional Reserve Lending Cropped

Esto nos lleva a procesos de auge económico artificial con la creación de diversas burbujas y seguidamente procesos de crisis o de reajuste de las malas decisiones de inversión de la etapa anterior fundamentadas sin respaldo alguno que se une a un proceso de mayor demanda de dinero y retirada de depósitos fruto del temor generalizado por parte de los depositantes.

Para que los procesos de reajuste no se llevaran por delante al sector se creó el banco central para que actuara como prestamista de última instanciacompensara los efectos de los pánicos bancarios. A todas luces se trata de un privilegio que ningún sector integra, pues tiene la potestad de marcar el precio del dinero (tipos de interés) que es la materia prima con la que trabajan las entidades bancarias para que puedan obtener rentabilidad.

Por si fuera poco, y dado que los procesos de reajuste eliminan parte del valor contable, se ha creído que con la actuación de una autoridad monetaria no era suficiente, por lo que se ha diseñado una regulación con múltiples supervisiones y determinadas exigencias que han supuesto más costes administrativos para las entidades bancarias, lo que conduce a un menor grado de competitividad.

De hecho, la legislación bancaria más que ayudar a evitar las crisis las ha fomentado por el incremento de costes del sector. Tras las intensas crisis bancarias siempre se concluye que la regulación anterior no era lo suficientemente intervencionista en la actividad bancaria y que, por ello, había que darle una vuelta de tuerca en forma de una nueva regulación. Actualmente, nos encontramos con una actuación regulatoria promovida por Basilea III y visto lo visto, Basilea II y Basilea I parece que no terminaron de funcionar.

Este ha sido el entorno que ha favorecido la entrada de diversas empresas Fintech y están atacando cada uno de los segmentos de la actividad bancaria, lo que ha disparado las alertas del sector. De repente, nacen plataformas que actúan como un mercado, poniendo en contacto a ahorradores con determinados agentes económicos necesitados de financiación y todo ello sin el sometimiento a la regulación de los bancos.

La competencia tiene sus consecuencias, la más evidente es en la reducción constante de número de oficinas bancarias. Si en el año 2008, la red bancaria estaba constituida por un número total de oficinas de 45.662, en 2017 se redujo hasta las 27.706 oficinas, unos niveles similares a 1981, aunque el país ha sumado nueve millones de personas desde la década de los ochenta.

La banca ‘fuma en pipa’ con las Fintech

Recientemente, el Presidente de BBVA, Francisco González, ha señalado que indiferentemente si hablamos de un banco o de una tecnológica ambas deben someterse a la misma regulación con las mismas condiciones si estos jugadores ofrecen un servicio similar.

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Esta queja puede ser familiar para el público debido a que, salvando las distancias, también la hemos visto en el sector del taxi por el diferencial regulatorio existente con las VTC que ha dado lugar a más competencia, perjudicando al monopolio establecido con un sistema de licencias para el taxi.

La reclamación desde la banca es la misma que se pudiera hacer desde el taxi… Igualar costes. Si la banca es sometida a controles de para analizar su nivel de transparencia, solvencia, liquidez y gestión de los datos de los clientes y demás, apuntan que las Fintech deben pasar por el mismo tipo de supervisión.

Si la banca quiere que las Fintech compitan al mismo nivel que la banca tradicional debería, consecuentemente, renunciar a los privilegios adquiridos. En otras palabras, la adopción de una banca libre con coeficiente de reservas del 100%, la eliminación del prestamista de última instancia y consecuentemente la sustitución de la regulación bancaria por un enfoque del código mercantil y penal.

Al fin y al cabo, el principal competidor de la actividad crediticia sería el auge de las plataformas crowdfunding y crowdlending, pero ellas no generan distorsión alguna al ciclo económico ya que no impulsan una expansión crediticia sino que los ahorradores comprometen su dinero ante diferentes proyectos empresariales mediante la inversión.

Beneficiar a la banca, perjudicar al cliente

Supongamos que las Fintech estuvieran sometidas a la misma regulación a que la banca ¿Qué consecuencias veríamos en el sector?

Si todo el desarrollo Fintech estuviera vinculado al mismo tipo de regulación que la la banca, simplemente dejarían de producirse los procesos de innovación que se han visto en los últimos años porque los costes de entrada regulatorios necesarios para competir y mantenerse son tan altos que constituye una barrera de entrada para la competencia.

La banca tiene una gran ventaja, si bien los costes regulatorios dañan su competitividad, las economías de escala de los grandes bancos permiten mejoras en los niveles de productividad, un factor que, desde el punto inicial, una Fintech carece. A todo ello, en etapas de crisis financieras, el sector público ha promovido la recapitalización a cargo del bolsillo del contribuyente.

A la postre, si en los entornos de crisis predominan los procesos de concentración bancarios para dar respuesta al tratamiento de los impagados y quiebras ¿Qué tenemos como resultado? Un sector bancario que tendería a maximizar su concentración sin competencia alguna que pudiera presentar realmente un desafío.

Y el perjudicado de todo no es otro que el cliente de los actuales servicios bancarios. Más costes y un sector instaurado y mantenido a largo plazo en una estructura de oligopolio beneficiado por el poder político implican mayores precios para el conjunto de los consumidores.

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