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Brasil – Mujeres virtuosas. Obediencia y sumisión: el control evangélico de la vida personal

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Obediencia y sumisión es lo que se espera de las mujeres evangélicas, una visión que tiene en la ministra de la Mujer, Familia y Derechos Humanos, su mayor propagandista. 

Alice Maciel, Andrea Dip, Julia Dolce

Agência Pública, 21-5-2019

Traducción de Diajanida Hernádez

La Diaria, 27-7-2019

https://findesemana.ladiaria.com.uy/

Después de una larga espera en una de las muchas filas compuestas exclusivamente por mujeres, abro mi cartera para que la muchacha con una sonrisa en el rostro y una linternita en la mano la revise cuidadosamente. “Ah, querida, aquí no se permite entrar con celulares, podés bajar para guardarlo en nuestros casilleros”, dice, señalando una escalera con la linterna. Una hora y dos filas después –tuvimos que pasar también por un detector de metales– estamos dentro del gigantesco Templo de Salomón, en San Pablo, la sede mundial de la Iglesia Universal del Reino de Dios, para asistir a la que sería la Reunión de Autoayuda, un encuentro trimestral que da orientaciones exclusivas para las mujeres.

Después de que una de las trabajadoras vestidas con túnicas abre las puertas, veo a lo lejos el altar con un arca dorada con ángeles inmensos y cuatro pantallas –dos del tamaño de pantallas de cine– que exhiben un video del obispo Edir Macedo, fundador y líder de la iglesia, de rodillas y rezando fervorosamente. El templo está a media luz, apenas iluminado por las 12 réplicas de menorás de cinco metros de altura y 300 kilos de peso cada una, acopladas a las paredes. Cuando todas las mujeres se acomodan, el video es detenido, las 10.000 lámparas de LED instaladas en el techo de la nave principal se encienden y Macedo aparece en persona para comandar la noche.

En la Iglesia Universal, sólo los hombres pueden ser pastores y obispos. El Templo de Salomón tiene capacidad para 10.000 personas sentadas. Aquella noche, todos los asientos estaban ocupados por mujeres y había muchas de pie.

Según el Censo de 2010, las mujeres son la mayoría de la población evangélica de Brasil, con 55,57% de un total de más de 42,3 millones de personas. Entre las distintas congregaciones, la Iglesia Universal del Reino de Dios, una de las mayores organizaciones religiosas del país, es la que tiene mayor proporción de mujeres, con poco más de 59% de sus fieles. También es una de las iglesias que apoyaron la elección de Bolsonaro a la presidencia; el Partido Republicano Brasileño, dirigido por el obispo de la Iglesia Universal en uso de licencia, Marcos Pereira, es uno de los aliados del gobierno.

Desde el nombramiento de la pastora Damares Alves como titular del Ministerio de la Mujer, de la Familia y de los Derechos Humanos, un equipo de reporteras de Agência Pública asistió a congresos y conferencias dirigidas a mujeres evangélicas (los relatos aparecen a lo largo de este reportaje) y escuchó historias de mujeres que frecuentan las iglesias, que las frecuentaron, y de pastoras de las más variadas congregaciones para intentar entender hasta qué punto las convicciones religiosas de Alves –ministra en un Estado constitucionalmente laico– dirigen su actuación al frente del ministerio.

El obispo Macedo abre la conferencia exhibiendo en las pantallas una foto de Facebook de una pareja. “Vean cómo ellos están felices, cómo él exhibe a su mujer, orgulloso”, dice. Enseguida surge en la pantalla un video filmado con un celular que muestra a un hombre que entra en un auto en llamas, luego reducido a un cuerpo carbonizado. “Ese hombre, que entró en el auto en llamas, es aquel de la foto. Él descubrió a su esposa con otro hombre. Perdió las ganas de vivir. Y aquí te pregunto: ¿y su alma?”.

El sermón continúa, diciendo a las mujeres que una palabra es capaz de matar un matrimonio; que ellas no pueden ser tan ansiosas –“la ansiedad es un espíritu de Satanás”, afirma el obispo– y que, si queremos a un príncipe encantado, tenemos que pedirle al rey [Jesús] porque, si somos ansiosas, el Diablo va a mandar a su príncipe y nos atrapará.

