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8M: Por una alianza amplia de la clase trabajadora

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Andrea Sato

Fundación SOL

Columna de opinión publicada en Cooperativa

Cada 8 de marzo recordamos a mujeres asalariadas que fueron explotadas a tal nivel que su vida valía tan poco que las dejaron morir adentro de las fábricas a la que asistían diariamente casi por 12 horas. Las mujeres trabajadoras han existido desde siempre, su incorporación al trabajo no se inaugura con la revolución industrial o con la expansión del sector de servicios, la lucha de las mujeres y el movimiento obrero han ido de la mano y sobre esta base se han construido disputas estratégicas para la emancipación de la clase trabajadora.

Recordar el sentido del 8 de marzo a nivel histórico es central para la construcción de memorias subversivas que permitan movilizar los deseos y esperanzas de toda la clase trabajadora. En esta línea, para que esta historia de luchas y resistencias hagan sentido, es importante poder encarnar resistencias desde este presente y fraguar alianzas que busquen la conquista de transformaciones estructurales para el bienestar de la sociedad en su conjunto.

El programa de gobierno de Gabriel Boric prometió una serie de reformas y cambios en el ámbito del trabajo. Este gobierno llega a La Moneda con promesas vinculadas a la reducción de la jornada de trabajo, reforma de pensiones y negociación colectiva multinivel, entre otros ofrecimientos.

La reducción de jornada laboral de 45 a 40 horas, como fue votada y promulgada con la complicidad de la derecha empresarial es una ley francamente antisindical. Desconoce la asimetría entre trabajadores/as y la patronal, y dota de un poder inédito a los empleadores en desmedro de los/as trabajadores/as, especialmente los/as que están organizados en sindicatos.

Por otra parte, la reforma de pensiones ha sido parte de los debates en el Congreso sin avanzar hacia una resolución que vaya a mejorar las condiciones de jubilación de la clase trabajadora en el marco de la protección de la seguridad social. Hoy día, la discusión está estancada con una alta hegemonía de la derecha, que busca fortalecer vía cotización el sistema privado de pensiones y también aumentar la edad de jubilación para las mujeres, entre otras propuestas que profundizan el carácter expropiatorio del sistema actual.

Por último, el Gobierno ha insistido en que va a impulsar una reforma al modelo de relaciones laborales garantizando una negociación colectiva multinivel para trabajadores/as. A dos años de mandato presidencial el gobierno de turno aún no tiene una propuesta para la clase trabajadora de dicho proyecto. La negociación y los cambios que sufrió la ley de las «40 horas» preocuparon a amplios sectores del sindicalismo, ya que este proyecto era la antesala de la discusión por una negociación multinivel y finalmente terminó beneficiando a la patronal.

La negociación colectiva es una herramienta eficaz para discutir desigualdades estructurales que van más allá de las empresas. Evidencia los límites del conflicto capital-vida, ya que es el espacio en el que se puede obligar a la patronal a hacer una efectiva distribución de la riqueza. Es una estrategia que puede exigir mejoras en el proceso de trabajo, condiciones de bienestar y empleo más allá de los estrechos márgenes de las normas jurídicas. Es poder efectivo.

Además, la negociación colectiva puede «corregir» sesgos y desigualdades al interior de la clase trabajadora. Desde los sindicatos y el poder de negociación se pueden tratar temáticas vinculadas a disminución de brecha salarial, amplia participación de mujeres en la organización sindical, mecanismos efectivos de conciliación, entre otras preocupaciones que no deberían ser solo de las mujeres, sino de todos los y las trabajadoras.

Presionar por avanzar en negociación colectiva ramal que pueda equiparar el poder de trabajadores/as y empleadores es urgente en un marco de desposesión ampliada. El avance de la mercantilización de todas las dimensiones de la vida afecta principalmente a las mujeres porque son ellas quienes están enfrentadas a la captura del valor de todo su trabajo, tanto dentro como fuera del espacio laboral por parte del capital. Mejorar las condiciones de poder y acción de toda la clase trabajadora es avanzar en mejorar las condiciones de todas las mujeres trabajadoras.

En este 8 de marzo es fundamental apostar por el fortalecimiento y creación de nuevas alianzas y articulaciones con diferentes organizaciones y permitir construir vínculos para cimentar diversas resistencias ante la dominación. La historia que porta el movimiento sindical y de trabajadores/as en Chile es gravitante para proyectar un futuro de alianzas estratégicas contra el capital, por lo que es necesario plantear una ofensiva de la clase trabajadora al proyecto de expolio que plantea este sistema de acumulación. Encontrar convergencias en las luchas y poner urgencia en propuestas que puedan avanzar en conquistas efectivas y estructurales para la clase trabajadora más allá de identidades o segregaciones. Trabajadoras somos todas.

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