Macedo dice también que las mujeres necesitan casarse con hombres superiores en cultura y condiciones financieras, porque el marido es el que debe proveer. “Si fueras la proveedora, tu matrimonio estaría destinado al fracaso”. El hombre debe ser la cabeza de la pareja y la mujer, el cuerpo. “Mi esposa sustituye a mi madre, cuida de mí y yo le doy lo bueno y lo mejor. En el matrimonio, el hombre es Jesús y la mujer es la iglesia”. Después de algunos pedidos de diezmos –con un recordatorio del lujo del lugar: “¿Ustedes están cómodas? Pues esto tiene un costo de más de cinco millones de reales por mes”–, y de la venta de la Biblia comentada y de otros accesorios, vendría la frase que marcaría la noche. El obispo llama al frente a las mujeres que quieran recibir la oración y les dice: “Usted, que sufrió abuso en la infancia: Jesús perdona su culpa”.

Godllywood

La Reunión de Autoayuda es parte de un programa de la Iglesia Universal dirigido a las mujeres, llamado Godllywood, creado por la hija de Macedo, Cristiane Cardoso, en 2010. Cristiane es también autora de un blog, de varios libros que definen qué es ser una mujer virtuosa y, en compañía de su marido, el obispo Renato Cardoso, lidera programas de televisión con nombres en inglés que enseñan a parejas heterosexuales a tener éxito en su relación.

Según la explicación del sitio oficial, “Godllywood nació de una revuelta ante los valores equivocados que nuestra sociedad ha adquirido a través de Hollywood. En este trabajo, nuestro principal objetivo es el de llevar a las jóvenes a convertirse en mujeres ejemplares y contrarias a las influencias e imposiciones hollywoodenses”.

Funciona más o menos como una mezcla de grupo de gincana (fiesta deportiva de competencia de habilidades) en la que las mujeres y jóvenes, divididas por franjas etarias, tienen que cumplir tareas diarias, semanales y mensuales que van desde no comer carbohidratos a hacerse las uñas, peinados, cuidar de la casa y preparar cenas para el marido. Quien no cumpla las reglas es apartada del grupo, que tiene incluso cursos específicos para mujeres en situación de violencia.


Una tarde con la discípula de la pastora Damares

“Doctora Damares, estamos contigo por la vida, por la infancia y por la familia. Juntos somos más fuertes”, gritó el coro formado en su mayoría por profesoras, en la iglesia Asamblea de Dios, en Contagem, región metropolitana de Belo Horizonte. Era una tarde de domingo, el 10 de febrero. La iglesia estaba llena de gente, con centenares de mujeres de varias regiones del estado que asistieron para participar en la “Conferencia Conectar Kids y Pastorear – Defensores de una Generación en Peligro”, con la doctora Damares Alves, la misionaria Joani Bentes, mejor conocida como Tía Jô, y la participación especial de la Tía Keyla.

A última hora, la recién nombrada ministra de la Mujer, la Familia y los Derechos Humanos no pudo estar en el encuentro, pero grabó un video para los asistentes que fue transmitido en la pantalla. Estaban todos de pie para enviarle un mensaje a ella, que sería trasmitido por su amiga y discípula, Tía Jô. “Dejá que Dios te use para curar, dejá que Dios te use para salvar, mientras él te usa, él te cuida de todo lo que te hace llorar”, continuaron los presentes, ahora cantando. “Minas Gerais está con usted, doctora Damares”, finalizó Tía Jô.

El congreso comenzó minutos después de las dos de la tarde. Los participantes que llegaban verificaban su nombre en la lista y recibían un voucher para la merienda: un pan, una manzana y un jugo. El curso costó 65 reales para quien se inscribió el 31 de diciembre o antes, y 70 reales para quien lo hizo después. El cartel de promoción mostraba el contenido que cada una de las conferencistas abordaría. Métodos creativos de enseñanza, historia bíblica terapéutica y musicalización estarían a cargo de Tía Jô. Damares hablaría sobre erotización infantil, malos tratos, abusos, pedofilia e “ideología de género”.

En la noche anterior al evento, sin embargo, se envió a todos los inscriptos un mensaje de whatsapp en el que el que la misionera anunció que se cancelaba la participación de la ministra Damares. “Luchamos para que ella estuviera con nosotros en persona, pero el órgano judicial del ministerio no le permitió viajar, subir al púlpito de una iglesia como ministra y enfrentar al público debido al número de amenazas que ella ha sufrido”, justificó Tía Jô. Ella quedó a cargo de transmitir las enseñanzas de Damares, a quien llama “mi mentora”.

Antes de que la pastora entrara en el gobierno de Bolsonaro, las dos recorrieron Brasil juntas dando conferencias para educadores en cultos de la Asamblea de Dios. Hoy, con 45 años, Joani Bentes es misionera desde hace 27. En su currículo, Tía Jô destaca los siguientes títulos: educadora cristiana, conferencista, presentadora de televisión y radio, escritora con tres libros publicados, cantante con cinco CD y diez DVD grabados, conferencista internacional. Casada con otro pastor, que la acompaña en las misiones y en la administración de los negocios, Tía Jô también tiene una tienda virtual donde vende sus CD y DVD, así como muñecos, camisetas, accesorios, libros, ropas y cosméticos con su marca. “Comprando cualquier producto usted estará colaborando con proyectos en desarrollo en Sertão da Bahia, Cabo Verde, Mozambique, Nepal, Perú”, dice el anuncio al inicio del sitio. Adónde va, ella carga los productos, expuestos en la entrada de la iglesia.

El perfil es el de una presentadora infantil. Tía Jô vestía falda azul de lunares blancos, blusa amarilla de Conectar Kids, dos colitas atadas con flores. Durante casi toda su presentación habló con voz de niña. El tono sólo cambió cuando introdujo el tema de Damares, después de transmitir el video de la pastora.

“Lo que voy a mostrarles ahora es una excepción para nosotros. Todos los teléfonos celulares deben estar apagados ahora. Si algún teléfono celular está encendido, interrumpiremos el video. Tenemos que apagar todos los celulares ahora. No transmita, no grabe ni en audio, por favor. Yo prometí al Poder Judicial y al Ministerio Público, yo le prometí a mi amiga, la doctora Damares que sería algo nuestro”, finalizó. Damares aparece entonces en la pantalla, en una grabación hecha desde Brasilia.

“Han sido unos días muy difíciles para esta ministra. Acepté la invitación a ser ministra pensando especialmente en la protección de la infancia, en la protección de la adolescencia de este país. Y quiero traer a este ministerio lo que pregoné toda la vida. Son muchos mis desafíos. Ustedes no tienen idea de cuán grandes han sido mis desafíos, pero el mayor han sido los ataques”, dijo Damares. “Si depende de esta ministra, ningún niño va a ser abusado en Brasil. Si depende de esta ministra, ningún niño va a ser herido o será enterrado vivo como sucede en algunas aldeas en Brasil”, prometió.

Habló también del abuso sexual que sufrió cuando era niña. “Así como sufrí dolores en el cuerpo, sufrí dolores en el alma. ¿Saben por qué? Porque nadie percibió que yo estaba siendo abusada. Nadie me protegió cuando yo tenía seis años, nadie me dijo lo que estaba sucediendo”, recordó. “Los medios se ríen de mi historia, la prensa se ríe de mi historia, artistas se ríen de mi historia, pero ellos no podrían haberse reído de la fe de una niña de diez años. Ellos se burlaron de mí cuando yo dije que a los diez años de edad, arriba de un árbol de guayaba intentando suicidarme, vi a Jesucristo, pero yo sé que lo vi. Éramos él y yo en aquel árbol de guayaba”, dijo. “Vamos a unirnos y decir basta de violencia, basta de dolor, basta de sufrimiento y vamos a decir: Jesucristo es el Señor de los niños de Brasil. Reciban mi abrazo, en la próxima conferencia prometo estar ahí con ustedes. Los amo, Dios los bendiga”, finalizó la ministra.

“Bolsonaro ganó, él está a favor de la infancia y de la familia, la guerra apenas comenzó. Ahora comenzó la guerra, ahora hay que orar más, ahora hay que trabajar más”, reforzó Tía Jô enseguida.

En el material entregado a los congresistas, Damares destaca la “ideología de género” como “una de las más terribles violencias contra nuestros pequeños”. Dice que hay cuatro temas que la ideología de género defiende y que están en los libros didácticos y en la política educacional hoy en Brasil: deconstrucción de la familia natural, deconstrucción de la heteronormatividad, derecho del niño al placer sexual, desconstrucción y subversiones de identidad (confusión en la identidad biológica).

Entre las acciones prácticas para reaccionar a la ideología de género, Damares sugiere a los educadores que les pidan a los niños que lleven las mochilas escolares para que la iglesia analice los libros y materiales didácticos que están estudiando; que orienten a los padres para que notifiquen a la escuela que no quieren que sus hijos aprendan sobre ideología de género. El modelo que está en el sitio www.infanciaefamilia.com.br señala que hagan té con las muñecas, encuentros de cochecitos; que orienten a los padres en relación a las ropas de las niñas, que demuestren la necesidad de reforzar la feminidad, y los juguetes y juegos con niños para reforzar la masculinidad; que contextualicen las historias contadas y los juegos que se hacen con los niños en la iglesia, para destacar siempre que existen juegos de niñas y juegos de niños.

De acuerdo con Damares, en las escuelas todavía existe un ataque a la fe del niño y del adolescente. “Observen que las leyes determinan la enseñanza de la cultura indígena y de la cultura afro, pero infelizmente muchos profesores están burlando la ley, están enseñando religión afro y religión indígena”, dice el texto de la ministra.

Después de pasar por todos los temas del folleto de Damares, una pausa para la merienda, y Tía Jô regresa y presenta su contenido con métodos creativos para que los educadores aborden temas religiosos con los niños. “Yo puedo tratar la protección, tomando mis muñequitos de Adán y Eva y diciendo que papá del cielo los cubrió, les protegió las partes íntimas. Son muchas las otras historias que nos pueden llevar al contenido de protección dentro de la palabra de Dios”, dijo. El seminario terminó puntualmente a las 18.00. De Contagem Tía Jô partió a una visita misionera en el sertão de Bahía.


Una mirada alegre y una fisonomía agradable

Madre, de sangre o en espíritu; esposa honrada, sea por la unión ya consagrada, sea por destino; eterna novia del señor Jesucristo. Esas fueron las principales referencias de lo que es ser mujer en tres iglesias evangélicas cuyos espacios frecuenté durante mayo; la Iglesia Universal del Reino de Dios, la Iglesia Apostólica Renacer en Cristo y la Iglesia Batista de Lagoinha, donde predica la ministra Damares Alves.

“Nadie aquí cree que los hombres tienen que lavar su ropa, ¿verdad?”, cuestiona la profesora Fernanda Lellis, despertando una serie de risitas condescendientes entre las cerca de 60 mujeres, de todas las edades, de mayoría negra, reunidas en el último piso del Templo de Salomón. “Las mujeres tienen el deber de cuidar, hacer la comida, ordenar”, continúa en el micrófono, caminando de un lado para otro, en frente de un púlpito dorado. “La mujer primero tiene que hacer el papel de ella, dejar al hombre feliz, y a partir de allí él la va a tratar bien también. Lamentablemente es así, aguantamos más”.

La profesora del Curso de Autoconocimiento del Proyecto Raabe, creado para ayudar a mujeres que sufrieron traumas como violencia doméstica, abusos sexuales o enfermedades psicológicas, cita a Efesios 5:22-24: “Ustedes, mujeres, sujeten a sus esposos, como al Señor; porque el esposo es la cabeza de la mujer”.

Raabe, de acuerdo con el Libro de Josué, el sexto del Antiguo Testamento, fue una prostituta que vivió en Jericó y supuestamente ayudó a los israelitas en la captura de la ciudad. De acuerdo con el sitio de Godllywood, Raabe se purificó.

Las consejeras del Proyecto Raabe, de acuerdo con Lellis, son mujeres ahora “lindas”, pero que llegaron a aquél lugar depresivas, violentadas o incluso hasta con recuerdos de violaciones que sufrieron cuando eran niñas. “Hoy son todas trabajadoras, levitas [trabajan en el templo] o esposas de pastor”. Y todas usan ropas negras y pañuelos rojos atados en el cuello, en referencia a Raabe, que colgó una cinta escarlata en la entrada de su casa para no ser asesinada en la invasión de Jericó.

Fue por una de esas consejeras amigables que fui recibida en el iluminado Templo de Salomón. Me entregaron un panfleto con el lema “Rompiendo el silencio”, que traía informaciones sobre atención espiritual y profesional, como orientación jurídica y social para mujeres que sufren violencia doméstica y abuso. Luego quedó claro, sin embargo, que Lellis era sólo una mediadora. La verdadera profesora aparecería sólo en video.

Desde su oficina, Cristiane Cardoso, la hija de Edir Macedo, dedica diez minutos a explicar cómo “autoconocerse” fue importante para salvar su matrimonio con el obispo Renato Cardoso. “Yo no sabía de mis fallas, de mis inseguridades, y creía que sólo iba a resolver mis problemas si otros cambiaban. Creemos que la culpa es de la otra persona y no nuestra”. Continúa hablando de las crisis de celos que sentía, equiparando su experiencia a la de las mujeres que sufren violencia doméstica.

La pedagogía de enumerar defectos en un curso que tiene como público objetivo mujeres traumatizadas y violentadas ya había sido aplicada en la primera lección: “Sin arrepentimiento, escriba quién ha sido usted hasta hoy, describa sus cualidades, describa sus defectos”, decía el papel.

“Las mujeres sabias edifican su casa, y haciendo este curso estás siendo sabia”, afirma Cristiane en su tercera clase. La heredera del imperio religioso-mediático destaca que la mujer fue creada para ayudar de manera idónea, con las cualidades adecuadas –lo que incluye desde cuidados en la apariencia hasta no levantar la bandera de que es independiente–. “A lo largo de los años la mujer fue perdiendo esas cualidades, desarrollando varios defectos. Si no entendés las referencias correctas de la mujer, vas a sufrir”, afirma, categórica.

Esa línea de razonamiento es luego retomada por Lellis. Levanta el dedo hacia lo alto para puntualizar que la primera mentira que el mundo nos cuenta a nosotras, las mujeres, es que somos iguales a los hombres. “Hoy las mujeres son ‘empoderadas’, y por eso tanta gente se está matando, sufriendo, con depresión”.

La conversación no es muy diferente del culto de mujeres al que asistí en el hall de la iglesia Renacer. El culto se celebra los miércoles a partir de las 14.30, horario que reúne principalmente a mujeres de la tercera edad de clase media alta. Entre que cantaban canciones de la iglesia y participaban en un sorteo de cosméticos, las cerca de 30 presentes oyeron el testimonio de una mujer que decidió dejar su empleo para convertirse en una exitosa emprendedora dedicada a los accesorios. En respuesta al comentario de que hoy es, financieramente, “el hombre de la casa”, la pastora Edilene Gimenez tomó la palabra.

“Siempre gané más que mi esposo. Cuando me convertí, yo oré para que Dios lo honrara profesionalmente y prometí que cuando eso sucediera yo dedicaría mi vida a la iglesia”. Dicho y hecho. Cuando su esposo, también obispo de Renacer, montó una empresa promisoria y le dijo que ella “ya no necesitaba trabajar”, Edilene dejó su empleo. “El primer ministerio nuestro es cuidar de nuestra familia. Podés incluso ser madre que no haya engendrado, pero generás frutos espirituales. Ustedes son todas madres espirituales”, reafirma la pastora.

Para mujeres solteras, las iglesias evangélicas reservan el papel de “novias de Jesús”, como explican las pastoras de Lagoinha, colegas de la ministra Damares. El sábado 11 de mayo, la sede de la iglesia en el centro de San Pablo fue escenario de un desfile sorpresa de novias después del culto. Las jóvenes asiduas a la iglesia mostraban vestidos de lujo prestados por las marcas BlackTie y Faggion.

“El Señor ve la iglesia como novia y a nosotras como novias de Jesús”, dice la pastora Vanessa Santos antes del desfile, y pide a las cerca de 40 mujeres presentes, la mayoría jóvenes, que se den las manos y repitan en voz alta: “Mujer, no estás sola, eres la novia”.

Otra pastora invitada para el evento, Vanessa Batista, enfoca su intervención en recomendaciones de comportamiento para mujeres. “Es muy importante tener una mirada alegre y una fisonomía agradable”, recomienda. “Una mujer alegre cambia la atmósfera del hogar. Una mujer molesta también”.

Después de la conversación, las jóvenes fueron conducidas al piso de abajo. Un corredor iluminado con neón y dividido por grandes ramos de rosas blancas era el escenario del casamiento de las novias de Jesús. Las fieles desfilaron al son de góspels internacionales, mientras la platea aplaudía a cada nuevo modelo blanco. La misión estaba cumplida: jóvenes mujeres y niñas quedaron deslumbradas con el brillo del casamiento bendecido por Dios.

Control de la vida personal

La antropóloga, profesora de la Universidad de San Pablo e investigadora del Centro Brasileño de Análisis y Planificación (Cebrap) Jacqueline Moraes Teixeira investiga asuntos de género en iglesias evangélicas desde 2010. De acuerdo con ella, más allá de los papeles claramente delimitados entre la autoridad del hombre y la sumisión de la mujer, las reglas impuestas por programas como Godllywood (que se reproducen de diferentes maneras en otras iglesias) pretenden dirigir la vida de las mujeres en todos sus aspectos, no sólo en lo espiritual. El control –que se torna autocontrol de las más variadas formas– es como esa dominación se impone.

“Ese lenguaje del control no está sólo en las iglesias, es un lenguaje diseminado en el modo en que la gente piensa en este mundo contemporáneo. Tal vez la diferencia es que en Brasil las iglesias se responsabilizan de esa gestión, ayudan a las personas a desarrollar ese hábito de controlarse. La persona comienza a asumir esos desafíos, que no consisten en pasar determinada cantidad de horas orando o memorizar versículos bíblicos. El desafío es perder peso, controlar el tiempo de uso de las redes sociales, el que emplean en actividades domésticas, la plata que gastan, o sea, toda una ética de la vida cotidiana”, explica.

Esa gestión de la vida aparece también en los testimonios de éxito, herramientas importantes para las iglesias evangélicas. “Estás todo el tiempo siguiendo esas reglas, y cuando las personas dan testimonio, hablan de cuánto adelgazaron, de que consiguieron instalar un negocio o tienen una relación. O sea, esa conversión es una recuperación de la vida civil, no es una recuperación de la vida religiosa”.

La herramienta del “testimonio”, presenciada por todas nosotras en los cultos y conferencias que frecuentamos a lo largo de estos meses, también aparece muy fuerte en los discursos de Damares, como observa Moraes Teixeira: “Ella es una mujer que declara que sufrió violencia sexual en la infancia. En esos cursos y proyectos, es muy común que las mujeres revelen que sufrieron violencia sexual en la infancia. Afirman que sólo lograron recuperarse en el momento en que se convirtieron. Y Damares dice que fue la conversión lo que le permitió manejar su vida. Que es siempre el punto de esos testimonios”.

“En consecuencia, ella tiene un discurso de victoria”, dice Moraes Teixeira. “Después va abriendo varios caminos importantes. Se convierte en asesora parlamentaria, asesora política y llega a ministra. Es un testimonio maravilloso, es la historia de una vida que realmente funcionó en esa lógica. Tengo profundos desacuerdos con lo que ella dice, y es muy difícil lidiar con alguien que está en una posición pública tan importante, defendiendo declaradamente ciertas particularidades, pero para millares de mujeres ella personifica una trayectoria de superación”.

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